EL FRACASO ACECHA AL GOBIERNO

Complica mucho a Macri su tolerancia del desastre fiscal

La economía de la Administración Macri no encuentra las respuestas a los obstáculos que impone la estanflación. Sólo se aferra a un corset monetario que no satisface a la opinión pública, y tampoco le da coherencia a un plan que hace agua. La clave está en lo fiscal: Mauricio Macri ha aceptado una actitud flexible, contemplativa que es el eje de su gobierno, tal como se lo presentaron Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana. En ese trío radica un enorme problema que, para resolverlo en un año electoral, lleva a Macri a explorar la grieta 2015 como única alternativa de su relato. Impacta el anuncio del flamente trabajo de la consultora Economía & Regiones: "Era cantado: Brotes verdes escasos y reactivación demorada".

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Economía & Regiones). El gobierno estableció una pauta oficial de crecimiento de +3,5% en el Presupuesto 2017 para este año. En el último trimestre del 2016 algunos analistas económicos eran aún más optimistas que el gobierno. Había estimaciones de crecimiento de +5% anual para 2017. Sin embargo, el consenso de mercado estaba mayormente alineado con la estimación oficial. Por el contrario, en Economía & Regiones (E&R) no éramos tan optimistas y proyectábamos una variación del PBI de +1,8% para 2017. Nuestra estimación continúa siendo la misma.

¿Por qué la proyección de E&R era la menos optimista y por qué no la hemos cambiado? Porque para E&R la estanflación argentina tiene origen fiscal.

De acuerdo con nuestra visión, el nivel de actividad en nuestra economía está atado al ciclo vicioso político, con años electorales (impares) en los cuales se agrava la política fiscal insustentable forzando la máquina procurando incentivar la demanda agregada, y años post electorales (pares) en los cuales el sistema macro hace el ajuste.

Los problemas fiscales de fondo se agravan, y en consecuencia las variaciones positivas son cada vez más pequeñas y el ajuste (devaluación, inflación, y caída del PBI) cada vez mayor. En este marco, el PBI real está estancado y el PBI per cápita se reduce.

Sin una corrección de los problemas fiscales de fondo, Argentina tiene bajas probabilidades de volver al sendero de crecimiento y por el contrario, tiene chances de seguir atrapado en la dinámica de estancamiento de los últimos años con un PBI sin crecimiento en el análisis punta a punta.

Desde E&R pensamos que el gobierno está preocupado por detener (no revertir) el sostenido deterioro fiscal que se produce año tras año. De acuerdo con los datos presentados por el Ministerio de Hacienda, la meta de déficit primario (0,6%) del 1er. trimestre se ha sobrecumplido. Al igual que el año pasado, este sobrecumplimiento se logró en base a los recursos fiscales aportados por el impuestazo del blanqueo.

El problema del PBI: Economía & Regiones.

Sin embargo, los ingresos del blanqueo se terminan; y hay cuentas del gasto que crecen “cómodo” por encima de la inflación. En este sentido, sólo cabe mencionar que las jubilaciones y los programas sociales crecen a un ritmo interanual cercano al 40%. Paralelamente, los gastos de capital (mayormente obra pública) crecen por encima del 35% en términos interanuales.

En este marco y considerando al mismo tiempo que los ingresos por blanqueo ya nos estarán, el gasto en jubilaciones (por Reparación Histórica) y en planes sociales (por elecciones) seguirán creciendo aproximadamente al mismo ritmo actual y que la obra pública es esperable que se acelere; así, es probable que la meta anual de déficit primario (4,2%) sea incumplida por 1 punto porcentual del producto; y que el déficit financiero (que incluye intereses por 2,7% del PBI) termine en 7,9% del PBI en 2017.

No obstante, si el gobierno sub ejecuta gasto y aumenta los libramientos impagos (patea pagos para 2018), existiría la posibilidad de disminuir el incumplimiento acercándolo hacia la meta 2017. Aunque más allá del resultado final que se obtenga, el déficit fiscal 2017 terminará siendo el 3ro. más elevado de la historia, “apenas” por detrás del déficit del Rodrigazo y del “pico” de Alfonsín.

Sin embargo, la situación fiscal actual es significativamente más delicada que la mediados de los ‘70s y fines de los ‘80s. ¿Por qué? Porque la presión tributaria actual es la más alta de la historia ergo; este déficit fiscal es el más difícil de bajar de toda la historia. En el pasado, la corrección fiscal podía implementarse (en parte) subiendo impuestos. Por el contrario, la situación fiscal actual debe corregirse bajando impuestos, lo cual significa necesariamente una poda mayor del gasto.

Se necesita disminuir el déficit fiscal bajando impuestos para retornar al sendero del crecimiento. Argentina no crece porque el peso del gasto y la presión tributaria ahogan al sector privado, no permitiéndole hacer negocios y ganar dinero. En este marco, los privados no tienen incentivos para ampliar su capacidad de producción, invertir (mejorar productividad) y generar nuevos puestos de trabajo (demanda laboral). Sin crecimiento y sin mejoras de productividad, los salarios reales caen y la demanda agregada es débil.

En este contexto en que ni el déficit fiscal y ni los impuestos bajan, los brotes verdes son escasos y la reactivación económica se demora. La industria es el sector económico que presenta actualmente la peor dinámica económica. Según el IPI de Fiel, la industria cayó -2,4% interanual en marzo, con lo cual la contracción asciende a -2,7% cuando se compara IT’17 contra IT’16. Paralelamente, el análisis desestacionalizado muestra que la recesión todavía sigue vigente en el sector industrial: -0,9% (IT’17 vs. IVT’16) y +0,2% (marzo’17 vs. Febrero’17).

El nivel de actividad macroeconómico global es un poco mejor que la realidad industrial, pero tampoco hay sólidas señales de reactivación económica. De hecho, en enero’17 el nivel de actividad había registrado el alza interanual (+1,4%) más fuerte de los últimos 12 meses, pero en febrero’17 volvió a caer -2,2% con respecto al mismo período del año anterior. En la comparación contra el mes anterior, la caída de febrero ’17 (-1,9%) fue peor que la de enero’17 (-0,4%).

Magro, insuficiente.

Igualmente, la anemia del nivel de actividad es muy “despareja” cuando se compara su impacto entre los diferentes sectores. Durante febrero, la industria fue el sector que más condicionó la actividad con una baja del -7,1%, seguido por la explotación de minas y canteras con un -6,7% y por el comercio con -4,9%. También tuvieron performance negativa la producción de electricidad, agua y gas con un 2,8%, la construcción con un 0,2%, siempre en la variación interanual. Estas bajas fueron parcialmente compensadas por el sector pesquero que creció un +96,9%, seguido por servicios sociales de salud con un +2,4%; la agricultura con un +1,8%; servicios comunitarios y sociales con un +1,6% y la actividad inmobiliaria y el transporte con el 1,2%.

En E&R seguimos manteniendo nuestra proyección de nivel de actividad de +1,8% para 2017. De acuerdo con nuestro análisis, la trayectoria temporal del nivel de actividad presentaría forma de “n” en 2017, con “lo mejor” en el 2do. y 3er. trimestre del año. Luego, en el 4to. trimestre el nivel de actividad volvería a perder dinamismo.

En este marco, las elecciones 2017 pueden constituir una bisagra. La clave es monitorear si el gobierno puede cambiar su política fiscal luego de las elecciones, virando hacia una mayor prudencia fiscal. De acuerdo con nuestro análisis, las actuales metas fiscales lucen poco sustentables e impiden que Argentina retorne al sendero del crecimiento. Hay que cambiar el programa y las metas fiscales para volver a crecer en forma sustentable en 2018/2019.

Por el contrario, sin cambio de programa y metas fiscales probablemente no se vuelva al crecimiento económico en la segunda mitad de este mandato presidencial. El nuevo programa fiscal relaja las metas de déficit primario el equivalente a 1,4 punto porcentual promedio anual en relación a las anteriores metas, postergando el equilibrio primario 2 o 3 años más. Con este nuevo programa fiscal, se necesita mayor financiamiento y aumenta el pago de intereses, lo cual compensa la baja del resultado negativo antes del pago de intereses.

En resumidas cuentas, sin un cambio de programa y de metas fiscales, el gobierno terminaría el presente mandato presidencial con un nivel de déficit fiscal similar al de 2015, último año de Axel Kiciloff en el MECON. En otras palabras, sin un cambio de programa y metas fiscales el nivel de actividad seguiría probablemente sumergido en la misma dinámica de los últimos años.

Es fácil comprender por qué, con este escenario fiscal, Argentina por ahora no va a volver al sendero del crecimiento sostenido; es decir al aumento del PBI per cápita. El PBI per cápita aumenta sólo si crece la relación capital / población, para lo cual es imprescindible un fuerte proceso de inversión privada. El aumento del stock de capital instalado propiciaría que “arrancara” la dinámica laboral que impulsa el PBI per cápita. En este sentido, con más capital crece el empleo en relación a la fuerza de trabajo y aumenta la tasa de actividad (PEA/población). Además, mejora la productividad, lo cual impulsa los salarios reales al alza, retroalimentando el círculo virtuoso del crecimiento del PBI per cápita.

Por el contrario, la actual política fiscal con sus elevados impuestos y regulaciones desalienta la relación costo de capital / población, desalentando la inversión y el dinamismo en el mercado laboral, por lo cual su resultado no puede ser otro que la disminución del PBI per cápita.

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