"ESPERANZA VIVA"

“Nietzsche ha muerto. Firmado, Dios”

El equipo estaba en una buena fase y viajó a bordo de un avión a Medellín, Colombia, donde jugaría el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana, contra el Atlético Nacional, el miércoles 30/11. El avión que transportaba a 81 pasajeros, incluyendo al equipo de Chapecoense cayó y la mayoría falleció. Más allá de las responsabilidades humanas en lo que ocurrió, la pregunta que golpeó a muchos fue: "Y si mi avión cayera hoy, ¿cómo estaría su vida? ¿Qué legado le dejaría a mi familia y sus amigos? ¿Qué futuro de esperanza me acompañaría? Buena introducción para algunas reflexiones:

 

Todos perciben que son tiempos trascendentes, y por eso leyendo el opúsculo distribuido durante el fin de semana se rescataron algunos fragmentos ilustrativos, disparadores de reflexiones.

Iván Saraiva:

El laberinto

1. "(...) Es muy interesante conocer la cultura de otros pueblos. En China, hay personas que frecuentan un templo budista, siguen la filosofía y los consejos de Confucio y, en sus casas, veneran dioses del sintoísmo. ¡Qué variedad!

Sin embargo, si para nosotros es difícil entender los hábitos espirituales de un amigo chino, intente imaginar a un oriental en las calles de una ciudad como Sao Paulo, en la República del Brasil, donde hay numerosas iglesias con los más variados nombres. Cada una tiene su práctica particular y doctrinas diferenciadas. Frente a la variedad de alternativas, la duda crece
en el corazón de quien busca la verdad y el camino de la ética.

¿Cómo consideraría nuestra religión un chino que nunca oyó hablar de Cristo? ¿Qué diría a sus parientes en China, después de visitar una ciudad como San Pablo con sus innumerables templos?

Actualmente, hay cerca de 40.000 confesiones cristianas. Cada una de ellas afirma tener la verdad y la más pura interpretación bíblica. Todas usan el mismo Libro como base de sus doctrinas. Sin embargo, presentan visiones diferentes, o incluso opuestas, de lo que sea la verdad y de cómo alcanzar la vida eterna. En ese laberinto, encontrar el camino seguro parece ser casi imposible. (...)".

La esperanza

2. "(...) En la película "El día después de mañana", la esperanza destaca como un factor de supervivencia para el joven Sam y sus amigos Brian y Laura. Ellos se refugian en una biblioteca pública mientras Nueva York es inundada por un tsunami. Se trata de una ficción dirigida por Roland Emmerich, lanzada en 2004 y que se volvió campeona de la taquilla.

En esa producción, el climatólogo Jack Hall, interpretado por el actor Dennis Quaid, prevé una catástrofe gigantesca, basado en sus estudios del recalentamiento global. Todo sucede según su previsión, pero en mucho menos tiempo. El derretimiento del hielo polar altera la corriente del Atlántico Norte, lo que lleva a una caída acentuada de la temperatura. El clima violento provoca tornados, huracanes, tormentas de granizo y tsunamis con gran poder de destrucción. Los repentinos cambios climáticos lanzan al Hemisferio Norte a una nueva era de hielo.

El joven Sam –hijo de Jack– y sus amigos están en Nueva York para una competición académica, cuando las aguas de un inmenso tsunami inundan la ciudad y son rápidamente congeladas. Ellos quedan acorralados y se refugian en una biblioteca, calentándose al quemar libros. Sam consigue hablar con su padre y le avisa de su situación. Jack promete que irá a buscar a su hijo. Él
y dos colegas parten de Wáshington rumbo a Manhattan a fin de encontrar al joven, habiendo prometido que lo buscaría a cualquier costo. En Filadelfia pierden el vehículo en un accidente y siguen a pie bajo la ventisca.

En la biblioteca, Sam advierte que todos deberían esperar allí dentro hasta que llegue el rescate y que salir sería la muerte cierta. Sin embargo, pocos lo escuchan. Desesperadas, las personas intentan escapar, aventurándose en el frío intenso de las calles cubiertas de nieve, solo para ser congeladas en su caminar.

Finalmente, según el típico modelo de Hollywood, Jack y su amigo Jason llegan a Nueva York, pero casi pierden las esperanzas al descubrir que la biblioteca está enterrada bajo la nieve. El grupo de Sam, sin embargo, estaba a salvo dentro del predio. Ellos son, entonces, rescatados por helicópteros.

Sam y sus amigos lograron sobrevivir gracias a la esperanza fundada en la promesa de Jack de que lo alcanzaría dondequiera que estuviera. Él confía en esa promesa, y es eso lo que hace que no se desespere ni aventure sobre el hielo como los demás, cuyas decisiones reflejan el estado de pánico y la ausencia de esperanza.

Las cuestiones climáticas discutidas en la película son solamente ficción, pero la esperanza aparece allí como un factor de supervivencia, lo cual está científicamente comprobado. De hecho, la esperanza se volvió objeto de estudio de la ciencia en las últimas décadas, con diversas investigaciones que muestran sus efectos positivos. La primera cosa que los investigadores afirman es que la esperanza es el resultado de decisiones y elecciones. Y una cosa es cierta: la esperanza tiene poder sobre la mente y el cuerpo.

El interés de psiquiatras, psicólogos y médicos en la esperanza se debe a su potencial de cura y realización. El investigador estadounidense Charles S. Snyder, autor del libro The Psychology of Hope [La psicología de la esperanza], lanzado en 1994, entiende la esperanza como una idea motivacional que posibilita a una persona para que crea en resultados positivos acerca de sus metas y aspiraciones. Según él, la persona que tiene esperanza logra desarrollar estrategias de vida y de supervivencia de forma más eficaz, y reúne motivación para ponerlas en práctica.

En el área de la salud, las investigaciones han demostrado que el sentimiento de esperanza ejerce gran influencia en eliminar o reducir problemas físicos y psicológicos antes de que sucedan. Es decir, el sistema inmunológico y hormonal de la persona llena de esperanza es más eficaz. Las investigaciones de Snyder comprobaron que la esperanza ayuda al individuo a reaccionar positivamente en caso de enfermedades y lesiones. Esas personas son más fuertes en tolerar el dolor. El psicólogo comprobó que los portadores de esperanza tienen más capacidad o habilidad adaptativa para resolver sus problemas. La esperanza realmente tiene poder.

La emoción o el sentimiento de esperanza, por lo tanto, es capaz de promover no solo la salud mental, sino también física. Algunos psicólogos relacionan la depresión con la ausencia de esperanza, situación en que la persona no ve más solución para sí misma.

Pero, para muchos investigadores la esperanza es solamente una cuestión de “pensamiento positivo”; algo que nosotros mismos producimos. Eso ocurre cuando se ignora el origen y el mecanismo general de esa emoción.

Sin embargo, esa visión limitada de la esperanza tiende a ser superada por los estudios de Anthony Scioli, profesor de Psicología del Keene State College, en New Hampshire, en los Estados Unidos. Desde finales de la década de 1990, él ha estudiado la esperanza científicamente, y ha demostrado su fuerte dimensión espiritual y religiosa. Scioli comprobó que la esperanza está ligada a virtudes como paciencia, gratitud, amor y fe. Y estas son virtudes originalmente bíblicas. El investigador afirma que la esperanza no establece vínculo solamente con el prójimo, sino sobre todo con un Ser superior, es decir, con Dios. Eso muestra que la verdadera esperanza es diferente del optimismo o el pensamiento positivo. La esperanza liga a la persona con un Dios personal que es fuente de poder. (...)".

Internet

3. "(...) En poco tiempo no tendremos más que elegir conectarnos a Internet; todos estaremos online para poder vivir. Olvídate de Internet como entretenimiento que roba parte de nuestro tiempo. Estará con nosotros todo el tiempo en todos los lugares, sin estar ya más restricta a tablets, teléfonos móviles o laptops. En poco tiempo más, formarán parte de nuestra vida
dispositivos “inteligentes”, como relojes que verifican noticias del tránsito y nos despiertan más temprano cuando haya embotellamientos de tránsito; ropas que evaluarán nuestra salud y enviarán informes al médico; casas que analizarán el consumo de luz, de agua y de gas, preparando informes diarios y comparativos con los gastos de los vecinos. ¡Una conexión total!

De hecho, la inteligencia artificial saltó de las ficticias pantallas de los cines hacia nuestro vivir cotidiano. No son únicamente las relaciones sociales las que cambiaron con la inclusión digital, sino la vida como un todo, en los ámbitos del trabajo, los negocios, los hábitos, los estudios y, sobre todo, de acceso al conocimiento. Las computadoras posibilitaron una agilidad sin precedentes a los procesos de producción en todos los sectores. Desde la fabricación de automóviles hasta la manipulación de alimentos, la producción ha sido optimizada y acelerada. Las empresas producen mucho más y en menos tiempo. Los bancos gerencian las cuentas y prestan servicios con más eficacia y rapidez gracias a la conexión directa con los clientes. Las empresas incorporaron un gasto elevado con las computadoras, pero están produciendo mucho más y vendiendo más rápido que nunca.

(...) Internet y las redes sociales también están conectando a personas de las más diversas culturas. Eso provoca emancipación, inclusión, concienciación, y puede abrir puertas para revoluciones y cambios sociopolíticos de grandes proporciones, como ha ocurrido en algunas regiones de Medio Oriente.

Las relaciones sociales ya no son las mismas. Las fronteras territoriales y culturales prácticamente desaparecieron. Las personas se conocen, se relacionan y se casan sin barreras geográficas. Encontrar parientes y amigos perdidos en el tiempo ha sido una de las grandes sorpresas de las redes.

Sin embargo, no todo es para ser celebrado en la era digital. Nuestra relación con las computadoras y con Internet también nos ha expuesto a peligros y riesgos inéditos en la historia, desde la banalización del amor y del sexo hasta la destrucción de la privacidad de personas y organizaciones.

(...) En verdad, la complejidad es tal que recibimos el alerta de uno de los “padres de Internet”. El matemático estadounidense Vint Cerf reflexiona: “Historiadores del futuro tendrán grandes dificultades para encontrar registros de nuestro tiempo actual”. De acuerdo con él, en un contrasentido impensable, “el siglo XXI está entrando en una Edad de las Tinieblas Digital”. Esa preocupación se debe a la incapacidad para preservar la información. Actualmente, en apenas dos años producimos más información de lo que toda la humanidad produjo hasta aquí. Como existe una constante actualización en los lenguajes de la programación y poca inversión en métodos para archivar, mucho de lo que hoy está en la Red puede dejar de existir.

Me acuerdo de que en el año 1998 alguien me dijo lo siguiente: “¡La computadora vino para solucionar problemas que no existían sin ella!” Cualquier nueva tecnología también genera nuevos problemas. En ese contexto, ¿qué otros problemas están siendo creados, para la sociedad y para los individuos, por causa de una conexión ininterrumpida? ¿Qué tipos de nuevas
angustias estarán delante de nosotros? (...)

Zygmunt Bauman, sociólogo polaco, nos advierte en relación con una sociedad intolerante al dolor, que se refugia en relaciones virtuales a fin de interactuar, pero sin crear lazos humanos reales y verdaderos. Según él, las redes sociales son un fenómeno mundial no por la capacidad de hacer nuevos amigos en forma instantánea, sino por la facilidad de excluir amigos, conocidos y desconocidos, sin dolor, sin culpa y sin sufrimiento. “Si alguien escribe algo desagradable, yo puedo sacarlo de mi vida apretando una única tecla”, dice Bauman. (...)".

Dios

4. "(...) Hace unos días, caminando por la calle vi a un muchacho, que venía en mi dirección, con una camiseta negra con letras blancas, que decían: “Dios ha muerto. Firmado, Nietzsche”. Cuando el muchacho pasó a mi lado, en la espalda de la camiseta se leía: “Nietzsche ha muerto. Firmado, Dios”. Estas frases son interesantes, cargadas de significado y hasta hechas con buen
humor. Lo que más impresiona es notar a cuántas personas les gustaría que Dios no existiera. (...) se estima que más de 400 millones de personas en el mundo han sacado a Dios de su
vida. Una de las principales razones para esto parece obvia: sin Dios, todo es permitido. Si Dios no existiera, podríamos llevar la vida como nosotros quisiéramos, sin culpa y sin responsabilidad moral por nuestros actos. Sin Dios en la historia, cada persona podría hacer lo que bien quisiera, pues no existiría una expectativa de recompensa o de castigo eterno. No habría Juicio final.

Otras personas quieren eliminar a Dios de su vida porque no creer es una moda intelectual. (...) Esa ideología del ateísmo predomina en los medios de comunicación y en las universidades. Por eso, muchas personas son seducidas por el modismo. Después de todo, si una persona popular o célebre no cree en Dios, eso debe ser verdad, piensan muchos.

Necesitamos desmitificar algunos conceptos muy difundidos hoy. Además de esto, toda persona debe enfrentar ciertas cuestiones antes de declarar que no cree en Dios.

Por ejemplo: si Dios no es el Creador y todo es obra de la combinación entre el azar y el tiempo, entonces hubo un momento, hace miles de millones de años, en que algo sin vida se transformó en algo con vida. ¿Cómo ocurrió? La cuestión es simple y directa, pero ningún científico logró, hasta ahora, responderla.

Por cierto, debes haber escuchado hablar de Luis Pasteur, el científico francés. Por causa de sus descubrimientos, de su apellido deriva la palabra pasteurizado, aquel proceso por el cual se preserva la leche y sus derivados, por ejemplo, durante más tiempo.

Las experiencias y los descubrimientos de Pasteur derrumbaron la teoría aristotélica de la generación espontánea, que afirmaba que sería posible que surja la vida de la no vida. Pasteur probó científicamente que la vida proviene de la vida; es decir, cualquier cosa sometida a cualquier circunstancia, ya sea de temperatura, ambiente o presión, que no tenga vida no generará vida. Por una razón obvia: la vida solo proviene de la vida.

Es muy fácil entender esto. Mira a tu alrededor, y tú mismo lo podrás constatar. Una materia inorgánica nunca puede generar algo orgánico. Nada sin vida genera algo con vida. Entonces, ¿qué es lo que lleva a una persona inteligente a ignorar esa ley básica de la vida y creer que un evento ocurrido hace miles de millones de años ha sido capaz de producir vida? Eso exige
cierta medida de fe.

Otra cuestión es: si Dios no es el Creador y si todo surgió a partir de una explosión cósmica, ¿qué fue lo que explotó realmente? ¿Qué gases se unieron en esa llamada “sopa ácida galáctica”?
¿De dónde provinieron aquellos elementos que explotaron? ¿De dónde surgieron el butano, el helio, el hidrógeno, el nitrógeno y todos los demás elementos químicos? Es decir, ¿cuál fue el origen primigenio (primario) de todas estas cosas? La ciencia no tiene una teoría que presentar cuando la cuestión es la causa primera. Porque la causa primera vino antes de la gran explosión, antes del Big Bang. Esos elementos químicos ¿serían eternos? Podemos imaginar cosas inanimadas que existan eternamente, ¿pero a Dios no?

Los cuestionamientos sin respuesta convierten a la Evolución en apenas una teoría, y no una ley científica establecida.

Es interesante, y muy cómica, la sátira del doctor Marcos Eberlin, con posgrado en Espectrometría de Masas y presidente de la Sociedad Internacional de Espectrometría de Masas, en su página de Facebook, sobre la idea del Big Bang: “En el principio era la nada [...]. Y la nada era nada [...]. Y la nada, nada se hizo. Y la nada le dice a la nada: ¡Explota! Y la nada explotó y fue un Bang bien Big. ¡Y la antimateria, simplemente, desapareció!”

Otra cuestión que debe ser pensada honestamente: ¿qué trajo de bueno el ateísmo para las personas o para la sociedad? Busca a una persona que estuviera hundida en las drogas y que haya sido salvada por la adhesión al ateísmo. Preséntame un alcohólico que haya vencido el vicio por leer los argumentos contrarios a la existencia de Dios. Encuentra a alguien que haya superado la depresión profunda siguiendo las ideas de los agnósticos. Quiero escuchar el testimonio de una prostituta que se haya encontrado con un grupo de militantes ateos, y a partir de entonces resolviera abandonar su estilo de vida porque encontró una filosofía que realmente trajo sentido a su vida.

(...) ¿Y en cuanto al problema del bien y el mal? Es común que algunas personas digan que no creen en Dios por causa de la existencia del mal. En el siglo III antes de Cristo, el filósofo Epicuro levantó este dilema: o Dios puede todas las cosas y no es amoroso, o es amoroso pero no puede todas las cosas. Un Dios al mismo tiempo todoamoroso y todopoderoso no dejaría que sucedan cosas malas; principalmente, a las personas buenas.

El dilema de Epicuro atravesó los siglos, y llegó hasta nosotros con la misma fuerza que tenía cuando fue propuesto. Sin embargo, intenta ver las cosas desde otro lado, y responde: El mal ¿responde a alguien? No. El mal ¿respeta alguna ley? No. El mal ¿respeta los derechos humanos? No. ¿Respeta a los niños? No. ¿Respeta a los ancianos? No. La verdad es que el mal no respeta nada. Entonces, ¿por qué el mal no tomó cuenta de todo? Si no tiene límites, ¿por qué razón el mal todavía no dominó por completo la vida humana?

La respuesta está en Dios. El mal no domina sobre todas las cosas porque Dios es lo opuesto del mal y mantiene las cosas en equilibrio, hasta que él mismo ponga un fin a la maldad. En Apocalipsis 21:4 leemos que Dios “les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir”.

La vida está hecha de elecciones. No somos mejores ni peores que la suma de todas nuestras elecciones. Quien no consigue acertar en las elecciones pierde oportunidades y, muchas veces, la estabilidad y la esperanza. Lo que hacemos, en general, con nuestra lógica humana, es colocar sobre Dios la culpa de las cosas que salen mal, y así intentamos sacarlo de nuestra
vida.

¿Cuántas personas culpan a Dios por el hambre en algunos países de África, solo para después descartar al Creador como una idea errada? La culpa del hambre y de todas las cosas malas es del propio ser humano. Somos nosotros quienes tomamos decisiones y elegimos entre lo correcto y lo equivocado. Somos nosotros quienes destruimos el planeta y al semejante. No es Dios. (...)

En el Salmo 53:1 puedes constatar que el ateísmo no es tan moderno. Allí está escrito: “Dice el necio en su corazón: ‘No hay Dios’”. Mucho antes de que tú y yo existamos, ya había personas que han intentado extinguir a Dios de la historia, y no lo lograron. Así, hoy existen personas que odian a Dios, e intentan rebajarlo al nivel de la superstición. Pero nunca lo consiguen. (...)".

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