ENCUENTRO EN EL VATICANO

"La solidaridad vence al populismo": papa Francisco a líderes de Europa

El papa Francisco ha asegurado a los 27 jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea, que esa institución rejuvenecerá si vuelve a poner la persona humana -en lugar de las finanzas- en el centro de sus prioridades y políticas. Después de escuchar atentamente el discurso del presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, el Papa hizo notar a los líderes de los 27 Estados y las instituciones europeas que "los Padres fundadores nos recuerdan que Europa no es un conjunto de normas que cumplir, o un manual de protocolos y procedimientos. Es una vida, una manera de concebir al hombre a partir de su dignidad trascendente e inalienable". Francisco ha insistido en que el espíritu de los padres fundadores "es especialmente necesario ahora, para hacer frente a las fuerzas centrífugas, así como a la tentación de reducir los ideales fundacionales de la Unión a las exigencias productivas, económicas y financieras". Europa ha conseguido derribar el Telón de Acero de la etapa comunista, por lo que, según el Papa, resulta doloroso ver que "ahora se discute sobre cómo dejar fuera los ‘peligros’ de nuestro tiempo, comenzando por la larga columna de mujeres, hombres y niños que huyen de la guerra y la pobreza, que sólo piden tener la posibilidad de un futuro para ellos y sus seres queridos".

Curioso que el papa Francisco, el pontífice peronista, critique el populismo que practican muchos de sus visitantes argentinos en el Vaticano, a quienes trata con simpatía. También es sugestivo la visita de los jefes de Estado de la Unión Europea: demostración de crisis total de los 27, por un lado, de poder creciente como referente moral, del otro.

Sugestivo que el papa Francisco reclame a sus visitantes que persistan en una solidaridad que, obviamente, incluye la aceptación de miles de inmigrantes, una tendencia que alentó el Vaticano y que sólo incrementó el avance de partidos políticos europeos que reivindican la xenofobia.

En cualquier caso, se trata de un evento inédito, en el final de la Unión Europea tal como se la conoce. Quizás no hubiese estado mal que les recordara a los presentes la profecía de Daniel 2.

"Europa se encuentra en riesgo de muerte". El papa Francisco ha rebajado el tono pero no ha abandonado el espíritu crítico hacia la Unión Europea. En la Sala Regia del Vaticano, donde ha recibido a los líderes comunitarios que celebran en Roma el 60 aniversario de los tratados fundacionales de la UE, el pontífice ha lanzado esta advertencia y ha alertado a los mandatarios sobre las tendencias que apuntan a la disgregación del club europeo.

"Cuando un cuerpo pierde su sentido de la dirección y no es capaz de mirar hacia adelante, experimenta una regresión, y a la larga, corre el riesgo de morir", ha aseverado Jorge Bergoglio, al tiempo que ha subrayado la identidad "multicultural" de la Unión Europea y ha reclamado de los líderes una nueva visión para el futuro, basada en la solidaridad que fue uno de los pilares de su creación.

El papa ha apuntado que las crisis económica y migratoria y el ascenso del populismo son retos que los 27 pueden superar, pero pueden convertirse en letales si no se afrontan. En ese sentido, ha prevenido contra "la tentación de reducir los ideales fundacionales de la Unión a las exigencias productivas, económicas y financieras". (...)".

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El Papa y los jefes de Europa

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Corresponsal del ABC madrileño en el Vaticano, Juan Vicente Boo intentó verlo de forma más optimista:

"(...) Según Francisco, Europa recuperará la esperanza si vuelve "a la solidaridad, que es también el antídoto más eficaz contra los modernos populismos" ya que "los populismos florecen precisamente por el egoísmo, que nos encierra en un círculo estrecho y asfixiante".

El Papa ha asegurado que Europa prosperará si deja de "encerrarse en el miedo de las falsas seguridades", que le lleva a cerrar sus puertas a los refugiados e inmigrantes, abotargando la propia alma en la insensibilidad del egoísmo y el temor.

En contraste con esos miedos, Francisco ha invitado a Europa a invertir "en el desarrollo y la paz", como faro y ayuda para otros países con problemas muchísimo mayores.

Y a "abrirse al futuro" invirtiendo en los protagonistas, es decir, facilitando a los jóvenes "posibilidades reales de inserción en el mundo del trabajo", y reconociendo la familia como "primera y fundamental célula de la sociedad".

Europa solo puede tener un futuro si presta atención a los jóvenes que quieren formar un hogar, es decir, "cuando garantiza la posibilidad de tener hijos, con la seguridad de poderlos mantener", y "cuando defiende la vida con toda su sacralidad". (...)".

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Audiencia completa en el Vaticano

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Cronista del encuentro, Andrea Tornielli escribió en el diario La Stampa:

"Europa vuelve a encontrar esperanza cada vez que pone al hombre en el centro y en el corazón de las instituciones". Esto implica "la escucha atenta y confiada de las instancias que provienen tanto de los individuos como de la sociedad y de los pueblos» que la componen. Lo dijo Francisco a los líderes de los 27 países de la Unión Europea, que fueron recibidos en el Vaticano este 24 de marzo de 2017 por la tarde, en ocasión de los sesenta años de los Tratados de Roma, que marcaron el nacimiento de la Comunidad Europea. Se trata de un discurso que continúa con el recorrido que comenzó con los discursos de Bergoglio en Estrasburgo (en noviembre de 2014) y en ocasión del Premio Carlo Magno (en mayo de 2016) y que llega un momento en el que crecen los movimientos populistas de la mano del miedo por los atentados yihadistas. Después de los discursos iniciales del Presidente del Consejo italiano, Paolo Gentiloni, y del Presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, el Papa comenzó su discurso invitando a volver a descubrir y a dar vida a los ideales de los padres fundadores, recordó las raíces cristianas de Europa, habló sobre la solidaridad como «el más eficaz antídoto contra los modernos populismos» e invitó a los líderes europeos a «no tener miedo a tomar decisiones eficaces, para responder a los problemas reales de las personas y para resistir al paso del tiempo".

"En la primera parte de su discurso, el Papa volvió a proponer los ideales europeos con las palabras de los padres fundadores, recordando que el aniversario "no puede ser sólo un viaje al pasado, sino más bien el deseo de redescubrir la memoria viva de ese evento para comprender su importancia en el presente" y poder afrontar los desafíos "del futuro".

Los padres fundadores nos recuerdan, dijo Francisco, que Europa "no es un conjunto de normas que cumplir, o un manual de protocolos y procedimientos que seguir", sino «una vida, una manera de concebir al hombre a partir de su dignidad trascendente e inalienable y no sólo como un conjunto de derechos que hay que defender o de pretensiones que reclamar».

El origen de la idea de Europa, decía Alcide De Gasperi, es "la figura y la responsabilidad de la persona humana con su fermento de fraternidad evangélica, [...] con su deseo de verdad y de justicia que se ha aquilatado a través de una experiencia milenaria".

El espíritu de solidaridad europea, continuó Francisco, "es especialmente necesario ahora, para hacer frente a las fuerzas centrífugas, así como a la tentación de reducir los ideales fundacionales de la Unión a las exigencias productivas, económicas y financieras".

(...) Bergoglio explicó que el común denominador de los padres fundadores de Europa unida "era el espíritu de servicio, unido a la pasión política, y a la conciencia de que en el origen de la civilización europea se encuentra el cristianismo, sin el cual los valores occidentales de la dignidad, libertad y justicia resultan incomprensibles".

Esos valores, continuó, "seguirán teniendo plena ciudadanía si saben mantener su nexo vital con la raíz que los engendró. En la fecundidad de tal nexo está la posibilidad de edificar sociedades auténticamente laicas", sin "contraposiciones ideológicas, en las que encuentran igualmente su lugar el oriundo, el autóctono, el creyente y el no creyente". La "crisis", concepto que domina nuestro tiempo (desde la crisis económica hasta la de la familia, pasando por la de las instituciones o la de los migrantes) es un término que "por sí mismo» no tiene «una connotación negativa", y no indica "solamente un mal momento que hay que superar": la palabra en griego significa "investigar, valorar, juzgar. Por esto, nuestro tiempo es un tiempo de discernimiento, que nos invita a valorar lo esencial y a construir sobre ello; es, por lo tanto, un tiempo de desafíos y de oportunidades".

(...) Hoy la Unión Europea necesita "redescubrir el sentido de ser ante todo «comunidad» de personas y de pueblos".

La solidaridad, explicó el Papa, es "el antídoto más eficaz contra los modernos populismos", e "implica la conciencia de formar parte de un solo cuerpo, y al mismo tiempo implica la capacidad que cada uno de los miembros tiene para “simpatizar” con el otro y con el todo. Si uno sufre, todos sufren. Por eso, hoy también nosotros lloramos con el Reino Unido por las víctimas del atentado que ha golpeado en Londres hace dos días".

Por el contrario, los populismos "florecen precisamente por el egoísmo, que nos encierra en un círculo estrecho y asfixiante". Se necesita, como consecuencia, "volver a pensar en modo europeo, para conjurar el peligro de una gris uniformidad o, lo que es lo mismo, el triunfo de los particularismos".

Los líderes políticos, afirma Francisco, deben evitar "usar las emociones para ganar el consenso, para elaborar en cambio, con espíritu de solidaridad y subsidiaridad, políticas que hagan crecer a toda la Unión en un desarrollo armónico, de modo que el que corre más deprisa tienda la mano al que va más despacio, y el que tiene dificultad se esfuerce para alcanzar al que está a la cabeza".



Migrantes, un desafío cultural

Europa "vuelve a encontrar esperanza cuando no se encierra en el miedo de las falsas seguridades".

Por lo demás, su historia "su historia está fuertemente marcada por el encuentro con otros pueblos y culturas, y su identidad es, y siempre ha sido, una identidad dinámica y multicultural".

"No se puede limitar —observó el Pontífice— a gestionar la grave crisis migratoria de estos años como si fuera sólo un problema numérico, económico o de seguridad. La cuestión migratoria plantea una pregunta más profunda, que es sobre todo cultural".

Francisco subrayó que el miedo advertido a menudo encuentra "su causa más profunda en la pérdida de ideales".

Sin "una verdadera perspectiva de ideales, se acaba siendo dominado por el temor de que el otro nos cambie nuestras costumbres arraigadas, nos prive de las comodidades adquiridas, ponga de alguna manera en discusión un estilo de vida basado sólo con frecuencia en el bienestar material".

Por el contrario, "la riqueza de Europa ha sido siempre su apertura espiritual y la capacidad de platearse cuestiones fundamentales sobre el sentido de la existencia".

Europa, insistió Bergoglio, "tiene un patrimonio moral y espiritual único en el mundo, que merece ser propuesto una vez más con pasión y renovada vitalidad, y que es el mejor antídoto contra la falta de valores de nuestro tiempo, terreno fértil para toda forma de extremismo".

Estos son los ideales que han hecho a Europa, la “península de Asia” que de los Urales llega hasta el Atlántico".



Invertir en el desarrollo y en la familia

El Papa recordó que "no hay verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseria", ni cuando "falta el trabajo o la expectativa de un salario digno", ni "en las periferias de nuestras ciudades, donde abunda la droga y la violencia".

Hay que ofrecerles a los jóvenes "perspectivas serias de educación, posibilidades reales de inserción en el mundo del trabajo". Europa vuelve a encontrar su esperanza "cuando invierte en la familia, que es la primera y fundamental célula de la sociedad. Cuando respeta la conciencia y los ideales de sus ciudadanos. Cuando garantiza la posibilidad de tener hijos, con la seguridad de poderlos mantener. Cuando defiende la vida con toda su sacralidad".

A sus 60 años, la Unión no está vieja

"A diferencia de un ser humano de 60 años —concluyó Francisco—, la Unión Europea no tiene ante ella una inevitable vejez, sino la posibilidad de una nueva juventud. Su éxito dependerá de la voluntad de trabajar una vez más juntos y del deseo de apostar por el futuro. A vosotros, como líderes, os corresponde discernir el camino para un “nuevo humanismo europeo”, hecho de ideales y de concreción. Esto significa no tener miedo a tomar decisiones eficaces, para responder a los problemas reales de las personas y para resistir al paso del tiempo".

Y es por ello que Francisco, retomando las palabras del Primer Ministro de Luxemburgo, Joseph Bech, concluyó diciendo: "Creo que Europa merece ser construida".

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