MACRI VS. CRISTINA

Fue un buen golpe pero... prohibido cantar victoria

La semana feliz de Mauricio Macri, luego del ajuste de tarifas, la reconoció hasta Horacio Verbitsky en el diario Página/12: "El negacionismo es un pecado político mortal. Luego de las elecciones del 14 de octubre de 2001, en las que se le escapó el control de las dos cámaras del Congreso, Fernando de la Rúa dijo que como no había sido candidato no se contaba entre los perdedores. Apenas 58 días después de esa elección ninguneada, el jefe del bloque mayoritario en el Senado, Ramón Puerta, se hizo cargo del Poder Ejecutivo. Así se abrió un periodo de inestabilidad en la que cuatro distintos legisladores rotaron en mandatos interinos. Maurizio Macrì tomó muy en cuenta aquella experiencia y operó con decisión para que no se repitiera. En algún momento se sabrá si mediaron las mismas efectividades conducentes que en 2000 permitieron sancionar la ley de precarización laboral y precipitaron la renuncia del vicepresidente Carlos Alvarez. Por ahora predominan las alabanzas a la muñeca política del ministro de Obras Públicas e Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, quienes no provienen del núcleo duro del PRO. Ellos fueron los artífices del desgajamiento del bloque de diputados del Frente para la Victoria. (...)". En su editorial dominical de Sin Saco y Sin Corbata, Claudio Chiaruttini abordó la posible repolitización del gobierno de Macri.

 

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI

Fue necesario que llegaran encuestas mostrando una merma en la imagen positiva del Presidente de la Nación, un aumento en el temor de los empresarios sobre el futuro político y económico del Gobierno, y un creciente malestar de la opinión pública por ciertos temas (como el aumento de tarifas que, por esas horas, aún era inminente), para que Mauricio Macri pusiera a todos los funcionarios a hacer política, es decir, dejar de hablar el idioma propio para comenzar a hablar el idioma del otro y negociar.

Es cierto que muchos de los logros de la semana se vienen tejiendo desde hace un mes, pero fue necesario que el Frente para la Victoria se partiera y que Mauricio Macri acordara un “paraguas” sobre las paritarias para que las fichas del tablero político comenzaran a moverse y así beneficiar al Gobierno. Sin embargo, en muchos casos, no fueron funcionarios oficiales los que hicieron las movidas claves. Al contrario.

Miguel Ángel Pichetto fue esencial para aislar al kirchnerismo en el Senado, lo que tuvo como consecuencia que se pudo negociar que la conducción de la Comisión de Seguimiento de los Decretos de Necesidad y Urgencia será para Cambiemos este año y para La Cámpora en 2017; cuestión que habilitó llamar a sesiones extraordinarias destinadas a analizar temas pocos conflictivos:

> los nombramientos de los nuevos embajadores (todos del PRO o aliados),

> 2 sillas en la Corte Suprema de Justicia (uno filoradical y otro filoperonista), y

> los ascensos militares, con la “desmilanización” del Ejercito, lo que baja la peligrosidad de S2, la rama de inteligencia que hizo tan poderoso a César Milani durante el kirchnerismo.

El ministro del Interior, Vivienda y Obra Pública, Rogelio Frigerio, también fue esencial para negociar con los gobernadores. El viernes 05/02, concretó el apoyo de los legisladores peronistas de Santiago del Estero que, si bien no prometieron votar a favor las propuestas que presente la Casa Rosada, facilitarán el necesario quórum.

Tal como sucede desde hace décadas, la Casa Rosada tiene a favor la debilidad estructural de las provincias del norte argentino, agravada por el despilfarro de sus gobernantes o el saqueo de sus cajas. Algunos, tienen “estresadas” las cuentas luego de largos años de gestión propia, como es el caso de Juan Manuel Urtubey en Salta, el zamorismo en Santiago del Estero o el alperovichismo en Tucumán. Otros encontraron las arcas vacías, como Gerardo Morales en Jujuy. Como sea, su debilidad es la fortaleza de Mauricio Macri para sumar votos en el Congreso.

Y aquí comienza otra discusión. ¿Tiene los votos asegurados Cambiemos para aprobar los proyectos de Ley y DNU que deberá enviar al Congreso? Desde hace 1 mes, en el Senado se sabe que el kirchnerismo ha sido aislado y reducido a una docena de bancas, no más. El resto del peronismo, como siempre, negocia. Podrán levantar la mano a favor, abstenerse o irse de sus bancas a la hora de votar, pero no serán un problema para el PRO si la Casa Rosada cumple con el envío de dinero y la licitación de obras que se han negociado durante las últimas semanas.

Las dudas son en Diputados. Por eso, que los legisladores del zamorismo concedan el quórum permite a Cambiemos saber que habrá sesión, pero no les otorga certeza de que ganan las votaciones. El titular de la Cámara Baja, Emilio Monzó, dice que “están cerca”, pero hace 1 mes él decía que le faltaban sólo 2 votos para tener quórum propio. Por su parte, avezados radicales que acompañan a Mario Negri dicen que, todavía, falta convencer a varios.

Por ahora, la Casa Rosada tiene a todos los legisladores del PRO, el massismo, los ex massistas hoy cercanos a los hermanos Rodríguez Saá, los pocos lilitos que quedan, y tiene una “media palabra” de Margarita Stolbizer y de los socialistas de Santa Fe que no pondrán “palos en las ruedas”. También un grupo de unos 20 legisladores peronistas, por ahora, que tampoco intentarán hacer oposición por la oposición misma.

Pese a la interna pesada que se huele entre el peronismo y el kirchnerismo, la ruptura en la Cámara de Diputados del Frente para la Victoria fue menor: 15 legisladores. Algunos arriesgaban unos 30. De todos modos, quedaron sorprendidos que Diego Bossio, uno de los “mimados” de Cristina Fernández hiciera punta. ¿Acaso los más jóvenes del peronismo pueden romper con mayor facilitad que los más “mayorcitos”?

Cuando el peronismo perdió las elecciones de 1983, la “rama política” le pasó la factura a la “rama sindical” y tomó el control del Partido Justicialista. Los más golpeados, los gremialistas, fueron los más duros contra el entonces Presidente de la Nación (Saúl Ubaldini), confrontación que toleró Antonio Cafiero cuando consolidó su control del PJ. Sin embargo, en forma simultánea apareció  Carlos Saúl Menem (¿no lo visitó a Raúl Alfonsín aún antes de asumir, cuando el radical se había recluído en aquella casa quinta del amigo de Sergio Renán?) y se mostró como un “peronista dialoguista”. Ya sabemos cómo terminó la historia: Antonio Cafiero fue derrotado en las internas más limpias que jamás hizo el peronismo y el riojano fue Presidente de la Nación.

La Cámpora hoy juega al cafierismo explícito, mientras que Diego Bossio, Miguel Ángel Pichetto, Juan Manuel Urtubey, Juan Carlos Schiaretti, Martín Insaurralde y muchos otros, prefieren no confrontar con el Gobierno, sino negociar, obtener fondos y fortalecer su poder territorial y, desde allí, dar la pelea en la interna peronista. Imitan a aquel menemismo de 1983 a 1987.

Así, la nueva forma de dialogar del Gobierno se une con la rama negociadora del peronismo y, juntos, trazan los límites para aislar al kirchnerismo. Actúan en conjunto, usándose mutuamente, cada uno para alcanzar sus objetivos. No es nada malo. A eso, llamamos política y, en hora buena, el macrismo ha comenzado a practicarla.

Pero hay algo más que juega a favor del Gobierno en su esfuerzo por seducir a peronistas y aislar a kirchneristas: La Justicia ha comenzado a imputar a los funcionarios del Gobierno de Cristina Fernández en algunos de las cientos de causa por corrupción que se vienen tramitando desde hace años. Esta semana, le tocó a Amado Boudou, Alejandro Vanoli y Guillermo Moreno. Pero la lista es larga y seguirá creciendo.

Con la suma de indagatorias, imputaciones y juicios, más las causas que se comenzarán a conocer desde darzo, la Casa Rosada apuesta al desprestigio del kirchnerismo, lo que actuará como reactivo, como si fuera “kriptonita política”, hacia el peronismo porque nadie quiere quedar como aliado de un corrupto cuando se quieren ganar votos para las elecciones de 2017, en unos 18 meses.

Cuando el PAMI denunció que se vendieron medicamentos a 7.500 jubilados que ya se habían muerto y que la estafa a la obra social ronda los $1.500 millones, acumulando una deuda por $5.000 millones que frenó la atención a los beneficiarios del servicio médico imprescindible para jubilados y pensionados, nadie en el kirchnerismo salió a desmentir la cifra o a defender a quienes tuvieron la responsabilidad de conducir la entidad desde 2013. Eso es kriptonita política.

Pero el macrismo no puede “cantar victoria” con liviandad. Todavía no se ha votado ningún tema de importancia en el Congreso. Las promesas de colaboración, apoyo o tolerancia no implican que se sumen los sufragios para ganar. Por eso la Casa Rosada quiere ir con un tema duro, arriesgado, que divida las aguas para probar fidelidades y acuerdos: Dar de baja la Ley Cerrojo y habilitar el acuerdo con los holdouts.

Fue un cierre de semana de lujo para el Gobierno. Mauricio Macri con Sergio Massa, los peronistas Juan Manuel Urtubey y Juan Manzur, y los radicales Gerardo Morales y Mario Negri lanzando las primeras promesas de obras para el “Plan Belgrano” y un paliativo para la industria azucarera y, al mismo tiempo, presentando una propuesta desafiante a los holdouts y obteniendo el apoyo del negociador, Daniel Pollack, y de 2 fondos acreedores con fallo a favor.

Todavía no se conoce bien la letra chica del acuerdo, pero tiene un dato clave: Se paga con nueva deuda, es decir, se pasa de tener deuda en default a tener bonos soberanos “limpios” y de circulación libre. Tal como sucede en las cuentas públicas, con el macrismo se vuelve a registrar la deuda externa, sumando los papeles en default y los intereses ordenados por Thomas Griesa; a la larga, la Argentina terminará el canje, si tiene buena aceptación, con menos deuda que cuando comenzó el gobierno de Macri.

Pero a nivel interno,

> llegan las paritarias y hay que contener la inflación,

> es imprescindible bajar la tasa de interés y reducir el déficit cuasifiscal del Banco Central.

> Hay que conseguir financiación nueva y que lleguen inversiones directas.

> Se precisa recuperar infraestructura y modernizar mucha de la tecnología de procesos.

> Es necesaria una reforma tributaria integral, no sólo la baja de Ganancias para la 4ta. categoría.

> Todavía hay que revisar la estructura tarifaria del gas y del transporte público.

> Se prometió ajustar la Ley de Coparticipación Federal de Impuestos.

> Si no habrá aumento en la tarifa del agua hay que definir una política a mediano plazo y quién pagará las obras necesarias.

> Faltan muchas definiciones en políticas agropecuarias. Lo que se hizo para el sector lácteo no alcanza.

Etc. etc. etc.

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