"LEGADO PATERNO"

Wenceslao Bezic, casi 84 años, un narco veterano

Wenceslao Bezic tiene casi 84 años y fue el cabecilla de la banda desbaratada por el operativo antidrogas "Legado Paterno". Inmigrante croata radicado en Roca acumula un historial delictivo que conoce paso por cárceles en localidades de la Argentina, Croacia, USA y Francia. Está detenido en su casa, acusado de liderar una organización narco que traficaba drogas a Uruguay junto a su hijo Vladimir. En la DEA sospechan que Wenceslao tiene ganas y necesidad de pasarle la posta a su hijo.

por HORACIO LARA
 
GENERAL ROCA (Río Negro). El narcoabuelo roquense Wenceslao Bezic lleva delinquiendo 60 años de los 83 que tiene de vida. El último golpe a su raid de película -¿el último?- lo recibió el pasado fin de semana cuando su hijo Vladimir Bezic (30) fue detenido en Buenos Aires al pretender pasar 65 kilos de cocaína a Colonia en un barco de Buquebus. Al mismo tiempo, el operativo "Legado Paterno" lo aprehendía a él en Roca, acusándolos a ambos de liderar una organización narcocriminal que traficaba droga a Uruguay. Hacía ya un año que la DEA (la agencia antidrogas de EE. UU.) había aportado datos de que esta banda ingresaba cocaína desde Bolivia a Argentina para luego trasladarla al otro lado del río de La Plata.
 
"Wence", como lo conocen sus más allegados, siempre pero siempre dio dolores de cabeza a sus padres, confían. Ni qué decir a su hermano Iván, cura desde hace unos 40 años en Río Colorado: "es un cabeza fresca", solía decir. Eran cara y cruz desde siempre en una misma familia que no dejó nunca de sorprenderse por tan diferentes personalidades que terminarían en trayectorias de vida más que opuestas.
 
Wenceslao e Iván nacieron en Solta, una isla de 59 km² en Croacia, en el Mar Adriático. Él tenía 6 años y su hermano 4 cuando el jefe de la familia, Frane Bezic, decidió tomar otro rumbo, tan lejos como fuera necesario para dar una vida prometedora para su prole. Paso Córdoba, en Roca, sería ese lugar en 1935. A los 10 Iván fue enviado pupilo a un colegio religioso, iniciando así un camino que lo llevaría a ser cura párroco. Wenceslao, por ese tiempo, se fue con sus padres a Cervantes, donde la tierra árida demandaba incansables manos para arar y cosechar. Fantaseaba con ser aviador cuando la realidad le indicaba que sería chacarero, futuro que parecía no atraerle mucho. Muy joven se casó con una chica del lugar con quien tuvo dos hijos. Como estilaban los pioneros a los que mínimamente les iba bien, Frane retribuyó a la comunidad de Cervantes con la construcción de una parroquia y una comisaría. ¿Quién la pudo haber estrenado? El joven Wence. Tuvo problemas con la venta de unos autos y electrodomésticos, apuntan los pocos testigos que quedan hoy. Se fugó a Santiago de Chile. Hasta allí se mudaron su mujer y los hijos, y vivieron durante cuatro años.
 
Pero a la vida le estaba faltando adrenalina y Estados Unidos prometía un estilo de vida que le atraía con ganas. "Papá tenía mucha facilidad para los idiomas y para hacer amigos", cuenta María, una de sus hijas. Tierra de promesas el Norte pero también de pecados. Por tenencia de drogas estuvo detenido cuatro años en Atlanta. Luego lo deportaron a Croacia, donde estuvo al reparo dos años más.
 
Cuando volvió a Cervantes ya era un extraño para su mujer e hijos. Prometió cambiar pero no le creyeron: se separaron de común acuerdo. Los que sí le creyeron fueron sus padres, quienes le dieron refugio. Les contó que una de las cosas que más le maravilló de EE.UU. eran los supermercados. Y que por esta zona tendría que haber uno y él lo podría hacer. ¿Un súper en Cervantes? dudaban sus padres. En Roca podría ser, insistía él.
 
De las vueltas por esta ciudad Wenceslao conoció a María de los Ángeles Leonor Fonzalida, una joven riojana, docente. De familia tradicional del norte, había venido a visitar a un tío a Roca y le había gustado el lugar. Le pareció más vibrante que la modorra de sus pagos. Tanto más se convenció la morocha cuando conoció al rubio croata a través de un primo suyo: "su físico la atrajo al minuto", cuenta María, una de las hijas de esa unión. "Aunque el hermano era mucho más bonito", acota una vieja vecina roquense. Se casaron, tuvieron cuatro hijos. El último fue Vladimir.
 
¿Se acuerdan de las ganas de Wenceslao de poner un súper en Roca? Bueno, había llegado el momento. Los suegros salieron de garantía. Sus padres firmaron los pagarés que faltaban. Puso "La Feria", el primer gran negocio que hubo en Roca que más podía parecerse a lo que hoy es un supermercado. Corrían mediados de los 70. Pero no podía ser de otra manera el final de este emprendimiento: hubo "algunos problemitas con cheques". Le clausuraron el negocio. Una noche rompió las fajas y con una camioneta sacó mercadería del lugar. Acusado de estafa, pasó tres años en la Colonia Penal de Roca. Es ahí donde su tercera hija lo conoce. Suegros y padres pagan deudas y se funden. La mujer vuelve a trabajar como maestra.
 
Empiezan los 80 y las hijas ven al padre dos o tres veces al año. Decía que era viajante de Benetton. "Fue un verano el tiempo que más estuvo con nosotras... nos trajo unos regalos increíbles, pero dentro de lo chiquitos y grandes que éramos algo raro nos parecía todo..." Por drogas y estafa con tarjetas de crédito cae preso en Caseros en 1985. "Fue ahí, creo, donde se terminó de afirmar como narco", admite la entrevistada. Sale en diciembre de 1988. Toda su familia se traslada a vivir con él en La Boca, Buenos Aires. "Vivíamos como ricos", dice María. Hasta que cae de nuevo en Salta en el 89. Es en ese momento cuando Leonor toma las riendas del "negocio".
 
"Acá empiezan los dos en el raid narco. Pero pocos meses después mi madre cae presa y la llevan a Ezeiza. Mi padre sigue preso en Salta", dice una de las hijas que todavía recuerda cuando llegaron a la casa y estaba tomada por la Federal. "Ese día nos terminó de caer la ficha a todos de cómo era nuestra familia. A las dos de la mañana, el tío Ramón logró un permiso para entrar a la casa. Cada uno de nosotros agarró una valijita, metimos algo de ropa y juguetes y tomamos un micro para Roca. Presentía que la familia se terminaba de desmembrar", relata la hija.
 
Wenceslao sale en libertad en Salta. Pero un nuevo paso por la ilegalidad lo lleva tras las rejas en Jujuy.
 
Leonor es liberada en el '93 y retoma la docencia en Roca. El derrotero de los hijos es como cada uno fue pudiendo. En el '94 Wenceslao queda libre y en el '96 el matrimonio decide irse a Buenos Aires con los dos hijos menores. La locura delictiva no se detiene: el tráfico de droga los conduce a ambos a Ezeiza por tres años más y los chicos vuelven al Valle. María se encarga de criar a su hermano Vladimir. "Hicimos todo lo posible para que no le faltara nada de nada: deportes, clases de inglés, terapeuta... porque había que sobrevivir a todo este descalabro... en el secundario fue un excelente alumno", admite María. Pero no va que Vladimir a los 17 entra a un laboratorio con "otros malandras" y rompen instalaciones y roban algunas cosas. Se salvaron porque no hubo denuncia. Trabaja en un corralón con un tío, en Regina, un tiempito. Ahí decide que va a estudiar Recursos Humanos. Para entonces, Wenceslao y Leonor vivían en una pensión en Buenos Aires desde el 2000, entrando y saliendo de prisión por consumo de estupefacientes y antecedentes. En el 2002 Vladimir se va a vivir con ellos a Capital. "Mi hermano dice que estudia abogacía, no lo sé. No sé si se recibió".
 
El trío dura hasta el 2004 cuando Wenceslao viaja a Francia y cae preso durante cuatro años más. Siempre por lo mismo. Y en 2008 reaparece en Roca, donde estaba Leonor esperándolo. "Siempre estuvieron juntos, juntos para delinquir, pero juntos", resalta María.
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Mientras, Vladimir se destaca en una pasantía en Toyota, en Buenos Aires. También fue analista juniors en Atworks SRL. Hasta el año pasado fue jefe regional en Cablevisión en la zona norte bonaerense. Se casó en ese tiempo con Natalia Capoccioli, con quien tiene un hijo. Viven en el barrio cerrado San Isidro Labrador, en Tigre, vivienda donde los detectives de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Federal secuestraron 15 kilos de droga.
 
"Las pruebas incorporadas en el expediente indican que Wenceslao Bezic es el presunto jefe de la banda y que, de a poco, incorporó en la tarea de traslado de la droga a su hijo Vladimir", trasciende una fuente calificada de "Legado Paterno", operativo que detuvo al joven roquense cuando pretendía llevar 65 kilos de cocaína a Uruguay, simulando que se iba de vacaciones junto a su madre, su mujer y su hijo de dos años. En la Dársena Norte de Puerto Madero llegó él con su auto VW Vento Variant gris. Dicen que, al ser descubierto el viernes último a las 8 de la mañana, se cubrió con el cuerpo de su hijo, tal como hiciera Leonor con él hace casi 30 años atrás, en una de las tantas huidas de la Policía. La droga que llevaba Vladimir estaba guardada entre el baúl y el respaldo del asiento trasero con un termosellado especial para burlar el control de los perros aduaneros. Tanto cuidado, esta vez, fue en vano.
 
A pocas semanas de cumplir 84 años, ¿Wenceslao estará algo cansado para tener ganas y necesidad de pasarle la posta a su hijo Vladimir, tal como sospechan desde la DEA? Wenceslao está detenido ahora en su domicilio, en pleno centro de Roca, y renguea al caminar. Por los años y quizás por la herida en la ingle que dice haber recibido en un asalto que sufrió en Uruguay. Anoche quisimos hacerle esta pregunta en su casa. En medio de la penumbra, este hombre alto, bien alto, abrió la puerta sólo para un refunfuño amenazante: "¿Qué quiere? ¿No ve que estoy preso? Salga de acá. No tengo nada que contar de mi vida a nadie".

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