DEL DEFAULT AL DEFAULT

Sólo falta una chispa: Llegaron por una crisis, y en crisis pueden irse

Duros días los de la Argentina: "(...) Ella cree que el cambio de agenda hace que todos bailen la música que más le gusta a Cristina. Y allí corre todo el kirchnerismo entendiendo que su supervivencia política depende de apoyar a la Presidente de la Nación. Más atrás corre toda la oposición, desnudando sus diferencias ideológicas aunque mostrando que apoyan más de lo que quieren reconocer los anuncios oficiales. (...)".

“Cristina (Fernández) no ignora los problemas económicos, pero rechaza que sean fruto de sus decisiones de los últimos tres o cuatro años. Como Raúl Ricardo Alfonsín, cree que hay un ‘Golpe de Mercado’ en camino, que intenta borrar todo lo que hizo el Gobierno desde 2003. Y no lo va a permitir. Va a defender todo lo hecho hasta el último de sus días. Pero ella tiene la convicción de que los que vengan a partir del 2015, no van a dejar de meter la pata, con lo cual, va a ser reivindicada por la gente, que la va a volver a querer como Presidente de la Nación”,
De un funcionario muy pero muy cercano a Cristina Fernández de Kirchner a Claudio Chiaruttini.
 
 
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). De la desmesura a la radicalización. Ese fue el paso que dio Cristina Fernández cuando anunció el proyecto de “Ley de Pago Soberano”. Según  su punto de vista, así recuperó la iniciativa política, activó al Congreso, recuperó el interés de senadores y diputados kirchneristas por volver al Parlamento sin críticas ni culpas, y creó una inmensa confusión en la oposición.
 
¿Será cierto?
 
Cristina Fernández necesita del conflicto para fortalecerse, para crecer, para recuperar identidad, votantes, imagen positiva y militancia; para diferenciarse del resto de los políticos, y para demostrar la ineficiencia apabullante de una atomizada y confundida oposición.
 
Si todo eso fuese cierto, ella no habría sufrido una doble derrota en 2013. Pero nadie podrá hacerla cambiar de punto vista.
 
Desde diciembre de 2013, Cristina Fernández y sus asesores han tomado la pelea contra los holdouts como uno de los ejes de acción política en 2014, un año recesivo, complejo, donde sólo podía sumar problemas; pero que había que pasar para poder llegar al 2015, que estará centralizado en la campaña electoral.
 
La pelea contra los holdouts, hoy sumados el juez Thomas Griesa, el Bank of New York Melon (BONY), la Suprema Corte de USA y hasta el gobierno de Barack Obama; 
 
> permite que la acumulación de procesamientos al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, no sea ya prioridad en las preocupaciones de la opinión pública; 
 
> sirve para tener una troupe de culpables por la recesión, el desempleo, la fuga de divisas, la falta de crédito internacional, la ausencia de inversiones y hasta la caída de venta de productos argentinos al exterior.
 
De esta forma, a lo largo de 2014, Cristina Fernández, a fuerza de discursos, decisiones populistas, creación de antinomias ficticias y lecturas particulares y discutibles de la historia, las leyes, los fallos judiciales, los contratos firmados por la Argentina y de la misma realidad ha construido un rebaño de chivos expiatorios, todos encerrados en un aprisco o dehesa, tal como si fueran todos los mismos y todos responsables de todos. Un “urbi et orbi” kirchnerista.
 
Ella cree que el cambio de agenda hace que todos bailen la música que más le gusta a Cristina. Y allí corre todo el kirchnerismo entendiendo que su supervivencia política depende de apoyar a la Presidente de la Nación. Más atrás corre toda la oposición, desnudando sus diferencias ideológicas aunque mostrando que apoyan más de lo que quieren reconocer los anuncios oficiales.
 
El problema es la economía real. Mientras Cristina Fernández diseña y ejecuta sus presuntamente magistrales estrategias políticas, nadie en su Gobierno parece mirar los efectos de estas decisiones sobre las variables macro y micro económicas, sin medir los efectos sociales y confiando en que el Estado es capaz de neutralizar cualquier crisis o reducir cualquier impacto social.
 
En un escenario de creciente déficit fiscal, en lo que va del año, Cristina Fernández lanzó un plan de lucha contra la drogadicción con $2.000 millones de costo, un plan para sumar 500.000 jóvenes a las escuelas secundarias, 1 planes de fomento del empleo joven, el ProCreAuto, se incrementaron los fondos para el ProCreAr, se universalizó la Tarjeta Argentra, se lanzó un perdón fiscal para sumar 500.000 nuevos jubilados y pensionados, se aumentaron los subsidios sociales, se relanzaron los Cedines, se creó un plan para cambiar camiones y se amplió el Presupuesto 2014 en un equivalente a casi US$25.000 millones.
 
En un marco de restricción externa no se puede frenar la fuga de dólares, caen los precios de las exportaciones argentina, se frenan las importaciones, lo que impacto en una merma mayor en la exportaciones antes mencionadas; aumenta la deuda externa (vía acuerdos con Repsol o Club de París o por compra de juicios perdidos en el CIADI), lo que implica aumentar la salida de divisas por pagos internacionales, se crean todas las condiciones para desincentivar el ingreso de capitales e inversiones y abundan los conflictos con los socios comerciales de la Argentina, como las peleas con Brasil o el reciente fallo de la Organización Mundial de Comercio.
 
En medio de un panorama de inflación creciente, al Gobierno intenta controlarla con una nueva y leonina Ley de Abastecimiento y universalizar los “Precios Cuidados”. Pero, al mismo tiempo, no cesar de crecer el ritmo de impresión de moneda (casi $200.000 millones se deberán colocar en el mercado hasta fin de año), de emisión de deuda intraestado y de obligar al Banco Central al descapitalizarse y crear un inmenso déficit cuasifiscal.
[ pagebreak ]
 
Por fin, ante un evidente retraso cambiario, el Gobierno se obstina a mover el dólar oficial de a centavo, cuando el 'blue' sube o baja de a peso; se aumenta la presión fiscal (lo que quita competitividad al peso) y se incentiva la suba de costos internos.
 
El campo de batalla para una crisis económica de dimensiones está armado. Sólo es necesario que se encienda una chispa en el lugar indicado para activar los disparadores de la crisis. El Gobierno, no sólo armó una bomba de tiempo económica, sino también se ha sentado sobre la bomba, nos ha obligado a todos a sentarnos frente a ella y ha quitado todos los seguros y sistemas de protección que se podían aplicar.
 
Queda la sensación de que vamos a una crisis buscada. Y no suena exagerado, a estas alturas. El kirchnerismo nació en una crisis y el cristinismo trata de sobrevivir en medio de otra crisis. Néstor Kirchner llegó el Gobierno en default y Cristina Fernández, a todas luces, parece encaminada a dejar su cargo en default. Para muchos, esta lógica es incomprensible, pero para la Casa Rosada, si tiene sentido.
 
Los estrategas de la Casa Rosada, con Cristina Fernández a la cabeza, insisten que el oficialismo es la fuerza política que está más cerca de sumar el 40% de votos necesarios para ganar en 1ra. vuelta (suponiendo que ninguna de las otras fuerzas logra el 30% de los sufragios), y que, exponiendo y exaltando las contradicciones de la oposición, las alianzas y acuerdos se alejan y muchos votos que escaparon en 2013, pueden volver hacia candidatos “bendecidos” por la Presidente de la Nación en 2015.
 
Ella cree tantas cosas... también creía que Barack Obama mediaría ante la Corte Suprema de Justicia estadounidense...
 
Hasta hace 2 meses, 70% de los argentinos no quería que el futuro reemplazante de Cristina Fernández fuera kirchnerista, 65% quería un Presidente de la Nación más dialoguista y 60% que el nuevo Mandatario, además de moderado, conservara lo bueno de la Era K y desechara lo malo. 
 
Sin embargo, en un escenario de crisis, se estima que la opinión pública reclamará un Presidente de la Nación fuerte, que no haga grandes cambios y que muestre solución para los problemas.... como si la crisis en curso pudiera resolverse sin enormes acciones que van desde ajustes al procesamiento de todos los funcionarios actuales aunque sea para distraer a la opinión pública.
 
Pero en la Casa Rosada dicen que muchos no van a querer votar “malas copias” del kirchnerismo (como pueden ser el massismo, los socialistas o los radicales) y preferirían volcarse hacia un kirchnerista moderado, como puede ser Daniel Scioli o un candidato “delfín” de Cristina Fernández.
 
Dado que las prioridades de la ratio kirchnerista son políticas y no económicas, se entiende que las medidas se tomen para obtener resultados políticos sin medir el impacto en otros ámbitos. Pero la experiencia local e internacional demuestra que nunca un Gobierno obtiene un triunfo electoral en medio de una crisis económica. 
 
Bueno, hay una excepción que confirma la regla: Carlos Menem, en 1995, durante una crisis de deuda de países emergentes que provocó fuerte caída de la actividad económica local.
 
Desde la Casa Rosada responden: “En la Argentina, siempre los estallidos económicos se dieron con gobiernos débiles y con Presidentes aún más débiles. Ésta es la 1ra. vez que se produce crisis económica con un Gobierno fuerte, con una Presidente de la Nación fuerte y sin un proyecto opositor consolidado y de alternativa por delante”.
 
De esta forma, la “Ley Antiterrorista”, la “Ley de Pago Soberano” y la nueva “Ley de Abastecimientos” se convierten en instrumentos, no en objetivos de la Administración de Cristina Fernández. No son medidas, en sí, para solucionar problemas económicos, son medios para facilitar la obtención de objetivos políticos. Quizás, eso permite entender porqué los problemas macro y micro económicos, que se vienen incubando desde hace meses (y en algunos casos, desde hace años) no se solucionaron cuando el costo era menor: no tenían importancia política, no molestaban.
 
Hoy, en el Gobierno creen que no habrá crisis. Los bancos están sólidos, dice el Banco Central en cada uno de sus informes (la Casa Rosada también niega o relativiza el enorme enojo de Juan Carlos Fábrega con Axel Kicillof. Pero ahí está otra evidencia de la verdad encapsulada del mundo K). Las familias no están endeudadas, dicen los economistas kirchneristas. El consumo se mantiene, dicen en el Ministerio de Economía, ignorando los datos que proven las cajas de híper, súper y mercados chinos. El único peligro es de insolvencia en las provincias, algo que le importa poco a Cristina Fernández, cuando no usa esa debilidad como herramienta de sometimiento. Por eso repiten: “El problema está en los medios”.
 
En la Bolsa de Comercio, Cristina Fernández fue muy clara: no hizo autocrítica, dijo que la solución a todos los problemas es “Más Estado”, llamó al autofinanciamiento y reiteró que no habrá acuerdo con los holdouts. 
 
Ninguno de los temas que interesaban a los hombres de los mercados de capitales, ni de la producción, ni de los servicios, se mencionó. ¿Por qué? 
 
Porque no están en la agenda presidencial, ni hay que esperar que lo vaya a estar en los próximos meses.
 
El escenario es complejo, por el deterioro de las variables macro y microeconómicas, pero empeora por el comportamiento de los protagonistas políticos. Raúl Ricardo Alfonsín intentó, una y otra vez, la misma fórmula para salir de la crisis y terminó su mandato 8 meses antes de lo previsto. 
 
Carlos Saúl Menem se aferró a la Convertibilidad, lo mismo que Fernando de la Rúa. Ambos son “fantasmas políticos”. Néstor Kirchner nunca reconoció los insípidos problemas económicos. Tampoco lo hará Cristina Fernández. 
 
Además, en la crisis, la Presidente de la Nación dice que se siente fuerte, sólida, cómoda, haciendo demostraciones de poder, mientras la oposición hace demostraciones de impotencia. 
 
Bueno, esto último habría que recordarlo, antes que nada, si hay una próxima visita al Hospital Favaloro...

Dejá tu comentario