EL GOBIERNO HIZO TODO MAL

Nisman, el Kosteki Santillán de los Kirchner

"(...) Artemio López confirma que la gran preocupación del Gobierno consiste en si se han afectado sus posibilidades electorales. Salvo el encuestador oficial de la Quinta de Olivos, todo el resto de los profesionales del sector aseguran que es demasiado temprano en saber cómo impactará todo el Caso Nisman en el panorama electoral y si se derrumbará (o no) la imagen positiva de la Presidente de la Nación. Pero, más allá del egoísmo, aquí hay un Fiscal de la Nación probablemente asesinado; una acusación que se debe investigar contra Cristina Fernández y Héctor Timerman, una comunidad de inteligencia descontrolada (...)", afirmó Claudio Chiaruttini en su editorial dominical.

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Raúl Ricardo Alfonsín se fue del gobierno en medio de una impresionante hiperinflación y levantamientos militares. Carlos Saúl Menen se fue dejando una convertibilidad herida y 2 años de recesión. Fernando de la Rúa subió a un helicóptero con la gente protestando en las calles, los ahorros congelados en los bancos y una recesión implacable. La muerte de Maximiliano Kosteky y Darío Santillán obligó a Eduardo Duhalde a adelantar las elecciones. Y luego de la muerte del Fiscal de la Causa AMIA, Alberto Nisman, nace la pregunta: ¿cómo serán los últimos meses de Gobierno y salida del poder de Cristina Fernández?
 
Si el Gobierno no tiene nada que ver la muerte del hombre que denunció a la Presidente de la Nación y al canciller Héctor Timerman, de haber acordado exculpar a Irán y altas autoridades iraníes de la responsabilidad del atentado contra la AMIA;
 
> la forma en que actuaron,
> cómo no actuaron,
> las declaraciones que realizaron,
> las  manipulaciones que hicieron y
> la virtual desaparición de Cristina Fernández,
 
los cubrió con un temible manto de sospecha.
 
Las encuestas (las realizadas por Urgente24/camundaNET, Ipsos y OPSM, hasta ahora) son muy claras: más de 70% de los consultados creen que Alberto Nisman no se suicidó, consideran que el Gobierno tiene “algún tipo de responsabilidad” y no esperan que la Justicia pueda atrapar a los culpables, ya sea materiales y, menos, intelectuales del hecho.
 
El Gobierno actuó tal como suele actuar cada vez que hay una crisis: Primero negaron, luego denostaron, tergiversaron y relativizaron, pasaron a acusas y transferir culpas y, por fin, recontextualizaron los hechos y se victimizaron. Es un mecanismo de defensa cuando se sienten acorralados, olvidando lo institucional y dando preponderancia a las más egoístas razones: la supervivencia política, la supervivencia en el poder.
 
Desde que se supo de la muerte del fiscal Alberto Nisman, todas las acciones de Cristina Fernández, del Gobierno y del kirchnerismo ha sido basadas en el cálculo frío, mensurando el daño político, intentando minimizar el impacto electoral, buscando licuar el costo político con otros protagonistas y señalando responsables o inventando complot; lo que los hace más culpables de lo que, quizás, ellos son. Todos tiros por la culata.
 
Intentando minimizar el daño, el Gobierno terminó potenciándolo, incriminando a la Presidente de la Nación y creando una inmensa crisis en donde muchos funcionarios han sido “degradados” de hecho, Cristina Fernández tuvo uno o varios ataques de furia más; y las relaciones con la comunidad judía quedaron quebradas, lo mismo que con la militancia kirchnerista en la Justicia, dado que son fuertes los rumores de una virtual ruptura en las filas de “Justicia Legítima”.
 
Nunca los comunicadores y estrategas del Gobierno entendieron el impacto que tuvo la muerte de Alberto Nisman en la opinión pública, el desasosiego que desató y temor a un “baño de sangre” que se activó en miles de personas. No es exagerado decir que el “miedo” invadió a muchos, en especial, los que tiene frescos en sus memorias los recuerdos de la sangrienta Década de los '70 y de cómo definió el peronismo su interna.
 
Creyeron que era una crisis comunicacional y es una crisis institucional y política. Sobrevaloran la capacidad de influencia y creación de percepciones de las redes sociales y creen que una carta de la Presidente de la Nación tiene mayor alcance e influencia que 10 minutos de cadena nacional de Cristina Fernández y su Gabinete hablando a la sociedad.
 
La Presidente de la Nación, que 72 horas antes de la muerte de Alberto Nisman se sacaba fotos con empresarios vitivinícolas y que horas antes se fotografiaba recibiendo, en silla de ruedas, al economista francés Thomas Piketty en la Quinta de Olivos, no pudo hacer un mensaje grabado, en persona, para lamentar la muerte de un Fiscal de la Nación, comprometerse a apoyar, con todos los recursos, la investigación; y darle el pésame público, en nombre del Gobierno y el Pueblo Argentino, a la familia del fiscal asesinado. Escapando de las formalidades, se autoincriminaron hasta niveles inimaginables.
 
Entre los estrategas de comunicación y los funcionarios se confunde necesidad comunicacional con necesidad institucional y la obligación de dar la cara con el simple hecho de contener la crisis. Y como es un “caso en evolución”, las improvisaciones profundizaron los errores que se cometían. Las encuestas lo confirman.
 
Hicieron todo mal: 
 
> Colocaron al viceministro de Seguridad, Sergio Berni, en la escena del crimen durante 5 horas, ordenando quién entraba y quién no ingresaba al departamento de Alberto Nisman, 
 
> trataron de imponer la tesis del suicidio desde el comienzo, para desdecirse 4 días después, un giro de 180°; 
 
> buscaron imponer como 'normal' el silencio de la Presidente de la Nación, que es un grito de culpabilidad notable; 
 
> ubicaron en la investigación a personas cercanas al kirchnerismo para demoler la denuncia del Fiscal, en vez de esclarecer el hecho;
 
> pasaron de acusar a un Fiscal desquiciado a denunciar un megacomplot de grupos de inteligencia, grandes empresas, jueces y medios de comunicación y, por ese motivo, la denuncia contra Cristina Fernández “nunca fue escrita” por el fallecido; y, finalmente,
 
> hablan de un “movimiento destituyente”.
 
Pero la cadena de desaguisados no comenzó con la muerte de Alberto Nisman. Hay que remontarse al momento de entregar las relaciones diplomáticas con Irán a un piquetero que vive de los dineros públicos y al titular de una organización funcional a intereses siempre mezquinos (Quebracho). Siguió con el insólito acuerdo con Irán, que provocó un rechazo enorme. Avanzó con el golpe de mano (pero sin autoridad) que se hizo en la Secretaría de Inteligencia, sin darse cuenta que habría repercusiones. Y terminó de consolidarse cuando, ante la denuncia de Alberto Nisman, el Gobierno corrió espantado por el daño que podría traerle la investigación de la misma.
 
La prioridad hoy día de Cristina es desbaratar las consecuencias de la muerte de Alberto Nisman, no de investigar el fallecimiento. El Gobierno está hoy abocado a denunciar supuestos complots, victimizándose, en vez de colaborar con la Justicia. El Gobierno está hoy buscando un "perejil" para culpar, en vez de demostrar que no tiene relación con esta muerte. Y no temen en “plantar” notas en los medios oficialistas relacionando la muerte de Alberto Nisman con la CIA, el asesinado de José Luis Cabezas, las marchas del 10/12/2001 que echaron a Fernando de la Rúa y con las escuchas del Caso Macri. Toda una gran novela, con el estilo de Horacio Verbitsky.
 
En el bisemanario Perfil, el sociólogo K Artemio López confirma que la gran preocupación del Gobierno consiste en si se han afectado sus posibilidades electorales. Salvo el encuestador oficial de la Quinta de Olivos, todo el resto de los profesionales del sector aseguran que es demasiado temprano para conocer cómo impactará finalmente todo el Caso Nisman en el panorama electoral y si se derrumbará (o no) la imagen positiva de la Presidente de la Nación.
 
Pero, más allá del egoísmo, aquí hay un Fiscal de la Nación probablemente asesinado; una acusación que se debe investigar contra Cristina Fernández y Héctor Timerman, una comunidad de inteligencia descontrolada y una oposición que todavía no sabe cómo reaccionar ante los 3 hechos. El Caso Nisman recién comienza. El Gobierno, todavía, no empezó a pagar el inmenso costo político de sus acciones, palabras y errores. ¿Cómo será el final de Cristina Fernandez en el poder? Hoy, es una incógnita.

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