LA PASCUA JUDÍA

Pésaj, recordando el cautiverio en Egipto

Pésaj (en hebreo, literalmente "salto", es la festividad judía que conmemora la salida del pueblo hebreo de Egipto, relatada en el libro bíblico del Éxodo. Si bien Jacob ya había sido bautizado Israel por Dios, el nacimiento de la nación tiene su hito en la salida de Egipto, cuando, de acuerdo al antiguo Pacto (según los cristianos, vigente hasta el nacimiento de Jesús), fue "la Nación elegida".

 

CIUDAD DE BUENOS AIRE (Urgente24). La festividad Pésaj es 1 de los 3 Shalosh Regalim (Fiestas de Peregrinaje) del judaísmo, ya que durante la época en que el Templo de Jerusalén existía (con el Arca en el Lugar Santísimo), se acostumbraba a peregrinar al mismo y realizar ofrendas.
 
La festividad dura 7 días (8 en la Diáspora porque, ante la antigua duda de un error de cálculo de calendario, se agregó 1 día extra para asegurar el cumplimiento), y durante la misma está prohibida la ingestión de alimentos derivados de cereales (trigo, cebada, centeno, avena...), y/o fermentados. En su lugar, se acostumbra a comer "Matzá", o pan ácimo. 
 
Según la tradición, el pueblo judío salió de Egipto con mucha prisa, por lo que no hubo tiempo para dejar leudar el pan para el camino.
 
La festividad también recibe el nombre de Fiesta de la Primavera, ya que en el Hemisferio Norte marca el inicio de dicha estación. Dado que en Israel las estaciones calurosas son las estaciones secas, a partir de Pésaj y hasta Sucot se acostumbra a orar por el rocío, y no por la lluvia (oraciones que se reservan para el invierno).
 
La fecha de Éxodo sería hacia el año 1446 a. C., cuando gobernaba Tutmosis III. Pero no hay ningún documento ni resto arqueológico egipcio que lo haya confirmado hasta ahora.
 
Las 10 plagas
 
Moisés fue enviado por Dios a liberar a los hebreo de la esclavitud en Egipo. Y a causa de que el faraón les negó el permiso para ir a adorar a Dios, ocurrieron plagas que, además esestablecieron el inicio de su relación con Dios o Jehová.
 
La 1ra .plaga fue la del agua convrtido en sangre,cuando el Faraón realizaba el servicio matutino de adoración agradeciendo por el río Nilo. 
 
La 2da plaga, fueron las ranas, adoradas por los egipcios. El Faraón pidió que cesara la invasión y atendería la solicitud de Israel, Moisés dejó que el Faraón eligiera el momento en el que terminaría la plaga. Todas las ranas murieron a la hora señalada. Sin embargo, el Faraón revocó su autorización, y los Israelitas permanecieron en Egipto.
 
La 3ra. plaga fue Kinim (mosquitos, piojos y pulgas), de la cual los egipcios no podían deshacerse. Los hechiceros egipcios declararon que ese acto fue el "Dedo de Dios".
 
La 4ta. plaga fueron insectos, capaces de dañar personas y ganado que sólo atacó a los egipcios, y no afectó a la tierra de Gosén (donde los israelitas vivían desde su ingreso a Egipto en días de José, hijo de Jaco, convertido en 1er. ministro egipcio). Otra vez luego de que se fue la plata, Faraón incumplió su promesa.
 
La 5ta. plaga fueron unas enfermedades epidémicas que exterminaron los ganados egipcios.
 
La 6ta. plaga fue una enfermedad cutánea, que suele traducirse como "Úlcera" o "Sarpullido".
 
La 7ma. plaga fue una destructiva tormenta. Fue más sobrenatural que la plaga anterior, y dañó gravemente a los huertos y cultivos egipcios. Otra vez azotó todo Egipto excepto Gosén. Otra vez cesada la plaga por oración de Moisés, el Faraón "endureció su corazón" y se negó a mantener su promesa.
 
La 8a. plaga fueron las langostas. Antes, los funcionarios del Faraón le suplicaron que permitiera que los israelitas fuesen a adorar a su Dios en el desierto, tal como lo exigía Moisé, pero Faraon quiso retener a mujeres y niños. Cuando la plaga desapareció, otra vez no permitió a los israelitas salir.
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En la 9na. plaga, Dios le dijo a Moisés que estirase sus manos al cielo, para que la oscuridad cayera sobre Egipto. Una oscuridad tan pesada que un egipcio podía sentirla físicamente. Duró 3 días, tiempo durante el cual sólo hubo luz en las casas de los israelitas. Era un ataque directo al Faraón, ya que Ra, era el dios egipcio del Sol. La plaga de la oscuridad demostraba que el Dios de Moisés era más poderoso que el del Faraón. Otra vez la negociación con el Faraón, quien amenazó con ejecutar a Moisés si volvía a aparecer ante él. 
 
La 10ma. plaga fue la muerte de todos los primogénitos de Egipto: desde el hijo mayor del Faraón hasta los primogénito del ganado. Los israelitas debían pintar marcos y dintel de sus puertas con la sangre de un cordero sin mácula sacrificado, y esperar adentro. Ese mismo cordero debía cocinarse con hierbas amargas y se comería de pie, de prisa, listos para salir porque Faraón permitiría que se marcharan. 
 
 
Cuando Moisés y su hermano Aarón le presentaron por primera vez al Faraón la demanda de la liberación de Israel, se le dio una advertencia acerca de la más terrible de todas las plagas. Moisés dijo a Faraón: "Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir: he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito." (Exo. 4: 22, 23.) Aunque despreciados por los egipcios, los israelitas habían sido honrados por Dios, al ser escogidos como depositarios de su ley, que estuvo vigente mucho antes que Moisés recibira las tablas en el Monte Sinaí. 
 
Moisés volvió ante la presencia de Faraón: "Jehová ha dicho así: A la media noche yo saldré por medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fue ni jamás será. Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua: para que sepáis que hará diferencia Jehová entre los egipcios y los israelitas. Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Sal tú, y todo el pueblo que está bajo de ti; y después de esto yo saldré." (Véase Éxodo 11: 12.)
 
La instrucción a a los hijos de Israel para preservarlos de la plaga inminente fue: cada familia, sola o reunida con otra debía sacrificar un cordero sin defecto," y con un hisopo había de tomar de la sangre y ponerla "en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer" para que el ángel destructor que pasaría a medianoche, no entrase a aquella morada. Habían de comer la carne asada, con hierbas amargas y pan sin levadura, de noche, y como Moisés dijo: "Ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente: es la Pascua de Jehová."
 
Para conmemorar esta gran liberación, el pueblo de Israel había de celebrar una fiesta anual a través de las generaciones futuras. "Y este día os ha de ser en memoria, y habéis de celebrarlo como solemne a Jehová durante vuestras generaciones: por estatuto perpetuo lo celebraréis." 
 
El hisopo usado para rociar la sangre del cordero era un símbolo de la purificación. Era empleado para la limpieza del leproso y de quienes estaban inmundos por su contacto con los muertos. Se ve su significado también en la oración del salmista: "Purifícame con hisopo, y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la nieve." (Sal. 51: 7)
 
El cordero había de prepararse entero, sin quebrar ninguno de sus huesos. La carne debía comerse con hierbas amargas, como un recordatorio de la amarga servidumbre sufrida en Egipto. El uso del pan sin levadura también era significativo: la levadura era símbolo del pecado en ese día. 
 
Si los israelitas hubieran menospreciado en lo más mínimo las instrucciones que se les dieron, no habrían estado seguros. Mediante su obediencia el pueblo debía evidenciar su fe. Rápida y secretamente hicieron los preparativos para su partida. Las familias estaban reunidas, el cordero pascual muerto, la carne asada, el pan sin levadura y las hierbas amargas preparados. El padre de cada casa roció con sangre los postes de la puerta, y se unió a su familia dentro de la casa. Con premura y en silencio se comió el cordero pascual. Con reverente temor el pueblo oró y aguardó. A
ningún hogar de Israel llegó el ángel exterminador. 
 
A la medianoche hubo "un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese muerto."  Todos los primogénitos de la tierra, "desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono, hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales" (Éxo. 12: 29-33), habían sido heridos por el exterminador. 
 
Aterrado, el Faraón "hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y díjoles: Salid de en medio de mi pueblo vosotros, y los hijos de Israel; e id, servid a Jehová, como habéis dicho. Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí." También los consejeros reales y el pueblo suplicaron a los israelitas que se fueran de la tierra, "porque decían: Todos somos muertos." 

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