“NO SE UNIRÁN”

Terremoto político: Luego del Brexit temen el Grexit, el Frexit y el Italexit

La decisión del Reino Unido de dejar de pertenecer a la Unión Europea provocó un cataclismo bursátil en Europa de dimensiones desconocidas hasta ahora: en una sola jornada se volatilizaron algo más de 325.000 millones de euros. Un agujero que no fueron capaces de provocar, al menos en una sola jornadas, acontecimientos como los atentados del 11-S o la quiebra del gigante financiero estadounidense Lehman Brothers. El pánico se apoderó de las grandes bolsas europeas antes de que se abrieran las puertas de los mercados los inversores conocían con detalle el resultado del referéndum en el que triunfó el célebre Brexit. Los índices se tiñeron de rojo y registraron descensos, en algunos casos nunca vistos hasta el momento. Francfort, llamada a ser sede de la nueva City europea, tampoco pudo evitar el aluvión de ventas, aunque sus descensos fueron algo más moderados: el índice DAX Xetra se dejó un 6,8%, castigado por Deutsche Bank y Commerzbank, con caídas del -14% y el -12%, respectivamente. Volkswagen cayó por encima del -10%. Hay optimistas empedernidos que insisten en que el Brexit constituye una oportunidad para revertir la expansiva centralización administrativa que ha venido caracterizando a la Unión Europea: chau a megalómanos Estados europeos y apostar, de verdad, por una sociedad y una economía europeas. Ellos recuerdan que la resistencia de Reino Unido a una Unión Europea dotada de plenos poderes políticos y económicos no es ninguna novedad: los británicos siempre se han preguntado si valía la pena la cesión de su soberanía en favor de un ente supranacional, cuya dimensión política ha sido en muchas ocasiones contrapuesta a la suya. Ya en la década de los ‘80, Margaret Thatcher declaró ante la Cámara de los Comunes: "Debo dejar bien claro que no creo en absoluto en una Europa Federal." Y eso fue antes del Tratado de Maastricht. Sin embargo, los peligros por delante son enormes.

“(...) Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.

Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:

Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.

Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.

Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.

La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;

sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. (...)”.
Daniel 2:27-33,
La Biblia.

 

“(...) Otros, en cambio, interpretan a los pies de barro como la Unión Europea que, entre los círculos escatológicos, se le llama "La Roma revivida" o "La nueva Roma" (...)”.
Wikipedia

“(...) Roma hoy es parte de la Unión Europea que actualmente sufre grandes perturbaciones, las cuales pueden hacer peligrar su existencia en su forma actual. Desde el establecimiento de la Unión Europea, 17 naciones han adoptado una moneda común pero no una política fiscal unificada. (...) ¿Serán demasiado fuertes las tensiones que pesan sobre la Unión Europea y la moneda europea, instituciones relativamente nuevas? Algunos comentaristas "euroescépticos" sugieren que la Unión Europea se va a desmembrar pronto, acabando al mismo tiempo con el euro como moneda común. Cabe preguntar, sin embargo, si los europeos luego de llegar tan lejos y con tantos sacrificios, abandonarían su sueño de una Europa federal. (...)”.
Mundo de Mañana.

Pasó lo inesperado. Contra su propio beneficio económico, el consejo de casi todos los expertos y el deseo de sus vecinos, los británicos decidieron divorciarse del resto de Europa. El resultado del referéndum del jueves 23 de junio (ganó el sí al Brexit por 51,9% contra 48,1%), tiene al mundo en estado de shock.

El 1er. Ministro británico, David Cameron, del Partido Conservador, renunció y llamó a elecciones para octubre. El viernes 24/06 fue un día negro para los mercados: se desplomaron las Bolsas asiáticas, toda Europa amaneció en rojo, el Ibex –principal índice bursátil de la Bolsa española- cayó más de un 10%, la libra sufrió un desplome que la dejó en niveles de 1985, París abrió con una caída del 7% y Frankfurt con una del 9%.

George Soros predijo que la libra caerá hasta el 20% a partir del triunfo del Brexit. Según escribió Christian Teevs en la revista alemana Der Spiegel, es la supuesta migración descontrolada lo que ha hecho que muchos británicos voten en favor de abandonar la Unión Europea. Esto tiene sentido si se observa que en el voto por regiones, Londres -cosmopolita y abierta-, ha votado en favor de la permanencia, al igual que Gibraltar. Mientras que las áreas rurales e industriales han votado por irse.

“Si votamos por salir, podemos recuperar el control de nuestras fronteras”, prometía durante la campaña Nigel Farage, del Partido Independencia de Reino Unido (UKIP). La ideológica es otra de las líneas que divide la votación: laboristas y liberales han votado mayoritariamente por quedarse, conservadores y nacionalistas se han inclinado por lo contrario. Por otro lado, los jóvenes votaron masivamente en favor de quedarse, los mayores optaron por lo contrario, afirma Borja Ventura, del español, El Economista.

El gran argumento de los que pregonaban por la permanencia, entre ellos Cameron, fue las ventajas económicas que conllevan la estabilidad y el ser parte del organismo pero en última instancia, esto no fue suficiente. “Los británicos han votado contra el pragmatismo y en favor del riesgo. Eso es parte de lo que hace a esta mañana tan surreal”,  escribió Christoph Scheuermann de Der Spiegel, el día después del referéndum.

Más allá de la evidente inestabilidad económica que advendrá tras el Brexit, ¿qué quiere decir a nivel político para Europa? ¿Desatará el Brexit un efecto dominó? ¿Estamos ante el principio del fin del organismo que mantiene a gran parte del continente europeo en paz desde el fin de la 2da. Guerra Mundial?

La ultraderecha siente que llegó su momento y la izquierda radical redescubre el nacionalismo

“Desde Grecia a Francia, una nueva tendencia está surgiendo en lo que queda de la ‘izquierda radical’: el redescubrimiento del nacionalismo”, escribió el crítico cultural esloveno, Slavoj Žižek –uno de los pensadores de izquierda más importantes de la actualidad-, en el diario británico The Guardian.

“De un momento a otro, el universalismo está descartado, desechado como un homólogo sin vida política ni cultural del ‘desenraizado’ capital global. La razón para esto es obvia: el ascenso del populismo nacionalista de derecha en Europa occidental, que es hoy la fuerza política más fuerte que defiende los intereses de la clase trabajadora, y simultáneamente la fuerza política más fuerte en su habilidad de despertar pasiones políticas.”

El resultado: izquierda radical y ultraderecha europeas compiten hoy por erigirse en el verdadero defensor del pueblo, que lo protegerá de los efectos nocivos de la globalización que viene a robarles la identidad nacional y de los políticos de centro que forman parte del capitalismo globalizado, único culpable de la brecha entre ricos y pobres (y esa ensalada está condimentada con el rechazo al inmigrante).

Tanto la izquierda radical como la ultraderecha europea tienen un discurso populista de “somos ellos contra nosotros”, explica Žižek, pero la diferencia radica en que para la derecha, “ellos” son los inmigrantes o los refugiados, mientras que la izquierda apunta hacia las burocracias tecnocráticas de los estados y el capitalismo financiero.

“El timing del Brexit, como dicen los británicos para referirse al momento en que se producen los hechos, no ha podido ser mejor para los populistas de derechas. Saben que el caldo de cultivo es propicio para sus intereses y cuentan con que los partidos tradicionales y Bruselas serán incapaces de reaccionar en tiempo y forma. Sienten que ha llegado su momento”, escribió Ana Carbajosa del diario español El País. Los líderes tradicionales, mientras tanto, se lamentan.

El vicecanciller alemán y líder del Partido Socialdemócrata, Sigmar Gabriel, resumió su sentimiento en twitter: “Maldita sea. Un mal día para Europa”.

“Las reacciones de shock de muchos líderes europeos sugieren que no habían absorbido completamente la posibilidad del voto en favor del Brexit”, explica el semanario británico The Economist. Ángela Merkel, la canciller alemana, llamó a una reunión de emergencia.

El 1er. Ministro italiano, Matteo Renzi, hizo lo mismo, y el Presidente francés, François Hollande, mantuvo una sesión de emergencia. La cuestión más urgente es detener el efecto contagio, por lo que deben demostrar que el Brexit es una opción poco atractiva, y que Gran Bretaña sufrirá la partida.

Niebla en el Canal, Europa está aislada

“En términos prácticos, Reino Unido estaba en Europa, pero poco”, escribió Borja Ventura, del diario español El Economista. “Es el país en el que mayor sentimiento euroescéptico había, que ha sido capaz de dar la victoria en los comicios europeos a un UKIP que luego ni pinta nada en la política nacional.”

En el imaginario británico, explica, Estados Unidos siempre ha estado más cerca que Europa. La pertenencia a la UE siempre fue para ellos un mal necesario. “Desde su incorporación (junto a Irlanda y Dinamarca), en 1973 y en el marco de la primera ampliación de la original Comunidad Económica Europea de seis, los políticos ingleses han conservado siempre una prudente distancia, manteniendo voluntariamente a su país en la periferia del proyecto europeo”, escribió Sergio González Begega en el diario asturiano, La Nueva España.

Para Michael White, de The Guardian, el sentimiento euroescéptico británico ya estuvo plasmado en el desdén con el que Gobiernos de la isla, tanto laboristas como conservadores, recibieron los primeros pasos vacilantes de la Comunidad Europea.

“A la ceremonia de la firma del Tratado de Roma en 1957, el Reino Unido envió a Russell Bretherton, un funcionario de comercio de rango intermedio, ni siquiera un secretario de Estado. Iba a observar, no a unirse. Cuando el entonces Primer Ministro, Harold Macmillan, reconoció el error estratégico y pidió la entrada en 1961, su viejo aliado de guerra, Charles de Gaulle, temió que el Reino Unido se convirtiera en un caballo de Troya anglosajón y no le dejó entrar hasta 1973. En aquellos primeros días, fue el líder laborista Hugh Gaitskell (1955-1963) quien levantó la bandera euroescéptica contra la perspectiva de perder ‘mil años de historia como Estado independiente’”, escribió White.

Existe una historia que grafica el sentimiento de alienación que sintió siempre Gran Bretaña con respecto al resto de Europa: en una ocasión, debido a la espesa niebla en el Canal de la Mancha, hubo que suspender el movimiento de barcos entre Inglaterra y el resto de Europa y el diario británico The Daily Mail tituló: “Niebla en el Canal, Europa está aislada”, en lugar de decir “estamos aislados”, lo que representa que en la idiosincrasia británica, la isla no depende de Europa, sino que es Europa el satélite que gira en torno a la isla.

Según Ventura, “los británicos nunca terminaron de entender qué hacían en Europa y qué ventajas tenía para ellos más allá de la injerencia en sus asuntos. Eso, que es algo compartido con muchos otros países, se disparó con la crisis económica y la gestión de la oleada de refugiados. El argumento populista de disponer de más dinero y de blindarse ante las amenazas exteriores ha hecho el resto.”

Gran Bretaña, dentro o fuera de la UE: Divide Europa y reinarás

Un clip de una sitcom británica de la década del ’80, llamada “Yes Minister”, muestra a Jim Hacker, el ministro de Asuntos Exteriores británico en la ficción, explicándole al Primer Ministro porqué Gran Bretaña había ingresado en la Unión Europea desde un principio: para dividir a los países y así reinar.

“La Oficina de Exteriores es pro-Europa porque en realidad es anti-Europa –explica el ministro de Exteriores en la serie, con clásica ironía británica-. El Servicio Civil estaba unificado en su deseo de asegurarse que el mercado común no funcionara, es por eso que ingresamos.”

“¿De qué está hablando?”, pregunta incrédulo el Primer Ministro.

“Gran Bretaña ha tenido el mismo objetivo de política exterior desde hace por lo menos 500 años: crear una Europa desunida. En esa causa, hemos peleado con los holandeses contra los españoles, con los alemanes contra los franceses, con los franceses y los italianos contra los alemanes, y con los franceses contra los alemanes e italianos. Divide y reinarás”, le resume el ministro de Exteriores al Primer Ministro en la sitcom.

“¿Por qué deberíamos cambiar ahora cuando ha funcionado tan bien?” Y continúa explicando que para continuar con el objetivo que estuvo detrás de esas guerras en el pasado, Gran Bretaña entró en la UE para enfrentar a los países entre sí dentro del organismo.

Más del 50% de franceses e italianos quieren un referéndum

¿De qué otra cosa se está hablando en Europa? De quién será el próximo en salir. Tras el Brexit, ¿advendrán el Swexit, el Chexit, el Frexit, el Grexit y muchos otros Exit?

“Los partidos euroescépticos a través del continente están intensificando sus demandas para tener sus propios referéndums en vísperas del voto por el Brexit, mientras que las repercusiones del terremoto político gradualmente se van haciendo evidentes”, escribió Jake Wallis Simons desde Bruselas para The Daily Mail.

Poco después de que se conociera el resultado en favor del sí, la líder del Frente Nacional en Francia, Marine Le Pen, abogó por el “Frexit” (salida de Francia de la UE) en Twitter. El líder ultraderechista holandés, Geert Wilders, pidió por el “Holandexit”, y existen temores de que el efecto contagio arrastre también a la República Checa, Suecia y Grecia.

Una encuesta reciente recogida por The Daily Mail sugiere que el 36% de los suecos votaría en favor del “Suexit”, si triunfara el Brexit (es anterior al referéndum). En mayo, la consultora Ipsos Mori reveló que más de la mitad de los franceses y los italianos quieren un referéndum, y que la misma cantidad creía que iba a haber un efecto dominó si Gran Bretaña se iba.

Por otro lado, en clave doméstica británica, existe otro temor: el desmembramiento propio, ya que Inglaterra y Gales han votado por irse, pero Irlanda del Norte (por poco) y Escocia (por mucho) han votado por quedarse.

“Con el problema histórico de la división irlandesa y el reciente referéndum escocés sobre la mesa, se abre un posible problema territorial en las islas (que se puede agravar con las consecuencias económicas y fiscales que tendrá el Brexit cuando se ejecute)”, escribió Ventura.

Para protestantes evangélicos devotos, el referéndum es una profecía bíblica

“En Irlanda del Norte, a donde la mayoría de los ciudadanos votaron por permanecer en la Unión Europea, hay una porción pequeña pero significativa del electorado que estará disfrutando el resultado sobre bases religiosas”, explica el semanario británico, The Economist.

“Entre algunos protestantes evangélicos devotos, el referéndum ha sido visto como el desarrollo de una profecía religiosa.”

La revista explica que la utilización de fragmentos escatológicos de la Biblia (los que refieren al fin de los días) para denunciar a las instituciones pan-europeístas es algo común en la retórica de los protestantes de Úlster (una de las provincias irlandesas). En verdad, va más allá de Irlanda. Es una interpretación casi universal en el mundo cristiano evangélico.

“Era un tema recurrente en los sermones de Ian Paisley, el predicador/político que dominó la política protestante de Úlster durante décadas antes de llegar a un acuerdo de paz con sus adversarios declarados. Solía hacer alusión a las Revelaciones del capítulo 17, que describe a una mujer depravada, la ramera de Babilonia, sentada sobre una bestia horrorosa, de muchas cabezas, muchos cuernos, de color púrpura. En el imaginario de Paisley, la Iglesia Católica Apostólica Romana era la ramera y la Unión Europea era la bestia.”

Los seguidores de Paisley encontraban sustento a esta creencia basándose en la imagen que circula en una de las monedas del euro y que también está grabada en varias esculturas y murales de Bruselas: la de una mujer sentada sobre un toro.

Para ellos, esto era una representación de la ramera de Babilonia, explica The Economist, cuando lo cierto es que la imagen retrata a Europa, una mujer fenicia que en la mitología griega había sido secuestrada por Zeus (el dios había tomado la forma de un toro para embarazarla y poder concebir al rey Minos. Es notable la similitud entre estos dioses atenienses y los de los filisteos, Baal y Astarot, en el bíblico Israel).

“Uno bien podría preguntarse si la violación de una mujer joven por parte de una criatura en forma de toro es un símbolo edificante para una empresa multinacional. Pero esta es una imagen pagana, no una cristiana”, aclara el semanario británico (que ahora tiene un problema porque apostó por la globalización mucho antes que otras publicaciones y resulta que en su propia casa, esa idea pasó de moda).

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