REPERCUSIÓN EN LOS MEDIOS

La represión tucumana y el 'derecho a sonreír'... que tampoco tiene 'Página/12'

Tras una jornada de tensión en la que oficialistas y opositores se culparon por la quema de unas 40 urnas y otros incidentes durante los comicios del domingo, en los que el candidato oficialista y ex ministro de Salud del Gobierno nacional, Juan Manzur, fue electo gobernador, los tucumanos salieron a las calles a golpes de cacerolas y a reclamar transparencia. La respuesta fue: represión por parte de la policía de Tucumán que, esta mañana fue tapa de los diarios, aunque no de todos...

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) El 'cacerolazo' de anoche y la represión de la policía en Tucumán ocupan hoy los principales diarios porteños.
 
Sin embargo, 'Página/12' optó por poner en tapa una foto del electo gobernador en las cuestionadas elecciones, Juan Manzur (FpV), que la cubre casi toda, bajo el título "Cuando la oposición gana tiran globos, cuando pierde denuncian fraude", y por debajo una minúscula foto con el título "Noche caliente en la capital tucumana". 
 
El exminstro de Salud "repudió los incidentes registrados" y hasta se mostró abierto a abrir todas las urnas a fin de garantizar "transparencia absoluta", sostiene.
 
En tanto, en sus páginas y desde San Miguel de Tucumán, Miguel Jorquera publicó: "Con la salida del sol, todo empezó a verse más claro en Tucumán tras el lento escrutinio provisorio que le dio el triunfo al candidato del Frente por la Victoria, Juan Manzur, como gobernador electo de la provincia, con 14 puntos –unos 100 mil votos– de diferencia sobre su principal adversario, el radical José Cano, que encabezó la alianza Acuerdo para el Bicentenario, un conglomerado que reunió a la UCR, PJ disidente, PRO, FR y Progresistas. “Si la oposición y la Junta Electoral quieren abrir todas las urnas, que las abran”, dijo el gobernador saliente, José Alperovich, en una rueda de prensa junto a Manzur en el Salón Blanco de la casa de gobierno, desde donde reclamó a la oposición que admita la derrota electoral de igual forma que el oficialismo reconoce la victoria opositora en San Miguel y otros tres poblados municipios tucumanos.
 
En tanto, Cano insistió en sus denuncias sobre un supuesto fraude, como lo hizo hasta la madrugada del lunes en la puerta de la sede de la Junta Electoral, aunque nunca se adjudicó el triunfo. Desde las redes sociales se fogoneó a un cacerolazo en la Plaza Independencia frente a la casa de gobierno que culminó anoche en una represión policial ".
 
'Tiempo Argentino', siempre coherente con su línea ultraK, tituló "Tucumán: ganó el FPV y hubo incidentes en marcha opositora", sin foto, con solo 3 líneas por debajo que no dicen nada sobre el cacerolazo, que al menos anticipa en el título.
 
En vez de "represión" indica que el "cacerolazo" terminó con un "violento desalojo". Adelanta que en el escrutinio definitivo se comenzará con las "mesas observadas". Presenta el nuevo mapa electoral 2015, donde los oficialismos fueron avalados en 13 provincias sobre un total de 15.
 
'Clarín' le dio el mayor énfasis a los incidentes. "Tucumán: dura represión a una protesta opositora", imprime el matutino porteño en su título central de la tapa. Registra que la policía reaccionó con gases, balas de goma y bastonazos frente al "repudio" de una "multitud" que reclamaba por el "presunto fraude en la elección del domingo". Si bien apunta que gana el FpV y que la ventaja es "amplia", señala que "la oposición" reclama abrir las urnas en el marco de un escrutinio que se suspendió. La foto que copa la portada es de las más duras.
 
Se lee, entre otras cosas, en sus página de hoy: "La Plaza Independencia de San Miguel de Tucumán fue escenario de violentos incidentes esta noche, cuando una multitudinaria protesta fue reprimida por la Policía. Los manifestantes se concentraban frente a la Casa de Gobierno para reclamar por las irregularidades que se desarrollaron durante los comicios provinciales.  Con distintos carteles que mostraban reclamos tanto al gobierno de José Alperovich como a la administración nacional y al candidato presidencial del FpV Daniel Scioli, la marcha se realizó sin la presencia de dirigentes del opositor Acuerdo del Bicentenario, que llevó a José Cano como candidato a la gobernación. (...).
 
(...) la numerosa Policía avanzó sobre los manifestantes lanzando bastonazos, gases lacrimógenos y disparos de balas de goma. También participaron del operativo efectivos montados a caballo. La orden era desocupar la plaza. Los manifestantes corrieron por las calles laterales, pero algunos enfrentaron a las fuerzas de seguridad y les tiraron piedras. Se pudo ver también a agentes de civil que detuvieron a decenas de personas.
 
Luego la Policía se replegó y parecía que volvía la calma. Pero sorpresivamente la gente volvió a ocupar la plaza. Allí cantaron el himno nacional y contra la policía y el gobierno.
 
Entre los reclamos que se realizaban, figuraba la necesidad de "abrir las urnas" para volver a contar los votos y condenar la quema de otras 42 urnas, que podría motivar la convocatoria a una elección complementaria. Un ciudadano portaba una remera con la leyenda "Alperovich delincuente", mientras que otra consigna exigía: "Scioli, reconocé el fraude"."
 
'La Nación' coincide con el mismo tema como eje principal: "Ardió Tucumán: tras las elecciones, violenta represión a manifestantes". La "multitudinaria protesta", subraya, fue "fuertemente reprimida" en medio de las denuncias de fraude. Realza que "la oposición" no reconoció la derrota del radical José Cano:
 
"Unas 10.000 personas se habían reunido en la plaza Independencia, frente a la Casa de Gobierno provincial, para objetar el triunfo del candidato a gobernador por el oficialismo, Juan Manzur, frente al radical José Cano. La protesta comenzó cerca de las 21 y se desarrolló en paz hasta pasadas las 22.30, cuando la policía intentó disiparla con gases lacrimógenos, gas pimienta y balas de goma. Allí se produjeron corridas, choques y pedradas, y policías de a caballo y de a pie arremetían contra los manifestantes, algunos de los cuales fueron agarrados de los pelos e introducidos en la Casa de Gobierno, fuertemente vallada.
 
Minutos antes de las 23, un altercado entre militantes radicales y presuntos policías de civil derivó en una batalla campal, con un número incierto de heridos. Ante los disparos, que se hicieron atronadores y constantes, muchos manifestantes corrieron a refugiarse en la Catedral y en hoteles cercanos, mientras motocicletas recorrían las calles laterales de la plaza de modo amenazante. Un auto policial terminó con los vidrios rotos y se vieron muchos tachos de basura en llamas.
 
El repliegue de la gente después de la violencia duró poco. Cerca de la medianoche, muchos volvieron. Había familias enteras. Aunque menos numerosa, la multitud parecía esta madrugada dispuesta a quedarse allí, a pesar del fuerte olor de los gases lacrimógenos. Alrededor quedaban los restos de la batalla: bancos rotos, adoquines por todas partes, vallados desparramados por el piso. Tronaban el Himno Nacional y consignas que se repetían: "Que abran las urnas", "que se vayan todos", "el pueblo no se va"  (...).
 
La oposición se resistió a reconocer la victoria de Manzur, delfín de Alperovich y respaldado por el candidato presidencial del oficialismo, Daniel Scioli. "[Lo que pasó] es realmente inaceptable, no lo podemos naturalizar ni creer que esto es parte de nuestra democracia", dijo Macri.
 
"Hubo un clima de violencia, gente golpeada, urnas quemadas, gendarmes atacados, problemas con los telegramas, cortes de luz en el correo", agregó el líder de Pro. Coincidió con Massa, que fue duro con el virtual sucesor del gobernador José Alperovich. "No se puede decir que [Juan] Manzur es el nuevo gobernador. Hay que tener todas las actas, comparar los telegramas con los certificados de los fiscales, y hay que ir a la apertura de urnas, que es donde está (expresado) el derecho de la gente", dijo Massa.
 
El oficialismo tucumano, en la voz del propio Manzur, y el gobierno nacional se unieron para rechazar las acusaciones. "Fue una gran jornada, con mucha participación. Las denuncias quedaron reducidas a cuarenta mesas", minimizó Manzur (...)".
 
Acompaña también otro breve artículo que recuerda los cacerolazos de 2001, origen de los mismos, junto a la frase "¡Que se vayan todos!", que en este caso fue parte del título de la nota de Fabián López, desde San Miguel de Tucumán:
   
"Frente a la Casa de Gobierno, volvió anoche a escucharse con fuerza el grito de guerra "¡Que se vayan todos!", contenido desde aquellos días tormentosos de 2001.
 
Desde que José Alperovich es el gobernador, hace 12 años, en Tucumán nunca se concentró tanta gente para protestar como anoche. Alperovich debió soportar otras manifestaciones, pero nunca de tal magnitud. En 2013, la convocatoria había sido por las revueltas policiales. Al año siguiente, el reclamo que impulsó a la gente fue el esclarecimiento de la muerte de Paulina Lebbos, en cuyo episodio estuvo salpicado uno de los hijos del mandatario provincial. Y desde hace varias semanas el gobierno local soporta cortes de calles y rutas, y un acampe de trabajadores agropecuarios frente a la Casa de Gobierno en pedido de mejoras para el sector. Pero nada tan grave y multitduinario como lo de anoche.
 
La convocatoria a la marcha de ayer se hizo a través de las redes sociales y no hubo consignas políticas partidarias, salvo algunas banderas de la Unión Cívica Radical, la fuerza que llevó a José Cano como candidato a gobernador.
 
Entre las demandas más repetidas, sobresalían los gritos de "que se vayan todos" y los pedidos para que se abran las urnas y se cuenten de nuevo los votos. Las pancartas expresaban la impotencia de la democracia: "Fraude electoral". Otras leyendas apuntaban directamente contra Alperovich y el "avasallamiento de las libertades".
 
Se percibía un hartazgo generalizado de la gente con la clase política. (...)".
 
Fue el popular 'Muy', el diario que desde su tapa se tornó el más contundente: "Palos en Tucumán". Maximiza que la policía provincial "reprimió" una "masiva protesta" luego de la "bochornosa elección" del domingo. Además, consigna que Mauricio Macri y Sergio Massa no reconocen la derrota de Cano.
 
En tanto, mientras 'Clarín' y 'La Nación' hablan de "supuesto fraude" o de "denuncias de fraude", 'El Cronista' consigna en un título superior de su primera plana: "Masiva marcha contra el fraude en Tucumán con represión policial". Expresa que los tucumanos protestaron anoche tras la "quema de urnas, la denuncia de entrega de bolsones por votos y el freno del recuento provisorio". No deja de lado el accionar de la policía provincial.
 
En un pequeño recuadro de tapa de 'Ámbito Financiero', los editores titulan: "Ganó Manzur y se vuelve a votar por quema de urnas". Después indica cómo "la oposición" habla de "fraude" pero sin "judicializar" y los "graves incidentes" que tuvieron epicentro en Tucumán Capital.
 
El diario tucumano 'La Gaceta' fue muy descriptivo y duro al analizar lo que ocurrió en sus tierras: "Miles de tucumanos denunciaban fraude electoral y pedían nuevas elecciones, cuando una granada de gas lacrimógeno lanzada por la Policía desató el caos. El mundo habló de los incidentes.  Corridas por doquier. Heridos. Caballos que al galope se llevan puesto lo que encuentran a su paso. Familias intoxicadas por el humo de los gases lacrimógenos. Llantos. Gritos. Insultos. Golpes y más golpes. Detenidos. Una plaza Independencia arrasada por los incidentes. Así lucía anoche el principal paseo provincial, azotado por una feroz represión policial".
 
Fernando Stanich, en su nota " Nadie tiene derecho a sonreír", que vale la pena leer, invita a una fuerte reflexión de ambos bandos:  
 
 
"Resulta imposible no comparar el resultado -aún provisorio- del domingo con el veredicto de las urnas de hace dos semanas. Lo primero que salta a la vista es que una y otra elección fueron totalmente diferentes, pero tuvieron el mismo desenlace: el alperovichismo sonriente. La oposición, en uno y en otro domingo, probó con dos estrategias disímiles, pero obtuvo, con otros matices y variables, idéntico resultado: la derrota. Entonces, vale preguntarse si la victoria de la Casa de Gobierno en las PASO y en las provinciales -aún en discusión- obedece más a méritos oficialistas que a errores de sus contrincantes. O viceversa. 
 
Nadie puede discutir que el radical José Cano y el peronista Domingo Amaya hicieron todo lo que tenían a su alcance para erradicar todo vestigio de José Alperovich del Palacio Gubernamental. Pero no lo lograron, aparentemente. Y si el conteo definitivo confirma el provisorio, se habrán convertido en los dos grandes perdedores del año electoral. Hasta principios de año, Cano y Amaya no tenían más diálogo que algunas charlas ocasionales compartidas a través de una organización de capacitación política. En común sólo tenían la aspiración de gobernar la provincia; sin embargo se presumieron, se comprometieron como en aquellos matrimonios pactados por las familias y avanzaron de la mano. Los dos principales referentes opositores tucumanos hicieron todo, pero absolutamente todo, lo que sus colaboradores les pedían. No obstante, ellos acabaron por ser los únicos infelices tras el bochornoso último test electoral. Hoy, aparentemente, se quedaron con las manos vacías. 
 
Quizá por eso Amaya haya estado ayer en su despacho de la Municipalidad menos verborrágico que de costumbre. Quizá por eso Cano haya optado ayer por un abrupto silencio, pese a la eléctrica postura política que lo caracteriza. Ayer, un día después de la provisoria derrota electoral, se mostraron juntos. Una de las últimas imágenes públicas de ambos los muestra solos, junto a Germán Alfaro, en los fríos pasillos del Correo Argentino durante la madrugada del lunes. ¿Funcionó la alianza formada? ¿Ganó el radicalismo? ¿Perdió el canismo? ¿Triunfó el alfarismo? ¿Se estrelló el amayismo? Un sondeo ligero muestra que la UCR, a costa de Cano, se revitalizó. Será gobierno en Concepción y en Yerba Buena y duplicó el número de bancas legislativas: de cuatro, pasará a nueve (tres por el Oeste, cinco por Capital y uno por el Este) si es que Silvia Elías de Pérez no renuncia para continuar en el Senado de la Nación. Pero perdió Simoca y una chance inigualable de reimprimir ese sello partidario en la Municipalidad de la Capital. De igual manera, un repaso somero constata que, a costa de Amaya, un sector del peronismo refractario al alperovichismo recuperó ímpetu: son al menos cuatro los escaños de dirigentes justicialistas, contra los dos actuales. Amaya podría haber sido postulante en las PASO del 9 de agosto a diputado o senador, o hasta completar la fórmula del alperovichismo. No hizo nada de eso por no librar a su suerte a los dirigentes que lo rodean, muchos de ellos enemistados con el alperovichismo más duro. 
 
Si el escrutinio definitivo no modifica el estado de situación, Cano y Amaya enfrentan el desafío de evitar que la conducción que ostentan en sus respectivos espacios cambie de manos. El intendente puede apostar a convertirse en la figura del peronismo opositor a Manzur, pero esa posición crítica puede acarrearle problemas a su sucesor, o al menos incomodar a Alfaro en la relación institucional y financiera que este deberá sostener con la Casa de Gobierno. El diputado enfrenta desde hace semanas cuestionamientos internos en el partido por su conducción unipersonal y, se sabe, los radicales no tienen pruritos en desconocer a sus líderes ante cualquier eventualidad. La contracara de Cano y de Amaya acabaron siendo sus principales aliados: Elías de Pérez y Alfaro, los grandes ganadores del último domingo. La radical puede retener la banca en el Senado en octubre y lideró, por lejos, el acople más votado de la Capital. En tanto el peronista, que no tenía cabida en el alperovichismo, fue volteando rivales y forjando la alianza con el radicalismo para meterse en el electorado de clase media e independiente, lo que le permitió heredar la Intendencia. 
 
El bochorno
 
Esta vez Manzur sonríe a medias. Probablemente se convertirá en el sucesor de Alperovich, pero su eventual triunfo será recordado por las urnas incineradas, por el escandaloso clientelismo que desplegó el oficialismo para captar votantes y por los miles de tucumanos que salieron a las calles a repudiar esos métodos y fueron apaleados en la plaza Independencia. 
 
Los rostros de preocupación en la noche del domingo fueron la confirmación de que, la elección del 9, no tuvo nada que ver con la del 23. Principalmente en el distrito electoral de San Miguel de Tucumán. En la Capital, Alperovich triunfó hace dos semanas, pero Manzur perdió por casi 20 puntos hace dos días, según el escrutinio provisorio inconcluso. En su entorno admiten que el vicegobernador quedó dolido con los referentes territoriales de esa sección. Siente el ex ministro de Salud de la Nación que los acoples más importantes de la capital priorizaron su futuro legislativo antes que la fórmula gubernamental y la postulación de su hijo pródigo, Pablo Yedlin. Hay un detalle que pasó casi inadvertido en la muchedumbre del domingo en el primer piso de la Casa de Gobierno: casi no hubo referentes alperovichistas de la Capital, y los que aparecieron se fueron rápidamente. 
 
La victoria de Manzur, de confirmarse, debería ser la última obtenida mediante un sistema electoral viciado, que fomenta la cartelización de la política y que asusta a los ciudadanos independientes. El domingo no hubo un acto cívico transparente ni mucho menos honesto y democrático. Hubo, en su lugar, una kermés repleta de puestitos de dirigentes desocupados, usados por poderosos que se timbearon su futuro. Esta vez le tocó sonreir a Manzur. Pero a medias, y ¿por cuánto tiempo?"
 

Dejá tu comentario