INEVITABLE COMPLICACIÓN

Hiperinflación, un futuro no lejano en la Venezuela chavista

Venezuela está profundamente desequilibrada y no hay salida visible. La organización International Crisis Group (ICG) advirtió que la "crisis amenaza con convertirse en una tragedia" en Venezuela y llamó a los países de la región a involucrarse activamente en la búsqueda de soluciones. "A la gran mayoría de los venezolanos les resulta hoy imposible obtener suficientes alimentos o garantizar su salud", señala ICG.

N. de la R.: En 1956, el economista estadounidense Phillip Cagan escribió un artículo académico titulado “The Monetary Dynamics of Hyperinflation”, un clásico de la literatura económica y permitió comprender mejor el fenómeno.
 
“Según la definición de Cagan, un episodio de hiperinflación comienza cuando hay 1 mes en el que los niveles de precio aumentan al menos un 50%. Cuando la tasa de inflación cae por debajo de 50% y se mantiene así por al menos un año, el episodio termina”, escribieron Steve Hanke y Nicholas Krus, profesores de la Universidad de Johns Hopkins, en 2012.
 
Ellos concluyeron que ha habido 56 casos de hiperinflación en la historia mundial: “Es un mal económico que surge bajo circunstancias extremas: guerra, una mala administración política o una transición de una economía planificada a una de mercado.
 
En el caso venezolano, “Los problemas del país son endémicos y asociados con la política económica socialista que se está aplicando. Por esto, para colocar a Venezuela en el camino correcto, es necesario echar el modelo socialista al basurero”, escribió Hanke respondiendo a un correo electrónico del diario El Nacional.
 
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La crónica de Franz von Bergen y Florantonia Singer en el diario El Nacional, de la ciudad de Caracas, se asemeja mucho a la Argentina de 1989, que bien podría ser la Argentina 2016 si no se toman los recaudos imprescindibles:
 
"El pasado lunes (27/07) al mediodía, Carlos Rosendo terminó de hacer compras en un camión de frutas y hortalizas que se para al lado del mercado municipal de Chacao. “El sábado me puse a sacar la cuenta y descubrí que cada semana estoy gastando 2,46% más en comida”, dijo mostrando las dos bolsas de vegetales que había adquirido. “Desde que comenzó este año la subida ha sido muy fuerte. Ahora me voy fijando en los precios que tienen los distintos mercados para ver dónde compro. Antes no tenía que hacer eso”, agregó. Aunque está preocupado por el aumento de precios, el señor Rosendo es un tipo con suerte. Si su incremento semanal en alimentos es el porcentaje que señaló, en su caso la inflación mensual en ese rubro alcanza poco más de 10%. Eso es menos de la mitad del aumento de 26,5% que reportó la canasta básica familiar en junio, según el estudio nacional del Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda). Sin embargo, como todo depende del cristal con que se mire y del bolsillo con el que se pague, ese último porcentaje también se puede considerar bajo si se compara con la inflación general que registraron, en distintos momentos, los países que sufrieron los 56 casos de hiperinflación registrados en la historia. Allí el aumento de precios llegó a superar el 50% mensual, y esa es la medida usada para calificar un episodio de hiperinflación. (...)".
 
International Crisis Group (ICG), organización especializada en prevenir conflictos esboza en su más reciente informe un panorama político marcado por el antagonismo y la falta de diálogo entre el Gobierno y oposición, la "erosión" de la democracia y unas cruciales elecciones legislativas en diciembre, en las que se presume que el descontento va a pesar en los resultados.
 
El panorama económico, dominado por la baja del precio del petróleo, muestra, según ICG, recesión, una elevada inflación y un fuerte endeudamiento, con acuciantes compromisos de pago.
 
Pero el objetivo central del estudio "Venezuela: Un desastre evitable", consiste en exponer la "emergencia médica", el "declive de la producción" y la "pobreza y el hambre" y recomendar algunas líneas de actuación al Gobierno, la oposición y la comunidad internacional.
 
Al ser preguntado no teme que este nuevo informe sea tachado de "exagerado", Javier Ciurlizza, responsable de ICG para América Latina, dijo que objetivamente la situación ha empeorado respecto a la reflejada en anteriores informes.
 
"La polarización política se ha acentuado, con el agravante que hoy Venezuela no cuenta con los ingentes recursos económicos derivados de la bonanza de los precios del petróleo, que permitía sortear las crisis políticas aumentando el gasto social", señala.
 
 
"(...) Al ritmo actual de desembolso de dinero que hace el señor Rosendo, los precios de los alimentos tardarían 10 meses en duplicarse, al paso del último reporte del Cenda el margen de espera bajaría a 4 meses. En los países con hiperinflación eso se reduce a un mínimo de 2 meses y el incremento no se limita a los alimentos, se expande a todas las áreas de la economía. En casos extremos, como el de Hungría en 1946, los costos llegaron a duplicarse cada 15 horas.
 
En Venezuela se están dando cambios semanales de precios, lo que es un síntoma de alta inflación, según el economista argentino Daniel Heymann, experto en el tema y profesor de la Universidad de Buenos Aires.
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La situación crea preocupación ante la posibilidad de que el país se convierta en el quincuagésimo séptimo caso documentado de hiperinflación en el mundo. El fantasma de este fenómeno ya parece rondar la economía venezolana.
 
En algunos rubros la situación se hace más evidente. Según el Cenda, el último aumento mensual de la carne de res molida fue de 100,9%, pues pasó de
 
458 a 920 bolívares, esos ya son niveles hiperinflacionarios.
 
“La semana pasada fueron 30 bolívares, en esta tuve que subir 50 bolívares.
 
El queso me llega más caro, además que me aumentan las bandejas de anime y el envoplast”, dijo a principios de la semana un comerciante en el mercado de Chacao. (...)".
 
Para la organización International Crisis Group, con oficina para América Latina en Bogotá, "el descenso pronunciado de los ingresos reales, la marcada escasez de alimentos, medicamentos y otros productos básicos, junto con el colapso de los servicios sanitarios" son señales de "un problema social inminente".
 
"Si no se aborda rápidamente de forma contundente, se convertirá en una grave crisis humanitaria, con un impacto sísmico en la política y la sociedad", subraya.
 
Tras señalar que esta situación es el "resultado de malas decisiones políticas, incompetencia y corrupción", ICG opina que "aún hay tiempo para evitar sus peores consecuencias".
 
Los países vecinos y organismos regionales como Unasur deben actuar, no solo por razones humanitarias, sino también "prácticas".
 
"El colapso de la infraestructura de salud y bienestar social probablemente dificulte aún más el manejo del conflicto político, y podría derivar en una mayor erosión de la democracia y una creciente probabilidad de violencia política. Esto a su vez podría tener repercusiones más allá de las fronteras de Venezuela", dice.
 
Entre los riesgos potenciales menciona una "migración económica y política a gran escala", "la propagación de enfermedades y la proliferación del crimen organizado".
 
Pero, además, advierte del peligro de "un caótico default (cese de pagos) de la deuda externa" venezolana, con consecuencias para los países del programa Petrocaribe y los que son proveedores de la otrora opulenta Venezuela, especialmente Colombia.
 
El primer paso con vistas a evitar una tragedia debería ser, según ICG, que el Gobierno admita los problemas, seguido del desmantelamiento del sistema de control de cambios y de la búsqueda de un apoyo amplio para implantar un programa de emergencia que restaure el equilibrio económico y proteja a los más vulnerables.
 
En el caso de que se logre abrir un diálogo político, la prioridad debe ser concertar acciones para garantizar el suministro básico a los más necesitados y un sistema de bienestar social libre de intervención o manipulación partidista.
 
La oposición, por su parte, debe "resistir la tentación de sumar puntos políticos" y presentar una clara agenda de reformas económicas y sociales.
 
Según ICG, el papel de los vecinos de Venezuela y la comunidad internacional en general es claro: "Deben abandonar su renuencia a actuar y presionar explícitamente para que se restaure el Estado de derecho y los contrapesos y equilibrios institucionales, empezando por la estricta supervisión de las elecciones parlamentarias".
 
También deberían ayudar a "aliviar los costos sociales de la actual crisis ofreciendo alimento y ayuda médica y presionando para que se reconozcan y se controlen las epidemias".
 
En cuanto a la alimentación, la organización internacional señala que Venezuela "no se enfrenta a una hambruna, pero las mejoras en materia de pobreza y nutrición que se lograron entre 2003 y 2012 se han desgastado casi por completo y el bienestar de la población se está deteriorando drásticamente".
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"(...) Al analizar el balance de gastos de una familia también se hace elocuente lo que los economistas comienzan a advertir. En un sobre que se desborda de papeles, un profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela guarda las facturas de las compras semanales que hizo en el automercado el último año. Los mercados para su familia, integrada por cuatro adultos, se han ido encareciendo a la vez que la cantidad de productos adquiridos se reduce y en la lista aparecen sustituciones. Entre finales de 2014 y este mes el queso fresco rebanado se cambió algunas veces por ricota y queso duro, el jamón de pavo por jamón de pollo, la papa por batata.
 
En noviembre pasado una compra de pan rebanado, mermelada, leche, vegetales, hortalizas, frutas, huevos, yogurt y charcutería le costó 1.639 bolívares.
 
En febrero pagó 2.893 bolívares por un mercado similar. En julio, pudo adquirir lo que compraba semanalmente a finales de 2014 por 6.260 bolívares.
 
Siguiendo mes a mes, factura a factura, el precio de un solo producto de su compra habitual, como el kilo de queso fresco de búfala rebanado, se nota la aceleración del incremento: el 21 de enero lo pagó a Bs 396, una semana después a Bs 451, en febrero aumentó a Bs 453, en marzo a Bs 536, en abril a Bs 675, en mayo a Bs 700, en junio a Bs 807 y el 27 de julio lo canceló aBs 1.160. El precio de este producto casi se triplicó en 6 meses.
 
“Cuando se entra en una hiperinflación el mes y la semana ya son períodos muy amplios. Empiezan a preocupar las variaciones día a día”, afirma Heymann.
 
Para el director de Econoanalítica, Asdrúbal Oliveros, la economía parece tomar esa dirección. “Estamos en una especie de antesala a la hiperinflación general porque Venezuela tiene la mayoría de los síntomas que antecedieron este fenómeno en otros países. En lo que va de año calculamos un aumento de precios de 74,4%”, Por su parte, el director del Cenda, Óscar Meza, se atreve a calcular lapsos: “El año que viene estaremos en hiperinflación con toda seguridad si no se aplican de inmediato los correctivos necesarios”. (...)".

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