AFIRMAN QUE NADA CAMBIARÁ EN CUBA

Fidel murió cuando su criticada globalización está en jaque

La muerte de Fidel Castro, además de su "fuerte simbolismo" por haber sido el líder de la Revolución Cubana, no generará cambios políticos en la isla, expresó el experto en política internacional Eduardo Gamarra, a la agencia española Efe. "No va a cambiar nada internamente, todo está controlado", aseguró a Efe Gamarra, profesor de Relaciones Políticas e Internacionales de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en Miami. Gamarra dijo que, basado en unas conversaciones con varios mandatarios de la región en los últimos años, Fidel Castro ya era un "viejito senil al que le tenían cariño, pero el poder real lo ha ejercido su hermano Raúl y su entorno". Cuba había estructurado una transmisión del poder desde antes de que Castro enfermara de "diverticulitis", lo que le obligó en 2006 a delegar el poder en su hermano Raúl. "La muerte de Fidel no es algo que cae de sorpresa a la estructura de poder de Cuba, que se ha venido preparando para eso desde hace mucho tiempo (...) y que tiene además una línea de sucesión establecida", indicó Gamarra. El experto recordó además que el propio Raúl Castro, actual presidente de Cuba, ya ha anunciado incluso su retiro, previsto para 2018.

"(...) El capitalismo desarrollado, el imperialismo moderno y la globalización neoliberal, como sistemas de explotación mundial, les fueron impuestos al mundo, igual que la falta elemental de principios de justicia durante siglos reclamados por pensadores y filósofos para todos los seres humanos, que aún están muy lejos de existir sobre la Tierra. Ni siquiera los que en 1776 liberaron las 13 colonias inglesas de Norteamérica proclamando "como verdades evidentes" que todos los hombres nacían iguales y a todos les confería su Creador derechos inalienables como la vida, la libertad y la consecución de la felicidad, fueron capaces de liberar a los esclavos, por lo que la monstruosa institución se prolongó durante casi un siglo, hasta que, anacrónica e insostenible, una cruel guerra la sustituyó por formas más sutiles y "modernas", aunque no mucho menos crueles, de explotación y discriminación racial. Del mismo modo que los que bajo el emblema de libertad, igualdad y fraternidad proclamadas en 1789 por la Revolución Francesa no fueron capaces de reconocer la libertad de sus esclavos en Haití y la independencia de esa rica colonia en ultramar. En lugar de esto, enviaron 30 mil soldados para reprimirlos, en intento inútil de someterlos nuevamente. Por encima de los deseos o las intenciones de los hombres de la Ilustración, se iniciaba, por el contrario, una etapa colonial que durante siglos abarcó África, Oceanía y casi todo el Asia, incluidos grandes países como Indonesia, India y China. Las puertas de Japón al comercio fueron abiertas a cañonazos de la misma forma que hoy, aun después de una guerra que costó 50 millones de muertos en nombre de la democracia, la independencia y la libertad de los pueblos, se abren a cañonazos las puertas para la OMC y el Acuerdo Multilateral de Inversiones, el control de los recursos financieros mundiales, la privatización de empresas de las naciones en desarrollo, el monopolio de patentes y tecnologías, y la pretensión de exigir el pago de deudas ascendentes a millones de millones de dólares, imposibles de cobrar por los acreedores e imposibles de pagar por los deudores, cada vez más pobres, más hambrientos y más alejados de los niveles de vida alcanzados por las que fueron sus metrópolis durante siglos y vendieron a sus hijos como esclavos o los explotaron hasta la muerte, como hicieron con los nativos de este hemisferio.

(...) La globalización neoliberal constituye la más desvergonzada recolonización del Tercer Mundo. El ALCA, como ya se reiteró aquí, es la anexión de América Latina a Estados Unidos; una unión espuria entre partes desiguales, donde el más poderoso se tragará a los más débiles, incluidos Canadá, México y Brasil. Un inmoral acuerdo para el tránsito de capitales y mercancías, y la muerte de los "bárbaros" que traten de cruzar los límites del imperio por el matadero de la frontera entre México y Estados Unidos. Para ellos no existe Ley de Ajuste que conceda derecho automático a residencia y empleo;cualesquiera que fuesen las violaciones y delitos que hayan cometido;,y que fue inventada para desestabilizar a Cuba como castigo por los cambios revolucionarios que tuvieron lugar en nuestra Patria. (...)".
Fidel Castro Ruz
Clausura del V Encuentro sobre Globalización y Problemas del Desarrollo,
Palacio de las Convenciones, La Habana, Cuba;
14/022003.

 

 

El líder cubano Fidel Castro Ruz, una leyenda de la izquierda revolucionaria que gobernó su país durante casi medio siglo, murió el viernes 25/11 a los 90 años, marcando el fin de una época para América Latina y el mundo.

Su hermano y presidente, Raúl Castro Ruz, anunció el deceso del veterano ex guerrillero marxista en un mensaje transmitido el sábado por la televisión estatal, sin revelar las causas.

Los rumores sobre la muerte de Fidel fueron recurrentes desde que en julio de 2006 una enfermedad intestinal -cuyos detalles nunca se conocieron- le obligó a ceder en forma interina el mando a Raúl, quien oficialmente asumió la Presidencia 2 años después.

"Con profundo dolor comparezco para informar a nuestro pueblo (...) que hoy 25 de noviembre de 2016 a las 10.29 de la noche falleció el comandante en jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz", dijo Raúl Castro, vestido de verde olivo, en un sobrio mensaje leído y divulgado por los medios estatales.

El mandatario, quien se despidió con el característico saludo revolucionario "hasta la victoria siempre", dijo que los restos de su hermano, cumpliendo con sus deseos, serían cremados por la mañana del sábado y sus cenizas descansarán en la oriental Santiago de Cuba tras recorrer en procesión el país.

Desde China a Rusia, pasando por Venezuela y el Vaticano, líderes de todo el mundo mandaron pésames por la muerte del icono de la Guerra Fría, que desafió a Washington DC erigiendo un bastión comunista a 150 kilómetros de sus costas.

El presidente saliente de USA, Barack Obama, quien protagonizó un acercamiento sin precedentes con la isla, mandó un mensaje de condolencias al pueblo cubano, asegurando que "la historia registrará y juzgará el enorme impacto de esta figura singular en su pueblo y en el mundo".

Sin embargo, el mandatario estadounidense electo, el magnate republicano Donald Trump, reaccionó con un agresivo comunicado que podría ser el preludio de una nueva era de hostilidades entre los viejos enemigos ideológicos cuando asuma en enero. Los anticastristas de Florida, donde siempre votan por los republicanos, creen que ahora sí pueden cumplir su ambición de derribar la Revolución Cubana.

"Aunque no se pueden borrar las tragedias, muertes y dolor provocados por Fidel Castro, nuestro gobierno hará todo lo que pueda para asegurar que el pueblo cubano pueda al fin iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad", dijo Trump.

Su vicepresidente fue más lejos al sentenciar: "El tirano Castro ha muerto. Amanece una nueva esperanza".

Daniel Trotta escribió en Reuters:

"(...) Castro fue venerado durante medio siglo por la izquierda gracias a su voluntad de acero. Sin embargo, la persecución contra sus opositores y su falta de apertura lo convirtieron en un tirano para los ojos de sus detractores.

Tan idealista como pragmático, extremadamente inteligente e imprudente, carismático pero intolerante, Castro falleció a los 90 años el viernes y dejó a la izquierda mundial sin la última leyenda de la Guerra Fría.

Sus admiradores veían en él a un visionario que se alzó contra la dominación de Estados Unidos sobre Latinoamérica, llevó servicios de salud y educación a los pobres e inspiró a movimientos sociales en todo el mundo.

Aún antes de liderar la revolución de 1959 que llevó a Cuba al comunismo, Castro vio su potencial de grandeza.

Desde una temprana edad admiraba a las figuras históricas más audaces, particularmente a Alejandro Magno, y creía que él y sus rebeldes eran parte de esa tradición.

Cuando Castro derrocó al dictador Fulgencio Batista con su ejército de guerrilleros barbudos, románticos e irreverentes tenía apenas 32 años.

El carismático abogado instaló pronto un régimen socialista a sólo 150 kilómetros de Estados Unidos y se convirtió en un paradigma de resistencia para militantes de izquierda alrededor del mundo, que idolatraban a los jóvenes combatientes que alfabetizaron al país y nacionalizaron las empresas extranjeras. (...)".

"Siento que este es el primer paso de un gran cambio", dijo Eliécer Ávila, líder del grupo disidente "Somos +", en su casa, mirando los materiales de archivo de Castro que empezaba a retransmitir la televisión estatal, desde encuentros con otros líderes hasta su participación en marchas contra Estados Unidos.

"El día de hoy para unos es esperado con júbilo, algunos estarán brindando con champán; otros tendrán miedo de lo que va a suceder y la inmensa mayoría del pueblo cubano hoy siente una incertidumbre por ese futuro que no se ha podido vislumbrar durante el gobierno de Raúl", agregó Ávila.

"Pronto seré ya como todos los demás (...) a todos nos llegará nuestro turno", había dicho Fidel en su último discurso durante un congreso del Partido Comunista de Cuba este año.

Después de unas primeras horas de tranquilidad y tristeza, cubanos comenzaban a tomar algunos puntos del país para mostrar su pésame. Cientos de universitarios se congregaban en la Universidad de La Habana dando vivas a Fidel y escuchando algunos de los discursos que le dieron fama mundial.

El Gobierno declaró 9 días de duelo nacional y planeó una serie homenajes que comenzarán el lunes 28/11 con un acto masivo en la Plaza de la Revolución y se prolongarán por una semana.

Mientras tanto, en Miami, donde viven miles de exiliados opositores al Gobierno comunista de la isla, el ambiente era de júbilo y una multitud celebraba con banderas cubanas, bailaba y hacía sonar cacerolas y bocinas.

Castro, un carismático e implacable líder que hizo de la barba, el uniforme guerrillero verde oliva y los cigarros su marca registrada, saltó al centro de la geopolítica global al aliarse con Moscú poco después de bajar en 1959 de la Sierra Maestra para derrocar al dictador Fulgencio Batista.

Fue venerado por miles de simpatizantes de izquierda, pero gobiernos como el de USA, y los cubanos que abandonaron el país tras la revolución, lo acusaban de tirano.

"El hombre que decidió cada detalle de la Cuba en la que nací y crecí, ya no está. Una extraña levedad se extiende por la Isla", dijo la bloguera opositora Yoani Sánchez.

Sin embargo, su desaparición difícilmente implicará grandes cambios en el sistema socialista que edificó en Cuba, donde su hermano impulsa una serie de reformas económicas e inició un proceso para restablecer los vínculos diplomáticos con Washington tras más de 5 décadas de hostilidades, decisiones que Fidel Castro pareció apoyar tibiamente.

La muerte del "Comandante Fidel" simboliza el fin de una era y su legado será siempre motivo de debate entre los que lo encumbraron como líder de los oprimidos que combatió incansable a Washington con encendidos discursos y hasta con las armas; y los que lo acusaron de ser un tirano que solo buscó el poder.

El propio Castro se refirió a la cercanía de su muerte en el último discurso que dio el 19/04 en la clausura del 7mo. Congreso del Partido Comunista de Cuba, cuando dijo: "Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me había ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo, fue capricho del azar".

"A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos", dijo ante los delegados. "Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala", señaló.

Aún enfermo, Castro continuó siendo una influyente figura en Cuba y fue inspiración para una nueva generación de líderes que abrazó su causa socialista en América Latina, como el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez o el boliviano Evo Morales.

Ahora su muerte deja huérfana a la izquierda de la región.

"Fidel Castro fue un ejemplo de lucha para los pueblos del mundo. Seguiremos adelante con su legado", dijo el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al canal Telesur.

Castro se mantuvo fiel a su ideología aún después de la caída del comunismo soviético, siendo una figura respetada en muchos lugares por su lucha contra el colonialismo. Nelson Mandela, tras salir de prisión, le agradeció varias veces sus esfuerzos para debilitar la segregación racial en Sudáfrica.

En las puertas de algunas embajadas de Cuba, grupos de personas se reunieron para rendirle homenaje. En la Ciudad de México, la gente encendía velas y colocaba flores, y en la capital chilena tocaban música del cantautor Silvio Rodríguez y ondeaban banderas cubanas y del partido comunista.

"Mis hondas condolencias (...) a todo el Universo por la pérdida de uno de los seres humanos más extraordinarios de todos los tiempos", dijo en su blog Rodríguez, exponente de la nueva trova cubana que nació inspirada por la revolución de Castro.

Su muerte no parece que vaya a afectar al lento proceso de cambios económicos y diplomáticos emprendidos por Raúl, un general de 85 años que ha prometido modernizar la ineficiente economía centralizada pero sin abandonar la senda socialista.

"No creo que la muerte de Fidel sea la gran prueba. La gran prueba será transferir las riendas de la revolución a la próxima generación y eso ocurrirá cuando Raúl deje el poder", dijo Phil Peters, un experto del Lexington Institute en Washington.

Raúl enfrenta además la difícil tarea de elegir un sucesor en un panorama político todavía dominado por sus ancianos compañeros de armas, pero con la idea de mantener al Partido Comunista como la única fuerza política legal en Cuba.

La influencia de Castro se extendió mucho más allá de su isla de 11 millones de habitantes, dividiendo a los que lo admiraban por sus ideas socialistas de educación y salud pública, y los que lo veían un dictador que encarceló a sus opositores y arruinó Cuba con sus experimentos socialistas.

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