DERRUME DE UN COLOSO PORTUGUÉS

Final del Espirito Santo, amigos banqueros del rey Juan Carlos

Las tribulaciones sobre la solidez financiera del emporio Espírito Santo (BES) amenazan con firmar un triste final como saga de gestores banqueros al clan que le da el nombre desde hace más de un siglo. Su fortuna, situada entre las 5 primeras de Portugal, atraviesa uno de los momento más apurados de su historia que, incluso, amaga con resquebrajar la gran unidad familiar que siempre ha caracterizado la gestión empresarial de esta dinastía, integrante de la aristocracia empresarial lusa, junto a apellidos como Mello, Champalimaud y Ulrich. El banco no ha generado los problemas que le atenazan, y recursos. Pero su impago, sobre el que han alertado Moody's y Standar&Poor's, podría ser ahora un riesgo real. Ante esta eventualidad y de manera preventiva, el refuerzo del capital del BES es indispensable. Pero ¿quién? Ahí está el nudo de la trama.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La Fiscalía General portuguesa decidió, este viernes 19/07, comenzar a investigar el agujero de las diferentes sociedades del grupo Banco Espírito Santo (BES). 
 
"Estamos analizando la posible relevancia penal de estos acontecimientos. De ahí, la apertura de investigaciones", anunció una fuente del ministerio fiscal luso en el diario luso Publico.
 
En Panamá, el banco central de ese país ha tomado el control, de forma temporal, del Es Bank, una filial de Espirito Santo Finantial Group (ESFG), la sociedad dueña del 20% del BES.
 
El regulador panameño justifica esta decisión en la "necesidad de proteger y defender los intereses de los depositantes y acreedores de la institución ante una situación de iliquidez y potencial insolvencia". 
 
"La actual situación de Es Bank Panamá", prosigue el regulador, "son consecuencia de los problemas de sus principales accionistas que limitan su acceso a los recursos financieros y afectan a su capacidad de proseguir con su actividad".
 
Nuevos dueños
 
El gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, ha defendido la solvencia del banco Espirito Santo, pero también deslizó la existencia de accionistas con interés inversor. 
 
Pero en su comparecencia ante la Asamblea de la República portuguesa dio un paso más: él subrayó la importancia de que se encuentre una rápida solución a la crisis del Banco Espírito Santo (BES), accionista de control del Espirito Santo, y apostó por una reestructuración del accionariado con aceleridad: "El BES necesita una nueva estructura accionarial lo más rápido posible".
 
El Gobierno de Lisboa se niega a inyectar recursos públicos, aún cuando tiene margen porque le quedan sin utilizar 10.000 millones de euros del dinero prestado por Europa. Como el organismo supervisor, la apuesta del Ejecutivo es por una solución privada, y aquí Costa desveló la existencia de fondos y bancos extranjeros dispuestos a invertir.
 
La solución pasa con muchas probabilidades por la toma de posición de fondos -Apollo y KKR ya han apuntado el interés- y otras entidades financieras. 
 
El supervisor habría sondeado al Banco Santander Totta, al BCP y BPI para ocupar el lugar de la familia Espírito Santo. 
 
En su intervención parlamentaria Costa defendió la labor del supervisor y explicó que si la contabilidad del BES presentara irregularidades, "será difícil para el Banco de Portugal detectar los problemas", ya que trabaja desde la "confianza en las cifras facilitadas por la entidad".
 
Así, el gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, urgió la entrada de nuevos accionistas en el Banco Espírito Santo (BES) por la mañana. Y a última hora de la tarde se conoció el concurso de acreedores del mayor accionista del holding, el Espírito Santo Internacional (ESI), sociedad donde la saga familiar que le dio el nombre aloja sus propiedades -entre ellas el 20,1% del BES-, da el paso para reestructurar la deuda. 
 
La compañía ha solicitado la administración en Luxemburgo, donde aloja su sede, informó Bloomberg.
 
 
"(...) Por vez primera en 144 años ningún Espírito Santo dirigirá el BES. Para evitar el contagio de las turbulencias del grupo a la entidad financiera, el Banco de Portugal separó a toda la saga de los cuadros de mando, a cuyo frente siempre hubo un varón descendiente de José María Silva Espírito Santo, el joven que en 1884, y con solo 19 años, abría una casa de cambio, especializada en lotería española que se convertiría en el germen del actual imperio.
 
Un imperio de 144 años
 
Ricardo Salgado, biznieto del fundador, deja la presidencia del BES ejercida durante 22 años en contra de su deseo. Su intención era, incluso, ser reelegido al vencimiento del mandato en 2015 como hicieran sus antecesores. Pero el agravamiento de la crisis en el grupo cercenó sus planes, con el relevo forzado por el supervisor de una cúpula vaciada ahora de miembros de la saga, frustrando al tiempo las aspiraciones a sustituirle de su primo José María Ricciardi.
 
La familia es una de las más influyentes y acaudaladas de Portugal, y la dirección de sus colosales propiedades parecía dirigida por una disciplina de consenso inquebrantable. La crisis, de hecho, ha puesto al descubierto una guerra entre Salgado y Ricciardi inesperada porque siempre habían limado discrepancias de forma interna. Es idiosincrasia identitaria y, probablemente, de la lección aprendida con su intrincada historia.
 
La andadura del clan y el grupo societario arranca en esa casa de cambio fundada por el joven José María Silva en el SXIX, volcada en vender cupones de lotería aprovechando el refugio en el país vecino de familias españolas que huían de las guerras carlistas. Aunque inquieto pronto se decidió a ampliar negocio al mundo financiero con la fundación de J. M. Espírito Santo Silva que, andado el tiempo, serviría de cimientos al actual BES.
 
Silva se casó dos veces y tuvo seis hijos, pero serán los tres varones los que asuman la dirección del negocio al morir el patriarca, quedando las mujeres en la sombra de la gestión directa como ocurre hasta hoy. Subirán a la presidencia sus vástagos José, Ricardo y Manuel, en una sucesión igualmente natural a medida que fallecía el hermano mayor y siempre trabajando como en una empresa familiar, algo que se convierte en una marca de la casa a lo largo de su singladura.
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Los herederos pronto encumbran al BES al tercer y primer puesto del pódium bancario del país; lo fusionan en 1937 con el Banco Comercial de Lisboa y extienden sus intereses y posesiones en varios países, bregando en mares convulsos con la República o la dictadura militar.
 
El peor empellón, que marcará a fuego la personalidad de la saga, sucede en 1974 con la nacionalización de su entonces ya ingente patrimonio. La Revolución de los Claveles deriva en la expropiación de todas las entidades de crédito y seguros, y acaba con seis miembros de la familia Espírito Santo entre rejas durante cuatro meses.
 
Se crecieron en la diáspora
 
Lejos de rendirse, y como narran María Joâo Babo y María Joâo Gabo en el libro El último Banquero, hacen piña. Escasos meses después se reúnen en Londres las entonces seis ramas familiares -hoy quedan cinco- para establecer una estrategia encaminada a reconquistar sus bienes. Es una cumbre decisiva y en toda regla porque la expropiación había encaminado el rumbo de sus miembros hacia Brasil, Londres, Suiza e, incluso, Madrid.
 
El reputado e influyente nombre Espírito Santo y relaciones establecidas con anterioridad fue determinante en dicho empeño. A pesar de estar expatriados no dejaron de ser invitados por organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Y pronto mueven resortes para su retorno, apoyados por los acaudalados e influyentes David y Nelson Rockefeller, Walter Salomon, los Países Bajos o el presidente de Francia de ese momento, François Mitterrand.
 
El dignatario galo fue determinante en la alianza establecida en 1986 con Crédit Agricole, que aún subsiste, y que le ayudó a regresar a Portugal, donde su primera recompra fue la recuperación de la aseguradora Tranquilidade. Se aliaron con el banco francés en el Banco Internacional de Crédito, y de su mano pujó después en la privatización del BES, entidad venida a menos por la gestión de los golpistas y que la saga volvió a impulsar hasta copar hoy el primer puesto en importancia en la banca lusa.
 
Su foco era claro pero no excluyente ni único. En la diáspora siguieron trabajando. Fundaron en Luxemburgo el Espírito Santo International Holding, cuyas irregularidades contables han hecho estallar los problemas actuales, para reconstruir el emporio con los escasos fondos salvados de la expropiación. Le seguirían inversiones en Brasil, Suiza o Estados Unidos, aprovechando en muchos casos la emigración portuguesa de particulares y las relaciones comerciales en las antiguas colonias.
 
La entrada de Portugal en la entonces Comunidad Económica Europea favorece su regreso por la apertura de la economía a inversores y fortunas en la diáspora. Al iniciar la reconstrucción del grupo se encontraba al frente el nieto del fundador Manuel Ricardo y tío Ricardo Salgado, último presidente de la familia en el BES. Pero Manuel Ricardo fallece al poco tiempo, y la familia decide por vez primera pasar de un mando presidencialista a crear un consejo superior para tomar decisiones colegiadas.
 
Los historiadores de la familia subrayan que esta apuesta era tan decidida que, incluso, ordenaron derrumbar los muros en el cuartel general del BES cuando lo recuperaron, en símbolo de la toma de decisiones unánimes entre las distintas ramas familiares -llegaron a copar el 40 por ciento del capital-. Y los bienes repartidos por otros países se usan para empujar el banco.
 
Es entonces cuando Ricardo Salgado, el ahora presidente saliente, se erige de nuevo dirigente, no sin despertar ciertas reticencias por su juventud -era 1992 y contaba con apenas 47 años cumplidos-.
 
Las investigaciones al BES por facilitar supuestas operaciones de blanqueo a partir de 2005 socavan su posición y en 2012 afloran las primeras desavenencias, que la familia se había preocupado de mantener a resguardo. Las ahora cinco ramas de la saga promueven cambios que se interpretan como la preparación del relevo de los miembros más longevos por las nuevas generaciones. Entran en los órganos de gobierno del banco y del grupo, aunque sin derecho a voto.
 
Sin embargo, pronto José María Ricciardi, cuyo carácter parece ser más impetuoso que el de suprimo, se postula para relevarle. Fiel a su preocupación por trasladar una imagen de cohesión, la saga frustra este golpe al poder, con el apoyo a Ricardo Salgado de todos, incluído de propio padre del postulante a ser presidente. Se apaciguan las aguas, pero la disensión es evidente y comienza a hablarse de planes para una sucesión tranquila.
 
Principales joyas
 
El revés supervisor les ha desalojado ahora del mando. Ni Salgado ni su primo. No son gestores del banco convertido en el buque insignia de la recomposición de un imperio extendido mucho más allá.
 
Un nuevo y complicado contratiempo. Siguen, no obstante, siendo los propietarios de un emporio que reúne desde plantaciones agrícolas, a empresas energéticas, hospitales, operadores turísticos, inmobiliarias en Portugal y Brasil, y el 20,15 por ciento del BES, susceptible de diluirse si amplía capital, pero donde podrían aún mantener la mayoría accionarial.
 
El error y la temeridad que ha puesto al descubierto la crisis declarada en su holding es que la maraña de empresas se autofinanciaban de forma que el problema en una sociedad contagia a la red. Para evitar que se propague, el Banco de Portugal trata de establecer cortafuegos, cortando a través de la gestión cualquier influencia.
 
Pero los apuros financieros amenazan con abocar a la sociedad Rioforte donde aloja su cartera industrial a la protección de acreedores para ganar tiempo y reestructurar su deuda. Agencias de calificación como Moody's alertan de un riesgo alto de impago o default del grupo, que penaliza al BES en bolsa.
 
La situación límite del grupo podría encontrar su solución en el mismo entramado. La familia ha colocado la etiqueta de enajenable a casi todos los activos ante la necesidad para levantar recursos y resolver con ellos la difícil situación.
 
Hoy el emporio se reparte casi en participaciones muy similares entre las cinco ramas familiares. Con datos de inicios de 2014, la saga representada por María do Carmo Galvao Moniz era dueña del 19 por ciento), la liderada por José Manuel Espírito Santo; del 18,5; en la de Antonio Luis Roquette Ricciardi poseen el 18 por ciento, la del expresidente del BES, Ricardo Salgado, un 17, y en la rama de Mosqueira do Amaral estaría el 16 por ciento, según detalla la prensa lusa.
 
Recuerda Miguel Alba en la web madrileña Voz Pópuli, la intensa relación entre los Espírito Santo y el rey Juan Carlos I de Borbón, que ha dado un paso al costado recientemente, por agregar una curiosidad al tema.
 
"En la historia de la familia Espirito Santo todo es superlativo. El fundador de la saga fue abandonado recién nacido en la puerta de una iglesia. Recibió el apellido de Espirito Santo tras su confirmación. Ese joven José María comenzó vendiendo lotería española, porque los premios eran superiores que los repartía la lotería portuguesa, y le dejaban más margen para iniciar sus inversiones en Bolsa. Años más tarde, en la opulencia de los buenos negocios, la familia comenzó a recibir en su casa a personalidades como Richard Nixon, el rey Simeón de Bulgaria o el entonces príncipe Juan Carlos.
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En aquellos años de los 60 y 70, los del exilio de la Familia Real española en Estoril y Cascais, el joven Juan Carlos cimentó su amistad con esta familia de empresarios y banqueros. Con los mayores y con los jóvenes del clan. En fiestas, en actos culturales o navegando. Décadas después, en el año 2000, ocho después de la creación de BES España, los Espirito Santo llegaron al mundo de la vela nacional de la mano de Juan Carlos, ya rey. El enorme espí verde con el logotipo del BES (Banco Espirito Santo) dominó su categoría, la caduca clase 500, durante varias temporadas. El armador de aquel equipo era otro íntimo del rey, el duque de Airón, Gonzalo Fernández de Córdoba, con quien el rey fue olímpico en Munich'72 en la clase Dragón.
 
Aquel éxito de patrocinio captó a algún que otro cliente de postín para el BES en el circuito de regatas español. Eso se decía, en aquellos años, en radio pantalán, la 'radio macuto' del mundo de la vela española. Incluso se llegaba a comentar que el propio monarca tenía cuenta en la entidad de sus amigos banqueros portugueses de toda la vida. Nadie lo confirmó, pero tampoco sonaba descabellado en un entorno en el que las pocas veces que apareció un Espirito Santo dejó clara su amistad con el rey abdicado.
 
El 'BES' lo ganó todo en el mar en unos años en los que el sistema financiero se peleaba por el éxito en las regatas. Allí estaba el 'CAM', patroneado por el entonces Príncipe Felipe, el 'Caixagalicia' y el mudo logotipo de La Caixa (poca mancha y ninguna sigla) en el blanco inmaculado del 'Bribón' del rey Juan Carlos.
 
En tierra, el holding de los Espirito Santo dominaba la vida empresarial portuguesa y de sus antiguas colonias, a través de su matriz Espirito Santo Internacional (ESI). Una atalaya de éxito que se ha convertido en un débil castillo de naipes que amenaza con llevar al ocaso a la familia de banqueros amigos del rey Juan Carlos.
 
La semana comenzó diluyendo a la familia de su banco en un 5%, hasta rebajar su participación a un 20%. Una posición accionarial que se ve amenazada por las garantías en acciones del BES que disponen los acreedores de las diferentes sociedades del grupo ante los concursos que solicitarán diferentes sociedades del entramado societario. 
 
Precisamente, en esa cuantía del 20%. Sin embargo, la madeja de la reestructuración de una deuda cercana a los 7.000 millones apenas se ha deshilachado. Y amenaza con enredarse aún más. (...)".

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