"RÉIMON"

Una empleada doméstica y las contradicciones de la clase media

Luego de su paso por festivales, llegó Réimon, el último largometraje de Rodrigo Moreno, a la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín. La película se centra en la vida de Réimon, una joven empleada doméstica que trabaja en casas de gente de clase media y clase media alta en las que se recitan textos de Marx.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Tras haber ganado el reconocimiento de grandes festivales internacionales con películas como “El custodio” y “Un mundo misterioso”, Rodrigo Moreno estrena “Réimon”, que ya tuvo su paso por Rotterdam y el Buenos Aires Festival de Cine Independiente (BAFICI).
 
En los primeros segundos del film, el director cuenta a través de texto en blanco sobre placas negras con cuánto dinero se hizo el largometraje y de dónde salió ese dinero. No solo eso, sino que también especifica cuántas semanas se dedicaron a cada etapa de la producción. Las nociones de trabajo, tiempo y dinero van a estar presentes a lo largo de toda la película que protagoniza Ramona.
 
Ella pertenece a la clase baja y trabaja realizando tareas domésticas en distintas casas. Allí, sus patrones de clase media y alta (que la apodan Réimon) llevan vidas muy distintas a la suya. Ellos no madrugan ni pierden 4 horas por día viajando,  ni tienen un horario que cumplir: viven entregados al ocio.
 
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En distintos fragmentos de la película, sus empleadores recitan “El capital”, de Karl Marx, como si se tratara de una eterna exposición, pero sin un objetivo concreto. Así viven: escuchando música y leyendo a Marx, mientras Ramona cumple con las tareas domésticas.
En diálogo con Télam, Moreno se refirió a esta cuestión como “una suerte de contradicción que es parte de los caprichos burgueses del que formamos parte y a veces es bueno tomar distancia para verlo con mayor claridad".
 
Siguiendo con cautela a la protagonista utilizando planos que tienen que ver con lo documental, el director mantiene distancia: la misma que existe entre la clase baja y la media, a la que él también pertenece. El film plantea estas diferencias como irreconciliables y muestra a una clase alta que es incapaz de comprender cómo funcionan en sus vidas esos conceptos que estudian a diario.
 
Con un presupuesto de apenas US$34.000, “Réimon” se jacta de su austeridad en los mensajes del comienzo que sugieren que nadie fue “explotado”, y  al mismo tiempo, en el modo de narrar, se evidencia a qué clase pertenecen los realizadores, lo cual permite entender la obra como una suerte de incómoda autocrítica de clase.

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