PRESUPUESTO 2017

Los brotes no salen verdes (la voracidad fiscal es preocupante)

Ciclópeo esfuerzo de la comunicación gubernamental por instalar que ya hay 'brotes verdes' en la economía argentina, sólo comparable con el titánico ajetreo del fin de semana para impedir que se corroborase la información que Mauricio Macri había destrozado el helicóptero de la Policía Federal Argentina (¡qué imaginación lo de la rodilla inquieta! Tal como si lo hubiesen hecho al Presidente, en el aire, una prueba de reflejo rotuliano). En el caso de los 'brotes verdes' tienen el inconveniente de que los números expresan más que el blablablá. La realidad del Presupuesto 2017 consiste en que no baja la presión tributaria por ningún lado, mostrando una voracidad fiscal que continuará ahogando al sector privado y desestimulando el ahorro, el crédito y la inversión privada. Aquí 3 enfoques:

Economía & Regiones difundió un informe que afirma, acerca del proyecto de Presupuesto 2017 que elaboró Alfonso Prat-Gay con la conformidad de Marcos Peña, jefe de Gabinete de Ministros, y del presidente de la Nación, Mauricio Macri:

"El diseño de la política fiscal del Presupuesto 2017 no es el mejor para estimular que el sector privado sea pujante,  invierta y haga crecer al país, porque no ataca los problemas de fondo que atentan contra la inversión privada, la acumulación de capital, la ganancia de productividad, la generación de empleo y el crecimiento de largo plazo.  

Hay que tener en claro que el sector privado invertirá, ganará productividad, generará empleo, producirá y exportará más si y sólo si tiene chances de ganar dinero, lo cual es actualmente difícil en Argentina. ¿Por qué es difícil hacer negocios actualmente en Argentina? Porque nuestra relación gasto público / pbi (+14 p.p), presión tributaria (+10 p.p); costo de capital (doble o triple) y relación costo salarial después de impuestos / productividad del trabajo son los peores de la región, matando la competitividad y la rentabilidad de las firmas.  (...)".


Interesante la reflexión de la consultora FyE Consult, al considerar que el planteo fiscal apunta a organizar un escenario preelectoral más o menos favorable, a base de impulsar un mix de políticas macroeconómicas de corto plazo, que incluye:

"(...) ** Una política fiscal de gasto público inicialmente expansiva en el margen. El gasto aumentará (inicialmente) entre 2% y 4.6% real, dependiendo como se lo mida.

** Una política monetaria que mantendrá un sesgo contractivo, para pasar de una inflación del 20% al 25% anualizado para fin de 2016 al 17% “punta” en 2017.

** Una política de financiamiento muy activa, basada en el ahorro externo, donde la necesidad de colocación de deuda totalizaría US$ 18.500 millones, según el Secretario de Finanzas.

** A su vez, si las pautas de salarios y jubilaciones (17% no explicita) se quedaran cortas y el presupuesto terminara aumentando tras su tratamiento parlamentario, la probable eliminación gradual de los superpoderes presupuestarios (vendrá en ley aparte, muy negociada) podría hacer que la política fiscal de gasto público termine siendo aún más expansiva (si bien menos capitalizable políticamente por el oficialismo). (...)".


La sospecha de muchos es que el eje del plan fiscal 2017 conduce a apalancarlo con endeudamiento financiero externo.

Al respecto, Héctor L. Giuliano, asesor del Foro Argentino de la Deuda Externa, hizo notar lo siguiente, cuando menciona las amortizaciones de deuda que caen en 2017:

"(...) La totalidad de estos vencimientos se cancelan con nuevas deudas –por novación con los mismos acreedores y/o con terceros– y además se toma deuda adicional por US$ 38.200 millones, porque está previsto colocar en total US$ 96.400 millones.

La mitad de estas nuevas obligaciones serían deuda externa, esto es, obligaciones contraídas con acreedores del exterior.

(...) Pero esta nueva cifra oficial de déficit fiscal que aparece ahora para el corriente año –los $209.700 millones- es, a su vez, discutible porque por un lado resulta muy optimista frente a la realidad fiscal y por otro, la misma se sostiene artificialmente con fuertes transferencias de utilidades no genuinas provenientes del Banco Central (BCRA) y de la ANSeS, precisamente por unos $200.000 millones en conjunto, lo que equivale a un déficit real adicional de más de US$ 10.000 millones.

El Ministerio de Hacienda Pública –la nueva denominación del Ministerio de Economía– dio a conocer el Informe de Deuda del 1er. trimestre de 2016 y un avance preliminar del 2do. De esta información surge que el stock de deuda pública declarado al 30/06/2016 es de aproximadamente US$ 260.000 millones.

A esta cifra faltaría agregarle la deuda remanente con los holdouts (los bonistas que no entraron en el Megacanje Kirchner-Lavagna 2005/2010), que no formaron parte del acuerdo negociado este año y que ahora al gobierno estaría dando por completado (sólo US$ 45 millones), sin que se conozcan aún los convenios que dieron lugar a tales bajas ni las liquidaciones correspondientes. (...)".


Interesante regresar al trabajo de Economía & Regiones porque va más allá del ejercicio aritmético, alcanzando lo estructural:

"(...) El problema es que el Presupuesto 2017 no apunta a bajar ninguno de estos 4 problemas que atentan contra la inversión privada, el empleo  y el crecimiento económico. De acuerdo con los números presentados, el gasto total del sector público (+22.5%) aumenta más que la suma de la inflación minorista (+12%/+17%) y el crecimiento de la economía (+3.5%). Paralelamente, la presión tributaria nacional sube de 25.3% (2016) a 26.0% (2017).

Del otro lado, los pagos y el stock de deuda crecerían respectivamente +32% y +24% con lo cual el costo de capital difícilmente disminuya en 2017, más aun teniendo en cuenta que se espera que la tasa libre de riesgo (basada en la tasa de referencia de EEUU) suba al menos 100 puntos básicos en 2017, pasando de 0.5% (2016) a 1.5% (2017). A su vez, el Presupuesto 2017 tampoco planea reducir los impuestos al trabajo, con lo cual la relación costo salarial después de impuestos / productividad del trabajo difícilmente mejore durante el próximo año. 

Bajar el gasto público, la presión tributaria y el déficit fiscal es clave para salir de la estanflación y volver a crecer. La estanflación de Argentina, que cumple 5 años en 2016, es de origen estrictamente fiscal y se debe a un exceso de gasto permanente y creciente déficit fiscal. Los datos son contundentes en este sentido. (...)".


Hernán Hirsch en FyE Consult complementa sobre lo que hace la Administración Macri:

"(...) Esta estrategia económica –condicionada por la herencia recibida (no explicitada), la debilidad política y el excesivo gradualismo inicial- entendemos que es de calidad entre media/baja, dado que ofrece resultados mediocres, asumiendo riesgos importantes en términos de sustentabilidad macroeconómica y política. Implica apuntar a un crecimiento económico de 3.5% (según la proyección oficial, para nada improbable por nosotros),

Un gasto agregado que parte de niveles elevados (déficit de cuenta corriente en torno a 3% del PBI, que aumentó en el 2do. trimestre de 2016) y que, por ende, dejará menor margen para una recuperación basada en la demanda interna.

Un tipo de cambio real apreciado con presión tributaria elevada (33.0% del PBI en 2017), según nuestras estimaciones para Nación y Provincias, que dejará menor margen para una recuperación basada en una expansión de la oferta interna por una mejora de la rentabilidad esperada.

Un déficit fiscal consolidado elevado (6.7% del PBI, versus 6.4% oficial en 2016), que genera dudas sobre la estabilidad de las reglas de juego (y las eventuales promesas oficiales). (...)".


Giuliano reitera su preocupación por el endeudamiento público para 'bancar' el año electoral:

"(...) El extraordinario aumento de la deuda pública y sus intereses que se está produciendo durante el gobierno Macri no sólo está batiendo récords históricos en valor absoluto sino que, además, está re-introduciendo desequilibrios muy peligrosos para la estabilidad financiera del Estado Argentino:

1. El quantum de la deuda actual más las nuevas sumas de endeudamiento en curso hacen más inmanejable todavía la idea de administración de la deuda impagable y el monto de la deuda no tiene capacidad de pago demostrada alguna.

2. El ritmo de incremento de los intereses es muy superior al ritmo de aumento de la deuda, con peso creciente sobre el gasto público corriente y, consecuentemente, sobre el déficit fiscal (un déficit que se cubre con más deuda).

3. El perfil de vencimientos de la deuda empeora progresivamente porque el gobierno coloca una alta proporción de Letras del Tesoro, que son obligaciones a corto plazo.

Como agravante adicional, paralelamente a esta nueva ola de endeudamiento con terceros se mantiene una gran parte de la deuda intra-estado (con el BCRA y la ANSES), lo que acentúa la distorsión de las tres fuentes básicas y clásicas de financiamiento del Estado porque al peso de los intereses de la deuda se suma la emisión monetaria y la presión tributaria.

Es la forma en que el Sistema de la Deuda – a través de la trampa de deuda perpetua por refinanciamiento permanente de los vencimientos, la toma sistemática de nueva deuda y el pago creciente de intereses – estrangula las finanzas fiscales y subordina sus alternativas de política económico-financiera.

Toda esta masa de deuda sin capacidad de repago mantiene así a la Argentina en el círculo vicioso perfecto de seguir cancelando eternamente la totalidad de los vencimientos de capital con nuevas deudas, seguir tomando deuda adicional en gran escala y pagando más intereses como parte determinante del aumento del Gasto Público y su consiguiente Déficit Fiscal: déficit que, a su vez, se cubre con más endeudamiento del Estado."


Para cerrar la evaluación, hay que volver al comienzo: Economía & Regiones, que sostiene:

"(...) En este contexto en el cual nos hemos “comido” el capital, volver a crecer “en serio” exige que la política fiscal deba estar diseñada para estimular la oferta y no la demanda agregada, estimulando el ahorro y no el consumo. En este sentido, hay que tener presente que mayor ahorro presente no es recesivo, porque implica (vía crédito) más inversión y demanda agregada en el presente, con  más oferta agregada y consumo futuro.

Es simple. Más ahorro (mayor consumo futuro) alimenta el financiamiento disponible, abaratando el crédito y estimulando la inversión.

Más inversión redunda en aumentos de productividad, generación de empleo y, como consecuencia, mayor consumo, demanda y crecimiento sostenido en el futuro.

La política fiscal debe reducir la presión tributaria para incentivar el ahorro, la inversión y el crecimiento económico. En este marco, una reducción de Ganancias (personas y empresas) y aportes patronales facilitarían la generación de ahorro, inversión y la creación de puestos de trabajo; respectivamente. Hay margen para bajar impuestos    porque la presión tributaria de Aportes Patronales, Ganancias (Impuestos Nacionales) e ingresos brutos –IIBB‐  (Impuesto Provincial) casi se duplicó en los dos mandatos de CFK, pasando de 9.1% (2007) a 15.9% (2015) del PBI. 

El presupuesto 2017 no baja impuestos al sector privado, que es lo que necesita nuestra economía para ganar competitividad y volver al sendero del crecimiento. El caso de Ganancias es emblemático en este sentido. La recaudación de Ganancias (+28%) crece más que la suma de aumentos de precios (+17%/+12%) y crecimiento (+3.5%) mostrando, entre otras cosas, que la baja de las escalas y alícuotas no aplicará para todo el rango de salarios. Sólo el 10% de los trabajadores pagan Ganancias. Probablemente, el gobierno le baje el impuesto al 6% “de abajo”, lo mantenga igual al 2% siguiente; pero intente subirle la alícuota de 35% a 40% (para salarios de $80.000 a $95.000 mensuales brutos) y 45% (para mayores de $95.000 mensuales brutos) a los tramos salariales superiores.  

Incrementar la presión tributaria de Ganancias para los salarios superiores penaliza el ahorro en favor del consumo, castigando el crédito, la inversión y el crecimiento de largo plazo. Los asalariados de altos sueldos ahorran en el sistema bancario doméstico. Si se les sube el impuesto, dicho ahorro se destina a consumo (público y/o privado), hay menor financiamiento, el crédito bancario se encarece y las pymes, dependientes del sistema bancario, son las más damnificadas.

Para peor, tampoco se bajan los impuestos al trabajo, ya que tanto los Aportes Patronales (+24%) como las Contribuciones Personales (+24%) crecen más que la suma de la inflación y nivel de actividad.   
   
Paralelamente, se plantea que los Derechos de Exportación crecerían +37% anual, mostrando que la baja de 5 puntos porcentuales a las retenciones de soja, originalmente planteada y prometida a comienzos de 2016, no está en el proyecto Presupuesto 2017. Tampoco se plantea ninguna reducción de la presión tributaria en ningún impuesto relacionado con el consumo doméstico, ya que IVA (+26%); Internos (+43%), Combustibles Nafta (+23%); Combustible Gas Oil (+25%); Créditos y Débitos Bancarios (+25%) aumentan más o en línea con el PBI nominal. Sólo cae Bienes Personales (‐41%) y Ganancia Mínima Presunta (‐18%); dos impuestos que hace años no deberían existir."

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