DIFÍCIL SOSTENER A TEMER

Lava Jato y el gran bluff de la prensa brasilera

La prensa brasilera convencional, que era adversario de Luiz Inácio Lula da Silva, encontró en la operación Lava Jato una forma de quitar al Partido Trabalhista del poder pero las consecuencias resultan complicadísimas a causa de la politización de la corrupción, y ahora no sabe cómo sostener al corrupto Michel Temer.

por EDGAR MAINHARD

La corrupción precisa siempre de un proceso judicial transparente y legítimo. La politización de la corrupción es un abandono de las garantías imprescindibles para todo proceso judicial -que tiene metodologías más o menos previsibles-, rumbo a escenarios manipulados, especulativos e imprevisibles. De pronto, el tiro puede salir hacia adelante o hacia atrás o pegar en el pie del tirador... y ya nadie puede controlar el gatillo. Esto es muy peligroso para todos.

La prensa brasilera convencional tenía un entripado con Luiz Inácio Lula da Silva, y decidió aprovechar la causa Lava Jato para ejecutar al Partido Trabalhista, que aún lidera el veterano ex sindicalista metalúrgico del ABC paulista.

Varios empresarios de medios y bastantes periodistas decidieron que bien podría repetirse la experiencia histórica que ocurrió con Fernando Collor de Melo, aquel torpe Presidente que inventó Organizações Globo, y que fue demolido por quienes apostaron por una redistribución del poder y aprovecharon los múltiples errores del hoy senador, para que asumiera el interinato Itamar Franco rumbo a Fernando Henrique Cardoso: el impeachment o juicio político fue legitimado como herramienta extrema válida de interrupción de un mandato presidencial.

Varios empresarios de medios y bastantes periodistas decidieron desconocer sus propias limitaciones, que también tenía antecedentes históricos: O Globo y el ex Jornal do Brasil no pudieron impedir que Leonel Brizola y Darcy Ribeiro gobernaran la ciudad de Río de Janeiro, pero sí tuvieron éxito en demonizar ese populismo que recordaba a João Goulart, frenando su proyecto político federal... aunque pagando un precio oneroso: aceleraron el crecimiento de Lula da Silva y su PT. O sea que, podría especularse, por un curioso efecto transitivo, en el siglo 21, tenían la oportunidad de corregir un propio yerro cometido en el siglo 20.

En cualquier caso, el proceso judicial fue convertido en un complot político, algo innecesario: había muchísima sospecha de corrupción en los 8 años de Lula da Silva que podía investigarse sin afectar la institución republicana. Pero la cuestión era llegar al poder -cuando los medios de comunicación no tienen esa misión-, aún cuando la por entonces presidente Dilma Rousseff nunca había ni impedido las investigaciones judiciales ni mantenido en su equipo a los sospechosos de actos ilegítimos.

Varios empresarios de medios y bastantes periodistas creyeron que había una ventana de oportunidad y convirtieron a  Rousseff en un daño colateral, que 'el Sistema' podía ignorar con tal de eliminar a Lula da Silva de escena.

Hay 4 problemas evidentes:

* Hasta ahora, Rousseff no tuvo ni tiene relación con el Lava Jato

* su sustituto, Michel Temer, sí tiene que ver con el Lava Jato, y nadie sabe ya cómo ocultarlo;

* ni el Partido Movimiento Democrático Brasilero (PMDB) ni el Partido Social Demócrata Brasilero (PSDB) afrontan la realidad de que varios de sus dirigentes más importantes se encuentran implicados en las denuncias de corrupción; y

* Lula da Silva hoy se encuentra más cerca de conseguir su victimización que de quedar sometido a un proceso judicial transparente y una hipotética condena objetiva.

La situación es dramática. A cada hora hay nuevas delaciones de empresarios, políticos y hasta policías que intentan reducir sus condenas revelando todo lo que recuerdan o creen recordar. Y las instituciones, que deberían surgir reforzadas de un proceso de demostración de la potestad de la Justicia, lucen cada día más débiles. Es el efecto inverso al previsto por los creadores de la República.

Esforzándose por proteger a Michel Temer, quizá para no asumir su error del impeachment a Rousseff o por el odio extrajudicial a Lula da Silva, varios empresarios de medios y bastantes periodistas se convierten en cómplices de una crisis que afecta su propia credibilidad ante la opinión pública.

¿Cómo regresar el Lava Jato a un escenario estrictamente judicial, y despolitizarlo? Todavía nadie acierta con la estrategia correcta, y Brasil avanza en una devaluación peligrosa que la Argentina debería analizar con cuidado.

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