GRECIA Y LA EUROZONA

El 'No' ha reducido las probabilidades de llegar a un acuerdo

Las ondas de choque del referéndum van más allá y confirman que la victoria ha reunido votos de extremos opuestos ?por un lado las izquierdas, de Syriza a pequeños partidos extraparlamentarios, pasando por un número no pequeño de votantes comunistas; por otro lado los nacionalistas de Griegos Independientes, socio de Gobierno de Syriza, y no pocos neonazis, radicalmente opuestos a los dictados de la Unión Europea? frente a una oposición incapaz de unirse a favor del Sí, pese al intento de conservadores y socialistas de forjar un frente europeo. El triunfo del No también confirma el apoyo a la gestión de las negociaciones por parte de Syriza; pese al desgaste y a una situación económica rayana en la asfixia, el partido de Alexis Tsipras volvería a ganar unas elecciones con un 36% de los votos, quizá ahora por mayoría absoluta, si se convocaran ahora. El referéndum fue definido por el Gobierno griego como un arma de la negociación con las instituciones, pero los resultados del mismo amenazan con convertirse en una de destrucción masiva. Dentro de Grecia, como prueba de una polarización menor de la esperada pero real y evidente; y también de una división marcadamente generacional, con un 67% de los jóvenes a favor del No, y un 37% de los mayores, por el sí, pese a que las jubilaciones y pensiones han estado en el centro de las discusiones con los socios.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). "Quiero dar las gracias a todos, independientemente de lo que votasteis. Ahora hay que restablecer la cohesión social", dijo Alexis Tsipras en una alocución televisada tras el triunfo del 'no' en el referéndum celebrado hoy. "El mandato no es de ruptura con Europa sino de negociación [con los acreedores]. No hay soluciones fáciles, pero hay soluciones justas mientras haya buena voluntad por ambas partes", añadió.
 
Además de su intención de negociar, Tsipras concretó en su discurso las dos principales cuestiones que plantearán a los acreedores: quita de la deuda y solvencia de la banca. "La prioridad inmediata es restaurar la banca. Estamos dispuestos a reanudar las negociaciones con un plan que prevea una financiación creíble", señaló el mandatario griego. Tsipras hizo también un llamamiento a la unidad nacional y convocó a los principales partidos políticos del país para este lunes bajo los auspicios de la Presidencia griega.
 
La Comisión Europea ha sido la primera institución en reaccionar oficialmente. En un breve comunicado, el organismo que dirige Jean-Claude Juncker ha explicado que está "en consulta esta noche y mañana con los líderes de los otros 18 miembros de la Eurozona" y que, además, "por la mañana", tendrá una "teleconferencia con los presidentes de la Eurocumbre, el Eurogrupo y el BCE".
 
Precisamente, el presidente del Consejo y de la Eurocumbre, Donald Tusk, ha convocado a los presidentes de Gobierno de los países de la Eurozona el martes a las 18.00.
 
Sin tiempo para la celebración, ocupadas en practicarle el boca a boca a una economía exánime tras una semana de corralito y de control de capitales, las autoridades griegas movieron ficha enseguida. A primera hora de la noche, el propio Varoufakis, y el gobernador del Banco de Grecia, Yanis Sturnaras —enemigo acérrimo del Gobierno de Syriza—, se reunieron con Tsipras con el objetivo de acelerar el auxilio de los bancos, y poco antes de la anunciada reunión del Banco Central Europeo. Tras la emergencia bancaria, las líneas maestras de Atenas serán dos, ya bosquejadas la semana pasada: el informe del Fondo Monetario Internacional que admite que la deuda griega es insostenible, y un nuevo mandato para Atenas, amparado en la voluntad del pueblo griego, según anunció el negociador jefe, Efklidis Tsakalotos, tras confirmarse la victoria del no.
 
 
"La acción se desarrollará en tres frentes. El primero: qué decisión tomarán el resto de socios del euro, liderados por el eje París-Berlín. François Hollande, presidente de Francia, y Angela Merkel, la canciller de Alemania, cenarán el lunes a las 18:30 horas en la capital francesa para analizar los resultados del referéndum. Allí tratarán de pactar una posición conjunta para presentar a la cumbre extraordinaria de líderes de la zona euro que Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, ha convocado para el martes.
 
El presidente y la canciller deben decidir cuán lejos están dispuestos a llevar la situación: si van a dar al Gobierno griego lo que antes de la consulta le negaron o si, de lo contrario, se mantienen en sus trece y se arriesgan a pasar a la historia como los que permitieron una amputación de la zona euro.
 
El lunes por la mañana mantendrán una conferencia telefónica el propio Tusk, en su rol de presidente de la Cumbre del Euro; el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker; el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem; y el presidente del BCE, Mario Draghi.
 
El segundo, desde un punto de vista práctico, se desarrollará en Bruselas: sigue haciendo falta un acuerdo. El equipo negociador del primer ministro griego, Alexis Tsipras, regresará a la capital europea para sentarse a la mesa con la Troika (Comisión Europea, BCE y Fondo Monetario Internacional). Allí solicitarán un tercer rescate que incluya una reestructuración de deuda.
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Pero el 'no' ha reducido las probabilidades de llegar a un acuerdo. Los puntos de partida están más lejos que hace una semana. Por un lado, el Gobierno de izquierda radical griego tiene ahora un mandato claro y expreso de sus ciudadanos para no traspasar unas líneas rojas que los acreedores consideran imprescindible que cruce. Y por el otro, varios ministros de la zona euro ya advirtieron la semana pasada de que las condiciones para conceder ese tercer rescate podrían ser incluso más duras que las que el Gobierno griego se ha negado a aceptar hasta ahora.
 
Y en el tercer frente está el BCE, cuya decisión última sería la que obligaría a Grecia a emitir una divisa paralela distinta al euro. A corto plazo, el Consejo de Gobierno de la institución celebrará el lunes una reunión en la que deberá decidir si autoriza al Banco Central de Grecia a ofrecer más liquidez de emergencia a los bancos griegos. Hasta ahora ya ha concedido 89.000 millones de euros, algo que solo ha podido hacer porque los ha considerado solventes. Pero el domingo 28 de junio,dos días después de que Tsipras convocara el referéndum, el BCE ya dio un aviso: no retiró la liquidez de emergencia pero se negó a dar más. Esto obligó al Gobierno griego a imponer el corralito.
 
Ahora Draghi tiene tres opciones: o autorizar esa petición de liquidez, lo que sería una condición necesaria pero no suficiente para reabrir los bancos griegos; dejar las cosas como están; o retirar toda la liquidez de emergencia concedida hasta ahora, lo que hundiría de facto a los bancos griegos y los obligaría a reabrir con una divisa paralela de nueva emisión.
 
Tanto la primera como la última opción son poco probables este lunes. El BCE no puede ahora mismo acceder a la petición de más liquidez del banco central griego por la mera razón de que el acuerdo está ahora más lejos que el sábado. Y como dijo la semana pasada Vitor Constancio, vicepresidente del BCE, un 'no' hacía más difícil el consenso entre Atenas y los acreedores que un 'sí'. Para el BCE, ese acuerdo o la posibilidad de que se alcance, es una condición necesaria para considerar solvente al Estado griego y, en consecuencia, a sus bancos.
 
Pero la opción de retirar la liquidez de emergencia y hundir el sistema bancario griego sería también muy arriesgada para la institución. El BCE solo tomaría esta decisión después de una clara señal política por parte del resto de los socios de la zona euro.
 
El momento de la verdad será el próximo 20 de julio, cuando Grecia debe devolver 3.500 millones de euros al BCE. Si Atenas y el Eurogrupo no han llegado a un acuerdo para entonces, Grecia no va a poder cumplir con ese vencimiento y entrará en 'default' con el BCE. Si eso ocurriera, el BCEtendría pocos motivos técnicos para no desenchufar a la banca griega del sistema y dejar al país sin acceso a la fuente de euros.
 
Si Draghi aprieta el botón, Grecia estaría de facto dentro de la zona euro pero, literalmente, sin euros y abocada a funcionar con una divisa paralela. El Gobierno griego emitiría unos pagarés y garantizaría su reconversión futura en euros, pero en la práctica estos se depreciarían notablemente frente a la moneda única. Según un informe del FMI, este proto-dracma perdería un 40% de su valor nada más salir a la calle.
 
El último paso de este proceso sería una salida de Grecia del euro. Como no existen los mecanismos para expulsar de la eurozona a ningún país, esto solo podría ocurrir de mutuo acuerdo con el Gobierno griego. Y, de momento, la única puerta legal que hay para ello es la solicitud de baja de la Unión Europea.
 
Pero este fin de semana, el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, dejó entrever una tercera vía: una salida temporal del euro sin llegar a salir de la UE.Aunque no está claro cómo se podría articular ni si el Gobierno griego estará de acuerdo con esta solución intermedia.
 
Solo una cosa está clara. El BCEno tomará esa decisión de forma autónoma. Llegado el momento de la verdad, será la alta política la que decidirá.
 
El presidente de EEUU, Barack Obama, lleva semanas presionando a las capitales europeaspara que hagan todo lo posible para que Grecia se mantenga dentro de la zona euro y de la Unión Europea. Obama teme perder influencia en favor de China y Rusia en el Este del Mediterráneo, una región que ya está sufriendo los daños colaterales de la amenaza del Estado Islámico.
 
Pero son Merkel y Hollande quienes deberán decidir si se arriesgan a las turbulencias geopolíticas de perder un aliado como Grecia en el avispero de Europa o, en su lugar, ceden ante Atenas y se arriesgan a alentar movimientos similares en el resto del continente."

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