11 AÑOS DESPERDICIADOS

Argentina, un país quebrado por los Kirchner

Todo en la Argentina pasa estrepitosamente. Un hecho supera al anterior. Ninguno es bueno. La ciudadanía luce absorta. Cuesta asimilar que el balance final de 11 años de ingresos extraordinarios arroje un déficit extraordinario, incluso en campos de difícil recuperación. El fin de ciclo se acerca y es necesario reparar en el daño habido que habrá que sobrellevar.

por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter:@santosjorgeh
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Los casi 11 años de la familia Kirchner en el poder han provocado una caída estrepitosa del entramado social a lo largo y a lo ancho de todo el territorio nacional.
 
Los Kirchner han herido de muerte la calidad de vida de los argentinos y los años que vendrán será aún mayor testigo de esto.
 
Familias divididas por enfrentamientos generados desde el mismísimo poder central.
 
Distorsiones de la historia y de la realidad actual que podrían llegar a enloquecer al mejor plantado.
 
Las falacias cotidianas han desvalorizado el ya menoscabado valor de la palabra oral y de la escrita.
 
Se han resquebrajado todas las normas de convivencia.
 
Nadie respeta a nadie, ni a nada.
 
El menosprecio al prójimo llegó a tal nivel  que no se lo escucha, se lo agrede.
 
Las instituciones de la República se hicieron trizas.
 
Las muertes por falta de inversión en infraestructura se suceden a diario, como las que devienen de la inseguridad creciente y del narcotráfico, el cual escala sin cesar.
 
Los derechos humanos ha sido utilizados para inculpar a una parte de los protagonistas de años nefastos; pero no a la otra. Lo mismo sucede con los muertes diarias que  no encuentran forma de pararlas ni castigo.
 
La justicia se ha evaporado a tal punto que pocos creen en ella. Saben que muchos de los jueces responden a las pretensiones del Ejecutivo por convicción, conveniencia o aprietes.
 
La corrupción llegó a niveles inéditos, exponiéndose sin problema en los escaparates de mayor alcance; acurrucada a la impunidad más repugnante.
 
La educación se ha hecho trizas; no solo en las escuelas y universidades, sino en la vida cotidiana y por ende en muchos medios de comunicación masivos.
 
La “piolada” argentina se ha exacerbado tanto que ha trascendido las fronteras y se instaló como rídiculo internacional.
 
Argentina, como país, ha desaparecido del concierto mundial. No es tomado en serio.
 
La inseguridad jurídica producto del desquicio gubernamental reinante alejó capitales de argentinos a otros países; y los extranjeros no solo no llegan sino que muchos se han marchado.
 
El futuro no solo está negado en el discurso oficial sino que se avizora extremadamente complejo.
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La crisis económica que se transita se agigantará con el correr del tiempo.
 
Llegar a ella no solo reulta insólito sino que es directa consecuencia de la torpeza, de improvisaciones constantes, del populismo y del afán de ganar elecciones para perpetuarse en el poder.
 
La alta pobreza existente se multiplicará en el horizonte cercano. Al menos una nueva devaluación será necesaria. La ya hecha fue devorada por la inflación.
 
La división y destrucción de la sociedad, buscada desde lo más alto de la Rosada, llevará décadas solucionarla.
 
Habrá que reconstruir una nación deshecha humana y patrimonialmente.
 
Si muchos no comprenden o se niegan a comprender cómo se llegó a esto, no importa demasiado.
 
Aquellos que no se beneficiaron en los años kirchnercristinistas vendiendo su conciencia a la corrupción K, sufrirán las consecuencias de todos estos años de igual forma que aquellos que  entienden los motivos del desastre habido.
 
Un país sin destino convierte a sus habitantes en sobrevivientes desesperanzados de alcanzar un mañana mejor.
 
La mezquindad, perversión y convivencia, de buena parte de la mafiosa clase política argentina, alarma.
 
Una población sumergida en la tristeza, miedo, desesperanza da el resultado que se comprueba hoy; la de una apatía generalizada.
 
De no aparecer en el corto plazo un equipo político que sobresalga de esta vulgaridad, el barco seguirá a la deriva y los anestesiados pasajeros pueden llegar a cambiar de actitud, adoptanto posturas que pongan en riesgo la aparente paz social.

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