Los enemigos (argentinos) del Papa: Los ultra K y la dupla Aguer-Di Monte

No sólo la Casa Rosada sufrió el "espanto" de ver a Jorge Bergoglio convertirse en el nuevo Papa, pues el santo padre, un caminante de la villas, un militante, tenía, sin buscarlo, más de un enemigo. Nadie desconoce que las internas dentro del catolicismo también existen... Y hoy tienen a sus perdedores.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) El ¡Noo!! que retumbó en la Rosada en el momento en el que se anunciaba que el nuevo Papa sería nada menos que el argentino Jorge Bergoglio tuvo su versión en otras casas... mucho más santas, pero no por eso menos conflictivas.
 
Allí fue el silencio profundo, en cambio, el que tradujo la angustia por tal designación. 
 
Ocurrió por caso en la Catedral de La Plata, donde se recluyó el arzobispo Héctor Aguer, un cuadro de la ultraderecha católica, nombrado Gran Canciller de la Universidad Católica.
 
Aguer y Bergoglio tienen concepciones distintas de la Iglesia. El primero logró formar un claro perfil intelecual que choca con las formas del nuevo Santo Padre. "Aguer, por el contrario, se resiste a que los curas hagan política", dijo una fuente off the recordo al sitio 'La Política Online', en referencia la hombre que caminó la villas.
 
Dicen que el miércoles 14, Aguer no ordenó hacer sonar las campanas de la Catedral cuando gran parte del mundo festejaba la salida del Papa Francisco por el balcón del Vaticano que mira a la plaza de San Pedro, que el último domingo, al frente de la misa, pidió a los fieles no hacer de la noticia una "cuestión futbolística", y que la elección que cayó sobre su adversario puso fin a su ascenso dentro de la estructura eclesiástica. 
 
Pues, la "carrera" Aguer difícilmente podría haber llegado tan lejos. Tuvo su chance con el impulso del ex embajador argentino en el Vaticano en tiempos de Carlos Menem, Esteban “Cacho” Caselli. Fue él quien lo quiso llevar al Vaticano. Solo que olvidaba que condición fundamental para ello es saber varios idiomas. 
 
Ambos mantienen una estrecha relación con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Angelo Sodano.
 
Fue esa relación la que llevó en enero de 2006 al entonces cardenal Jorge Bergoglio a transmitirle al líder de la Iglesia Católica Benedicto XVI la preocupación del Episcopado argentino por las influencias en los nombramientos de obispos en diócesis claves. 
 
En esa reunión, Bergoglio también intercambió consideraciones sobre el caso de monseñor Antonio Baseotto, el obispo castrense que atacó la posición de Néstor Kirchner a favor de la despenalización del aborto. 
 
Bergogolio consideraba que Baseotto había sido designado por las mismas influencias menemistas.
 
Según el diario 'Página 12', varios obispos veían detrás de esta maniobra la mano y la influencia de Caselli y de Aguer actuando en coordinación con el poderoso Sodano. 
 
Este último, entonces en segundo lugar dentro de la jerarquía de la Iglesia Católica, cumplía esas mismas funciones durante el pontificado de Juan Pablo II y fue ratificado por Benedicto XVI. 
 
Durante su gobierno, Carlos Menem estableció una alianza casi indestructible con un grupo de obispos conservadores encabezados por el entonces cardenal de Buenos Aires, Antonio Quarracino. En ese tiempo Sodano siempre se prestó a los pedidos de Menem a cambio del apoyo incondicional del gobierno argentino a las posiciones de la Iglesia en los foros internacionales en temas generalmente muy conflictivos como los vinculados con el aborto, la familia y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
 
En todos los casos el intermediario de esta relación fue Caselli, primero como Secretario de Culto y luego como embajador en el Vaticano. 
 
Según el mencionado diario, el propio Caselli tenía vínculos económicos y comerciales con la familia del cardenal Sodano. 
 
Por entonces, la opinión de Bergoglio tenía mucho peso ante Benedicto XVI. 
 
No era tampoco Aguer el único que se diferenciaba fuertemente de quien ahora es el nuevo Papa. Otro obispo identificado con los sectores más conservadores también es el de Luján, Rubén Di Monte, quien en sus diferencias terminó por acercarse a los Kirchner.
 
Como Aguer, también Di Monte está del lado de Caselli en la interna eclesiástica, enemigo acérrimo de Bergoglio. 
 
Di Monte, además, hizo las paces con el gobierno a través de Julio de Vido, ministro de Planificación, quien le otorgó fondos para reconstruir la Basílica de Luján.
 
Ocurre que la basílica de Luján no depende de acá sino del Vaticano, y Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, por eso escapaba a su jurisdicción. 
 
Di Monte ahora es emérito pero dejó marcado el quiebre sobre todo con ese contacto con los K que le acercó los fondos. 
 
Fue a él a quien los Kirchner llevaron a la Casa Rosada durante una visita del ahora difundo Hugo Chávez, quien venía de una fuerte pelea con el arzobispo de Caracas. 
 
Entonces, Chávez se arrodilló, le besó anillo y terminó por ridiculizar al venezolano.
 
Di Monte le dio 2 vírgenes de Luján a Chavez; además de a Guillermo Moreno, quien la conserva en su despacho, y a Cristina Fernández.
 
Volviendo a La Plata, allí nadie olvida fácil cuando en 2003 pagó un millón de pesos para garantizar la libertad de Francisco Trusso, condenado a 8 años de prisión por estafar a 21.000 ahorristas del ex Banco de Crédito Provincial.
 
Luego de estar prófugo durante varios años, Trusso fue detenido en Miramar recién a mediados de 2001. El ex banquero fue condenado a 8 años de prisión por maniobras fraudulentas, pero en 2003 fue excarcelado por la Cámara Penal de La Plata previa garantía de una fianza de un millón de pesos. Quien pagó la fianza en persona fue Aguer. 
 
Muchos católicos entendieron de esta manera el pago: "el mundo allegado al Arzobispo está convencido de que usa la diócesis como trampolín para una carrera en Roma, y que no reparará en gastos para alcanzar ese objetivo".
 
Pues, la suerte está echada. La batalla ha terminado, y tiene a su "ganador".

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