SIN FONDO VERDE MUNDIAL, SÓLO QUEDA HACER "FONDO BLANCO"

Bergman no es Muhammad Ali y con lo que consiguió se declara conforme

A un gobierno que no deja ventanilla de créditos internacionales por visitar e hizo los deberes de corregir en 3 puntos el compromiso de reducción para 2030 de las emisiones de gases de carbono ante la cumbre de cambio climático de Marruecos a la que asistió el ministro rabino Sergio Bergman, no le cayó nada bien la noticia de que no se termina de armar el fondo verde para el clima, que nutrirá de financiación para ir más allá de los toques cosméticos de ahorro de contaminación. Por ejemplo, para reformar una de las grandes fuentes mundiales de envenenamiento de la atmósfera, el transporte (es responsable del 25%), que en Argentina insume ingentes subsidios nada más que para atajarle la tarifa a los usuarios. Estaría la oportunidad de recibir préstamos blandos para una denominada plataforma del biofuturo pero no hay dinero. Ni tampoco para subirle la exigencia a la transformación de la matriz energética con una aceleración de las alternativas renovables.

A un boxeador que desde el 1er. round está contra las cuerdas recibiendo muchos más golpes de los que logra devolver, le es muy difícil imaginarse en el último esperando de pie con optimismo el fallo de los jurados (con la excepción del gran Muhammad Ali aquella noche africana contra George Foreman, el inolvidable 30/10/1974).

Pero Ali era irrepetible, y Sergio Bergman no tiene look de devoto de la secta Nación del Islam.

La anécdota permite, sin embargo, ejemplificar lo que le sucedió a Mauricio Macri cuando escuchó el reporte del ministro-rabino Bergman a su regreso de la cumbre de cambio climático de Marrakech, en la que seguramente le informó un tema que no figuró en el parte de prensa: que la COP 22 no avanzó mucho en cuanto a cómo llegará el Fondo Verde para el clima a los US$ 100 mil millones que debe tener disponibles en 2020, cuando por ahora reunió menos de US$ 10 mil millones.

A ese contexto es que están supeditados los planes más ambiciosos que plantea el gobierno de Macri para lograr que la disminución de las emisiones totales de gases pasen del 30% al 37%, ya que las medidas complementarias dependen de un financiamiento externo que no termina de armarse.

Según el último inventario de Gases de Efecto Invernadero (GEI) realizado por la cartera ambiental, el total de estas emisiones se divide de manera porcentual entre los siguientes sectores: agro y deforestación (44 %); energía (27 %); transporte (13 %); industria (12 %); y residuos (4 %).

De todos modos, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y el subsecretario de Cambio Climático y Desarrollo Sustentable, Carlos Gentile, concurrieron a Marruecos con los deberes hechos para combatir el cambio climático: comunicaron una reducción de la huella de carbono tras la revisión de la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), dada a conocer en París a fines de 2015. El mayor mérito que destacaron de la mejora calculada reside en que, por tratarse de emisiones incondicionales -es decir, aquellas que no están atadas al financiamiento externo-, pasará del 15% al 18%, o sea 3 puntos más respecto del año pasado.

Este porcentaje se traduce en 109 millones de toneladas de dióxido de carbono que la Argentina dejará de emitir hacia 2030 en relación a su escenario BAU (business as usual). Esta denominación se refiere a la situación en la que el país se encontraría si no tomase las medidas necesarias para contener el aumento en sus emisiones de gases de efecto invernadero.

El compromiso asumido durante un evento de la COP 22 consiste en bajarlas de 570 millones a 483 millones de toneladas para 2030.

La propuesta toca temas de uso de la tierra, industria, residuos, adaptación y energía. En este último caso, la contribución se apoya en el cumplimiento de la Ley de Renovables (27.191) e incluso propone subir un 5 % adicional para el 2030.

Pese a la ausencia de créditos prometidos, Bergman tiene la conciencia tranquila por lo hecho durante el año ya que, mientras a nivel mundial Argentina es responsable de un 0,7% de las emisiones de este tipo de gases que contribuyen al calentamiento del planeta, a partir de la contribución revisada, el país aportaría un 2,8% al esfuerzo global por reducir la cantidad de GEI en la atmósfera.

La cuarta parte de las emisiones

Entrevistado por energiaestrategica.com/, el ambientalista Enrique Maurtua Konstantinidis, quien participó con la delegación argentina de la Conferencia de las Partes XXII (COP22), desarrollada del 7 al 18 de noviembre, comentó sobre las dificultades para constituir el fondo verde, pero llamó la atención sobre la importancia que asume para la mitigación la llamada Plataforma del Biofuturo, uno de cuyos ejes es el transporte, que representa alrededor de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía.

A tal efecto, aclaró que se continúa trabajando en la creación de un fondo, cuya conformación está en etapa de desarrollo, que permita dispensar financiamiento a los países que propongan proyectos que contribuyan a mitigar emanaciones de gases de efecto invernadero.

La propuesta desarrollada en la COP22 de Marrakech se encuentra conformada por una coalición de 20 países interesados en la energía limpia y los campos de la bioeconomía.

El gobierno de Brasil, que había propuesto originalmente la iniciativa, fue elegido para coordinar la implementación de la Plataforma del Biofuturo como su facilitador interino.

“Este novedoso esfuerzo colectivo busca acelerar el desarrollo y ampliar el despliegue de tecnologías modernas sostenibles de bajo carbono como alternativas consumo energético fósil, ya sea en combustibles de transporte, procesos industriales, productos químicos, plásticos y otros sectores”, comentó quien desde 2004 es experto en negociaciones de Cambio Climático de Naciones Unidas.

La iniciativa tiene el potencial de contribuir significativamente a la lucha mundial contra el cambio climático, fomentando soluciones que puedan ayudar a los países a alcanzar sus objetivos de Contribución Nacionalmente Determinada (CND).

Actualmente director de Área Cambio Climático de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), Konstantinidis señaló que los combustibles bajos en carbono son la alternativa más rápida para reducir la intensidad de carbono en el sector del transporte sin esperar grandes cambios en la flota y la infraestructura. En ese aspecto, evaluaciones independientes han indicado una reducción de hasta un 90 % en las emisiones de CO2 de los biocombustibles celulósicos, en comparación con los de la gasolina.

Él hizo hincapié en que la plataforma será impulsada por sus miembros mediante procedimientos sencillos, aprovechando el trabajo ya realizado por los países, las organizaciones y otras partes interesadas en todo el mundo para lograr resultados tangibles en las políticas relacionadas con la bioeconomía, la facilitación de inversiones, la I + D, la innovación, Y prácticas de sostenibilidad.

Los puntos más salientes de la Plataforma del Biofuturo son:

-Facilitar un entorno propicio para el combustible avanzado de bajo carbono y las inversiones relacionadas con la bioeconomía.

-Sensibilizar y compartir el análisis sobre el estado actual, el potencial y las ventajas de los combustibles bajos en carbono y otros desarrollos avanzados de bioeconomía.

-Promover la investigación y el desarrollo y el análisis compartido, prácticas de políticas e información sobre actividades y necesidades de I + D.

-Discutir cómo evaluar, compartir y promover prácticas efectivamente sostenibles para la producción de biomasa y todo el ciclo de vida de la cadena de valor.

Los jefes de estado de los casi 200 países que integran la convención de cambio climático de la ONU habían acordado los primeros pasos en la redacción de un conjunto de reglas que regirán el Acuerdo de París y que deberá estar concluido en 2018, dos años antes de que el pacto empiece a funcionar. Con este compromiso se persigue que para fines de siglo el aumento de la temperatura media mundial por esté por debajo de 2 ºC.

En esta ocasión, la salvedad fue que se trató del resultado de una negociación mucho más técnica, nublada por momentos por las especulaciones en torno de lo que hará en la materia el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La “proclamación de Marrakesh” firmada por los representantes de todo el mundo no fue, finalmente, más allá de una declaración general de compromiso con el Acuerdo de París y su implementación.

Maurtua Konstantinidis afirmó que se dieron pequeños pasos en la dirección correcta y abren varias líneas más de trabajo para 2017, a fin de seguir reglamentando los artículos del Acuerdo de París para poder implementar y aumentar la ambición que hace falta para poder cumplir con el objetivo de largo plazo del Acuerdo.

“Estamos muy satisfechos”, aseguró Bergman. “Lo que hemos logrado en esta instancia, con el recorrido que llevamos, nos da una herramienta muy poderosa no para dar por terminada la tarea, pero sí sentirla con bases muy sólidas”, afirmó el ministro, acompañado por la jefa de Gabinete de Asesores de la cartera ambiental, Patricia Holzman.

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