DESPUÉS DE VISITAR A DONALD TRUMP

El éxito y el ombligo argentino

"Desde que tengo uso de razón todo Presidente o funcionario de nivel que viajó al exterior regreso con un éxito abrumador, sin ir más lejos cada viaje de Kristina era superexitoso, y ahora con Mauricio Macri ocurre lo mismo", afirmó Luis Rizzi, pero también fundamentó su punto de vista en la siguiente columna, lectura muy recomendable:

CIUDAD DE BUENOS AIRES. Navegando por internet encontré que mirarse el ombligo es una expresión que se usa para dar a entender que una persona -agrego una sociedad y un país-, se entregan a la autocomplacencia y al egocentrismo, dicho en otras palabras significa enfocarse en uno mismo y olvidarse del resto.

No tengo duda que una de nuestras patologías es la creer que todo gira alrededor de nuestro ombligo, para referirnos al país, diría del ombligo argentino y lo sintetizo todo lo que hacemos es exitoso y si por algún extraño designio no lo logramos, entonces decimos que estamos “condenados al éxito” o mas moderadamente que nos merecemos el éxito.

Habría que preguntarles a los expertos en Psicología si esta neurosis individual y colectiva tiene cura.

Desde que tengo uso de razón todo Presidente o funcionario de nivel que viajó al exterior regreso con un éxito abrumador, sin ir más lejos cada viaje de Kristina era superexitoso, y ahora con Mauricio Macri ocurre lo mismo, su viaje a EEUU fue magnífico, Donald Trump lo elogió, se arregló el tema de los limones y se logró el “Global entry”, programa de fundamental importancia política y estratégica, que es como tener una tarjeta “SUBE” migratoria.

El único posible traspié puede haber sido el modelo del vestido que lució Juliana, pero no con Melania Trump sino con la princesa Leticia, tema de primera pagina para el resumen “blue” de Maria Isabel Sánchez que nuestro Presidente escucha diariamente y que veremos cómo lo abordará el lunes próximo.

Otra forma de mirarnos el ombligo es cuando nuestros funcionarios anuncian que lo qué están haciendo no se hizo nunca o ni siquiera en los últimos cien años, si se hubiera hecho en los últimos ciento un años, nadie se acordaría. Pero lo cierto es y lo digo en mérito a mi propio ombligo del que estoy muy orgulloso, que aun en 15 meses de gobierno no se logró hacer llegar un tren a Mar del Plata y el que va a Rosario sigue tardando mas de 7 horas, para hacer 300Km. Mi ombligo es un jodido, lo admito.

Otro efecto del ombligo, Mauricio Macri parecería que entendió que nos debemos como sociedad un cambio generacional, pero parecería que el cree que lo generacional es una cuestión de edad, hasta 50 años hay una generación y a partir de los 50 años y un día somos lo viejo. De alguna forma, Mauricio cree que debería hacerse una suerte de eutanasia cultural y generacional.

Francisco Olivera un muy lúcido periodista que escribe en La Nación dice, a raíz de cambios que el gobierno habría impulsado en la UIA y en la CAME -fueron desplazados el Dr. Daniel Funes de Rioja y el eterno Osvaldo Cornide, respectivamente-, que “Macri analiza estas modificaciones a través del prisma de un slogan, la necesidad de que la Argentina se renueve cultural y generacionalmente, y eso explica también el recrudecimiento en su discurso electoral: le habla al 50% que cree que lo puede votar”.

Pero le pregunto a Mauricio Macri: ¿El cambio generacional lo representan Daniel Angelici y Hugo Moyano? No quiero decir que lo podían representar Marcelo Tinelli y Rodolfo D’Onofrio, pero en la AFA más bien hubo calcificación generacional. Bien podría ser que la necesidad del cambio generacional sea selectiva.

Hay otra línea invisible que el otro día conversaba con Edgar Mainhard: Macri, Marcos Peña y Alejandro Rozitchner arrastrarían diferencias de cartel con sus padres y el comportamiento de mucho funcionarios del gobierno dejar ver algo que llamaría “complejo de superioridad”. Sin pretender agotar el tema, Alfred Adler que creo es quien descubrió este síntoma, lo definía así: “…es la consecuencia de un proceso de transferencia que busca esconder la inferioridad percibida, con la pretensión de ser superior a los demás, en algún aspecto vital”.

Eso es un poco extraño el funcionamiento del gabinete del Presidente que Marcelo Longobardi con notable agudeza dijo que semejaba a un jardín de infantes, en el que los maestros jardineros son dos espíritus bendecidos por la gracia de Macri, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, éste de menor estatura física.

Por último la estrategia del gobierno de usar métodos populistas y explotar la división contra el kirchnerismo para que el espanto le permita ganar las elecciones de medio término u obtener un resultado decoroso, no creo que responda al la idea del “cambio generacional”.

Por ahora soy de los no advierten que se haya iniciado un “proceso de cambio” o mejor dicho un proceso para producir un cambio, con la excepción de Maria Eugenia Vidal que entendió que el proceso de cambio será cruento y está dispuesta a asumir los costos.

"The last but no least", Señores del gobierno nunca hay que decir que en temas internacionales se es exitoso porque ello significa que alguien o algunos perdieron por no haber sido exitosos. La política internacional es exitosa cuando se logran acuerdos con voluntad de cumplirlos.

Recuerdo que cuando visité por primera vez la catedral de Reims que en el año 1962, Conrad Adenauer y Charles De Gaulle firmaron la Amistad franco alemana, difícil de imaginar no solo luego de la dos guerras sino de la añosa rivalidad franco prusiana y en ese acto, el obispo de Reims, monseñor Marty, dijo en una suerte de homilía que “es bueno cuando los amigos se estrechan la mano, pero es mejor cuando entregan sus corazones”.

Nuestro cambio generacional, es una cuestión de cambio de cabezas y también de saber entregar nuestros corazones.

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