BEBIENDO DEL VENENO PROPIO

Verbitsky contra GIL, intenta rescatar su propio prestigio (cuestionado)

El periodista, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) e intelectual K, Horacio Verbitsky, se autodefendió en forma abundante en la edición dominical del diario K Página/12. Él apuntó a demostrar que serían falsas las imputaciones sobre una presunta relación político-laboral con oficiales de la Fuerza Aérea Argentina durante el llamado 'Proceso de Reorganización Nacional'. Verbitsky se encuentra furioso con Gabriel Isaías Levinas, a quien identica con las iniciales GIL. La biografía no autorizada de Verbitsky tendría que llegar a las librerías en septiembre.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Quienes no lo quieren, dicen que Horacio Verbitsky está bebiendo de su propio veneno. No falta quien afirme: "Tantas veces hizo lo mismo, que no provoca piedad. Apenas sonrisas provocadas por su desvelo".
 
La imputación a Horacio Verbitsky -y que él considera falsa- consiste en que el decía ser montonero pero colaboraba con la Fuerza Aérea, cuyos oficiales lo habrían ayudado a sobrevivir en tiempos difíciles, en especial para quienes se habían levantado en armas contra el gobierno democrático, colaborando con su derrocamiento, pero resultó que los militares eran peores.
 
 
"Los manuscritos de un discurso del jefe de la Fuerza Aérea Rubens Omar Graffigna, que la editorial Sudamericana me atribuye en un libro recién impreso y cuya puesta en venta se anuncia para el 1º de septiembre, no salieron de mi puño y letra. Así lo dictaminó la calígrafa pública nacional Diana Alicia Trotta. El propio Graffigna negó haber tenido cualquier relación conmigo o que yo hubiera escrito alguno de los discursos que él o sus antecesores pronunciaron. El estudio incluyó el cotejo de esos textos (anticipados en la página Plaza de Mayo.com), con un extenso cuerpo de mi escritura, que debí realizar en presencia de la perito. Trotta está inscripta en el Tomo IV, Folio 179, del Colegio de Calígrafos de la Ciudad de Buenos Aires, y en el Tomo III, Folio 84, de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. (...)"
 
 
"La categórica manifestación del brigadier Rubens Omar Graffigna de que nunca tuvo relación alguna conmigo, que jamás escribí ninguno de sus discursos ni tuve relación alguna con sus antecesores en la Fuerza Aérea, confirma la absoluta falsedad de la acusación difamatoria en mi contra, divulgada con insistencia por los medios del Grupo Clarín, empeñados en la demolición de todo lo que consideren próximo al gobierno nacional, y cuya repetición la editorial Sudamericana anuncia en un próximo libro. Graffigna, de 89 años, quien está bajo arresto domiciliario respondió a la consulta de la periodista Luciana Bertoia, del diario Buenos Aires Herald, que tituló en su tapa: “Verbitsky no fue mi escritor fantasma. Estaba en desacuerdo con la Fuerza Aérea”. Estaba asombrado de que se lo vinculara conmigo, dijo que sus camaradas se burlan de esa afirmación, la descalifica como un disparate y la interpreta como un intento de perjudicarme. Esta refutación coincide con dos dictámenes caligráficos realizados por la perita pública Diana Alicia Trotta, según quien esos manuscritos no son de mi puño y letra (ver páginas siguientes).
 
El libro es una iniciativa del director de la casa editora Penguin Random House, Juan Ignacio Boido, quien sin producir un solo best seller nacional desde que lo contrataron, ha bajado sus estándares éticos. Como algunos autores de mejor nivel no se prestaron, recurrió al crítico de Gran Hermano Gabriel Isaías Levinas, GIL, un marchand de arte a quien la familia de León Ferrari acusa de no haber devuelto obras que le entregaron para ser exhibidas en Francia. Columnista de los infotainers Jorge Lanata y Alejandro Fantino, GIL acumuló un camión repleto de basura en mi contra desde una página comercial con un nombre equívoco que pretende confundirse con las Madres de Plaza de Mayo. Luciana Bertoia, de 29 años, graduada como periodista en TEA, licenciada en Ciencia Política con diploma de honor en la UBA, magister en Derechos Humanos y Democratización por la Universidad Nacional de San Martín y la Unión Europea, y doctoranda en Ciencias Sociales en la UBA hizo lo que omitieron GIL, el Grupo Clarín, Boido y los abogados de Penguin Random House: una mínima verificación del gravísimo cargo de colaborar con la Junta Militar, cuyos crímenes denuncié dentro y fuera del país desde 1976 y sin pausa hasta hoy. Bastaba con la consulta a Graffigna y con un peritaje caligráfico serio, contra un completo cuerpo de escritura mío, como hizo Diana Trotta, y no con pocas palabras escritas a la disparada en las dedicatorias de dos libros, que ni siquiera es seguro que hayan sido escritas por mí (...)".
 
 
"(...) Otra de mis compañeras de entonces era Lila Pastoriza. Ambos colaborábamos con Walsh en la difusión de las violaciones a los derechos humanos. (...)".
 
Los montoneros no se dedicaban sólo a la difusión de las consecuencias de la represión militar. 
 
Otro ejemplo:
 
"(...) Mi responsable directo era Gerardo Bocco, quien hoy es geógrafo de la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde allí me envió un video: “Fui compañero de militancia de Horacio, entre 1975 y 1978, cuando tuve que abandonar el país. Como responsable tuve que estar al tanto de su seguridad, como era práctica común en esa época. Durante las semanas que antecedieron y siguieron al golpe de marzo de 1976 establecimos controles diarios, tanto personales como telefónicos. De hecho, durante un tiempo, viví en su casa debido a cuestiones de seguridad. Cualquier otra versión, falta a la verdad y a la ética”. (...)".
 
¿Responsable directo en qué tarea?
 
 
"(...) En noviembre de 2010, cuando cumplí medio siglo como periodista, Lilia escribió una semblanza para el suplemento “Mondo cane” que publicó Página/12, titulada “El Perro y el Capitán”. Allí dijo que “El único perro que quiso Rodolfo Walsh, a quien sus íntimos amigos y compañeros llamaban El Capitán, fue el Perro. Le puso el ojo a mediados de la década del ’60, cuando Horacio tenía poco más de veinte años y ya sabía todo lo que hay que saber del oficio de periodista. ‘No sólo sabe; sabe cómo poner en acto lo que sabe’, dijo Rodolfo y no dudó en convocarlo para encarar, junto con Rogelio García Lupo, su compinche desde los años juveniles, el desafío de hacer el Semanario de la CGT de los Argentinos que lideraba Raimundo Ongaro. Así fue que lo conocí, una tarde de aquel lejano marzo del ’68, cuando Horacio entró a nuestro departamento con su perrito Miguel en brazos. No necesitó que el Capi alargara la justificación política del proyecto y a los pocos minutos ya estaba organizando la salida del semanario, mientras Rodolfo sonreía casi aliviado y yo le daba jugo de naranja a su bebé. Unidos por la tarea militante en el Semanario, en el Peronismo de Base, en Montoneros y en Noticias, compartieron los tumultuosos años ’70 en los que se fue entretejiendo una amistad muy especial cimentada en el rigor de los análisis críticos, en filosas discusiones pero sobre todo en la convicción de necesitarse mutuamente más allá de la diferencia de edades y temperamentos.  (...)".
 
 
"(...) El libro de GIL sostiene que Emilio Mignone no tenía aprecio por mí, que maniobré para apoderarme del CELS, que usé para eso “contactos y dinero” y que mi llegada incrementó los aportes de la Fundación Ford. Quien refuta esas falacias es la actual vicepresidente del CELS, Laura Conte, fundadora del organismo junto con su esposo, Augusto Conte, y con el matrimonio de Emilio Mignone y Chela Sosa, entre otros familiares de detenidos desaparecidos. “Emilio hablaba conmigo todas las semanas. Yo venía conociendo a Horacio a través de sus artículos, que empecé a leer porque Emilio los leía y muchas veces los comentábamos”. A la muerte de Mignone, “nos reunimos con el director ejecutivo Martín Abregú y le propusimos que integrara la Comisión Directiva. A nosotros nos parecía casi un regalo la posibilidad de hablar con él directamente y tentarlo. Que aceptara fue un motivo de mucho bienestar dentro del CELS, que sin Emilio ni Augusto pasaba un momento muy difícil”. (...)".

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