A 205 AÑOS DE LA EJECUCIÓN DE ÁLZAGA

Revolucionarios, conspiradores, traidores y ejecutados

El 06/07/1812, cuando se celebraba el 5to. aniversario de la Defensa contra la 2da. invasión inglesa, Martín de Álzaga fue ejecutado junto a 30 personas más por orden del 1er. Triunvirato, acusado de conspiración y de haber planificado junto a otros españoles una nueva Revolución.

El influyente comerciante Martín de Álzaga Olabarría nació en el pueblo alavés de Aramayona (País Vasco, España), en 1755. Él cofinanció la recuperación de Ciudad de Buenos Aires y luego la defensa contra los ingleses.

Álzaga había llegado al Virreynato de la Plata con 11 o 12 años, y desde la adolescencia se involucró con el comercio de esclavos, armas y tejidos. Determinante en su ascenso social fue don Gaspar de Santa Coloma.

A los 24 años, se independizó con 24.000 pesos que su dedicación le habían permitido acumular. De a poco, fue amasando esa fortuna, y devino en el líder de una de las familias más adineradas del Virreynato. En 1795 él fue, por 1ra. vez, alcalde de 1er. voto del Cabildo de la Ciudad.

Durante la 1ra. invasión inglesa, en 1806, financió la compra de armamento y ejecución del ataque dirigido por Martín de Pueyrredón y Anselmo Sáenz Valiente. En la ciudad había una escasez de armas y municiones pero era el negocio de Álzaga, quien inclusive construyó hasta un taller de reparación, y ayudó a formar grupos de resistencia que tuvieron un rol decisivo contra los ingleses.

Álzaga alquiló la chacra de Perdriel, en el actual partido de San Martín, donde los voluntarios se entrenaban por turnos, y donde hasta se reunieron fuerzas de caballería. La red de espionaje sólo fue descubierta por los ingleses poco antes de iniciado el ataque, y atacaron Perdriel pero así sólo aceleraron los acontecimientos.

Cuando Santiago de Liniers llegó desde Montevideo y comenzó la Reconquista de Buenos Aires, apareció el ejército secreto de Álzaga, que tuvo un rol importante en las acciones bélicas.

¿Álzaga cofinanció la Reconquista porque lo beneficiaba tener un virrey español en el poder? ¿Creía él que los ingleses echarían a pique su comercio?

Apenas se rindió el general inglés William Carr Beresford, Álzaga convocó a un Cabildo Abierto para reemplazar al virrey Rafael de Sobremonte y Núñez por el nuevo responsable militar Santiago de Liniers. Todo indica que fue un grave error de Álzaga. 

Liniers y Álzaga eran los héroes pero entraron en conflicto, tanto por el pésimo gobierno de Liniers, como por el hecho de él era francés y España había entrado en guerra con Napoleón Bonaparte, lo que intentó aprovechar a su favor Álzaga.

De entre su correspondencia, una carta del 26/09/1806, a su primo Clemente de Zavaleta, residente en Tucumán, muestra al mejor Álzaga:

“Contestando a su favorecida del 9 de corriente, digo: Que la reconquista de esta célebre capital, acaecida el 12 del pasado agosto, es un portento tan maravilloso que sólo puede atribuirse a la Alta Providencia del Dios de los Ejércitos que dirigió nuestras huestes al punto de que causaran la admiración de las Naciones, y aún harán menos asombrosas las hazañas de Bonaparte.

Ahora sólo resta conservar el epíteto que los mismos enemigos nos han dado de terribles combatientes; y para esto se está tratando el reglamento de Milicias Uniformadas, separando por naciones, para que así se excite la emulación. (…) No es preciso más para deducir el entusiasmo de estos habitantes, dispuestos a rechazar millares de enemigos que tengan la tenacidad de quererles invadir de nuevo sus hogares. (...)".

En 1807, él fue alcalde de la Ciudad por 2da. vez. Álzaga creyó encontrar una conspiración y ordenó torturar y hasta asesinar a algunos de los prisioneros arrestados de la Tupac Amarú II.

En tanto, ya era insostenible la rivalidad entre Álzaga y Liniers.

Dicen que Alzaga, enfrentado a Liniers, llegó a proyectar, junto con un grupo de criollos, catalanes y vascos, la independencia del Virreinato, y por ese motivo convenció a Francisco Javier de Elío, gobernador de Montevideo, para que organizara una junta en dicha ciudad.

Lo cierto fue que el 01/01/1809, Álzaga organizó una sublevación contra el virrey, quién a punto de renunciar fue rescatado por Cornelio Saavedra, quién mantuvo en el cargo a Liniers y llevó a prisión a Álzaga. Liniers lo confinó en Carmen de Patagones.

Sin embargo, huyó ayudado por Javier de Elío, quien envió una fragata desde Montevideo.

Asonada de Martín de Alzaga contra Santiago de Liniers

Perdriel y la Reconquista

El pueblo en armas (1806-1820)

De Montevideo regresó a Buenos Aires, donde cayó preso nuevamente, y eso lo mantuvo ausente de los episodios de mayo de 1810.

No fue un entusiasta de la Revolución de Mayo de 1810, pero aceptó aportar dinero a cambio de diferenciarse de su enemigo Liniers, quien murió fusilado en Córdoba.

Aparentemente, no tenía buena relación con Bernardino Rivadavia, secretario del 1er. Triunvirato.

El 01/07/1812, Álzaga fue considerado conspirador, junto a varios españoles. De acuerdo al 1er. Triunvirato, la conspiración de Álzaga estaba planificada para el 05/07/1812. Cargado de enemigos, dicen que la prioridad era eliminarlo antes que esclarecer el caso. Su cadáver fue colgado en la Plaza de la Victoria de Buenos Aires.

La trama

Los portugueses, con el pretexto de auxiliar a los españoles de Montevideo y de salvar sus haciendas fronterizas contra la acción del caudillo oriental José Gervasio Artigas, pero apostando a ejecutar su antigua ambición de adueñarse de la Banda Oriental, introdujeron un ejército de 5.000 hombres al mando de Diego de Souza, quien de común acuerdo con Gaspar Vigodet, gobernador de la ciudad, había prometido su ayuda a españoles conspiradores en Buenos Aires.

Álzaga había notado que los españoles eran desplazados del poder por los criollos y buscaba restaurar el espacio perdido.

Entre los conjurados se hallaban el sacerdote franciscano José de las Ánimas, el ingeniero Felipe Sentenach, Matías Cámara, Francisco Tellechea, y otros.

De acuerdo a la investigación del 1er. Triunvirato, la conspiración fue pospuesta en distintas oportunidades, pero por fin se fijó como fecha del golpe el 05/07/1812, aniversario de la Defensa contra los ingleses (2da. invasión).

En las semanas previas, Lord Strangford, representante inglés en Río de Janeiro, exigió a Portugal retirar las tropas de la Banda Oriental. Hubo una negociación acerca de la evacuación del ejército portugués pero dicen que Souza, informado de lo que preparaba Álzaga en Buenos Aires, no acató esa disposición e insinuó a sus superiores la necesidad de aguardar un cambio favorable a los españoles.

Al menos ese fue el contenido de una 'filtración' informativa que llegó a Pueyrredón, y que habría apuntado a Álzaga, quien sabía que el Triunvirato no disponía de muchas tropas en la ciudad. Esta realidad habría provocado la justicia sumaria aplicada por Feliciano Antonio Chiclana, Pedro José Agrelo, Bernardo de Monteagudo, Juan Hipólito Vieytes y Miguel de Irigoyen.

El expediente sostuvo que un español, comerciante al por menor, llamado Recasens, habló de la conspiración a su suegra y a su esposa, quienes decidieron presentarse a la autoridad y revelar lo que sabían, a cambio de que se otorgase el perdón a Recasens.

El 01/07/1812 llegó al gobierno un pliego del alcalde de Barracas, Pedro José Parravicini, denunciando que un dependiente de Álzaga, llamado Francisco Lacar, propuso a un negro esclavo, de nombre Ventura, que entrase en la conjura, haciéndole muchas promesas y dándole algunos pormenores.

El 03/07/1812 se ordenó la detención de Francisco Lacar, acusado de ser el enlace entre Álzaga y los otros conspiradores. El negro Ventura ratificó su denuncia pero Lacar la negó. Chiclana consideró válido el testimonio de un niño de 10 años, hijo de Lacar, quien habría declarado haber oído a su padre comentar con el esclavo Lacar los detalles de la conspiración.

Lacar -probablemente torturado- hizo una amplia confesión y ofreció más nombres: entre ellos, el del superior de la orden de los sacerdotes bethlemitas,  fray José de las Ánimas. Lacar fue condenado a muerte por el crimen de conspiración y coalición, y se ordenó la captura de Álzaga y otros.

 

Lacar fue fusilado ese mismo día y se colgó su cadáver en la horca de la Plaza Mayor -para público escarmiento-. En tanto, desde el 1er. Triunvirato se hizo correr la alarma de una supuesta invasión inminente, provocando la indignación popular, y la ciudad fue testigo de ruidosas manifestaciones de los jóvenes de la Sociedad Patriótica, que reclamaron castigos ejemplares.

Rivadavia designó a Monteagudo, Agrelo Vieytes e Irigoyen para que se sumaran a Chiclana en la investigación. Ellos ordenaron la detención de Álzaga, quien huyó junto al fraile De las Casas. Pero fue detenido el yerno de Álzaga, Martín de la Cámara, quien sin ocultar su participación en la conjura, se negó a dar datos y de inmediato fue fusilado y colgado.

El 04/07/1812, se descubrió que Álzaga había permanecido oculto en el domicilio de Petrona González. Ella dijo que Álzaga se había marchado acompañado por el sacerdote de la Concepción, Nicolás Calvo, quien fue detenido; intervino el deán Diego Estanislao Zavaleta, y entonces Calvo denunció dónde estaba Álzaga a cambio que le conmutaran la pena de muerte por la de destierro.

En la madrugada del 06/07/1812, Álzaga fue detenido junto al resto de los cabecillas del movimiento. Media hora más tarde se firmó un auto disponiendo ejecutar la sentencia dictada en su contra.

Rivadavia llevó la sentencia ya escrita a Pueyrredón para que la firmara. Pero Pueyrredón se negó, invocando sus sentimientos humanitarios.

Rivadavia consideró que era una situación de emergencia y que con su firma bastaba para proceder. Pasada la medianoche, ya entrando en la madrugada del 07/07/1812, Álzaga fue fusilado.

También fray José de las Ánimas, el poderoso comerciante Francisco Tellechea; el profesor de Matemáticas, Felipe Sentenach; Francisco Neyra, Francisco Antonio Valdepares -quien supuestamente tenía en su poder las proclamas que debían darse a publicidad si la conspiración triunfaba- y 28 ciudadanos más entre criollos y españoles.

Testigo de aquellos acontecimientos fue un muchacho de 15 años llamado Juan Manuel de Rosas.

Los españoles que vivían en las Provincias Unidas quedaron aterrados con el castigo, y jamás volvieron a intentar alterar el orden ni combatir a las autoridades patriotas.

Sin embargo, Domingo Matheu dejó su testimonio para la historia: “(…) en obsequio de la historia debo decir que a nadie se le tomó con las armas en la mano (…)”.

En su Autobiografía -escrita por su hijo Martín-, Matheu dejó constancia que todo el asunto aquel magnificado por el "genio travieso" de Pedro José Agrelo, aún cuando los ejecutados hubieran visto con satisfacción el avance de las tropas españolas por el norte y el desembarco en Buenos Aires de las fuerzas portuguesas para deponer al gobierno revolucionario.

No obstante, sin pruebas suficientes para decir que los detenidos intervenían en los planes españoles de recuperar el control de la situación en Buenos Aires, el 1er. Triunvirato, que ya avanzaba hacia el fracaso, utilizó/inventó/potenció el complot para intentar consolidarse.

Pese a todo, semanas después, el 08/10/1812, los coroneles José de San Martín y Francisco Ortiz de Ocampo reunieron sus tropas en la plaza principal y forzaron a la Asamblea a cambiar la totalidad del Triunvirato.

Volviendo a Álzaga, Juan Manuel Beruti, testigo presencial de la ejecución, relató: “(…) salió al suplicio de la cárcel pública con su propia ropa, sin grillos y sin sombrero, advirtiéndosele mucha serenidad, que no parecía iba a morir (…) Fue su muerte tan aplaudida que, cuando murió, se gritó por el público espectador '¡Viva la Patria!', repetidas veces, y '¡Muera el tirano!' (…) Fue tal el odio que con este hecho le tomó el pueblo al referido Alzaga, que aún en la horca lo apedrearon y le proferían insultos (…)”.

Otra vez: durante el proceso, no se reunieron datos suficientes que probaran la intervención directa de Álzaga y de los demás acusados en ninguno de los planes. Es cierto que el estado de extremo nerviosismo que atravesaba el gobierno, en momentos de aguda crisis política, financiera, social y militar, pudo llevar al Triunvirato, enterado de la indudable existencia de un complot, a exagerar la historia del negro Ventura para desembarazarse de Álzaga y su grupo, al mismo tiempo que intentaba atraer la adhesión de los patriotas más exaltados que rodeaban a Bernardo de Monteagudo.

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