MACRI A CASI 11 MESES

Vivir en la coyuntura es nadar en dulce de leche

Mauricio Macri tenía/tiene la oportunidad de surfear en la ola de expectativas de un universo mayoritario, o bien intentar construir la ola sobre la que surfear. Pero ha elegido nadar en dulce de leche, lo que puede resultar peor que ir contra la corriente. Él afirma que persistirá con su equipo y sus expectativas. Sin embargo, antes de afirmar qué hará, resultaría interesante que él realice algunas reflexiones. Por ejemplo, las afirmaciones que realizan algunos columnistas políticos que han visto pasar a muchos presidentes de la Nación:

Mauricio Macri decidió comenzar a gobernar sin hoja de ruta. Ni plan económico ni plan general. En un comienzo, eso le fue permitido porque él manifestaba que no sabía con qué realidad podía encontrarse al asumir la gestión.

Sin embargo, 11 meses después ese argumento resulta o frívolo o artificial u holgazán (un adjetivo complicado porque se lo endilgaron durante años sus adversarios políticos).

Sin plan explicitado, no hay horizonte o sea que se carece de un plazo largo, que es una invitación a imaginar un futuro con él. Concentrarse en la coyuntura provoca, en la opinión pública, un sentido de levedad que no le conviene porque licúa cualquier poder.

Aquí algunos recortes que exponen algunos de los fantasmas que debería contrarrestar el Presidente:

"El gobierno de Cambiemos ya consumió el 20% de su mandato de 4 años y no pudo articular todavía una política de largo plazo. Entre la “herencia recibida” y el asentamiento de funcionarios que en su mayoría no tenían experiencia en el Estado nacional, la gestión del presidente Macri se la pasó atendiendo urgencias. En la última semana, el cortoplacismo también dominó la agenda.

Por caso, monopolizó la reunión inicial de la esperada mesa de diálogo tripartito entre el gobierno, los gremios y las empresas, al imponerse la discusión del bono de fin de año sobre los problemas sistémicos del campo laboral y productivo argentino. La crisis de seguridad y violencia que padece el país –como lo demostró la marcha de “Ni una menos”- también requiere cambios estructurales, aunque aún acertando con el camino para superar esta situación se necesita mucho tiempo.

El propio gobierno acuñó el término “transición” para caracterizar su primer año en el poder, en la búsqueda de que no se diluyan las expectativas que buena parte de la sociedad depositó en las reformas prometidas por la alianza gubernamental. Por eso tanto Macri como su mano derecha, Marcos Peña, insisten en mantener una “mirada de futuro” pese a las dificultades de coyuntura.

En ese marco, el Presidente habla de tender “un puente entre la Argentina de hoy y la que va a ser”. El mandatario lo remarcó ante influyentes empresarios y lo repitió en la cena de la fundación de Margarita Barrientos, el viernes. Un mismo mensaje para sectores de lo más disímiles, que por cierto tienen sus razones para demandar al gobierno que apure soluciones económicas y sociales. (...)".


2. Roberto García, en el bisemanario Perfil, explica que el triunfo electoral en 2017 no debería afanar tanto a Macri porque no debería tener mayores dificultades si resolviera aceptablemente la economía, que es un capítulo donde abunda en indecisiones. García explica que, con su enfoque 2017, Macri puede estar creando un monstruo:

"A veces cuesta entender a Mauricio Macri, al menos su método. Más de uno, por ejemplo, se pregunta: ¿cuál es la razón por la cual el ingeniero trata de utilizar todos los instrumentos musicales para la batalla electoral del año próximo, en la que objetivamente no tendría que tener problemas, mientras sostiene el combate contra la inflación como un solista, con una sola mano además, conservando la otra atada a la espalda? Para un boxeador sería letal esa practica; para un economista, un desquicio a pagar el olvido del gasto público excesivo. Misterio bifronte y suspenso, entonces. En un área, la política, en la que no debería perder hasta por razones atávicas, un rostro de Macri consagra todo tipo de esfuerzos; y en la otra, la económica, el otro rostro hace sombra como en el boxeo, echa culpas, casi se distrae y exige a unos lo que no se demanda a sí mismo.

En un rubro, es explícito y apela a recursos diferentes. Un modelo: en la provincia de Buenos Aires descuartiza adversarios o ex aliados para convertirlos en enemigos (Sergio Massa). Ni siquiera aguarda el apotegma de un ex ministro: “El mayor peligro de Massa es él mismo”. Lo necesita achicado. También alimenta, suma y agradece fracciones de otros partidos, sellos, intendentes, divisiones (Florencio Randazzo, Julián Domínguez), e intenta congelar los números de las encuestas como si fueran corazones a trasplantar dentro de un año. Tal el caso de Daniel Scioli: luego de la entrevista secreta que mantuvieron, el ex gobernador divulgó su vocación de postulante, justo cuando ya era un hombre descarnado y sin ambiciones; desde entonces, y manteniendo una obediencia inalterable, ha vuelto a confirmar su fe cristinista, superior a la que mostraba antes de la derrota. (...)".


Acerca de monstruos nuevos, Horacio Verbitsky en el diario K Página/12 intenta darle un perfil ideológico al reclamo femenino contra la violencia y las injusticias de género. Verbitsky y algunas de las promotoras del genuino reclamo parece que intentan asimilar Macri/machismo, algo burdo para muchos porque la alianza Cambiemos le da a la mujer tanta importancia en la gestión como el gobierno anterior que, pese a todo, no pudo frenar el femicidio:

"El miércoles pasado las mujeres argentinas ocuparon el centro de la escena con el primer paro nacional y una concentración masiva pese al clima horrendo, dando inicio a un nuevo fenómeno, de proyección internacional. Para encontrar antecedentes hay que remontarse a episodios decisivos de la historia: hasta la década de 1940, con las patas de los obreros industriales en las fuentes del poder o a la de 1970, a partir de la cual los organismos defensores de los derechos humanos fueron un condicionante insoslayable. (...)

Desde el primer 3 de junio las mujeres somos consideradas el actor político inesperado. Ni Una Menos es producto de los años de Encuentros Nacionales. Propusimos y reclamamos medidas concretas, buscamos extender los círculos de incidencia, recuperamos el goce de la lengua política –habla popular, cotidiana, de vecinas en la vereda, cotilleo– para volver a decir y que esa escucha no fuera sólo de las ya convencidas, sino que conmoviera a otras nuevas. Por eso hubo 400 mil personas en la calle ese día”, dice una de las participantes en la organización. El jueves 13 a las 14, ante la represión con armas de fuego a la marcha de cierre del Encuentro (las heridas en el rostro y la cabeza de dos fotógrafos muestra a qué altura disparaba la policía provincial) y el inmediato femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata, NUM convocó a una asamblea abierta que se realizó apenas cinco horas después en el patio de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, con más de 300 mujeres de 50 organizaciones y autoconvocadas. Allí se declaró el primer Paro Nacional de Mujeres. Una de las oradoras sostuvo que esto le quitaba la idea del paro “a los cinco tipos que están negociando todo el tiempo con el gobierno”, en cumplimiento del pedido de la Iglesia Católica de agotar todas las instancias antes de llegar a un paro. (...)

“El primer paro general a Macri se lo hicimos las mujeres”, dice la integrante. (...)".


Vicente Massot en el diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, intenta analizar la política desde la perspectiva del Día de la Lealtad que acaba de recordr el peronismo:

"Ahora, el político de lejos con más calado del arco opositor a la administración macrista es Sergio Massa.

Cabría sostener, sin faltar a la verdad, que el dirigente de Tigre viene del PJ y se considera integrante de ese movimiento. Sin perjuicio de lo cual también es cierto que la estrategia del líder del Frente Renovador, desde su victoria en el 2013 a expensas del FpV y hasta el momento, tiene como base menos al PJ que a una alianza mucho más ambiciosa y, por lo tanto, superadora del peronismo.

Imaginar que Massa privilegiará, de cara a los comicios de octubre del año próximo, la alternativa de retornar al seno justicialista –aunque fuese en calidad de jefe- a la de profundizar el armado que lo tiene como cabeza indiscutida, es no entender la premisa mayor del hombre de Tigre: que el peronismo –si es que resulta legítimo utilizar el singular- debe tener un lugar, que no será nunca el de primus inter pares.

Sería insensato suponer que su acercamiento indisimulado a Margarita Stolbizer arrastra el propósito de que esta acepte formar parte de un peronismo remozado. La Stolbizer y Massa están convencidos, más allá de las candidaturas, respecto de la necesidad de forjar una alianza en la cual tengan cabida peronistas, radicales, socialistas, conservadores e independientes, de manera indistinta.

Lo que es necesario no perder de vista, setenta y un años después de aquel acto fundacional en una Plaza de Mayo llena hasta los topes, por una multitud llegada de todos lados, es que no hay un peronismo.

Existen reyezuelos que pugnan por hacer valer su autoridad en términos comarcales, más que nacionales, y existen, asimismo, millones de personas que tanto pueden votar a Macri, a Massa o a Cristina Fernández sin por eso sentir que traicionan su ideario. Lo mismo, dicho sea de paso, cabría sostener de la Unión Cívica Radical sin forzar el razonamiento.

Las estructuras partidarias se hallan desvencijadas. Son sellos de goma sin ningún contenido. Por fuera de las mismas sobresalen distintas personalidades con la probada aptitud de suscitar apoyos y de ser reconocidos a lo largo y ancho del país. (...)".


En el otro extremo, el colectivo K Carta Abierta, intentando esbozar una estrategia:

"(...) Es por esto que es hora de encontrarnos nuevamente con la productiva heterogeneidad social, política y cultural del habla. Porque llegó ya la hora, en vistas la construcción de un Frente Social –al cual llamamos junto a los que ya lo han llamado-, en que debemos preguntarnos por el modo en que estos poderes mundializados de las meritocracias financieras pudieron afincarse en vastos sectores populares. Este nuevo Frente Social –o el nombre que surja de las luchas y movilizaciones del sujeto colectivo-, muy diferente a los intentos de remozar antiguos rótulos en una época en donde tanto se precisa conservar genuinos legados como inventar consignas nuevas, no debe abandonar ni la idea de sujeto social ni el sentido de lo histórico. (...)

Un Frente Nuevo debe contener también la activa reprobación de las estructuras mismas de las economías extractivistas y contaminantes, y sin que deba faltar una reflexión dirigida a las izquierdas para que sus críticas más fundadas eviten coincidir con la prosodia, la sintaxis y los solecismos de los diarios Clarín y La Nación. Pero no solo eso, nos animamos a pensar que, desde esas mismas izquierdas el camino de sus aportes al Frente del que hablamos no puede ser ocasional o táctico, sino fruto de nuevas reflexiones políticas que no abandonen venerables tradiciones, pero tampoco se expresen como dogmas consagrados. (...)

Pero ante todos estos temas, el gobierno anterior tuvo una gran superioridad histórica, pero también ostensibles errores de los que hay que hablar, y de lo que en verdad, ya se comenzó a hablar. (...) No obstante, su lado aluvional en el reclutamiento de sus colaboradores, su irregular cuadro de funcionarios, al mismo tiempo que estimulaba a una decidida militancia social y juvenil, dejaron rajaduras por donde el concepto de corrupción entró como un mar embravecido por las brechas de un antiguo navío.

El gobierno que sorprendentemente le siguió (del macrismo hablamos) se concibió como una utopía de transparencia, que disfraza de plegarias insípidas a un Estado criticado por inoperante y culpable del gasto púbico, pero al que se lo aprecia solo como un instrumento que va señalando a quiénes proteger y a quiénes no. Un Estado socio de los poderosos cuando es necesario servirlos, y magnetizado por pistolas eléctricas cuando es necesario atender a los que protestan. (...)

El desafío que esto implica golpea de lleno en las históricas estructuras partidarias argentinas. Somos muchos los que pensamos que es imprescindible que Cristina Kirchner debe definir una participación electoral elocuente en vistas a los comicios del año próximo, el Frente que postulamos exigirá un esfuerzo profundo de las identidades políticas de la historia nacional, sobre todo la del Peronismo. Este se encuentra ante una nueva encrucijada. O bien abandona pequeños cálculos de parroquia con la mirada puesta en inmediatismos “inconducentes” –como hubiera dicho el viejo Yrigoyen-, o bien retoma las dormidas vetas de compromisos que supieron contener definiciones avanzadas –que sin duda el kirchnerismo contribuyó a afinar e incrementar-, siendo este, y no una unidad indiferenciada, el único camino posible para no quedar como un pensionista de la historia. Y condenado a ser una de las “patas” de cualquier composición de la que quedaría solo su pellejo inerte. Llamamos macrismo (con su no tan lejano pariente el massismo) a un proyecto de absorción de los movimientos populares, ante los que es preciso tener una noción de rescate. (...)."

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