EN ARGENTINA MANDAN LOS FANTASMAS

La pregunta que le faltó a Van der Kooy en Clarín

Los derechos humanos nos mantienen en alerta, mirando hacia atrás y en estado de acusación permanente: es obvio pero muchos no quieren reconocerlo y menos cuestionarlo. ¿Qué país se puede construir hacia el mañana si seguimos construyendo el pasado? Esto estuvo implícito en el texto de Eduardo van der Kooy en Clarín el domingo 14/05 pero en estas cuestiones siempre es bueno que todo quede explícito. Desde Rosario, terruño por adopción del 'leproso' Van der Kooy, 'el Bigote' Acosta, que es de Santa Fe y 'sabalero', retoma la idea, y redactó lo siguiente:

Con ése título y esa explicación del remoquete, Eduardo Van Der Kooy tituló su nota del domingo 14/05 en Clarín, diario donde es columnista político dominical. La sustancia que destacamos está en estos párrafos que reproducimos a continuación:

> "(...) El episodio de la Corte sirvió, además, para reponer muestras de la realidad nunca superadas. El kirchnerismo, sobre todo, y también la izquierda siguen poseyendo el patrimonio discursivo y político de los derechos humanos. El radicalismo asoma rezagado pese a que la historia verifica que Raúl Alfonsín fue pionero. Se atrevió a juzgar a las Juntas Militares cuando las Fuerzas Armadas representaban aún un poder político interno. No fue lo mismo descolgar un cuadro de Jorge Videla en la sede del Ejército en el 2004, como lo hizo Néstor Kirchner. El macrismo suele asistir más como espectador que protagonista de esos acontecimientos. Aquella apropiación K sería la que impide encontrar una síntesis colectiva sobre la tragedia. Su afán de fragmentación llegó a un punto tal que terminó dividiendo aguas entre las propias Madres de Plaza de Mayo. La intolerancia de Hebe de Bonafini se estrelló esta semana contra la cordura de Nora Cortiñas."

> "El país, en estos días agitados, quedó reflejado en dos fotografías antagónicas. La rapidez y unanimidad del Congreso para cruzar el fallo del dos por uno insinuaría el consenso sobre un asunto crucial. Pero el teatro público, demasiadas veces, indica otra cosa”.

> "Una descripción aproximada del desencuentro fue realizada por Jaime Malamud Goti. El prestigioso jurista, que participó en nuestro país y el exterior en transiciones de dictaduras a democracias, sostuvo que aquí falta todavía el norte principal. “Se ha sufrido en la Argentina. Pero no se está mirando a futuro. No veo un movimiento colectivo hacia la construcción de una comunidad”, diagnosticó. “Predomina siempre un panorama de blanco contra negro”, cerró”.

La puntuación, como el resaltado en “negrita”, pertenecen al texto original. Con puntos y comas. Hay más. Es necesaria la lectura detallada de este otro párrafo:

> "Cristina Fernández en el extranjero le sigue dando la razón. Dijo que los torturadores vuelven a caminar en la Argentina por las calles. Falso. Agregó que Macri constituye la “estafa electoral más formidable de que se tenga memoria”. También etiquetó de “ilegítimo” a su gobierno. (...)”.

Hasta aquí la reproducción de parte del texto de Van Der Kooy.

En la nota anterior con mi firma y por este tema (la nota de Kubrick y el 2 por 1) miraba desde mas lejos y mas ampliado (Blow Up y Michelángelo Antonioni, el origen de la reflexión) la cuestión central. El eje de Argentina es este: los derechos humanos nos mantienen en alerta, mirando hacia atrás y en estado de acusación permanente. Digámoslo bastante claro. Los DDHH son una fuente de acusaciones en estado de ebullición. Un volcán con la lava encendida. Aún. Quema el tema. Krakatoa al infinito.

Los DDHH están consagrados en la Constitución, en los tratados internacionales y, si se entiende bien, están internalizados en Argentina pero una cuestión, un juicio, una persona, demuestran que nada hay cerrado, nada es concluyente y, como el personaje de Antonioni, se abre tanto la foto, se agranda tanto la imagen, que ni el cadáver aparece. Solo un gris difuso donde nada se entiende.

Los apellidos Alfonsín, Strassera, Bonafini, Zafaroni, Firmenich, Abal Medina, Perdía, Vaca Narvaja, Gorriarán Merlo, Videla, Massera, Etchecolatz, Feced... dan, en cada caso, una visión. Que además cambia y se desfigura. Los mismos protagonistas no dicen lo mismo si se les re pregunta. Se ha llegado a insultar a quien, periodísticamente, charla con un criminal. Algo es indispensable entender. Si se les da oportunidad, cada uno de ellos escribirá una nueva y propia, esta es la sustancia, una nueva y propia historia. En muy pocos casos los pueblos son historias personales por el contrario, son sumatorias.

Los argentinos suscribimos todos un libro, el libro del "Nunca Más", y lo estamos corrigiendo.

Hay una pregunta que Van Der Kooy, seguramente por la premura del cierre para la nota del dominical, deja en su ordenador, pero allí está.

> ¿Qué país se puede construir hacia el mañana si seguimos construyendo el pasado?

Y al mejor estilo del compañero Ferdinand de Saussure, construimos y deconstruímos, cambiamos las frases de lugar, las fechas, los significantes. No hay estructura en el relato si la palabra mesa no es la misma. Todos los que leen, como los que escriben el pasado argentino difieren hasta en la palabra mesa.

En Argentina no vale lo mismo un suicidio y un enfrentamiento si lo dice Juan o lo relata María. No debería ser así. Sucede.

Con todo, el punto mas incandescente está cerca. Es una pregunta. ¿Es conveniente hablar de estos temas con absoluta claridad, esto es, con las diferencias que nos vuelven humanos?

La nota de Van Der Kooy, tal como aquella que escribí apenas el Poder Legislativo se unificó, se sostienen en un asombro público. Es miedo y conveniencia. Es eso. La unanimidad para con este tema que, además, se sabe que no quedó cerrado. Duele. Provoca escozor. Divide. Se compra y se vende. Se trafica. Se actúa. Mandan los fantasmas en el comportamiento social. Moebius digita la discusión. Volveremos a dividirnos y re unificarnos por estos casos.

Vamos de nuevo. Todos los legisladores (hasta con el obvio desencuentro de uno solo) votaron a revienta caballos, en pocas horas, una nueva ley (¿ley?) sobre los DDHH mal juzgados, mal tratados y, al parecer, mal resueltos. Ni Chevrón, Acuifero Guaraní, Vaca Muerta, SanCor (leche), Núcleo Central (soja y trigo), transgénicos, narcotráfico y corrupción pública. Nada.

No hay otro eje que unifique. Que asuste hasta unificar. Que asuste hasta silenciar. Todos unidos votaremos.

Se unificaron los versos, se resumieron los verbos. La suma de los medios de comunicación hegemónicos y los que no lo son tanto, los poderes destituyentes, las encuestas truchas, los consejeros y lobistas, los analistas de sistema, los focus groups de madrugada. Los chismosos de la farándula y los panelistas deportivos. La verdad y la patraña. Las excusas y los pruritos anales. Todos pateando para el mismo arco y cabe otra vez la reflexión de Van Der Kooy que transcribo textualmente: ”El episodio de la Corte sirvió además para reponer muestras de la realidad nunca superadas. El kirchnerismo, sobre todo, y también la izquierda siguen poseyendo el patrimonio discursivo y político de los derechos humanos…”

Él y quien esto escribe estamos enojados (supongo) por una sola cuestión. Siempre meten el gol los mismos jugadores. El Ríver / Boca, como cualquier otro partido de fútbol de este fin de semana (sufrí con mi equipo, pero menos que ese 'leproso' de Van Der Kooy, ya que nosotros empatamos) sirve para que entendamos una cuestión que resume el país. En la misma clave pero con menos tragedia. Se supone. Un defensor toca la pelota con la mano en su área (rectángulo de las 18 yardas) y es penal. Pero no siempre. Chicos, vamos, que esto no es Harvard, acá un penal no siempre es penal. Depende quien juegue. Algunas camisetas, por ejemplo, meten todos los penales.

Ramón Cereijo. Julio Grondona. Hebe de Bonafini. “El irredento” Eugenio Zafaroni, la familia Kirchner, la familia Moyano, la familia Menem remiten a la reflexión del hijo menor del inmigrante italiano que tocaba el cornetín. Todo es igual, nada es mejor…

Enrique Discépolo escribió algunos tangos (39) pero dejó las señales indelebles del país. Genéticas. Irremplazables. Lástima. Si por lo menos hubiese escrito boleros… en las canciones románticas sueñan con un beso de reconciliación. No sé. Reconciliarme románticamente con Luis D’Elia sería un insufrible sacrificio. No sé si soportaría tanta reconciliación. Francamente.

Dejá tu comentario