REVUELTAS EN LAS BARBAS DEL COMUNISMO

Hong Kong no será Tiananmen

Miles de personas han salido a las calles de Hong Kong, en China, durante las últimas semanas para pedir que el gobierno de Beijing no se involucre en las elecciones regionales de esta zona del país. Desde que Hong Kong fue devuelto a China por parte de Reino Unido en 1997, este puerto del gigante asiático cuenta con algunos derechos como libre expresión, autonomía gubernamental y elecciones locales. Sin embargo, para elegir un nuevo gobernador, los candidatos a estas elecciones deberán contar la aprobación del partido comunista, que el que gobierna en Beijing. El Presidente chino necesita con urgencia definir el "sueño chino" de una manera que inspire a sus habitantes, sea en la China continental o en Hong Kong.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Al Gobierno local de Hong Kong le salió por la culata autorizar a la policía a usar gas lacrimógeno y gas pimienta contra los manifestantes prodemocracia el domingo 28/09 porque el lunes 29/09, muchos más manifestantes —100.000 según los organizadores— ocuparon las principales arterias de la ciudad. 
 
El jefe del Ejecutivo local, Leung Chun-Ying, ordenó, entonces, quitar las fuerzas antidisturbios, una victoria para los ciudadanos enojados por lo que consideran que fue un uso desproporcionado de la fuerza, situación que evocaba el espíritu de los sucesos de la plaza de Tiananmen, en Beijing, en 1989. 
 
La cuestión de China es cómo conducir el conflicto sin que destroce otras cuestiones que viene intentando modificar en el territorio continental.
 
10 preocupaciones de China en Hong Kong
 
La BBC recopiló estas conclusiones de lo que piensan en Beijing:
 
1. "Esto nos lo buscamos"
 
El gobierno de Beijing no cedió un centímetro en las reglas para nominar los candidatos a la elección de gobernador de la provincia de Hong Kong. Muchos advirtieron que podía haber problemas pero, pese a, el presidente chino, Xi Jinping, dejó en claro que prefería tomar el riesgo de reprimir a los manifestantes que dar lugar al surgimiento de un líder local legitimado y con peso real. En este momento, el gobierno chino está afrontando las consecuencias de esa decisión, así como un desafío político directo para Beijing: en definitiva, una prueba de fuego de la promesa que el gigante asiático ha hecho sobre su relación con Hong Kong: "Un país, dos sistemas".
 
2. "Tenemos que ganar"
 
En los dos años desde que llegó a la cima del Partido Comunista, Xi Jinping ha logrado amasar una enorme cantidad de poder y ha dejado claro que él es quien toma las decisiones que importan. Sin embargo, uno de sus programas banderas –la campaña anticorrupción- le ha ganado varios enemigos políticos internos que están esperando pacientemente hasta que Xi cometa un error. El presidente de China, Xi Jinping, no ha cedido ante las exigencias de los manifestantes de Hong Kong. Por esa razón, la pretensión de los manifestantes de que se modifiquen las normas de la elección del gobernador local de Hong Kong, que incluye el veto del Partido Comunista chino, no es algo en lo que Xi piense ceder. No puede darse ese lujo ahora, a causa de su interna en el PC.
 
3. "Los estudiantes idealistas son, otra vez, nuestro talón de Aquiles"
 
El gobierno central chino enfrenta el dilema de cómo lidiar con las manifestaciones. En los últimos días, esos estudiantes se tomaron las calles para que sus voces fueran escuchadas mientras los rociaban con gas pimienta y detenían a sus líderes. Y fue allí donde aparecieron los académicos de Occupy, que sintieron también la necesidad de salir de acompañar a sus estudiantes. La conducta de los académicos de mediana edad que lideran el movimiento "Occupy Central" es fácil de predecir y contrarrestar para el gobierno de Beijing. Pero lo que los asusta en realidad son los estudiantes universitarios que ya comenzaron a unirse a la protesta diciendo que quieren un cambio en el sistema y continuarán sus demandas hasta que Beijing los escuche. A través de su sostenida oposición a una reforma electoral, China ha creado un movimiento opositor con un claro sentido de su deber y su propósito, en una comunidad donde antes estaban más ocupados en sus clases y en el futuro de sus carreras.
 
4. "La cola no hará caer al dragón"
 
Hasta el domingo 28/09 por la tarde, en China se mantenía un "apagón" informativo sobre lo que ocurría mientras tanto en las calles de Hong Kong. Beijing no quiere que sus ciudadanos tengan ideas nuevas y "revolucionarias". Hong Kong tiene 7,2 millones de habitantes, mientras que en el resto de China conviven 1.300 millones de personas. El gobierno de Xi Jinping necesita dejar claro a ambas poblaciones que él está a cargo de lo que se dice. Pero son situaciones diferentes. En China continental, cualquier manifestación abiertamente política o antigubernamental sería reprimida en minutos. En Hong Kong rige aquella fórmula de "Un país, dos sistemas", que le garantiza autonomía y libertad de expresión. Pero una revolución democrática multipartidista es la peor pesadilla para Beijing. He ahí el dilema: poner presión sobre la policía de Hong Kong para que actúe con firmeza, lo que finalmente provocaría que más y más estudiantes se sumen a la movilización. O, en cambio, jugar con sutileza y sin el ejercicio de la fuerza.
 
5. "Encontremos la llave de los corazones de la gente en Hong Kong"
 
Es bastante difícil para el gobierno chino, en este punto de la situación, saber qué camino escoger: el de la amenaza o el de encantamiento. Lo que no cambia es el público. Beijing tratará por todos los medios de persuadir a los habitantes de Hong Kong para que se queden en sus casas, trazando una imagen de los manifestantes como una de las peores amenazas contra la integridad y la seguridad económica. El problema es que, si Beijing quiere ganar esa batalla por los corazones y las mentes de los pobladores de Hong Kong, debería ceder en el rigor con que está reprimiendo las protestas, dejar espacio a los manifestantes y mostrar "mano blanda": algo que no le resulta muy fácil.
 
6. "¿Con cuántas celdas cuenta la policía de Hong Kong?"
 
Son cerca de 500. Y esto es un problema para Beijing. A pesar de que la manifestación ha sido declarada ilegal y la policía tiene autorización para arrestar a quien salga a la calle a protestar, lo cierto es que no todos caben en las celdas y, una vez que éstas están llenas, no es muy evidente qué puede hacer la policía con los jóvenes detenidos en las calles. Estas celdas pueden ayudar a marcar un punto de inflexión, en el que el cansancio, el gas pimienta y la amenaza de cárcel pueden ser suficientes para mandar a los manifestantes a sus casas. Algunos piensan que las autoridades chinas cuentan con que los manifestates se desmovilicen por cansancio. Pero la adhesión de nuevos manifestantes a las protestas puede generar una retroalimentación propia y fortalecer la actitud desafiante.
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7. "¿Cómo se atreven a poner la cara de Deng Xiaoping?"
 
Los manifestantes han reclamado el legado del patriarca chino Deng Xiaoping, quien murió poco antes del retorno de Hong Kong a China en 1997 pero que fue clave en las negociaciones con Reino Unido, 30 años atrás. Es una extraña elección de figura emblemática porque fue Deng Xiaoping quien ordenó la represión de los estudiantes en la plaza Tiananmen en 1989. Sin embargo, los líderes del movimiento han insistido en que fue él quien creó la fórmula "Un país, dos sistemas", que garantizó la forma de vida de Hong Kong durante 50 años. Y aclaran que, sobre ese punto, Deng pensaba que en algunos años China sería más liberal y la brecha ideológica sería más estrecha. Pero lo que queda en evidencia es que China ha ido por el camino contrario, hacia el fortalecimiento de la noción del partido único para el control total del país.
 
8. "Culpemos a los extranjeros"
 
Uno de los argumentos que han utilizado en los últimos días los principales representantes del gobierno chino ha sido el de afirmar que los demócratas están siendo arengados por extranjeros que quieren dañar la estabilidad y la prosperidad de Hong Kong y, de eso modo, también debilitar a la China continental. Por ejemplo, uno de los periódicos favorables al gobierno chino que circulan en Hong Kong publicó este fin de semana que uno de los líderes estudiantiles del movimiento, Joshua Wong, tenía vínculos con el gobierno de USA. Pero tanto USA, al igual que el Reino Unido, se han mantenido al margen de la situación y, de todos modos, no está claro qué ganarían con la estrategia que denuncia el gobierno chino.
 
9. "No llegamos donde llegamos cediendo"
 
Se sabe que el presidente chino ha dicho en algunas ocasiones que la caída de la Unión Soviética se debió a que nadie tuvo las "agallas de sacar la cara por el sistema". Desde que llegó hace dos años al poder, Xi ha logrado crear la idea que él es un nuevo patriarca, ejecutor de un liderazgo fuerte e intransigente que puede traer respuestas a las preocupaciones chinas.
 
10. "No es el mejor momento para celebrar la revolución"
 
Esta semana se colgó un renovado cuadro de Mao en la Puerta de Tiananmen, como parte de los preparativos del Día Nacional de China, en el 65 aniversario de la revolución comunista ocurrida el 1 de octubre de 1949. Fue el momento en que el propio Mao dijo: "La gente de China tiene que levantarse" y las multitudes lo ovacionaron. Es claro que, 65 años después, Xi Jinping lidera un país distinto. Rico, eso sin duda. Poderoso, también. Sin embargo, la República Popular China no ha logrado unificar su discurso más allá del ya anticuado y xenófobo nacionalismo.
 
Tiananmen
 
 
“En el futuro, y posiblemente no dentro de mucho, se repetirá una revolución similar a la que desembocó en la matanza de Tiananmen. Y creo que el resultado para la población será todavía peor al de entonces”. No lo dice cualquiera, sino Lam Hon-kin, director del primer museo dedicado a la masacre de Tiananmen, que ha abierto sus puertas este año en Hong Kong para conmemorar el 25 aniversario de aquellas protestas.
 
“Pienso así por una sencilla razón: hay mucha rabia contenida en China. Por las expropiaciones forzosas, las dificultades económicas, el deterioro del medioambiente, o la corrupción”, añade. “La China es una sociedad convulsa que aparenta placidez”.
 
‘Creo que la situación en China incluso ha empeorado con los años. Y temo que con algún bache económico surja de nuevo la violencia como reacción a ese autoritarismo que ahora está legitimado por el aumento del bienestar’, dice un abogado de Shangái
 
Estos días se vive el primer estallido de esa rabia en Hong Kong. El movimiento Occupy Central ha cumplido su promesa y ha conseguido inundar las calles del centro de la excolonia británica con decenas de miles de manifestantes que exigen democracia. A pesar de la violencia con la que se les ha reprimido, un hecho que ha sobresaltado al mundo, no se van. Y muchos ven en su actitud desafiante el espíritu de los estudiantes que hace 25 años alzaron la voz antes de ser aplastados por los tanques. Un espíritu que se plasma en las fotografías, vídeos, y documentos expuestos en el museo de Lam, que parece deliberadamente escondido en un anodino bloque de apartamentos en el que ningún indicativo anuncia su existencia.
 
“Hemos abierto este piso con un propósito doble: por un lado, para que los hongkoneses, que gozan de mayor libertad que los ciudadanos de la China continental, no olviden lo que sucedió; por el otro, para que los chinos que no tienen posibilidad de saltar la censura de Beijing para acceder a la información sobre el 4 de junio de 1989 puedan venir aquí y descubrir la verdad”, explica Lam.
 
De momento, parece que ha logrado su objetivo. El activista, que lidera la Alianza Hongkonesa para el Apoyo de Movimientos Patrióticos y Democráticos en China, asegura que la mitad de los visitantes son chinos que cruzan la frontera que separa los dos sistemas de la República Popular para enterarse de lo que sucedió durante el ‘liusi’, como se conoce en China la brutal represión con la que el Partido Comunista aplastó la revuelta estudiantil, que comenzó con la exigencia de mejoras en las condiciones de las instalaciones universitarias y que derivó en la petición de reformas políticas.
 
Wang es una de ellas. Esta joven nacida en Fuzhou en 1989, que prefiere no dar más detalles sobre su identidad, ha aprovechado sus vacaciones para hacer turismo en la excolonia británica y bucear en la documentación que se expone en el museo de Lam. “En China no podemos acceder a todos estos libros y periódicos. Ni siquiera mis padres hablan de Tiananmen. Por eso, cuando supe que el museo había abierto no dudé en decidirme a visitarlo”, cuenta Wang después de haberlo recorrido con calma, leyendo a fondo la cronología de los hechos que desembocaron en la masacre de Beijing, un trozo de historia que el Gobierno chino se ha empeñado en borrar.
 
Otros, sin embargo, vienen para recordar y no pueden contener el llanto frente a las pantallas que emiten imágenes de la matanza. Es el caso de un abogado de Shanghai que sufrió en carne propia la represión y que también prefiere mantenerse en el anonimato. Teme que haya espías de Beijing tomando notas de quienes visitan el lugar, y no es el único. Incluso un cartel pide a la entrada que se evite fotografiar el rostro de los asistentes.
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“Creo que la situación en China incluso ha empeorado con los años. La fuerza económica con la que se ha hecho en las últimas dos décadas permite al Partido ejercer como una mafia sin que nadie le lleve la contraria. Y temo que con algún bache económico surja de nuevo la violencia como reacción a ese autoritarismo que ahora está legitimado por el aumento del bienestar”. Por eso, él lo que busca es emigrar con su familia a algún país democrático.
 
En Hong Kong, sin embargo, los manifestantes han optado por la confrontación pacífica para exigir el sufragio universal y la libre denominación de candidatos en las elecciones que se celebrarán dentro de tres años para elegir al jefe del Ejecutivo de esta peculiar Zona Administrativa Especial. Pero Beijing no tolera la discrepancia, y ya ha dejado claro que no va a dejarse doblegar por las manifestaciones. No en vano, la presión sobre cualquier tipo de activismo va en aumento, como sucedió en 1989.
 
El museo de Lam es un buen ejemplo: aunque él asegura que es una muestra de que las libertades de expresión y de información “todavía” se respetan en Hong Kong, lo cierto es que su proyecto está en la diana de muchos. “Hay algunos ciudadanos que quieren que cerremos porque argumentan que no cumplimos con la normativa para espacios públicos. Como hay una denuncia que se está investigando en este momento, no puedo comentar el caso, pero, aunque no hemos recibido presiones políticas para evitar que el museo se mantenga abierto, sí que las estamos sufriendo por otras vías”, reconoce.
 
A pesar de ello, Lam tiene ya en mente una ampliación para aumentar el atractivo visual de la muestra, que “ahora quizá sea demasiado informativa”. Y espera que recordar sirva para prevenir, “aunque en todas las revoluciones se ha derramado sangre y ahora estamos en un momento muy delicado”.

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