AVENTURAS DE TOTO & NICKY

La lapicera de Caputo firma más rápido deudas que el bisturí de Dujovne corta déficit$

Los primos Caputo (“Toto” y “Nicky”) ocupan lugares estratégicos en el circuito del dinero grande. Uno desde Finanzas y el otro desde la Bolsa. Con el dueño de Mirgor esperando aún por la reforma del mercado de capitales, el ex Deutsche Bank ya negoció la salida del default cuando era secretario de Estado y coloca deuda afuera y adentro. Su último éxito, recién ascendido a ministro: los US$ 7.000 millones que acaba de tomar en las narices del cuco Donald a punto de jurar en la Casa Blanca. Las tapas de los diarios especializados y La Nación se hicieron eco de que “Toto” hasta se dio el lujo de rechazar las dos terceras partes de las ofertas recibidas, con las que podría haber cerrado el programa financiero del año. Agrandado, optó por dejar pendiente una colocación de US$3.000 para más adelante y así defender la cotización secundaria de los bonos emitidos. Le quiere bajar un cambio al endeudamiento, que llega al 50% del PBI gracias a la velocidad con que creció el año pasado en el marco de un simultáneo retroceso de la actividad económica. Además, hasta que no le metan el lápiz rojo al déficit, el riesgo país se mantendrá alto y la tasa también, haga lo que haga la Reserva Federal en tiempos de Trump.

Luis “Toto” Caputo empezó 2016 como secretario de Finanzas peregrinando por Nueva York con el objetivo de cerrar un acuerdo con los fondos buitres para levantar el default y desbloquear así el flujo de créditos internacionales hacia la Argentina e inicia 2017 también en la Gran Manzana, ya ascendido él con su área y todo al rango de ministro, contándoles detalles del plan económico y financiero del país a más de 250 inversores en Londres, Boston, Los Ángeles y Nueva York para atar el paquete de US$10.000 millones que necesita el gobierno para afrontar el decisivo año electoral en ciernes.

Este ex ejecutivo del Deutsche Bank, primo de Nicky, el entrañable amigo del Presidente, se convirtió en el único miembro del gabinete nacional que puede mostrar números que avalen su gestión.

El año pasado tuvo protagonismo directo en la emisión de títulos del Tesoro por US$ 45.800 millones, con lo que finalizó el año cerca de los US$ 50.000 millones. No es su responsabilidad que el total de la deuda pública haya ascendido, a fin de 2016, a un 50% del PBI, sin adicionar a este número los bonos provinciales o municipales. Ni que Argentina tenga uno de los niveles más altos de gasto público de la región, un 80% del cual se destina a servicios sociales (salud, educación o vivienda) y económicos (infraestructura, fomento o transferencias).

Cumplió con su cometido de “tarjetear” una economía desanudada pero a costa de que los indicadores reales se le pusieran en contra. Beneficiada a la vez con otra medida, el blanqueo, que sirvió para juntar capitales y reforzar la base fiscal.

En vísperas de que asuma en la Casa Blanca, Donald Trump, y empiece a develarse el misterio de lo que hará la Reserva Federal, Caputo ya aseguró US$7.000 millones para cubrir las necesidades de toma de deuda en dólares, poco menos de la mitad de las emisiones totales estimadas, de 14.350 millones, sumando bonos provinciales y corporativos. De modo que le restan colocar emisiones en euros o francos suizos por el equivalente a otros u$s 3.000 millones, según el programa financiero previsto para este año, que requiere de un total de US$20.000 millones, que el Ministerio de Finanzas prevé que en su mayoría (14.000 millones) conseguirá en el mercado local, entes públicos (2.000 millones) y préstamos de organismos internacionales (3.850 millones).

La tasa mejoró del 7,2% de la mega emisión de abril del año pasado para pagar el default al 6,3% de la reciente. El promedio de plazos de la colocación de 2016 fue de 10,8 años contra la última de 7,68 años.

Ya no dependerá del lápiz azul de Caputo, en lo sucesivo, bajar el costo financiero al que se arribó. La tasa de 10 años americana que hoy se ubica en el orden del 2.5% y es la gran incógnita. Luego van a interactuar los riesgos: el latinoamericano en su conjunto, que está en el orden de los 220 puntos básicos, y el argentino, que lo más que duplica.

En ese sentido, es muy ilustrador el artículo que publica El Cronista Comercial, firmado por Julián Yosovitch, quien consultó a varios especialistas del sector que por distintos caminos llegan al mismo punto: morigerar la presión alcista de las tasas que puede llegar a ejercer la nueva administración en Estados Unidos dependerá de cómo haga los deberes la economía argentina: con su déficit fiscal, las inversiones y el crecimiento. O sea de hasta dónde pueda comprimir el país su tasa de riesgo. La mejor hipótesis sería que la de 10 años se ubicara del 7% para abajo, lo cual no sería tan buena noticia que digamos porque le exigiría al PBI aumentar en igual proporción en dólares para el repago.

En el corto plazo sería otro cantar, porque como el ratio de la deuda aún sigue bajo, por ahora el mercado estuvo haciendo la vista gorda de que Argentina se está endeudando para cubrir gasto corriente y continúa comprando la idea de que se van a llevar a cabo las reformas fiscales y la reducción del déficit, a pesar de que en 2016 nada se hizo. Si el gobierno pierde la elección en octubre, la tasa se disparará.

Desendeudar, reendeudar, esa es la cuestión

La historia reciente de la deuda externa que elaboró Mario Simonovich, de Dataviz, para Mdzol.com, muestra que Macri les mató el punto a sus predecesores, desde Carlos Menem en adelante, que el desendeudamiento del kirchnerismo sólo se ve en 2 (2006 y 2010) de los 12 años de gestión del matrimonio y que en el primer año M subió 23% respecto del último año K.

Año......Millones de US$
1995....90.236
2001....149.248
2004....171.473
2006....107.621
2008....133.275
2010....119.571
2014....148.172
2015....152.632
2016....188.266

El diario La Nación puso de relieve en la tapa el éxito de Caputo en la emisión pre-Trump, en el hecho de que "los 6 bancos colocadores (BBVA, Citi, Deutsche Bank, HSBC, JP Morgan y Banco Santander) recibieron órdenes por unos US$22.000 millones, es decir más de 3 veces más que lo que terminó aceptando el Gobierno".

Para cuando intente tomar los US$ 3.000 millones en títulos denominados en otras monedas que le restan para completar el plan financiero del año, Caputo se propone que los nuevos bonos tengan un buen precio en el mercado secundario y por eso fue muy moderado en la captación reciente.

Su olfato de broker le indica que debe bajar la velocidad a la que se toma deuda para no “hacer olas” con los inversores y que se agite el fantasma del déficit fiscal y de la incertidumbre sobre la suerte que correrá el oficialismo en las elecciones de octubre.

Ya capitalizó lo bien que le fue en los primeros 10 meses de 2016, cuando el Tesoro nacional colocó títulos en moneda extranjera por unos US$24.700 millones y además, en ese lapso emitió bonos en moneda local por $231.079 millones, es decir unos US$ 15.300 millones, y Letras en pesos y dólares por el equivalente a US$5.800 millones, según desagrega El Cronista Comercial.

Ámbito Financiero le dio la derecha a Caputo en este último lance cuando se mantuvo en lo que había anunciado en una reunión con medios de prensa locales de tomar con moderación para defender la cotización secundaria de los bonos y reservarse para otra incursión con la que redondeará los US$ 20.000 millones programados. Sorprendió a los grandes fondos del exterior que habían hecho lugar en sus carteras ante una eventual "megaemisión", a fin de acceder a la posibilidad de comprar los bonos más baratos en el mercado primario.

La expectativa financiera local se enfoca a la ley de reforma del mercado de capitales que, finalmente, no fue incluida en las extraordinarias a las que se llamó, principalmente, para tratar la reforma del impuesto a las Ganancias. Ahora quieren introducir cambios por decreto porque dicen que es posible modificar la reglamentación. Veremos.

El primo mayor del ministro “Toto”, o sea “Nicky”, la venía fogoneando desde la vicepresidencia de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires que ejerce, pero entre el espeso clima legislativo de fin de año y los magros resultados económicos de 2016 determinaron que se cambiaran las prioridades. El final del blanqueo en marzo revelará la masa crítica a atraer entre los fondos de inversión y los paneles accionarios, sobre todo cuando se abra para Pymes.

El mercado de valores tiene un amplio margen de crecimiento en cuanto se le quiten las trabas que ahuyentaban a los inversores, sobre todo del exterior.

Los nuevos voceros de la economía “venden” al unísono que lo mejor está por venir: Nicolás Dujovne, enviado especial (en la jerga periodística) a Davos, y Javier González Fraga, de estreno en el Banco Nación, invocan un repunte de los indicadores económicos y que el acento se pondrá en la inversión, respectivamente.

Al flamante ministro de Hacienda nadie le vio aún lápiz rojo alguno, pero sí le escucharon recomendar a la AFIP que no dejara caer ni un centavo de la recaudación, cualquiera sea la ley que le pusieran por delante. Se ilusiona, eso sí, con un blanqueo previsional para aportarle al equilibrio fiscal.

Como sucedió con el de capitales en curso, representan una suerte de “vaquita” para pasar el año sin llamar la atención de los especuladores financieros del corto plazo. El resto lo dejan librado a la buena estrella de “Toto”.

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