UN ESCENARIO DIFÍCIL

Decadencia y resurrección (posible) de la lechería

La emergencia en el sector de tamberos del oeste de Santa Fe, este de Córdoba y sur de Santiago del Estero llevó a los productores a un pedido: “Un salvataje financiero. Si realmente quieren salvar a la mitad de los productores en el 2do. semestre, al menos 4 meses de facturación con un período de gracia de 2 años par solventar pérdidas, que el sector comercial se siente a la mesa de discusión y realizar un estudio de competitividad de la cadena láctea”, dijo Daniel Oggero, secretario de la Asociación de Productores Lácteos de la Argentina (Apla). La tendencia de los precios siguen siendo declinantes para el productor (aunque el consumidor paga cada vez más, misterio que deberían explicar La Serenísima, Sancor, y los supermercados). En tanto, escribió el ingeniero Daniel E. Sarmiento, analista de Políticas Públicas del Sector Agropecuario.

por DANIEL E. SARMIENTO

(Especial para Urgente24). La industria lechera y su producción primaria es, dentro de las agropecuarias, la más compleja  por la imposibilidad de adaptarse rápidamente a los permanentes cambios del contexto, en virtud de su largo ciclo productivo.

Por esta razón, en los esquemas productivos de los proveedores globales, están protegidos o bien por ingentes recursos Públicos y regulatorios (Cánada, USA y UE) o bien por esquemas, interacciones y marcos legales interinstitucionales públicos-privados, que son al mismo tiempo,  cooperativos y sumamente competitivos, organizados de  forma tal de asegurar el beneficio de todos y cada uno de los actores de la cadena en el corto, mediano y largo plazo (Nueva Zelanda y Australia).

El patrón común a estos diferentes esquemas es que tiene muy en claro a qué tipo de lechería aspiran, es decir si a una mercado internista (CANADA, USA y UE)  en virtud de la potencia del mercado interno o bien a la inversa, más orientada al comercio internacional (por la menor relevancia del mercado interno) en el caso de Nueva Zelanda y Australia y la importancia económica y social del sector.

En contraposición a estos esquemas básicos, la Argentina sostiene, tal como en otros tantos casos, la “3ra. posición”: ni chicha ni limonada. Ni organización, ni recursos. Ni planes, ni mercado interno relevante. Fue evidente durante las anteriores crisis del sector durante las décadas del '80, '90 y los 2000 hasta el presente. Las causas de los problemas actuales son muy similares, con alguna variación o profundización en intensidad a lo ocurrido en dichos períodos y los damnificados son siempre los productores, el sector más relevante de toda la cadena y el que ha absorbido las ineficiencias del sistema (industria, comercialización y el propio Estado).

La “ciclidad” de la producción láctea y de sus precios y el tremendo costo económico y social que implica, demanda un paquete básico de herramientas de políticas públicas que previenen o atenúan los efectos perjudiciales de la parte negativa del ciclo (caída de precios asociada a exceso de producción).

Por eso existen en los países productores mencionados, programas que garantizan un precio sostén, reducen los riesgos en los ingresos en base a la posibilidad de operar en mercados de futuro, o cuotas de producción, regulaciones de la producción, además de programas crediticios vinculados ala reconversión, retiro, mejoramientos, aumento de productividad, de escala, etc. 

Sin embargo, es fundamental tener e claro que, a pesar de los diversos apoyos que han tenido el sector lechero en los países mencionados, han sufrido fuertes reestructuraciones tanto a nivel primario como industrial.

Un dato básico, de acuerdo a un estudio de Informa Economics para los principales productores lácteos, entre el 1992 y el 2009, del 100% de tambos existentes en 1992 solo subsistieron el 40% en el final del periodo mencionado, con la excepción de Nueva Zelanda donde la reducción fue mucho menor). Este dato sirve como referencia para tener una idea de la magnitud y naturaleza de los cambios en la etapa primaria, que se dieron en la lechería global (y que se seguirán dando) y de las consecuencias que, aún en países con un mayor nivel de  organización y protección del sector, han padecido sus productores.

No sería extraño considerar que en la Argentina las consecuencias en el sector, a lo largo de los últimos 30 años, hayan sido peores en virtud de la ausencia de políticas agropecuarias específicas o de un Plan Estratégico real por parte del sector Privado.

Criticar las medidas recientes de apoyo al sector para apagar “el gran incendio” no sería justo. Lo que si resulta criticable, es que frente la gravedad de la crisis, no exista una discusión más profunda acerca de qué sector lechero queremos:

> si nos conformamos con el mercado interno,
> si vamos a ser líderes en el Mercosur,
> si aspiramos a ser jugadores globales permanentes y no circunstanciales según tengamos o no excedentes exportables,
> si vamos a seguir algún patrón de especialización o seguiremos produciendo commodities.

El contexto internacional se avizora con precios a la baja en por lo menos un 5%-10%  respecto de los actuales, para el 2016/2017: ¿Es considerada esta perspectiva en el otorgamiento de los subsidios en cuanto a monto y duración?

En virtud de la gravedad de la crisis del sector, la escasez de recursos públicos, así como las responsabilidades compartidas entre el Estado, el sector privado industrial y el primario resulta indispensable repasar la historia, para no volver a cometer los mismos errores; es decir, no hacer lo que hay que hacer y hacer lo que no hay hacer.

Pero, fundamentalmente, es clave establecer “objetivos superiores” que excedan las apetencias de las partes e incluyan las de la sociedad en su conjunto, en virtud de que una reconversión inteligente va a requerir indefectiblemente de la asistencia del erario público (léase la sociedad en su conjunto). E definitiva, ella es la que paga, tarde o temprano, los platos rotos

> o por el costado social (desempleo, crisis, conflictos sociales, migraciones, pérdidas económicas),

> o por el de la salud en términos de calidad de los productos que consumen (sería bueno hacer un relevamiento del cumplimiento de los estándares de calidad de los productos lácteos que consumimos),

> o bien por la inseguridad alimentaria de la población.

Por último, la gravedad de la crisis y la necesidad del  establecimiento de una estrategia de abordaje de la problemática sectorial requerirá un mayor nivel de imaginación, de audacia y mayor preparación de los gestores Públicos, no solo para la discusión profunda de los temas sino también para la elaboración de las políticas que conduzcan a un “renacer” de la lechería Argentina. 

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