EL CASO SNOWDEN/EVO MORALES

Con su pescado podrido, la CIA dio fuerza a lo más decadente de la Unasur

Es bastante fácil de imaginar la escena: o la CIA o la NSA o ambos, paranoicos con WikiLeaks y ahora más con las delaciones de Edward Snowden, llegaron a la conclusión de que el informático estadounidense iría sí o sí a Latinoamérica. El avión de Evo Morales estaba en vuelo y decidieron presentar un 'caso testigo' de lo que le esperaba a cualquiera que se atreviera a llevar a Snowden. Total... es el Presidente de Bolivia, y él es un 'coyita'... Hablaron con el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa, invocaron la alianza OTAN y procedieron según su plan. Consideraron que ningún costo era bajo: gravísimo error cuando la diplomacia la conducen los delirantes de la Patriot Act. Pero en Europa hay gente más hipócrita en el poder: así se entienden los centros ilegales de interrogatorio de la CIA, los vuelos secretos con personas secuestradas que descienden en aeropuertos europeos para el repostaje, la tolerancia ante una prisión ilegal como Guantánamo. El supuesto mundo libre no se defiende llevándolo a prisión. Las libertades civiles no se protegen violentándolas. La democracia no se impone a través del autoritarismo. La coyuntura no puede imponerse sobre las convicciones. El mundo no se mejora empeorándolo en el corto plazo. Con su torpeza, USA le terminó concediendo nuevos bríos al sector más decadente de la Unasur.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha asegurado: "Nos dijeron que estaba dentro", en referencia al informático estadounidense Edward Snowden, reclamado por espionaje por USA.

García-Margallo no explicó quiénes les "dijeron" pero todos creen que se refiere a los organismos de espionaje estatal estadounidenses.

En cambio el expresidente del Gobierno español entre 1982 y 1996, el socialista Felipe González, ha calificado de "vodevil" lo ocurrido con el "extraño vuelo" del presidente de Bolivia, Evo Morales, lo que en su opinión "no es de recibo" (no fue normal), más allá de la consideración que cada uno tenga sobre el mandatario boliviano. González ha abierto de esta manera el desayuno informativo que ha tenido hoy (viernes 05/07) con el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, organizado por Nueva Economía Fórum en el hotel Ritz de Madrid.

Durante el acto, Schulz ha declarado que el trato a Morales ha sido “ridículo y totalmente inaceptable”. Se ha preguntado – sin ofrecer respuesta – quién dio órdenes para que el avión del presidente boliviano no sobrevolara los espacios aéreos de Francia, Italia y Portugal y se quedara varado en Viena durante 13 horas el pasado martes, en el trayecto de regreso a Bolivia desde Moscú, bajo la sospecha de que pudiera transportar a Snowden.

“No es tolerable que los ciudadanos sean espiados por parte de Estados Unidos”, ha afirmado González, refiriéndose al caso del espionaje de la CIA en varios países europeos. “Los servicios secretos son necesarios para contrarrestar el terrorismo, con el que no se puede negociar”, ha afirmado por su parte Schulz, “pero, ¿por qué Estados Unidos ha tratado la UE como si fuera una fuerza hostil, aplicándole métodos de guerra fría?”.

Preguntado por el público sobre Snowden, el presidente del Parlamento Europeo ha declarado: “Los americanos (N. de la R.: bah, los estadounidenses. Americanos también son los bolivianos o los argentinos o los venezolanos o los cubanos) nos piden que capturemos a un hombre que ha violados unas reglas. Pero, incumpliéndolas, ha desvelado que también USA no ha respetado ciertas normas con nosotros. Por eso, se trata de una cuestión de difícil solución”.

“Estoy convencido de que Snowden encontrará siempre algún país que le dará refugio”, ha añadido.

Volviendo a García-Margallo es lógica la preocupación española por las consecuencias del gravísimo hecho: España tiene intereses comerciales en Latinoamérica, que quedan expuestos ahora, tal como no ocurre con los otros países que le negaron el paso a Evo Morales: Francia, Italia y Portugal. Mucho menos el país que intentó revisar el avión, Austria.

Ahora Margallo ha explicado que España no bloqueó en ningún momento el aterrizaje del avión del presidente boliviano y que "siempre" dio todas las autorizaciones. Que cuando Morales fue retenido en Viena, ante la negativa de Francia, Italia y Portugal a autorizar el paso de su avión, el embajador español en Austria y ex jefe de Gabinete de Margallo, Alberto Carnero, acudió a la zona VIP del aeropuerto de Viena, donde pasó la noche Morales, y se puso “a su disposición”, según la versión española.

La versión del Gobierno español es que el responsable de la diplomacia boliviana, David Choquehuanca Céspedes, solicitó a Madrid que intercediera ante Italia y Francia para evitar la retención del avión del presidente Morales. A cambio de esa ayuda Margallo habría solicitado a La Paz la confirmación de que Snowden no iba a bordo del avión presidencial.

De acuerdo al ministro de Exteriores esa confirmación fue enviada y el caciller boliviano agradeció las gestiones españolas. El Gobierno del Partido Popular cree las críticas del presidente venezolano Nicolás Maduro se deben a que desconoce las gestiones españolas, por ello Margallo habría citado al embajador venezolano para hacerle llegar la carta de agradecimiento de Bolivia.

Pero el relato del Presidente boliviano es diferente: “[El embajador español] me pidió tomar un café dentro del avión para verlo y, en el fondo, querer controlarlo. Dije que no puede, por normas internacionales. Además, no soy un delincuente como para que controlen el avión”.

Es más: desde Madrid, la ministra boliviana de Transparencia, Nardi Suxo, insistió en que "el Gobierno español tome medidas contra el embajador español en Austria", ya que asegura que el diplomático intentó inspeccionar el avión del presidente del Gobierno, Evo Morales, "con la excusa de tomar un café dentro".

Lo que sí aceptó Morales fue que las autoridades austriacas controlasen los pasaportes de los pasajeros y les garantizó que el exanalista de inteligencia no viajaba a bordo. “Nos fiamos de que estas declaraciones son correctas”, dijo un portavoz del Ministerio del Interior austriaco.

El pescado podrido de los organismos de inteligencia estadounidenses provocó la razonable ira de los mandatarios latinoamericanos que integran el capítulo decadente de la Unasur.
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"El imperio estadounidense ha entrado en fase de locura y desesperación, porque ven que no pueden parar la reacción de nuestro mundo", dijo Nicolás Maduro a periodistas a su llegada a Venezuela tras una visita a Rusia y Bielorrusia.

El mandatario reveló que mientras volaba de regreso a Caracas, la Cancillería venezolana recibió de USA un pedido para extraditar al extécnico de la CIA Edward Snowden, un "papelucho", dijo, que rechaza.

"No tienen moral para pedir la extradición de un joven que lo que está es alertando la ilegalidad con que actúa el Pentágono, la CIA. Yo rechazo como jefe de Estado cualquier solicitud que estén haciendo de extradición", expresó.

Al manifestar su rechazo el pedido de extradición, el presidente reclamó que "primero" USA debe entregar al anticastrista Luis Posada Carriles, quien se encuentra en ese país y fue solicitado en extradición por Venezuela en 2005 por la voladura de un avión de Cubana de Aviación en 1976 con 73 personas a bordo.

Para Maduro, el Gobierno de Barack Obama está "demostrando un nivel de debilidad muy grande desde el punto de vista moral y ético frente al mundo" con su reacción ante el caso Snowden, quien reveló una masiva red de espionaje en Estados Unidos.

"Snowden ha sacado una partecita de la verdad, qué más sabrá Snowden que tiene loco al Gobierno de Estados Unidos, a la CIA, al Pentágono", señaló.

"Llegaron hasta el punto de poner en peligro la vida de un presidente sudamericano (...) y han pretendido amenazarnos, pero nosotros no somos amenazables, no recibimos ni recomendaciones y menos imposiciones de nadie", agregó.

Julian Assange

En tanto, desde la embajada de Ecuador en Londres, donde se encuentra refugiado, el cofundador de WikiLeaks y candidato a senador en Australia, Julian Assange, escribió junto a Christophe Deloire, secretario General de Reporteros sin Fronteras:

El 12 de octubre de 2012 la Unión Europea recibió el Premio Nobel de la Paz por “su contribución a la promoción de la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa”. Así, Europa debe estar a la altura y demostrar su voluntad de defender la libertad de información, cualesquiera que sean los temores a las presiones políticas de su mejor aliado, Estados Unidos. Ahora que Edward Snowden, el joven estadounidense que reveló la existencia del programa de vigilancia mundial PRISM, pidió asilo a una veintena de países, los Estados de la Unión, principalmente Francia y Alemania, deben darle la mejor acogida, bajo cualquier estatus. Pues si Estados Unidos sigue siendo uno de los países del mundo que ponen en lo más alto el ideal de la libertad de expresión, la actitud que adopta respecto a los “informantes” mancilla claramente la Primera Enmienda de su Constitución.

Desde 2004 el relator especial de las Naciones Unidas para la Libertad de Opinión y Expresión, el representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) para la Libertad de los Medios de Comunicación y el relator especial de la Organización de Estados Americanos (OEA) para la Libertad de Expresión hacían un llamamiento conjunto a los Gobiernos para proteger a los “denunciantes” (whistleblowers) frente a “sanciones legales, administrativas o laborales siempre que hayan actuado de ‘buena fe”. Se definía a los denunciantes como “aquellos individuos que dan a conocer información confidencial o secreta, a pesar de que tienen la obligación oficial, o de otra índole, de mantener la confidencialidad o el secreto”. En 2010 la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa sostuvo: “La definición de revelaciones protegidas debe incluir todas las advertencias de buena fe contra diversos tipos de actos ilícitos”. La resolución 1729 pedía que las leyes cubrieran “a los denunciantes de los sectores público y privado, incluidos los miembros de las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia”.

Con excepción de los aficionados a la caza del hombre que lo acusan de ser un traidor a la patria y de los sofistas que enredan el debate en argucias jurídicas, ¿quién puede cuestionar seriamente la calidad de denunciante de Edward Snowden? El exinformático permitió que la prensa internacional —The Washington Post, The Guardian y Spiegel— diera a conocer un programa de vigilancia de decenas de millones de ciudadanos, especialmente europeos. Blanco de un dispositivo que atenta a la vez contra su soberanía y sus principios, los países de la Unión Europea le deben a Snowden sus revelaciones, claramente de interés público. El joven no puede ser abandonado en una zona internacional del aeropuerto de Moscú sin que esto signifique para los países europeos un abandono de sus principios y de una parte de la razón de ser de la Unión Europea. Sería inconsecuente poner el grito en el cielo a niveles diplomáticos y abandonar al autor de estas revelaciones.

Más allá de la necesaria protección de los denunciantes, la protección de la vida privada corresponde claramente al interés público, en especial tratándose de la libertad de información. En un informe del 3 de junio pasado, Frank LaRue, relator especial de las Naciones Unidas sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y expresión, consideraba que “la protección de la vida privada es un corolario necesario para la libertad de expresión y de opinión”. El carácter confidencial de los intercambios entre los periodistas y sus fuentes es una condición necesaria para el ejercicio de la libertad de información. Cuando las fuentes de los periodistas se ven afectadas —como sucedió con las de la agencia Associated Press—, cuando Estados Unidos abusa de la espionage act (ley de espionaje) —desde su adopción, que data de 1917, la ley se ha empleado en nueve ocasiones contra “informantes”, seis de ellas bajo el mandato de Barack Obama—, cuando Wikileaks es amordazado por un bloqueo financiero, cuando los colaboradores y amigos de Julian Assange no pueden franquear la frontera estadounidense sin sufrir un registro integral, cuando el fundador y los colaboradores de este sitio web corren el riesgo de afrontar procesos legales en territorio estadounidense, no es solo la democracia estadounidense lo que está en peligro, es el ejemplo democrático de Thomas Jefferson y Benjamin Franklin lo que pierde su esencia.

¿En nombre de qué Estados Unidos estaría exonerado de respetar los principios que exige se apliquen en otros países? En enero de 2010, en un discurso histórico, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, hizo de la libertad de expresión en línea una piedra angular de la diplomacia estadounidense. Una posición reafirmada en febrero de 2011: la misma Hillary Clinton recordaba entonces que sobre la cuestión de la libertad en Internet se ponía del lado de la apertura. Bellas palabras, tan alentadoras para los resistentes en Teherán, Pekín, La Habana, Asmara, Asjabad, Moscú y tantas otras capitales. Pero, ¿cómo ocultar la decepción cuando la skyline de los rascacielos de la vigilancia estadounidense parece competir con la Gran Muralla tecnológica de China o la Internet nacional del régimen del mulá? El mensaje de democracia y promoción de los derechos humanos de la Casa Blanca y del Departamento de Estado han perdido mucho crédito. Signo del pánico general, el sitio web de Amazon registró en Estados Unidos un aumento de 6.000% de las ventas del best seller de George Orwell 1984.

Big Brother (Gran Hermano) nos observa desde las afueras, en Washington. Las instituciones que garantizan la democracia estadounidense deben ejercer su papel de contrapoder frente al Ejecutivo y sus abusos. El sistema de controles y contrapesos no es solo un eslogan para los fervientes lectores de Tocqueville y Montesquieu. Los miembros del Congreso deben encausar lo más rápido posible los terribles desvíos securitarios de la patriot act reconociendo la legitimidad de esos hombres y mujeres que hacen sonar la alarma. La Whistleblower Protection Act (ley de protección de los denunciantes) debe ser enmendada y ampliada para garantizar una protección eficaz de los denunciantes que actúan bajo un legítimo interés público, que no tiene nada que ver con los intereses nacionales inmediatos interpretados por los servicios de inteligencia.
 

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