TRUSSO-AGUER-SANDRI-CASELLI-SODANO

Una causa judicial que todavía le importa al Papa

En los cambios que el papa Francisco introduciría a la Iglesia Católica Apostólica Romana, ¿cómo queda la Iglesia Católica Argentina, que él conoce en detalle? Es cierto que sería ridículo circunscribir la tarea de un Papa a una diócesis "en el fin del mundo", pero también es apropiado suponer que mientras se ordena el vecindario, también se asea la casa propia.

 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Si bien la causa penal fue extinguida -y el Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires totalmente desvinculado, gracias a la intervención de José Roberto Dromi como consejero judicial del entonces cardenal Jorge Bergoglio-, la causa civil todavía permanece acerca de aquel famoso préstamo de US$ 10 millones que la Sociedad Militar Seguros de Vida (SMSV) le concedió al Arzobispado de Buenos Aires (cambio de nombre, un ardid para la estafa), con la intervención del ex Banco de Crédito Provincial (BCP).
 
La preocupación de Bergoglio fue salvar el buen nombre y honor de Antonio Quarracino, de quien él fue obispo coadjutor y luego herededo en la diócesis porteña, y eso logró Dromi cuando demostró que la firma del ya fallecido arzobispo -indispensable para la solicitud del crédito- había sido falsificada, y del resto ninguno le interesó.
 
Los magistrados Carlos Elbert y Carlos González, miembros la sala 6ta. de la Cámara del Crimen, ratificaron un fallo de 1ra. instancia del juez Facundo Cubas, acerca de que el entonces cardenal Quarracino no estuvo en la reunión en la que se celebró el convenio que originó el préstamo de la SMSV al Arzobispado. En cambio sí lo habría hecho su secretario privado, monseñor Roberto Toledo, quien "procedió a retirarse junto a Juan Trusso a otras dependencias, donde supuestamente debía hacérsele firmar al cardenal Quarracino, para luego regresar trayendo en sus manos un sobre conteniendo el contrato, ya presuntamente suscripto por quien debía hacerlo". 
 
Los jueces también agregan que Toledo "tuvo decidida intervención en los pasos posteriores de la maniobra al firmar los 2 cheques contra la cuenta del Arzobispado, de la cual se disiparon" los fondos transferidos al BCP desde la caja de ahorro de la SMSV. 
 
La relación entre Quarraccino y los Trusso era intensa (Toledo declaró en 1999 a la Justicia que Francisco Eduardo Trusso, padre de Francisco Javier, “le pidió al cardenal que hable con Menem para que le dieran 300 millones y poder salvar al banco y dijo que si le habían dado a (Rubén) Beraja (presidente del por entonces Banco Mayo y de la Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentinas), por qué no a él”).
 
Pero Bergoglio se esforzó que la memoria de Quarraccino no cargara, por lo menos, con una condena en sede judicial.
 
En cambio, en el centro de los condenados al infierno quedó monseñor Toledo, a quien se acusó de traicionar a Quarracino, y junto a él los hermanos Francisco Javier y Juan Miguel Trusso, quienes fueron accionistas de control del ex BCP, acusados en su momento de estafas reiteradas, según lo resuelto por la Justicia. 
 
Desde el inicio de la causa penal, las actuaciones del juez Juan Carlos Bruni (h) confirmaron que la familia Trusso explotó sus relaciones en el Vaticano para hacer negocios con la Iglesia Católica Argentina. Los respaldaba el Banco Monte di Paschi di Siena, el más antiguo de Italia y siempre vinculado a intereses católicos italianos, y que recientemente fue motivo de un nuevo rescate de la Banca de Italia porque le faltaron 720 millones de euros...
 
Probablemente, lo que se siga con atención, más allá de la Argentina, sería que en una eventual agitación de la causa civil emergente refresque algunas conexiones que quedaron expuestas durante la causa penal.
 
Francisco Eduardo Trusso, padre de los 2 banqueros que fueron sometidos a juicio oral, fue embajador del gobierno de Carlos Menem  ante el Vaticano, y estuvo a punto de ser designado titular de la Oficina de Etica Pública justo cuando estalló el escándalo. 
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En 1997, los hermanos Trusso fueron los intermediarios entre la Sociedad Militar y el Arzobispado. Cuando los directivos de la Sociedad Militar no encontraron al arzobispo Quarracino a la hora de firmar el documento que certificaba la operación financiera, y en su nombre arribó Toledo, quien se llevó de la reunión los documentos y los retornó más tarde con la firma de Quarracino, fueron los Trusso quienes aseguraron que la firma del cardenal sería corroborada con los registros del Banco.
 
Tal como se recordará, el dinero, entregado en 2 cheques, nunca ingresó al Arzobispado. Y 2 meses después de concretado el préstamo, ante las versiones de la inminente caída del BCP, los directivos de la Sociedad Militar quisieron apurar el cobro de la 1ra. cuota, pero monseñor Toledo desconoció la operación y, por lo tanto, la deuda. 
 
Ya caído el BCP, se inició la investigación judicial a cargo en ese momento del juez Bruni (h). Quarracino no sólo negó toda vinculación con la operación sino también toda relación con los directivos del BCP, entidad al que el juzgado de Bruni investigaba por el presunto manejo irregular de US$ 200 millones, más de 20.000 créditos a personas que nunca lo habían solicitado o inexistentes, descubiertos con tarjetas de crédito y triangulación de depósitos en el exterior con fondos de ahorristas que no pudieron recuperar su dinero.
 
Los bancos siempre han sido un problema para la Curia... En el libro del periodista Gianluigi Nuzzi, Las cartas secretas de Benedicto XVI, se reproducen ciertas misivas del periodista 'vaticanista' Dino Boffo al Papa quejándose por una campaña en su contra de la que participó el diario vaticano L’ Osservatore Romano, dirigido por Giovanni María Vian. Según Nuzzi,un posible autor del informe contra Boffo habría sido el cardenal Leonardo Sandri, con material de la Gendarmería, el servicio de seguridad del Vaticano. 
 
Massimo Franco, del Corriere della Sera, interpretó que se había desatado una guerra por el poder (motivo de la filtración de documentos papales reservados, escándalo conocido como Vatileaks), que incluyó una disputa por el control del Istituto per le Opere di Religione (Instituto para las Obras de Religión, el banco vaticano, del que Benedicto XVI expulsó a Ettore Gotti Tedeschi, amigo del cardenal Tercisio Bertone, para designar al alemán Ernst von Freyberg, de la Soberana Orden de Malta. No debería sorprender si la entidad es liquidada en breve por el papa Francisco).
 
En cuanto al proceso judicial por la presunta quiebra fraudulenta del Banco Crédito Provincial (BCP), duró más de 10 años. 
 
Involucró inclusive al Banco Central, en presentaciones en las que se decía que conocía las maniobras fraudulentas, ya sea en lo vinculado con créditos falsos como con tarjetas de crédito (aquellos años de tantos obispos con tarjetas 'gold'), valores y depósitos off shore.
 
En cuanto al BCP,  fue heredado por el MKB (Mercobank), y Horacio Tomás Liendo (h), ocupó su presidencia, cobrando por ello US$ 660.000. Su hermano Gustavo se había desempeñado como gerente de Asuntos Legales del BCP. MKB ejecutó acciones de 'desmalezamiento', y en septiembre del año 2000, discreamente cerró sus puertas, arrojando pérdidas por casi US$ 80 millones. 
 
Se ha escrito, y nunca desmentido, que en su última etapa como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Jorge Bergoglio, y quienes eran sus vicepresidentes, Luis Villalba y José María Arancedo, pidieron una audiencia al entonces Benedicto XVI para exponerle su disgusto por la incidencia del hoy día senador italiano por los ciudadanos italianos en Latioamérica, Esteban Juan Caselli, y el cardenal Leonardo Sandri en la designación de obispos argentinos, y por su aliento a quienes los atacaron con publicaciones que consideraron calumniosas.
 
El obispo Héctor Aguer (más Oscar Sarlinga, a cargo de la diócesis Zárate-Campana, más José Luis Mollaghan, a cargo de Rosario), el Gentiluomo Esteban Juan Caselli, y los cardenales Leonardo Sandri y Angelo Sodano resultaron una alianza que obstaculizó a Bergoglio, aunque éste considera que no fue eso lo importante sino el daño a la Iglesia Católica Argentina. A algunos de ellos se accede vía los Trusso.
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Y esos vínculos van más allá de la conocida anécdota que Olga Wornat incluyó en su libro Nuestra Santa Madre, acerca de que Francisco Javier Trusso estuvo refugiado, cuando estaba prófugo, en una casa familiar de los Sandri en Miramar.
 
O que cuando en 2003 la jueza de garantías Marcela Garmendia tuvo que ejecutar la excarcelación de Trusso, a quien había condenado a 8 años de prisión, dispuesta por la Corte Suprema y la Sala III de la Cámara Penal de La Plata, pidió la presencia de un fiador por $ 1 millón, y fue Aguer, arzobispo de La Plata, quien se presentó.
 
O que una hermana tuvo una larguísima y muy onerosa internación en la clínica Gemelli, de Roma, más o menos en los tiempos en que la constructora del hermano de Sodano precisó de un rescate financiero, según se escribió.
 
Cuando se publicó que Trusso amenazó con revelar las supuestas gestiones que habría hecho en el Vaticano entre 1996 y 1997 a pedido del cardenal Quarracino, ¿a qué se refería?
 
"Si hiciera falta para la causa y para aclarar la situación procesal del dicente en la causa, aclararía cuál fue este pedido", afirmó sobre el final de su declaración.
 
Y agregó que haría esa revelación "en forma reservada y solamente ante Su Señoría", aunque pondría como testigos de esa "tarea tan difícil que le fue comendatada, al Secretario de Estado del Vaticano (N. de la R.: por entonces Angelo Sodano) y al Secretario Privado de su Santidad" (N. de la R.: Stanislaw Dziwisz, actual cardenal de Cracovia, por entonces mano derecha de Juan Pablo II).
 
En tanto, imposible no recordar aquel fragmento inicial de la columna dominical de Horacio Verbitsky en el paraestatal Página/12, del 27/02/2011.
 
"Mientras CFK puede presentarse para un nuevo período presidencial, el jefe de la Iglesia Católica, Jorge Mario Bergoglio, transcurre los meses finales de su último mandato, ya sin reelección. Al cumplir en diciembre los 75 años deberá solicitar también su retiro como arzobispo de Buenos Aires, igual que el obispo de San Isidro e influyente encargado de relaciones políticas del Episcopado, Alcides Jorge Pedro Casaretto, quien ya tiene un obispo coadjutor en funciones y dejará este año la diócesis más rica del país, San Isidro. (...)".
 
Justo Laguna, el obispo de Morón fallecido en 2011, contaba que, luego de la muerte de Juan Pablo II, mientras se elegía el sucesor, el cardenal Sandri le dijo: “Mejor rezale a San José para que éste no sea Papa”, refiriéndose a Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco. 

 

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