LA DECISIÓN DE LA CORTE SUPREMA

Derrota de Macri-Lopetegui-Quintana que obliga a una reflexión

Nunca hay que demostrar que el cachetazo dolió, en especial cuando uno puso el rostro para el golpazo: "Queremos dejar claro que tal como hemos dicho en estos meses y antes en la campaña, gran parte de lo que implica el cambio en la Argentina es que las instituciones funcionen, que esa sea la normalidad. Cada poder tiene su tarea y su rol dentro de la democracia", sostuvo Marcos Peña. En una conferencia de prensa en la Casa Rosada, dijo que la sentencia de la Corte "significa que las instituciones están funcionando, por lo que el Gobierno no quiere discutir ni opinar sobre el fallo, sino cumplirlo". El comentario es bien interesante para introducir algunas reflexiones:

por EDGAR MAINHARD

El periodista Guillermo Kohan afirmó por FM Milenium que el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación demuestra, sostuvo él con énfasis, que hay un universo importante del Poder Judicial, que trasciende a Justicia Legítima, que tiene un enfoque "extremadamente conservador" de las cuestiones tarifarias; y los periodistas del diario La Nación, José Crettaz y Diego Cabot, con quienes hacía la transferencia de un programa a otro, agregaron "un enfoque populista". ¿No estarán exagerando?

El comentario de una Corte Suprema no liberal y populista es compartido por todo el universo hipermacrista y zonas de influencia, pero es incorrecto. Sucede que así se pretende fundamentar que sí o sí debía prosperar la decisión administrativa del Ejecutivo Nacional (imaginada por Gustavo Lopetegui, Mario Quintana y Mauricio Macri) como única posibilidad cuando el propio ministro de Energía y Minería, el vapuleado Juan José Aranguren, habia propuesto un plan trianual de recomposición del cuadro tarifario.

En verdad, el Presidente de la Nación eligió no retroceder en su capricho -porque él decidió transformar su decisión en obsesión- desperdiciando toda la feria judicial, y apostar a convencer a los jueces de la Corte Suprema, exhibiendo un abanico de acciones que fueron desde la seducción a la extorsión. La decisión de la Corte Suprema era previsible para cualquiera que no compartiera el ánimo voluntarista que abundaba entre los genuflexos de Macri, tan empalagosos como lo eran los genuflexos de los Kirchner.

Urgente24 ya fundamentó en el pasado los motivos que tenía la Corte Suprema para fallar tal como falló, pero es interesante observar que varios, desde el PRO (no desde Cambiemos porque es un abanico muy heterogéneo y donde los de la UCR y de Coalición Cívica-ARI no avalan acciones tales como el llamado 'tarifazo'), que respaldaron a la Corte Suprema cuando falló sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en forma diferente a tal como lo exigía Cristina Fernández de Kirchner, ahora la cuestionan porque no cedió al capricho de Macri-Lopetegui-Quintana.

Para la Corte Suprema hay beneficios en el marketing propio que supone esta equidistancia, y consigue ratificarse como conducción del Poder Judicial, uno de los tres poderes republicanos, estructura vilipendiada durante la década anterior, error institucional que provocó algunas de las carencias funcionales que padece la Argentina, tal como la inseguridad jurídica.

En cambio para el PRO, más allá del anuncio del jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña, de que se acata la decisión de la Corte Suprema, no estaba en juego un intríngulis institucional sino que se trataba solamente de un problema de precios relativos y la necesidad de recuperar el precio del gas en boca de pozo para atraer las inversiones extranjeras en Vaca Muerta y otros campos de hidrocarburos.

No fue oportuno el anuncio de que el fallo de la Corte Suprema obligará al Ejecutivo Nacional a reprogramar obras públicas con el argumento de que hay una decisión de mantener el objetivo de reducción del déficit fiscal porque la Administración Macri ha incrementado el gasto público confiando en que lo financiaría con endeudamiento (en el 1er. semestre de 2016, la emisión de deuda pública de Argentina fue superior a la suma de deuda pública emitida en igual período por Chile, Brasil, México y Perú) + la abrupta reducción del subsidio a los usuarios de servicios públicos.

En algunos borradores del proyecto de Presupuesto 2017 -elaboración que viene con demoras- tampoco aparece una reducción del gasto público para el próximo ejercicio fiscal. Esto quiere decir que Mauricio Macri imaginó para la Nación un escenario similar al que ejecutó en Ciudad de Buenos Aires durante 8 años, y muy parecido al que aplicaron los Kirchner durante 12 años: incrementar los recursos, a costa de los contribuyentes. Así se llegó a una economía de 53% de presión tributaria, si se consideran también los aportes patronales; y CABA es una metrópolis muy onerosa. Que con ese esquema el PRO haya ganado una y otra elección tiene que ver más con el antikirchnerismo que con el macrismo. Pero lo más importante es que la Nación es mucho más compleja que la Ciudad de Buenos Aires.

Luego, volviendo a Kohan, si los jueces argentinos tienen una cierta tendencia no liberal, también podría afirmarse que los políticos argentinos tienen una peligrosa tendencia al gasto público ilimitado.

Un tema importante consiste en que la Administración Macri asumió compromisos anticipados con los gobernadores (Rogelio Frigerio desde el Ministerio del Interior es tan generoso con los recursos de los contribuyentes que provoca temor la posibilidad de que alguna vez llegue a administrar el Presupuesto Nacional. La ausencia de acción política la compensa transfiriendo recursos). Muy probablemente habrá que actualizar todos esos entendimientos; en especial porque algunos de esos gobernadores tomaron rápida nota de que el Presidente encontró un límite, al menos formal, en la Corte Suprema; y los líderes políticos son muy veloces en elaborar conclusiones acerca de lo que le ocurre a otros.

Es correcta la apreción del periodista Pablo Fernández Blanco, del diario La Nación, acerca de que la situación es similar a cuando la Corte Suprema falló acerca de la llamada 'ley de Medios': tanto Cristina Fernández de Kirchner como Héctor Horacio Magnetto (Grupo Clarín) se consideraron satisfechos, pero, en verdad, Magnetto tenía razones mucho más interesantes que Cristina para fundamentar su satisfacción. En esta ocasión, es una derrota para el presidente Macri porque él fue quien lideró la metodología de recomposición tarifaria, y él fue quien se negó a revisarla apenas comenzaron a sucederse los fallos judiciales adversos, convencido de que la Corte Suprema le resultaría satisfactoria.

Es cierto que el no ajuste de la tarifa de gas se aplica sobre el 30% del total de consumo del hidrocarburo, pero también lo es que ese 30%, en la estación fría, supera el 30% y era el segmento con tarifa rezagada mientras que casi todo el 70% restante ya estaba actualizada y no recibía subsidios.

La cuestión es que en las encuestas de opinión pública, cuando se le pregunta a los consultados, cuál es el éxito de la economía de Macri una apabullante mayoría sigue mencionando el levantamiento del cepo cambiario y la unificación del tipo de cambio; esto quiere decir que, desde entonces, la Administración Macri no consiguió otro triunfo que sea reconocido por la opinión pública.

Hay muchas dudas acerca de cómo funcionará el sinceramiento fiscal o blanqueo. Pero si se considera que el Estado tendrá que seguir pagando subsidios tarifarios, que quizá la recaudación por el blanqueo resulte inferior a la que muchos esperaban, y que el Ejecutivo Nacional ha comprometido un incremento del gasto público, el déficit fiscal + cuasifiscal resultante le pone condiciones a la baja de la tasa de inflación, más allá de todos los esfuerzos realizados por el Banco Central.

El presidente Macri sigue contando a su favor con el enorme desprestigio de los K y la obsesión de CFK por seguir participando, pero no está consiguiendo éxitos propios en la gestión de gobierno. Probablemente sea un tiempo apropiado para serenarse y reflexionar acerca del rumbo y cómo conseguirlo. Se aproxima un año electoral, en el que el PRO tiene depositadas muchas expectativas. Pero a las expectativas hay que ayudarlas con logros.

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