PELIGRO DE INFIERNO POR CULPA DE LA ADMINISTRACIÓN CRISTINA

Reclamo unánime: "Estabilicen porque nos vamos a estrellar"

La inflación se ha disparado tanto como la inestabilidad. Por ejemplo, muchos productos de la inminente canasta escolar se encuentran sin precio y los proveedores de las librerías prefieren ausentarse o envían los preciosen en una relación peso/dolar. Las mochilas, por ejemplo, hace 2 semanas que no se entregan porque no tienen precio ya que no se descartan nuevas subas para antes del inicio del ciclo escolar. Llegan los días de las 2das. y 3ras. marcas, o de las marcas 'truchas'. En fin, nada que no se conozca en la ajetreada memoria inflacionaria de muchos argentinos. ¿Qué es lo que viene para las familias argentinas? Aquí fragmentos de 4 opiniones:

 
"(...) lo que se arreglaba en su momento con una devaluación moderada, un ajuste moderado del gasto público, para emitir menos, tasa de interés positiva y, hay que decirlo, una recesión también leve, al estilo de 2009, se agravó por la decisión de “pesificar de prepo” y usar a la AFIP y la Secretaría de Comercio como sustitutos del Banco Central.
 
Lo que hemos visto desde el cambio de gabinete no ha sido un ataque conspirativo de especuladores y avaros. Hemos asistido a la materialización de un fracaso del Gobierno en su intento de no reconocer el nuevo precio del dólar, y toda devaluación es el reconocimiento de un fracaso.
Ahora ha instrumentado el “dólar de convergencia” (¿a qué?), ha permitido un ajuste todavía moderado de la tasa de interés y, simultáneamente, aflojó mínimamente el racionamiento de dólares para operaciones pequeñas.
 
Pero sigue sin ajuste fiscal, y sigue usando a la Secretaría de Comercio y la AFIP como sustitutos (ahora parciales) del Banco Central. Es decir, armó una “poción mágica” agregando a su mala política una dosis homeopática de buena política. Por lo tanto, el problema continúa, dado que contra esa poción el precio, y sobre todo el temor a que el racionamiento vuelva, no calma expectativas.
 
La causa es el fracaso de la mala política y las consecuencias son la “avaricia”, la “especulación” y la “dolarización”.
 
Mientras esto no se entienda y éste sea el “programa”, lo más probable, aunque se calmen las reservas por un tiempo, es que sigamos en un escenario de alta inflación y con una caída mayor del nivel de actividad.
 
Recuerden: no faltan dólares, sobran malas políticas."
 
 
 
"Esta es una historia que empieza en el 2007. Desde entonces el gobierno viene usando el dólar como un ancla inflacionario, del mismo modo que lo hicieron primero Martínez de Hoz y luego Cavallo. 
 
(...) El problema es que los precios internacionales igual aumentaron por el boom de los commodities, haciendo que los precios locales subieran y comenzara una puja distributiva entre sindicatos que pedían aumentos salariales mayores y empresarios que los concedían, para trasladarlos a los consumidores remarcando en las góndolas al día siguiente. 
 
A ese primer fenómeno inflacionario se sumó a partir del 2009 un creciente déficit fiscal financiado con emisión monetaria, al punto tal que en 2013 se emitieron $94.000 millones para financiar al Tesoro. Obviamente, a medida que aumentaba la impresión de billetes sin respaldo, caía su valor impactando no solo en la inflación, sino en el dólar. 
 
(...) Para junio del 2011 ese atraso cambiario era tan evidente que todo el mundo comprendió que luego de las elecciones el Gobierno debía corregir la paridad cambiaria; o, puesto en criollo: devaluar. Por esa razón, en los 5 meses previos a la contienda electoral se perdieron US$4.537 millones de reservas y en el mes siguiente, otros US$1.461 millones. La gente se volcaba masivamente a los bancos a comprar algo que sabía que pronto subiría. 
 
Vino entonces la peor medida económica tomada por el Gobierno en 8 años de gestión; la imposición del cepo, que en la práctica tenía una lógica bastante parecida al corralito, porque impedía sacar el dinero del circuito financiero denominado en pesos. 
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La restricción a la compra de dólares deterioró notablemente la confianza de los consumidores en la economía, al punto que el indicador de la Universidad Di Tella, que capta justamente ese humor económico de la sociedad, se desplomó un 23% en los siguientes 5 meses. 
 
Las expectativas en materia inflacionaria también hicieron lo suyo y se cristalizó un piso de aumento de precios inercial del 25%, porque cada empresario, productor, comerciante, locatario y trabajador que tenía que firmar un nuevo contrato o poner un precio, lo hacía pensando cuanto creía que iban a aumentar los precios en los próximos meses. 
 
Llegamos entonces a noviembre del 2013. El nuevo gabinete encaró el ajuste que era obvio y empezó a micro devaluar el peso, aumentando el dólar de 2 a 4 centavos por día, con el objetivo de llegar a abril con la divisa norteamericana en torno e $8. Pero claro, los argentinos tenemos mucha experiencia en devaluaciones y vimos esta película varias veces. En pocos días todos los formadores de precios comenzaron a remarcar para ganarle de mano a la devaluación, al punto que la inflación de diciembre fue del 3,38%, la más alta en 22 años. 
 
El Gobierno se vio entonces forzado a adelantar el tiempo y entre el miércoles y el jueves de la semana pasada el dólar pegó un gran salto para cotizarse (a nivel mayorista) en $8. Se dan desde entonces dos fenómenos. El primero de ellos es que ni los exportadores ni los importadores creen que esos $8 sean un valor definitivo, razón por la cual no liquidan los dólar y demandan cada vez más divisas, haciendo que las reservas del Banco Central sangren entre US$120 millones y US$160 millones por día, lo cual es obviamente insostenible en el mediano plazo. 
 
El segundo hecho económico relevante es que todos salieron a remarcar precios a mansalva, para adecuarlos al nuevo dólar. Pero además muchos llevaron más allá los ajustes, con la intención de cubrirse de una hipotética devaluación futura, porque nadie cree que ese valor de $8 por dólar sea sostenible. (...)
 
El problema es que en el contexto de incertidumbre actual, los servicios (que no se pueden exportar) también aumentan “por las dudas”. Por eso es fundamental estabilizar urgente el mercado del dólar, para que todos tengan la expectativa de que se llegó a un precio de equilibrio y no se producirán futuras devaluaciones; eliminaremos de ese modo el factor “por las dudas” y los precios se normalizarán en sus nuevos valores."
 
 
 
"La economía de 2014 enfrenta desequilibrios que son sólo una fracción de los que registraba la Argentina en 1975, cuando tuvo lugar el llamado Rodrigazo. Esta es una buena noticia. Sin embargo, hay otra diferencia importante que es menos tranquilizadora. Ahora, los agentes económicos cargan en su mochila las malas experiencias de los últimos 30 años que, además de aquel shock , incluyen la hiperinflación, el congelamiento y la pesificación de los ahorros, el fin de la tablita y de la convertibilidad, la estatización de las AFJP, entre otros.
 
Por lo tanto, los hacedores de política deben tener en cuenta que la velocidad de reacción es infinitamente mayor ahora que en 1975. Cuando aparece la desconfianza, pasa a ser imprescindible una sobredosis de medidas y señales, capaces de demostrar que hubo un punto de inflexión en la crisis, que lo peor quedó atrás. A juzgar por lo ocurrido en la última semana, ese momento aún no llegó. (...)
 
En el plano fiscal, el déficit del sector público había alcanzado en 1975 nada menos que 16,1% del producto interno bruto (PIB), por lo que $5 de cada $10 de gasto público no contaban con financiación genuina. En el presente, el rojo se acerca a los 5 puntos del PIB por lo que falta financiación genuina para $1,5 de cada $10 de gasto, aproximadamente. (...)
 
¿Podemos tranquilizarnos, entonces, y desechar cualquier posibilidad de un Rodrigazo del siglo XXI? La respuesta no la tienen los analistas, sino el propio Gobierno. Está en la política económica la responsabilidad de alejar esos fantasmas. (...)
 
En las últimas semanas, el Gobierno ha intentado levantar en forma acotada las trabas vigentes en el mercado de cambios para las operaciones de atesoramiento. Debe subrayarse que, para salir de un esquema de controles, las medidas que se vayan adoptando tienen que ser vistas como parte de un plan irreversible, sin riesgo de “vuelta atrás”. De lo contrario, las menores trabas serán consideradas como una “ventana de oportunidad” por quienes aspiren a dolarizarse, temiendo que las medidas no permanezcan por mucho tiempo.
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Por ende, en este caso, se necesita: a) un precio del dólar por encima del equilibrio (no puede ser considerado “barato”); b) un conjunto de medidas consistentes (fiscales y monetarias, principalmente) que completen el plan.
 
La clave es que comience a haber incentivos para que los activos dolarizados dejen de ser vistos como la mejor opción de inversión. No hay que darle vueltas a este asunto. El test para las medidas que se van aplicando pasa a ser sencillo, ya que las variables a seguir son las reservas del Banco Central y la magnitud de la brecha cambiaria.
 
Mientras más se demore en llegar al punto de inflexión de la crisis, más riesgos habrá de una caída abrupta de la demanda de pesos y, con ello, una aceleración adicional de la tasa de inflación. Otros países pueden tener más “paciencia” a la hora de esperar resultados, pero este no es el caso. No hay que olvidar que fue justamente después del Rodrigazo que comenzaron a dolarizarse los contratos en la Argentina.
 
De persistir la caída tendencial de las reservas, el Gobierno se verá obligado a adoptar nuevas decisiones. O llevar el tipo de cambio a un nuevo andarivel o “arrepentirse” del levantamiento parcial del cupo para ahorristas. (...)".
 
 
 
 
"(...) La intención oficial es que se produzca la ya conocida espiral dólar-precios-salarios, como sucedió tantas otras veces. No es casual que se recuerde tanto el Rodrigazo de 1975. El retraso del tipo de cambio actuó en los últimos años como un ancla contra la inflación, aunque de escasa utilidad, ya que de todas formas los índices desde 2007 rondaron el 25%.
 
Sin embargo, la decisión de impulsar una suba adicional para promover la liquidación de exportaciones del sector agropecuario no es gratuita. Con importaciones en el orden de los $ 80.000 millones, es casi obvio el impacto que el tipo de cambio genera en los costos.
 
Incluso fue necesario reunirse con supermercadistas para asegurar la continuidad del programa “Precios Cuidados”, a menos de un mes de su lanzamiento, y también hubo que negociar con los proveedores de la construcción para evitar aumentos que desde el punto de vista oficial son desmedidos.
 
Según el ministro de Economía, “no tiene ninguna justificación” remarcar precios por la suba del dólar.
 
Con los sindicalistas la puja es parecida. En este caso, la Casa Rosada busca postergar el inicio de las paritarias. Aunque tampoco los gremios se mostraron especialmente apurados. En semejante revuelo, sería casi imposible fijar un aumento anual para las negociaciones colectivas. Y una suba exagerada podría a su vez retroalimentar la inflación. (...)
 
El gobierno puede salir airoso de todas estas peleas si consigue presentar una serie de medidas que ordenen la economía y empiecen a corregir los desequilibrios. Es la manera de recuperar la confianza. De lo contrario, le resultará cada vez más difícil enderezar el rumbo y evitar una crisis mucho mayor."

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