IMAGEN + GESTIÓN

Sigue cayendo la imagen de Macri y el salvavidas se llama ‘Mariu’ Vidal

Las primeras encuestas que demuestran que empieza a erosionarse la imagen de Mauricio Macri generaron alarma en el Gobierno nacional. Pero hay dos alivios para Macri. Uno es que se trata de una caída reversible. El otro es que María Eugenia Vidal se mantiene como la dirigente con mejor imagen positiva y gobierna el principal distrito electoral que a la vez es garantía de gobernabilidad: Buenos Aires. La solución que ven en el círculo macrista es acercar al presidente a la gobernadora bonaerense, y también a algunos intendentes que mantienen buen vínculo con sus gobernadores. Pero el carácter transitivo de la estrategia no alcanzaría, Vidal muestra algunas particularidades que Macri podría poner en práctica.

Una de las principales preocupaciones de Mauricio Macri es su imagen pública. Cree que la ponderación positiva de la sociedad lo pone a salvo de las turbulencias de su gestión y los embates opositores, especialmente del kirchnerismo más duro que agita la calle. Pero algunos sondeos que suelen consultar en la Rosada indican que se está manteniendo la caída de la imagen de Mauricio, algo que consideran que no es tan preocupante pero sí para atender.

La solución: pegar a Macri con Vidal. La gobernadora sigue siendo, según los mismos sondeos, la política con mejor imagen positiva. Pero Vidal tendría algunas claves que el presidente y sus asesores podrían tomar en cuenta. Se sigue mostrando más cercana a la gente, supo acordar con la oposición peronista, buscó empezar obras de rápida finalización y atajó a tiempo el tema de las tarifas.

La estrategia de sumar a Macri con la gobernadora empieza por La Matanza, histórico bastión peronista. Será la primera visita del primer mandatario a ese terreno que sigue en manos de Fernando Espinoza, vía Verónica Magario

Sobre Macri, la imagen pública y Vidal escribieron en Clarín Guillermo Blanck y Fernández González. A continuación un extracto de la columna del primero, publicada ayer (28/8):

Según fuentes oficiales de alto nivel, los estudios recientes de la firma Isonomía que recibe la Casa Rosada, y los del consultor estrella Jaime Durán Barba y su socio Santiago Nieto, que reportan a la Gobernación bonaerense, coinciden en registrar una sostenida caída de la imagen de Mauricio Macri en el Gran Buenos Aires.

La conclusión fue respaldada por tres intendentes del Conurbano, uno macrista y dos peronistas. Con apenas diferencia de matices todos dijeron que las mediciones periódicas que hacen en sus municipios arrojan ese mismo resultado. Y que en el retroceso general en la imagen de los principales políticos, sólo mantiene su nivel de aceptación la gobernadora María Eugenia Vidal.

La caída de imagen del Presidente no es grave en términos absolutos, se atajan las fuentes oficiales. Pero preocupa la repetición entre un sondeo y otro. El fenómeno, de no sufrir un vuelco drástico, puede transformarse en tendencia. Allí sí que el Gobierno estaría ante un problema mayúsculo. De más está decir –por que ya lo dice la historia– que con el Gran Buenos Aires en contra todo proyecto de gobernabilidad entra en zona de riesgo.

“Es que el invierno fue muy duro, entre los precios, el lío de las tarifas y la falta de trabajo”, explica –por si hiciera falta– uno de los intendentes consultados. A pesar de los esfuerzos y recursos desplegados desde el Gobierno, los jefes territoriales dicen que “mucha gente la está pasando mal”. Además detectan que ahora “se enoja la clase media, como si estuviese perdiendo la paciencia”. Esa clase media suburbana fue sostén del inesperado triunfo electoral de Vidal en octubre, cuando destronó al peronismo.

Las penurias de la economía repercuten en el respaldo a Macri. Y frente a la persistencia de la dificultad reflota fácilmente el latiguillo de que el Presidente “gobierna para los ricos”. De allí a la erosión de su imagen sólo hay un paso.

El reconocimiento de estos problemas disparó la búsqueda de soluciones. La Casa Rosada empezó a bocetar con la administración de Vidal un plan para acercar al Presidente al Gran Buenos Aires. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, trabaja en esa movida.

La idea básica es que haya más apariciones presidenciales junto a la gobernadora en el Conurbano, para crear sinergia entre ambas imágenes. También se organizarán reuniones de Macri con los intendentes peronistas, que en general mantienen una relación de armonía política con el Gobierno provincial basada en estrictas razones de necesidad mutua.

Todo esto, claro, mientras el Gobierno busca el modo de que las mejoras en trabajo, salario, consumo, seguridad y obras públicas lleguen lo antes posible, antes de que todo se agrave.

Fernando González, también en Clarín pero este lunes (29/8).

La historia la agitan aquellos dirigentes del PRO que señalan las diferencias entre la gestión de Vidal y la de Macri. La de una administración con mejor percepción de las urgencias reales que la que han mostrado algunos funcionarios del Gobierno nacional. Esas sutilezas le han permitido resolver (al menos temporariamente) ciertas cuestiones políticas y económicas que atormentan al macrismo de Mauricio. La lista es más que interesante.

- Vidal acordó rápidamente con Sergio Massa y pudo sacar el presupuesto provincial y otras leyes clave a cambio de cederle el control político de la Legislatura Provincial.

- Vidal puso en marcha un ambicioso plan de obra pública por 23.000 millones de pesos, que incluye 7.000 millones de obras de ejecución rápida que implementan los intendentes.

- Vidal armó en el estadio mundialista de Mar del Plata la audiencia que no hizo Macri para poder llevar adelante la suba de tarifas de servicios públicos en la Provincia.

Estos detalles no alcanzan para decir que la gestión de la gobernadora sea mejor que la de Macri. La gobernadora administra un estado provincial enorme, devastado en su infraestructura y vive amenazada por la inseguridad latente, el narcotráfico y cien mil policías que hoy constituyen una fuerza armada sin conducción confiable. Todo en medio de las denuncias por corrupción que estallan cada día. Hasta el último día en funciones siempre estará al borde del precipicio.

Vidal prepara la lista de candidatos con los que deberá hacer frente a la crucial elección legislativa el año próximo. En la gobernación nunca hablan de un postulante sino de un “equipo” en el que incluyen a Jorge Macri (siempre en primer lugar), pero también al ministro de Educación, Esteban Bullrich, a Graciela Ocaña y al ascendente Facundo Manes, estudioso del cerebro con historia radical que se ha convertido en una celebridad con plateas mucho más pobladas que las de cualquier dirigente del viejo sistema.

¿Y Elisa Carrió? Vidal cultiva con esmero la relación siempre zigzagueante con la volcánica Lilita. En la intimidad, y como lo cree la mayoría de los dirigentes del PRO, la gobernadora no cree poder sumarla a un equipo de pares. “Lilita va a querer ser la estrella electoral o nos va a enfrentar en la interna de Cambiemos”, se resignan los ministros bonaerenses. De todos modos, hay una alternativa que les ilumina los ojos. Que Carrió cruce la General Paz y se vista de candidata porteña, un distrito bastante menos hostil que la dura geografía de la Provincia.

“María Eugenia ya dejó de ser Heidi…”, decía divertido un intendente peronista del Gran Buenos Aires que miraba la escena con ojos de quien ha visto pasar muchos aspirantes a las frutillas del poder.

María Eugenia es ahora la dirigente con mejor imagen de la Argentina, según las últimas encuestas. Y parece haber dejado muy atrás la inocencia para jugarse la suerte en el territorio más áspero que tiene la política del país adolescente.

Dejá tu comentario