LA POBREZA EN EL CHACO

El caballo de Scioli debería cuidarse en el río de Capitanich

En la localidad de Colonia Elisa, en la provincia de Chaco, Jorge Capitanich y Daniel Scioli encabezaron la inauguración del empalme de la ruta provincial N° 9 y la ruta nacional N° 16. Scioli citó "un refrán criollo que dice que no hay que cambiar de caballo a la mitad del río. No cambiemos el proyecto a la mitad del río cuando tenemos por delante un gran futuro". Pero, al menos en Chaco, Scioli debería conocer un poco mejor la situación antes de hablar. Los tiempos electorales resaltan todavía más el enorme aparato propagandístico del estado, ya sea provincial, o municipal de Resistencia. De un lado hablan de una “revolución” o del “mejor gobierno de la historia” de la provincia. Del otro hablan que Resistencia “brilla”. Ambos mensajes chocan con la cruda realidad a la hora de combatir eficazmente el flagelo de la pobreza.

por ROBERTO ESPINOZA
 
RESISTENCIA (Especial para Urgente24). Hace una semana, el gobernador Jorge Capitanich reconoció que el 20 % de la población chaqueña vive bajo los márgenes de la pobreza. Datos del centro de estudios ISEPCI, a través del relevamiento realizado por el Movimiento Barrios de Pie en 139 comercios del Gran Resistencia y con 3.022 precios procesados, indican que la medición de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) del IBP-Chaco para marzo de 2015 presentaba un valor de $ 2.757,69 y de la Canasta Básica Total (CBT) del IBP-Chaco es de $6.259,96 para una familia tipo. En base a esto señalan que el 49, 6% de la población del conurbano resistenciano está en la línea de la pobreza. Mientras que el 13, 4 (54.387 ciudadanos) son indigentes.
 
El caso de la beba wichí de dos meses con un serio cuadro de desnutrición, identificada por sus iniciales RCA, quien vive en el paraje rural Techat 3, a 14 km de Miraflores, en El Impenetrable chaqueño, según informó el doctor Rolando Núñez del Centro de Estudios Nelson Mandela, encendió nuevamente la alarma sobre este tema sensible en la provincia.
 
La beba, que nació el 26 de febrero pasado, permaneció internada entre el 9 y el 13 de marzo de 2015 en el servicio de neonatología del hospital Güemes de la localidad de Juan José Castelli, adonde había ingresado con un diagnóstico de "desnutrición, hipertermia por hipoaporte e ictericia neonatal". Pesaba entonces 2,350 kilos, y para su recuperación nutricional se le proveyeron leche maternizada, sulfato ferroso y polivitamínicos, más antitérmicos.
 
Las muertes evitables
 
Por mencionar solamente un par de casos que afectaron a los pibes indígenas chaqueños y que resaltaron con crudeza la visibilidad de la pobreza más lacerante. Néstor Femenía y Ariel-el bebé qom que murió quemado por una improvisada incubadora- representan dos muertes evitables. Dos muertes provocadas por la pobreza y la desidia que contrastan a la propaganda oficial. No casualmente la población originaria es la que más termina sufriendo las consecuencias de esta situación. Según el Centro Mandela, el 98 % de los indígenas que viven en la provincia-aproximadamente son 80 mil- son indigentes y pobres, en ese orden.
 
El pibito qom que tenía siete años Néstor Femenía, que presentaba un déficit alimentario, agravado por un cuadro de tuberculosis pulmonar, murió el 7 de enero de este año. Néstor sufría, según el parte médico oficial del Hospital Avelino Castelán, las consecuencias de la TBC, hecho que le provocó un fallo multiorgánico y la muerte.
 
En cambio para Núñez, la muerte de Néstor fue “la síntesis con exactitud y objetividad, de la profunda injusticia social instalada en la comunidad chaqueña”. Esa muerte, decía el referente del Centro Mandela cuando se conoció la noticia del fallecimiento de Néstor, nos interpela a todos y pone al descubierto cómo se gobierna en Chaco y en la Argentina. “Este fallecimiento responsabiliza a los dos gobiernos dado que el programa de lucha contra la tuberculosis es vertical, o sea que compromete al gobierno nacional y a cada gobierno provincial, en distintos tramos o eslabones. Es lo mismo que ocurre con el programa del Chagas", analizaba.
 
Otro muerte simbólica fue la de Ariel, el bebé qom de Pampa del Indio de tan solo 7 días de vida que presentaba un cuadro de ictericia (un trastorno muy común en los bebés, es la tonalidad amarillenta de la piel), que murió el 12 de octubre del 2013 quemado en una incubadora casera y totalmente improvisada donde le practicaban luminoterapia en un hospital público de dicha localidad, a 240 kilómetros de Resistencia.
 
En ese entonces, la representante del Consejo Nacional de Mujeres Indígenas, Elizabeth Gónzalez, integrante además del IDACH, denunció que hablar de incubadora era una manera de decir, porque “estaba armada con una cuna de hierro sobre la que colocaron seis lámparas fluorescentes, una frazada y una estufa”.
 
Este bebé qom, Ariel, había nacido bien, el 5 de octubre, por parto normal con 3 kilos de peso. Los médicos que lo atendieron le dijeron a la madre, Sara, que su primer bebé había fallecido a causa de “una muerte súbita”. “La hermana de la mamá, Inés, hizo la denuncia. La Policía llegó al hospital y secuestró la precaria incubadora, las lámparas, las frazadas y hasta una sabanita quemada”, contó Ely González.
 
En ese entonces, como ahora, la reacción del entonces titular del ejecutivo chaqueño Bacileff Ivanoff fue casi calcado a la que tuvo el gobernador Jorge Capitanich: cuestionar a la prensa por la cobertura que se le dio al caso de la beba. El gobernador chaqueño insistió respecto del caso de esta niña desnutrida de la zona del Impenetrable y la difusión mediática a nivel nacional, en que “solamente se publican las noticias malas".
 
Para el Centro Mandela "el analfabetismo, la pobreza y el hambre son los agentes causales de una enfermedad que sufre gran parte del pueblo Qom. La desnutrición, con sus secuelas irreversibles, la mortalidad infantil, la desesperanza, el descreimiento y la marginalidad son los efectos directos."
 
Resistencia brilla... por las chapas de los asentamientos
 
Tampoco ayuda Aida Ayala. La publicidad de la precandidata a gobernadora, y jefa comunal de la capital chaqueña reza que “Resistencia brilla”. Sin embargo la propaganda electoral no menciona los 169 asentamientos que alberga un tercio de los 385 mil habitantes que registró en la ciudad el censo del 2010, según la mención que hace a Chaco Debate Rolando Núñez.
 
Lejos de disminuir, estas cifras se acrecientan día tras día. La política municipal para erradicar estas villas de emergencia, brilla, pero por su ausencia. La promesa pomposa de crear el Instituto de Viviendas Municipal que hizo Aída Ayala durante la última campaña para su reelección como intendenta se quedó solamente en eso: en promesa. Nunca más tuvo tan siquiera una mención acerca de esa iniciativa de campaña. Lo que evidenció con claridad que no tenía la menor diagramación para implementar esa institución, que hubiera sido clave para apuntalar una solución sobre el auge incesante de los asentamientos en Resistencia.
 
“Resistencia es una ciudad que se podría definir como un conglomerado de asentamientos que en el centro tiene viviendas dignas”, decía hace un tiempo Rolando Núñez, para graficar la gravedad del enorme crecimiento que presentan las villas en la periferia capitalina.
 
El 30% vive en asentamientos
 
Para Núñez, que este porcentaje de la población de la “Ciudad de las Esculturas” viva en asentamientos, lamentablemente, no representa un dato social tan importante, “porque se trata de la Argentina profunda y silenciosa o silenciada”.
 
El Centro Mandela, basado en los datos actualizados del Programa Provincial Territorio Urbano en el 2009, recordaba que solamente en el Gran Resistencia (además de la capital provincial, comprende a las ciudades de Barranqueras, Puerto Vilelas y Fontana) existían 228 asentamientos que eran habitados por 150.000 personas. Esta cantidad constituye aproximadamente el 39 por ciento de la población total del área metropolitana del Chaco, que según el censo del 2010 midió 386.000 personas. En el curso de ese año se sumaron otros asentamientos, lo que permite estimar el número de asentados en la metrópolis capitalina en 169.000 personas-según el propio gobernador Capitanich, en Resistencia viven 100 mil ciudadanos en esa condición-.
 
Las comparaciones no siempre son tan odiosas, a veces se tornan necesarias. Para tomar una dimensión del porcentaje importante de ciudadanos que viven en esta condición de gran precariedad en el Gran Resistencia, hay que parangonar a esas 169 mil personas con las que subyacen en la ciudad porteña. En la Buenos Aires de Mauricio Macri viven 170 mil personas que se distribuyen en 16 villas de emergencia. Estos datos “muestran que las personas que habitan en precarias condiciones de viviendas y de desarrollo urbano del Gran Resistencia y la Capital Federal son prácticamente iguales, nada más que la CABA tiene una población que supera a la nuestra en 2.500.000 personas”, concluye Núñez.
 
Lo mismo que ocurre a nivel provincial, sucede en el ámbito de la ciudad de Resistencia en relación a la falta de transparencia de los indicadores que miden la pobreza y la indigencia. Hace varios años que dejaron de tomarse las mediciones de los asentamientos en la ciudad, denunció Núñez. Lo que vale una incógnita central: ¿Se puede resolver un problema sin siquiera reconocerlo? La respuesta no es tan difícil. Contrastando al eslogan electoral de Aída, se podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que no todo lo que brilla es oro.

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