PRODUCTIVIDAD EN DÓLARES

Crece la polémica sobre la baja de los salarios 2014

Los incrementos de los sueldos en dólares por encima de la productividad del trabajo (fue la tendencia entre 2010 y 2013) explican, en parte, la crisis cambiaria que enfrenta Argentina en 2014. Pero corregirlo no es fácil. Por el contrario, es el nudo del conflicto social. Así, Cristina Fernández de Kirchner tiene que enfrentar una situación que ella misma provocó y que es desagradable: bajar el salario en dólares. En ese contexto, ella acaba de exigirles a los líderes de la Unión Industrial Argentina, con quien anhela compartir el costo de la impopularidad, no aumentar salarios ("porque el Gobierno no los va a convalidar"). Economía & Regiones concluye: "El ajuste del salario hacia la baja implica un 'volver a empezar, pero desde un escalón más bajo'. Ya nos pasó varias veces. Pareciera que nunca aprendimos la lección."

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). La política de ingresos fue uno de los pilares del crecimiento económico de la última década. 
 
Desde la salida de la convertibilidad, nuestra economía atravesó una marcada recuperación del empleo y sobre todo del nivel de los salarios. El ingreso de los trabajadores se fue incrementando por encima del aumento de precios e incluso por encima de la devaluación, generando un incremento del poder adquisitivo y del salario medido en dólares. 
 
Esta estrategia buscó potenciar la dinámica del ingreso disponible y, consecuentemente, del gasto de las familias induciendo a que el consumo privado, y en parte el mercado interno, sean la “vedette” del crecimiento económico del período. 
 
A su vez, esta estrategia de fomentar el aumento del ingreso en dólares de los trabajadores ayudó al gobierno a conseguir los votos necesarios para alcanzar victorias electorales y, sobretodo, ganar las últimas elecciones presidenciales. 
 
Sin embargo, este triunfo logrado a costa de generar fuertes desequilibrios en la economía condicionaron negativamente los resultados macroeconómicos del 2do. mandato de CFK; inclusive hasta generar la actual crisis cambiaria. 
 
Por un lado, el aumento del salario por encima de la devaluación y la inflación potenciaba el consumo privado, la demanda agregada y el crecimiento económico de corto plazo, perjudicando la competitividad de los sectores productores, la formación de nuevo capital físico y el crecimiento de largo plazo. 
 
Esta estrategia económica penalizó el ahorro, desincentivó la inversión, desalentó la acumulación de capital y la creación de nuevos puestos de trabajo. 
 
En otras palabras, se sacrificó consumo y crecimiento futuro a cambio de consumo y crecimiento presente. 
 
Peor aún, dado que el aumento salarial no fue acompañado de un aumento similar de la productividad del trabajo, nuestro país no logró incrementar el crecimiento potencial o de largo plazo. 
 
Por el contrario, ni el aumento de la formación del capital físico y humano, ni el avance tecnológico equiparó el ritmo del avance salarial, haciendo que nuestra economía genere un crecimiento económico “artificial” y de baja productividad; no pudiendo superar la “trampa del ingreso medio”. 
 
La “trampa del ingreso medio” actúa como una suerte de callejón sin salida para las economías emergentes de la región, ya que implica costos salariales relativamente altos para competir en los mercados internacionales contra de países con mayor utilización de mano de obra barata en su producción. 
 
Y, al mismo tiempo, estos países de ingreso medio presentan bajos niveles de calificación en su mano de obra lo que implica una barrera infranqueable para competir en el estrato más elevado de la cadena industrial mundial con productos y servicios intensivos en tecnología y conocimiento.
 
Hoy en día, nuestra economía comienza a ajustar con un salario que se expande por debajo de la inflación, de la tasa de devaluación e incluso de la tasa de interés. 
 
La caída del ingreso de los trabajadores es la manifestación de que este ajuste está corrigiendo el aumento salarial desmedido de los años anteriores que alcanzó niveles muy superiores a la productividad.
 
Entre 2003 y 20101 el salario en dólares mostró una fuerte recuperación, alcanzando los niveles previos a la devaluación de 2002 recién en agosto/septiembre de 2010. 
 
Durante estos años la economía creció a una tasa promedio anual del 8.5% (excluyendo el 2009) y el salario nominal (en pesos) presentó un avance promedio anual del 18.5%. 
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Entre mediados de 2010 y fines de 2011, el salario en dólares siguió expandiéndose hasta superar holgadamente los niveles del 2001, lo cual alentó fuertemente el consumo y el nivel de actividad, resultando clave para que el gobierno obtuviera el 54% de los votos en las Presidenciales de octubre de 2011. 
 
El aumento record del salario en dólares en 2010/2011 no fue acompañado por incrementos similares de capital físico, humano y de la tecnología, lo cual generó fuertes desequilibrios macroeconómicos entre los cuales hay que destacar el déficit de cuenta corriente (exceso de consumo), el desequilibrio cambiario, la fuga de capitales y el cepo cambiario luego de las elecciones. 
 
De hecho, sin aumentos equivalentes de la productividad del trabajo y sin acceso a los mercados de financiamiento internacional, los incrementos salariales en dólares de 2010 / 2013 fueron financiados con pérdidas de reservas del BCRA.
 
Es decir, los incrementos de los sueldos en dólares por encima de la productividad del trabajo (2010/2013) son una de las razones que explican la crisis cambiaria que enfrenta Argentina en 2014. 
 
Hay una relación causal entre los elevados sueldos en dólares mayores a la productividad marginal de trabajo y la crisis cambiaria. Al ajustar los salarios por el dólar 'blue', se observa que se estaría en los niveles previos a los aumentos acontecidos a partir de 2010, cuando los ajustes salariales comenzaron a estar totalmente disociados de la productividad marginal del trabajo. 
 
Este comportamiento demuestra 2 fenómenos.
 
> que el aumento de salarios en dólares por encima de la productividad del trabajo no puede mantenerse en el tiempo; y
 
> que el aumento de salarios en dólares por encima de la productividad del trabajo y la crisis cambiaria están íntimamente ligados. 
 
De hecho, el dólar paralelo tiende a corregir ambos fenómenos; el sobre aumento del salario en dólares y la crisis cambiaria. 
 
El sistema económico comienza a corregir el sobre aumento del salario, que empieza a actualizarse por detrás del resto de las variables nominales de la economía, como la inflación y el tipo de cambio. 
 
En concreto, en diciembre de 2013 el salario en dólares mostró una caída del 3% aproximadamente. 
 
En efecto, si bien aún no tenemos datos sobre el salario promedio de enero y febrero de 2014, la devaluación del 1er. bimestre del año (24% en los 2 meses) habría generado un shock recesivo sobre el salario medido en moneda extranjera. 
 
Según nuestras estimaciones, el salario en dólares habría mostrado una caída interanual del 12% y del 20% en enero y febrero respectivamente; que lo dejaría en los niveles de abril de 2011. 
 
Presenciamos una caída del salario en dólares y una caída del salario contra la inflación. Al caer el salario real se reduce el consumo, se ameseta el nivel de actividad y se ajusta el déficit de cuenta corriente que no tiene fuentes de financiamiento que no sea la pérdida de reservas. 
 
En síntesis, la caída del salario en dólares y en términos reales corrige a la baja el exceso de consumo para eliminar los desequilibrios de cuenta corriente y balanza de pagos. 
 
En este punto vale la pena hacer una reflexión final. La reducción del salario en dólares y en términos reales no es un comportamiento positivo en sí. Por el contrario, cuánto más desarrollado tiende a ser un país, más elevado es su salario en dólares y mayor su poder adquisitivo. 
 
Sin embargo, los problemas surgen cuando salario comienza a estar disociado de la productividad marginal del trabajo y de la esfera real de la economía. 
 
En este sentido, hay que dejar en claro que los aumentos salariales por encima del incremento de la productividad marginal del trabajo son fuentes de desequilibrio macroeconómico y por ende, no son sustentables en el mediano y largo plazo. 
 
Los aumentos salariales por encima del incremento de la productividad marginal del trabajo son "pan para hoy y hambre para mañana", ya que conducirán a un ajuste hacia la baja tanto en el mercado de trabajo como en toda la macroeconomía; a través de un proceso costoso en términos de puestos de trabajo, poder adquisitivo y bienestar de la población. 
 
El ajuste del salario hacia la baja implica un “volver a empezar, pero desde un escalón más bajo”. Ya nos pasó varias veces. Pareciera que nunca aprendimos la lección. 

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