MADRID (NCyT). Pieles impecables, cuerpos tonificados, cabellos sedosos, y ninguna arruga. El ideal de belleza que nos hacen llegar los medios de comunicación, y lo que muchas personas interiorizan como normal, es cualquier cosa menos normal, es falso, es una realidad distorsionada. Las celebridades aparecen más y más jóvenes en las portadas de revistas cuando en realidad, y como no podía ser de otra manera, están envejeciendo. Un fenómeno que hace que nos preguntemos: ¿Está alterando la edición fotográfica nuestro ideal de belleza?
El fotógrafo inglés Henry Peach Robinson define a la perfección cuál debe ser el objetivo de la fotografía: «No puedo afirmar que una fotografía tenga que ser un hecho real, literal y absoluto... pero debe representar la verdad». Y es que no es lo mismo retocar el brillo, la saturación, el contraste o el encuadre de una fotografía que distorsionar la imagen real de un/una modelo. La edición de imagen y los retoques excesivos son un juego muy peligroso.
Pese a que muchos de nosotros somos conscientes de los trucos y los retoques que se aplican a las fotografías, no son menos las personas que se convierten en víctimas de deseos de belleza inalcanzables, llegando a pensar que la realidad es lo que se nos muestra en los medios de comunicación. No es ético tratar de vender un tratamiento de medicina estética con una imagen de una señora de 60 años a la que se le ha "generado", con la ayuda de Photoshop, un rostro de treintañera, o presentar colecciones de ropa con modelos cuyos cuerpos han sido totalmente moldeados por ordenador. Hay una delgada línea que separa el uso del abuso en lo referente a los retoques fotográficos.
Pero pese a la creencia popular, el retoque fotográfico no es un fenómeno nuevo, ha formado parte de la fotografía desde el principio. Antes de la irrupción de las nuevas tecnologías, los retoques fotográficos se realizaban a mano, usando pinturas, tintas, técnicas de collage y aerografías. Por poner un ejemplo: George Hurrell, maestro de la fotografía de Hollywood, utilizaba colorantes directamente sobre la propia película, haciendo las imperfecciones menos visibles.
El Nacimiento de Venus, el célebre cuadro de Sandro Botticelli (1445-1510), en su versión original ilustra este artículo. Las proporciones corporales de la mujer en el centro de la imagen corresponden a lo que se podría esperar de la bella diosa Venus, al menos para la sociedad europea de aquella época.
¿La percepción de la belleza en la sociedad actual ha cambiado mucho desde tiempos de Botticelli?
El fotógrafo inglés Henry Peach Robinson define a la perfección cuál debe ser el objetivo de la fotografía: «No puedo afirmar que una fotografía tenga que ser un hecho real, literal y absoluto... pero debe representar la verdad». Y es que no es lo mismo retocar el brillo, la saturación, el contraste o el encuadre de una fotografía que distorsionar la imagen real de un/una modelo. La edición de imagen y los retoques excesivos son un juego muy peligroso.
Pese a que muchos de nosotros somos conscientes de los trucos y los retoques que se aplican a las fotografías, no son menos las personas que se convierten en víctimas de deseos de belleza inalcanzables, llegando a pensar que la realidad es lo que se nos muestra en los medios de comunicación. No es ético tratar de vender un tratamiento de medicina estética con una imagen de una señora de 60 años a la que se le ha "generado", con la ayuda de Photoshop, un rostro de treintañera, o presentar colecciones de ropa con modelos cuyos cuerpos han sido totalmente moldeados por ordenador. Hay una delgada línea que separa el uso del abuso en lo referente a los retoques fotográficos.
Pero pese a la creencia popular, el retoque fotográfico no es un fenómeno nuevo, ha formado parte de la fotografía desde el principio. Antes de la irrupción de las nuevas tecnologías, los retoques fotográficos se realizaban a mano, usando pinturas, tintas, técnicas de collage y aerografías. Por poner un ejemplo: George Hurrell, maestro de la fotografía de Hollywood, utilizaba colorantes directamente sobre la propia película, haciendo las imperfecciones menos visibles.
El Nacimiento de Venus, el célebre cuadro de Sandro Botticelli (1445-1510), en su versión original ilustra este artículo. Las proporciones corporales de la mujer en el centro de la imagen corresponden a lo que se podría esperar de la bella diosa Venus, al menos para la sociedad europea de aquella época.
¿La percepción de la belleza en la sociedad actual ha cambiado mucho desde tiempos de Botticelli?