NECESARIO REPLANTEO

Macri, 1 año: Mala comunicación + Mal ejercicio de la política

Justo cuando Mauricio Macri, “Cambiemos” y el PRO celebraban el primer año del triunfo en el balotaje, el Gobierno sufrió su peor derrota política en el Congreso, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, tuvo que salir a desmentir cambios en el Gabinete; los economistas ortodoxos comenzaron a poner en duda que se produzca la reactivación en el 1er. Trimestre del 2017, Elisa Carrió y Emilio Monzó le “marcaron la cancha” al macrismo y el blanqueo tuvo un resultado, en esta 2da. Etapa, menor del esperado.

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata) Para no herir la susceptibilidad de la fina piel de los militantes macristas hay que reconocer que Mauricio Macri y su equipo han llevado a cabo inmensos cambios (como la salida del cepo, el cierre del default, el regreso al mercado internacional de crédito y realizar una colocación histórica de deuda a 10 años a tasa fija, en pesos) y que pese a la baja de imagen positiva, todavía retiene alta la confianza de sus votantes. Sin embargo, el escenario político y económico está muy lejos de lo que esperaba la Casa Rosada, “Cambiemos” y aquellos que votaron al macrismo en aquella histórica 2da. Vuelta.

El Gobierno se obstinó en una Reforma Electoral que, antes de comenzar a negociarse, en el peronismo ya se daba por perdida. Mauricio Macri y sus funcionarios creyeron que las provincias peronistas cederían en la implementación del “voto electrónico”, en especial, luego de que se les concedieran cientos de obras públicas, créditos, autorizaciones de endeudamiento y aumento de partidas presupuestarias como nunca antes en 35 años hizo un Presidente de la Nación.

El peronismo puede estar debilitado, atomizado y en estado deliberativo, pero nunca cede en aquellos temas que son centrales para su armado político. Ya lo supo Raúl Ricardo Alfonsín con la llamada “Ley Mucci”, Fernando de la Rúa con la “flexibilización laboral” y ahora Mauricio Macri con el “voto electrónico”. Cree que iba a ser diferente ahora, muestra una inmensa inocencia en el análisis político y un desconocimiento profundo de cómo funcionar el peronismo por parte del macrismo, justo la crítica principal que se le hace a Jaime Duran Barba, impulsor de lanzar la Reforma Electoral apenas comenzada la Gestión del PRO.

Durante todo un año, el Gobierno consiguió votos en el Congreso a cambio de plata a las provincias. Pero luego del intento fallido de subir las tarifas de los servicios públicos sin Audiencia Pública, hubo un cambio notable dentro del panperonismo, dado que Sergio Massa logró una alianza con Miguel Ángel Pichetto, que se convirtió en operador del massismo.

Desde la Presidencia de la Bancada de Senadores del Frente para la Victoria, el legislador de Río Negro ha convencido a los Gobernadores peronistas de oponerse a los deseos o proyectos del macrismo. Y cuando cedieron, fue a cambio de prebendas, lo que era adjudicado a la buena estrategia fijada por Sergio Massa, construyendo un puente entre massismo y peronismo, en vista de las elecciones del 2017.

Hoy, el peronismo está dividido, sin un liderazgo claro, sin un discurso unificado y sin una autocrítica por la derrota del año pasado, pero se une contra los presupuestos de María Eugenia Vidal y Mauricio Macri y contra la Reforma Electoral macrista. Y, en paralelo, el Gobierno avanza con proyectos de Ley inconsultos con sus aliados, sin que haya consenso, lo que implica una doble lucha al tener que convencer a propios y ajenos, una pésima estrategia para un partido que no tiene mayoría propia en ninguna de las dos Cámara Legislativas nacional y bonaerense.

La unión de mala comunicación con mal ejercicio de la política son 2 de los vértices de la “tormenta perfecta” que enfrenta hoy el Gobierno a poco de su primer año en el poder. Si a eso le sumamos que los famosos “brotes verdes” no aparecen, tenemos el tercer eje que tiene hoy a la Casa Rosada desorientada, sin iniciativa política y sin una estrategia para superar el empantanamiento que hay en el Congreso y en la Legislatura bonaerense.

Por primera vez, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña tuvo que desmentir cambios en el Gabinete. Justo cuando se confirma que Elisa Carrió y Ernesto Sanz, por separado, han solicitado la renuncia del máximo colaborador de Mauricio Macri, el propio Marcos Peña.

A su vez, las divisiones en el “malón” de economistas que actúan como funcionarios ya es inocultable y el propio Mauricio Macri ha tenido que intervenir en forma directa para ordenar al Banco Central que baje la tasa de interés y que se aliente el consumo de cualquier forma posible, para contener el malhumor social. Por eso se lanzó el “Ahora 18”.

Que Roberto Lavagna critique al Gobierno es natural, en el fondo, es un dirigente massista que sueña con ser Jefe de Gabinete de un Gobierno de Sergio Massa. Pero que Miguel Ángel Broda y Daniel Artana coincidan en decir que ven al Gobierno desorientado, terminó por poner en blanco y negro las dudas que hay sobre el manejo macroeconómico del PRO. Por eso, en el Banco Central anticiparon que en las próximas ediciones del REM, muchas consultoras reducirían las estimaciones de crecimiento para 2017.

Algo es innegable. La carga para salir de la trampa del dólar futuro fue para el BCRA. La carga para contener un escape del dólar y “sanear” las reservas estuvo en manos del BCRA. La carga para salir de la inflación está siendo llevada cabo por el BCRA. Y, ahora, la carga para salir de la recesión fue impuesta al BCRA. Incluso está en las espaldas de BCRA acelerar la devaluación del peso, para ganar un poco de competitividad para los productos argentinos que son exportados, dado que por la crisis del dólar futuro, el tipo de cambio se devaluó a un nivel poco competitivo.

Ante la lista de tareas que tiene a su cargo el Banco Central queda preguntar cuándo comenzará a colaborar el Ministerio de Hacienda y Finanzas o la cartera de Producción. Esta semana se hizo la 22ª Conferencia Industrial. Pese a que pasaron por Parque Norte el Presidente de la Nación y 6 ministros, no hubo un solo anuncio. La Unión Industrial Argentina hizo 10 propuestas de cambios fiscales, sin costo para el Tesoro Nacional, para mejorar el perfil exportador. A casi una semana del anuncio, nadie en el Gobierno se dio por enterado de la propuesta.

En su paso por Parque Norte, el Ministro de Producción, Francisco “Pancho” Cabrera prometió un paquete de medidas para alentar el consumo y la producción. Pero ha pasado casi una semana y no ha circulado una sola de esas propuestas. ¿Cuándo las esperan anunciar? El año termina en menos de cinco semanas y comienzan las vacaciones. ¿Qué estarán esperando?

Es más, en su presentación, al ser consultado sobre cuándo se iba a producir la reactivación de la economía, Cabrera sonrió y respondió “eso es un misterio”, algo que dejó boquiabiertos a los industriales que respondieron no concurriendo a presentaciones posteriores de funcionarios, a tal punto, que el discurso de cierre de Mauricio Macri se hizo con menos de un tercio del salón lleno. Todo un mensaje.

El Gobierno firmó un segundo acuerdo con los empresarios para que no haya despidos en el verano. Ya se firmo otro hace unos meses, que no fue cumplido por el sector privado. ¿Cuál es el objetivo de volver a repetir la misma acción política si ya fracaso la primera vez? Si fue una acción de marketing político, para mostrar un Gobierno preocupado por el empleo, parece que no está haciendo efecto en la opinión pública y “regala” un argumento más a la oposición contra la gestión macrista.

A un año de ganar el balotaje, Elisa Carrio sigue “marcando” la agenda del Gobierno, lo mismo que Sergio Massa con la modificación del Impuesto a las Ganancia, Miguel Ángel Pichetto con la Reforma Electoral y los piqueteros con el plan de contención social para no tener saqueos, cortes y manifestaciones a fin de año. Todo esto muestra un Gobierno débil, sin iniciativa, sin triunfos, algo que tiene un inmenso costo político en una Argentina acostumbrada a hiperpresidencialismos verticalistas.

Mauricio Macri pide cambiar las convenciones colectivas para poder ganar competitividad. Empresarios y sindicatos ni se dan por enterados del llamado oficial. Mauricio Macri pide un recambio generacional en el sindicalismo y Hugo Moyano le responde con la reelección en la conducción de “Camioneros” por 7ª vez. Al final, son palabras que caen en el vacío y terminan dañando la autoridad presidencial.

Ante el silencio más absoluto de “Cambiemos” y del PRO, la causa contra la VicePresidente de la Nación, Gabriela Michetti, avanza a paso rápido y la de los “Panama Papers” sigue generando noticias. Sin embargo, cientos de causas contra funcionarios kirchneristas hace semanas que no se mueven de los cajones donde fueron colocados. Eso no es casual.

El fracaso de la Reforma Electoral tapó que el plan de traspasar la Justicia Laboral y Penal a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una de las metas que se había fijado Mauricio Macri para completar el proceso de autonomía porteña se postergó. El anuncio se lo hizo el titular de la cartera de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, a la Asociación de Magistrados y a los presidentes de la Cámara Nacional en lo Criminal y de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, que fueron los que encabezaron la resistencia, con ayuda del kirchnerismo más rancio.

Los planes del Presidente de la Nación era firmar la semana que viene, junto con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los 5 convenios necesarios para concretar el traspaso al control de Jefe de Gobierno porteño de más de 20 juzgados penales, unos 30 laborales, además del fuero del consumidor, en el marco del Plan Justicia 2020. Pero todo pasó para marzo. Un fracaso que no ganó la tapa de los diarios, pero golpeó duro al Gobierno.

El Gobierno tiene el fin de semana largo para elaborar una estrategia para recuperar la iniciativa política y lograr que se aprueben sus proyectos principales. Si no, cerrará el primer año de Gestión con pocas luces y demasiadas sombras; y esta es la peor forma para comenzar un año electoral en donde el PRO se juega la gobernabilidad de los próximos 3 años y la permanencia del proyecto político macrista en el largo plazo.

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