EMOCIÓN QUE CONDUCE AL ENGAÑO

La ira, enemigo poderoso de los individuos... y de las corporaciones

La ira es una emoción que se caracteriza por un incremento rápido del ritmo cardíaco, de la presión arterial y de los niveles de noradrenalina y adrenalina en sangre. También es común que la persona que siente ira se enrojezca, sude, tense sus músculos, respire de forma más rápida y vea aumentada su energía corporal. La ira puede surgir como consecuencia de un estado de inseguridad, envidia, miedo, etcétera. Puede aparecer también cuando somos incapaces de afrontar una situación concreta, pudiendo herirnos o molestarnos la forma en que actúan las personas de nuestro entorno. Cuando nos sentimos frustrados ante algo, podemos reaccionar de varias maneras. Por ejemplo, con ira. La agresividad, por su parte, es la manifestación exterior de la cólera que sentimos. El problema de la ira es que impide pensar con profundidad y equilibrio. Resulta indispensable aprender a menguarla y/o redireccionarla.

El enojo es un estado emocional que varía en intensidad. Varía desde una irritación leve hasta una furia e ira intensa. Como otras emociones, está acompañada de cambios psicológicos y biológicos: su frecuencia cardíaca y presión arterial se elevan y lo mismo sucede con su nivel de hormonas de energía, adrenalina y noradrenalina.

Ahora bien, la ira es una emoción humana completamente normal. Pero cuando se sale de control y se vuelve destructiva, puede conducir a problemas en el trabajo, en las relaciones personales, y en la calidad general de la vida. Y puede hacernos sentir como si estuviéramos a merced de una emoción impredecible y poderosa.

La forma natural e instintiva de expresar el enojo es responder de manera agresiva. Pero no podemos atacar físicamente a cada persona u objeto que nos irrita o molesta. Las leyes, las normas sociales y el sentido común imponen límites respecto de cuán lejos podemos permitir que nos lleve nuestro enojo.

Las 3 reacciones principales son

* expresar,
* reprimir, y
* calmarse.

Expresar sus sentimientos de enojo con firmeza pero sin agresividad es la manera más sana de expresar el enojo. 



Para hacerlo, debe aprender cómo dejar en claro cuáles son sus necesidades y cómo realizarlas sin lastimar a otros. Ser firme no significa ser prepotente ni exigente; significa respetarse a sí mismo y a los demás.

Otra manera de abordar esta reacción consiste en reprimir el enojo y después convertirlo o redirigirlo. Esto sucede cuando usted contiene su enojo, deja de pensar en ello y en cambio se concentra en hacer algo positivo.

El objetivo es inhibir o reprimir su enojo y convertirlo en una conducta mucho más constructiva. El peligro en este tipo de respuesta es que no le permite exteriorizar su enojo, pudiendo quedarse en su fuero interno. El enojo que queda en su fuero interno puede causar hipertensión, presión arterial elevada o depresión.

El enojo puede conducir a expresiones de ira patológica como, por ejemplo, conducta pasiva-agresiva (desquitarse con las personas indirectamente, sin decirles el motivo, en lugar de hacerlo de frente) o una actitud cínica y hostil duradera.

Pero la ira también puede calmarse interiormente. Esto significa no sólo controlar su conducta externa sino también controlar sus respuestas internas, siguiendo los pasos para reducir su ritmo cardíaco, calmarse y dejar que los sentimientos pasen.

Manejo de la ira

¿Por qué se enojan algunas personas más que otras?, se preguntó Charles Spielberger, de la Universidad del Sur de Florida, en Tampa, y luego se respondió:

"Las personas que se enojan con facilidad, por lo general, tienen lo que los psicólogos denominan baja tolerancia a la frustración, que significa que éstas sienten que no deberían estar sujetos a la frustración, irritación o a los inconvenientes. No pueden tomar las cosas con calma y se enfurecen, sobre todo si la situación parece de alguna manera injusta, por ejemplo, cuando se las corrige por un error de poca importancia."

¿Qué hace que estas personas sean así?

Hay varios factores. Un factor puede ser de origen genético o fisiológico. Existen pruebas de que algunos niños nacen irritables, sensibles y que se enojan con facilidad.

Otro factor puede estar asociado a la manera como se les enseña a lidiar con el enojo, que se considera a menudo como algo negativo, y no aprendemos cómo manejarlo o canalizarlo constructivamente.

Las investigaciones hallaron que también los antecedentes familiares desempeñan un papel importante. Generalmente, las personas que se enojan con facilidad vienen de familias problemáticas, caóticas y sin capacidad para la comunicación emocional.

¿Es bueno dar rienda suelta a la ira?

Jerry Deffenbacher, de la Universidad del Estado de Colorado, en Ft. Collins, un psicólogo que se especializa en manejo de la ira, explicó con propiedad: "Los psicólogos dicen ahora que éste es un mito peligroso. Las investigaciones han mostrado que darle rienda suelta realmente aumenta la ira y la agresión y no lo ayuda en absoluto ni a usted (ni a la persona con la que usted está enojada) a resolver la situación. Es mejor descubrir qué es lo que desencadena su ira y luego desarrollar estrategias para evitar que esos factores desencadenadores le hagan perder el control."

Aquí 7 tips sobre la ira 

1. No acumular ira sino gestionarla adecuadamente

Cuando algo injusto sucede y no reaccionamos, vamos acumulando ira y enfado. Tarde o temprano, todo este enojo que vamos guardando estallará y puede dar lugar a un episodio de violencia verbal y/o física. Por tanto, es importante afrontar los problemas con asertividad y control.

2. Evitar la mentalidad de ganador/perdedor

En ocasiones, nos enojamos como reacción a la frustración de no haber logrado algunos objetivos que nos planteábamos, o cuando algo no ha salido tal como esperábamos. En estos casos, la empatía es el rasgo distintivo entre aquellos que saben gestionar la frustración, controlar la ira y aceptar las contrariedades con deportividad. Debemos evitar plantear las relaciones interpersonales como un juego en que se gana o se pierde.

3. Reflexionar acerca de las causas y las consecuencias de nuestra irascibilidad

Ayuda pensar en ello y analizar si nuestra reacción emocional es realmente justificada. Muchas veces no pensamos por qué estallamos en un arrebato de ira. ¿Has pensado en las posibles consecuencias de tener un episodio de ira mientras estás conduciendo?

4. Descansar lo suficiente

Cuando estamos agotados física o mentalmente, nuestras reacciones de ira y los impulsos agresivos son más frecuentes y tenemos menos herramientas para gestionarlos. Por este motivo es necesario descansar y dormir las horas necesarias: tanto en el plano cuantitativo (dormir mínimo 8 horas) como en lo cualitativo (descansar bien).

5. Relajación, meditación, autocontrol...

La relajación es la mejor manera de prevenir los ataques de ira. Existen distintas formas de relajarse: practicar deporte, el yoga, la meditación, el Mindfulness, tomar un baño de agua caliente, o cualquier método que pase por distraer la mente y llevarnos a un estado de positividad.

6. Evitar situaciones y personas irritantes

En la medida de lo posible, hay que tratar de evitar los contextos en que sepamos que podemos estallar, y en cuanto a las personas que nos irritan, algunas veces será imposible no tener ningún contacto (jefes, algún familiar en concreto), por tanto, en la medida de lo posible, habría que tratar de conversar con esa persona con el fin de que las interacciones no resulten tan irritantes.

7. Terapia con un psicólogo

La terapia psicológica para estos casos está destinada a modificar actitudes que generan situaciones de enfado, y permiten lograr una reestructuración cognitiva para que el paciente pueda gestionar y controlar su ira. También se emplean algunas técnicas de control emocional para controlar la ira y manejar así la agresividad.

Entrevista

Un estudio de Maurice Schweitzer, profesor de Operaciones, Información y Decisiones de Wharton; y Jeremy Yip, profesor e investigador en Wharton, muestra que la ira puede influir en las personas que se encuentran en las empresas y se comportan de manera fraudulenta en áreas que no tienen nada que ver con el conflicto original.

Su estudio, Insana y engañosa: la ira incidental lleva al engaño [Mad and Misleading: Incidental Anger Promotes Deception], tiene aplicaciones interesantes para el lugar de trabajo, donde la ira no tratada puede hervir hasta transformarse en problemas mayores para la empresa y sus empleados. Schweitzer y Yip hablaron con Knowledge@Wharton sobre sus hallazgos.

A continuación, la versión editada de la entrevista.

-Por favor, hable un poco sobre su investigación.

Jeremy Yip: -Lo que investigamos fue si la ira incidental -la rabia que se desencadena por un episodio no relacionado con la situación que la desencadenó- puede hacer que el individuo recurra al engaño. Constatamos que las personas llenas de ira son más propensas a mentir a los demás. También constatamos que cuando la gente siente rabia, está menos interesada en cómo sus acciones afectan a los demás. Por lo tanto, se sienten desinhibidas a la hora de recurrir al engaño en función de sus propios intereses.

-Una idea interesante del estudio es que hay una rabia sin causa aparente que procede de algo que se transfiere a otra situación. ¿Es así?

Maurice Schweitzer: -Estudiamos lo que se llama ira incidental, la rabia que se desencadena por algún evento irrelevante. Tal vez usted haya discutido con su cónyuge y después tenga que ir a una reunión de negocios. O puede haber tenido un desacuerdo con un compañero y tenga que encontrarse con otro. Si la situación no tiene nada que ver con la anterior, la ira no debería influir en su comportamiento. Sin embargo, creemos que esto es lo que realmente sucede. Esta ira se traslada a una situación que no tiene nada que ver con ello. Tendemos más fácilmente al engaño porque sentimos la ira anterior, y esa rabia todavía influye y guía nuestro comportamiento.

-¿Por qué esta ira lleva al engaño, y no a la hostilidad?

Schweitzer: -Descubrimos que la ira, tal y como Jeremy estaba explicando, nos desinhibe. La empatía disminuye, por lo que nos preocupamos menos por la gente en general. Nos sentimos más libres o liberados para perseguir nuestros propios intereses. En nuestros estudios, hemos constatado que cuando la gente está enfadada, se preocupa menos por los demás. Ellos no están interesados en tomar represalias o perjudicar a otros al azar. En realidad, es una preocupación menor por ellos, y la búsqueda de intereses personales gana fuerza. Este interés ya no está restringido por nuestra empatía por los demás. Así nos comportamos en general.

-¿Cuáles fueron las principales conclusiones del estudio?

Yip: -Nuestros principales hallazgos muestran que cuando una persona está enojada, incluso cuando esa ira está desencadenada por una situación que no tiene nada que ver con la situación que la causó, la persona tiende más a mentir. Descubrimos también, como dijo Maurice, que la gente enojada tiene menos empatía por los demás. Esto les desinhibe y permite que asuman un comportamiento más egoísta, que les lleva a mentir, por ejemplo. Descubrimos también que la influencia de la ira sobre el engaño es específica, y no cualquier emoción negativa. Hemos contrastado la influencia de la ira con la influencia de la tristeza sobre el engaño, y descubrimos que sólo la ira puede predecir el comportamiento engañoso.

-Creo que el engaño es algo que se calcula de antemano, a diferencia de la reacción inmediata. La ira, sin embargo, es una emoción que hace que una persona actúe de forma rápida y sin pensar, por lo que hay una desconexión, en mi opinión. ¿De qué manera eso aparece en su investigación? Sé que hizo cuatro estudios para llegar a sus conclusiones, ¿cierto?

Schweitzer: -La ira se desencadena por un evento no relacionado: debido a una retroalimentación muy negativa o algo bastante molesto que se presenció.

En varias inducciones diferentes, encontramos que esta ira que se desencadena inmediatamente asume la forma de un comportamiento en cierta manera más estratégico. Es decir, cambia nuestro cálculo. La idea principal es que nuestra empatía disminuye. Nos preocupamos menos por los demás y nos preocupamos más por nuestros propios intereses. 

-Es fácil ver cómo esto podría ser aplicado en muchas áreas de la vida, la política, las relaciones con el mundo y todo lo demás. Pero, en el trabajo, ¿cuáles son las implicaciones? ¿Hay algo que la gente pueda hacer al respecto?

Yip: -Bueno, insistimos a los líderes, gerentes y empleados para que reconozcan que en nuestros momentos de rabia, podemos perder la brújula moral. Sugerimos que los gerentes presten mucha atención a la vigilancia de sus empleados cuando ven que están enojados. Esto se debe a que los empleados iracundos son más propensos al embuste.

-¿Existe la tendencia en alguien que esté enojado a hacer algo que no sea bueno para la compañía?

Schweitzer: -Nuestra brújula moral puede dejar de señalar claramente hacia el norte cuando sentimos ira. Esto se aplica también a los demás. Es decir, otras personas se comportarán de manera más estratégica y de una manera que ponga de manifiesto su interés personal, así como de forma menos ética, cuando se sientan enojados. Insisto en que puede haber sido algo sin relación que les hizo sentir de esa manera.

-¿Está sugiriendo que hay ventajas en desarrollar algún tipo de auto-conciencia en la gente que es beneficioso para la empresa?

Yip: -Creo que el objetivo es hacer que los empleados sean conscientes de sus inclinaciones cuando se sienten enojados. Lo que estamos mostrando aquí es cómo las emociones pueden tener una profunda influencia en el proceso. Sin embargo, también queremos instar a los líderes y gerentes para que reconozcan este comportamiento en sus empleados y, por tanto, tal vez, intervengan en la situación. De acuerdo con otra investigación relacionada, cuando las personas se dan cuenta de que sus emociones son secundarias o irrelevantes, también puede disminuir los efectos de la emoción en el comportamiento.

-¿Qué cosas le sorprendieron en la investigación?

Yip: -Comparamos las personas enfadadas con personas neutrales en los casos donde había incentivo y en los casos donde no lo había. Constatamos que fuimos capaces de separar el motivo de dañar a otros del motivo que llevaba a la gente a buscar su propio interés. De manera que cuando las personas se enojen, no sean punitivas y perjudiquen a los demás a su alrededor. En lugar de eso, constatamos que cuando la gente se pone nerviosa, la ira dificulta la empatía. Esto conduce a un comportamiento con más interés en uno mismo. En este caso, siguen movidas por el egoísmo.

-¿Qué distingue esta investigación de otras en esta área?

Schweitzer: -Una idea clave aquí es la conexión entre la emoción y el conocimiento. A menudo nos sentimos enfadados en el trabajo. A menudo nos sentimos enojados cuando estamos en conflicto con otra persona. Nuestro trabajo es el primero en demostrar que cuando sentimos rabia, eso puede hacer que tengamos un comportamiento disimulado y más egoísta de lo que normalmente toleraríamos. Y como empresa, sin duda debemos ser muy conscientes de eso.

-Esto sugiere que, en algunos aspectos, la asistencia y los cursos para la resolución de conflictos serían beneficiosas para la empresa. No sólo para tener menos conflictos y más cooperación, sino también para reducir un poco el malentendido que pudiera surgir del conflicto.

Schweitzer: -Correcto. Hay que reconocer que los sentimientos de los demás guiarán su comportamiento de manera predecible y debemos ser sensibles a esto. Jeremy mencionó que el reconocimiento de las emociones puede ayudar a disminuir sus efectos. Sin embargo, también tenemos que ser plenamente conscientes de que la forma en que sentimos debe influir en la manera de pensar y comportarse. En algunos casos, podemos obstaculizar el comportamiento ético silenciando la ira.

Yip: -No es que cuando nos sintamos enojados queramos tomar represalias, sacando provecho de las personas. Alguien se enojó conmigo o alguien bloqueó mi objetivo, por lo que quiero desquitarme con alguien. Eso no es lo que observamos. Lo que encontramos fue que estas personas han llegado a ser simplemente más egoístas, apegadas a sus intereses y menos afectadas por las preocupaciones de otros a la hora de hacer prosperar sus objetivos. Creo que esta fue una de las cosas más sorprendentes de la investigación.

-¿Cuál es la próxima etapa de su estudio?

Yip: -Las conclusiones contribuyen a nuestro trabajo actual en que investigamos la relación entre la ira y la toma de perspectiva. Lo que estamos empezando a descubrir, es que cuando la gente está enfadada, se vuelve más egocéntrica.

La toma de perspectiva es un tipo diferente de proceso cognitivo en el que las personas adoptan el punto de vista de un tercero en la situación. Estamos aprendiendo que las personas que están enojadas tienden a anclarse en su punto de vista y no ajustan o dan cabida a las opiniones de los demás.

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