UN DEBATE OLVIDADO

Julio en Leipzig, una clave de Martín Lutero

Los luteranos, en el siglo 21, han iniciado un proceso de reconciliación (¿integración?) con la Iglesia Católica Apostólica Romana, y siempre los encuentros son encomiables pero no pueden ni deben ignorar la historia. Y, es posible, afirman algunos, que los luteranos, en el siglo 21, hayan perdido el foco de qué trataba aquello. Es necesario regresar a julio de 1517, en Leipzig. No faltará quien sostenga que carece de sentido mirar hacia atrás. Sin embargo, para eso habría que aborrecer de la Biblia, le responden otros. En definitiva, el presente es la consecuencia del pasado.

 

Anécdota 1

En 1501, a los 18 años, Martín Lutero, nacido como Martin Luder,​ después cambiado a Martin Luther, ingresó en la Universidad de Erfurt (capital de Turingia, Alemania), donde tocaba el laúd y recibió el apodo de 'el Filósofo'.

Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, N°2 entre 17 candidatos. Entionces se inscribió en la Facultad de Derecho pero por satisfacer el deseo paterno. Pero durante una tormenta, en aquel año, un rayo cayó cerca de él mientras regresaba de una visita a la casa de sus padres, y gritó: "¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!".

Así fue como Lutero, cumpliendo su promesa, abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró el 17/07/1505 en el monasterio agustino de Erfurt -iniciado en 1266, un centro de enseñanza muy respetado, principal casa de las 27 que tenían los agustinos en Alemania, donde Lutero fue ordenado sacerdote en 1507 y permaneció hasta 1511-.

Anécdota 2

El 31/10/1517, Lutero clavó sus 95 tesis en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg. Los eruditos no se han puesto de acuerdo si las tesis fueron redactadas en latín o en alemán, pero es probable que fuese en alemán porque Lutero siempre defendió que todas las personas, incluso las menos cultas, pudieran leer no sólo aquel documento sino la Biblia.

Estas tesis, en principio, condenaron los abusos de poder en que incurrían los eclesiásticos, su avaricia y su perspectiva de las enseñanzas de Jesucristo como una oportunidad de producir ganancias económicas. Pero también había una cuestión mucho más profunda. De lo contrario no habría provocado el debate teológico intenso que comenzó de inmediato, y aún no ha cesado, a pesar del ecumenismo bueno y el ecumenismo malo.

1 año y medio después, el teólogo católico Johann Eck retó a Andreas Rudolph Bodenstein von Karlstadt, más conocido como Carlstadt, un colega de Lutero, a un debate en Leipzig (Alemania). Lutero se sumó a este debate que ocurrió entre el 27/06/1519 y el 18/07/1519, en el curso del cual él negó

> el derecho divino papal,

> la autoridad de poseer el "poder de las llaves", y

> que la pertenencia a la Iglesia Católica Apostólica Romana fuera indispensable para la salvación personal.

Después del debate, Johann Eck aseguró que Lutero admitió la similitud de su doctrina con la de Jan Hus, quien había sido quemado en la hoguera tras ser condenado de herejía en el concilio de Constanza.

El asesinato de Hus es uno de los hechos más abominables cometidos por la Iglesia Católica Apostólica Romana. El sacerdote Juan Hus -quien enseñaba que sólo Cristo era la cabeza de la Iglesia, y decía que el papa Juan XXIII o Antipapa, con su corrupción y sus muchos pecados y errores era la encarnación del anticristo (entre otras iniquidades, para financiar la guerra contra Ladislao I de Anjou-Durazzo llamado 'el Liberal', rey de Nápoles, promulgó en Bohemia la venta de indulgencias, o sea que recaudaban dinero vendiendo perdones)- se presentó ante el concilio de Constanza porque el emperador Segismundo le había extendido un salvoconducto para defender sus doctrinas y regresar sano y salvo.

Pero Hus fue encarcelado -a pesar del salvoconducto- en un edificio del convento de los Dominicos, y finalmente ejecutado, demostrándose así que el Papa tenía más poder que el emperador.

En aquel julio de 1519, los estudiantes de Teología y Filosofía de toda Europa ya intentaban visitar Wittenberg para escuchar a Lutero, quien publicaba ahora sus comentarios sobre la Epístola a los Gálatas y su Operationes in Psalmos (Trabajo en los Salmos).

Los Gálatas

Galacia fue parte del 1er. y 2do. viaje misionero del ciudadano romano de ascendencia judía llamado Saulo (Saúl) Paulo (Paulos) de la ciudad de Tarso (en Cilicia, hoy Turquía). Los acontecimientos de aquel viaje fueron relatados por Lucas en los capítulos 13 y 14 de Hechos de los Apóstoles, uno de los libros de la Biblia.

En la época del Nuevo Testamento, Asia Menor estaba dividida en varias provincias romanas y estados clientes: Asia, Bitinia y Ponto, Galacia, Cilicia y Capadocia. También varias islas: Chipre, Patmos, Rodas, Samotracia, Cos, Asón, Mitilene, Quio, Cnido. La capital de la provincia de Galacia fue Ancyra (Ankara). Pero en el 1er. viaje, Pablo llegó sólo hasta las puertas de Galacia: Antioquía de Pisidia e Iconio. En el 2do. llegó a Ancyra.

Los gálatas eran una rama de los galos, originalmente del norte del Mar Negro. Los de Galacia se habían apartado de la migración principal hacia Francia, y en el siglo III aC se establecieron en la parte central de Asia Menor. Ellos eran emotivos, impulsivos y volubles, tal como lo evidencia la adoración que deseaban hacer del apóstol Pablo, a quien después lo apedrearon (Hechos 14:8-19).

La obra de Pablo en la provincia de Galacia había tenido éxito: multitudes, principalmente de gentiles, habían recibido sus enseñanzas con entusiasmo. Pero, algún tiempo después de haberse marchado Pablo, llegaron ciertos maestros judíos cristianizados que insistían en que los gálatas no podían ser cristianos sin que guardaran la ley (podía ser la ley de Moisés y/o los 10 Mandamientos y/o el Pentateuco, o sea los 5 libros que escribió Moisés. En sus escritos, Pablo menciona 121 veces "la ley" pero no es muy específico acerca de su alcance).

Los judaizantes eran una secta de cristianos judíos que insistían en que la fe en el sacrificio y resurrección de Jesús no era suficiente sino que, además, había que guardar la ley judaica, algo que obviamente devaluaba la comprensión del poder redentor de Jesús, eje del cristianismo.

Esta novedad judaizante tuvo éxito en Galacia, y preocupó al apóstol Pablo, quien por ese motivo escribió una epístola o carta que terminó resultando un pilar de las enseñanzas de Lutero.

El tema de la Epístola a los Gálatas es la justificación por medio de la fe en Jesucristo, lo cual presenta un contraste con el concepto judaico de la justificación por medio del cumplimiento de las "obras" prescritas en el sistema legal judío.

Justificación es un término legal. Se trata del veredicto que un juez pronuncia cuando una persona es declarada inocente de las acusaciones en su contra. Es lo opuesto a condenación.

Una traducción siria antigua de Gálatas 2:16 transmite bien el significado de Pablo: “Por lo tanto, conocemos que un hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesús el Mesías, y creemos en él, en Jesús el Mesías, que por su fe, la del Mesías, podemos ser justificados, y no por las obras de la ley”.

La Iglesia Católica Apostólica Romana, interpretaba Lutero, había 'judaizado' el cristianismo, concediendo a las "obras" (por ejemplo, el comercio de indulgencias, pero también otras prácticas) el poder de salvar, cuando esto era falso. Sólo la justificación por la fe debería ser el foco del cristiano, insistía Lutero, y el inicio del cambio de vida (testimonio clave para el avance arrollador pese a la persecución de los emperadores romanos).

La pregunta específica en disputa entre Pablo y los maestros judaizantes en Galacia era: el cumplimiento de las ceremonias y requisitos prescritos en el judaísmo, ¿le da derecho a una persona al favor divino y a ser aceptada por Dios? La respuesta fue un rotundo No: "el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo" (Gálatas cap. 2: 16). El cristiano que trata de ganar la salvación mediante las "obras de la ley", está renunciando completamente a la gracia de Cristo (cap. 2: 21; 5: 4).

El verbo justificar es clave para Pablo. De las 38 veces que aparece en el Nuevo Testamento, 26 está en las cartas de Pablo. Él la usa 8 veces en Gálatas, incluyendo 4 referencias en Gálatas 2:16 y 17.

Pablo dice 3 veces en Gálatas 2:16 que una persona no es justificada por “las obras de la ley”.

Aunque la frase “obras de la ley” no aparece en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo Testamento fuera de las epístolas de Pablo, en 1947 con el descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto -escritos copiados por judíos esenios, que vivieron en el tiempo de Jesús- se encontró el rollo Miqsat Ma’as Ha-Torah, que puede traducirse como “Importantes obras de la ley”. Al final, el autor escribe que, si se sigue "estas obras de la ley, serás reconocido como justo” ante Dios. Esto era lo que combatía el apóstol Pablo y lo que creía necesario actualizar Lutero.

Otra vez: Los cristianos judíos no sugerían que la fe en Cristo no era importante; todos creían en Jesús y tenían fe en él. Sin embargo, su conducta mostraba que ellos sentían que la fe no era suficiente y que debía ser suplementada con la obediencia, como si la obediencia añadiera algo a la justificación.

Pero para la Iglesia Católica Apostólica Romana aceptar esta autocrítica que iniciaba Lutero no sólo desequilibraría sus finanzas, sino que obligaba a una profunda revisión de sus prácticas, de su rol, de sus jerarquías y de su influencia terrenal.

Era mucho más fácil excolmugar a Lutero e intentar quemarlo como a Juan Hus.

El choque

El historiador religioso Giancarlo Pani,en La Civiltà Cattolica, recuerda que el cardenal Tomás de Vío, llamado 'el Cayetano' o 'el Gaetano' -por su ciudad natal, Gaeta-, maestro general de los dominicos, recibió el encargo de interrogar a Lutero y, eventualmente, conducirlo a Roma.

'Cayetano' se encontró con el príncipe Federico III de Sajonia, llamado 'el Sabio', y le informó del proceso sumario por herejía que estaba abierto en Roma contra un súbdito suyo, Lutero. Le explicó el deseo de tratar el caso en Alemania y se preparó al encuentro con Lutero leyendo las 'Resolutiones sobre las tesis' y el 'Sermo de poenitentia', 2 de las primeras obras impresas de Lutero. Y en menos de 3 semanas escribió 14 ensayos en los cuales se exponían las supuestas contradicciones internas de estos escritos y sus incoherencias con la fe de la Iglesia.

El encuentro ocurrió en octubre del 1518, en Augusta. Fue un diálogo de sordos.

Lutero veía en el Cardenal un famoso teólogo tomista, juez incompetente, en tanto le reclamaba retractarse de una posición ciertamente discutible desde el punto de vista de la Biblia. Por esto solicitó a 'Cayetano', y lo obtuvo, que la demanda fuese presentada en Roma al papa León X (el ex arzobispo Alberto de Brandeburgo).

A las objeciones de 'Cayetano' de que el Papa tenía la capacidad de interpretar la Escritura de modo autorizado, puesto que su enseñanza era superior a la de un simple fiel, Lutero respondió que incluso el Papa podía errar, tal como había ocurrido en la confrontación entre Pedro y Pablo en Antioquía, relatada en Gálatas 2: 11 al 14, y en la que surge que Pedro estaba equivocado.

Según Lutero, al Papa se le debía obediencia, pero cualquier fiel es superior al Papa y al Concilio cuando se revela en él la voz de Cristo, según la directiva pastoral dada por Pablo para poner en orden las asambleas de los creyentes: en ellas, si un profeta habla y otro recibe una revelación imprevista, el primero hace bien en callar.

Durante 1519, el nuncio papal Karl von Miltitz intentó volver al punto de inicio anterior a la disputa de Leipzig (julio de 1517), pero sus esfuerzos resultaron infructuosos.

El 01/02/1519, la comisión que recogía pruebas sobre las herejías de Lutero, fue disuelta: tanto el cardenal 'Cayetano', cuya especialidad era la Teología, como el cardenal Pedro Accolti, experto en Derecho Canónico, concluyeron que no resultaba fácil redactar un informe sensato al respecto.

El 11/02/1519, una 2da. comisión decidió discriminar entre aquellas expresiones que podían ser tachadas de herejía y aquellas otras que únicamente eran “escandalosas y ofensivas para los oídos piadosos”.

Pero entonces llegó el cardenal Johannes Maier von Eck y se integró una 3ra. comisión, de la que surgiría la Bula papal 'Exsurge Domine' firmada por el papa León X en el curso de una cacería, el 15/06/1520. Precisamente compara a Lutero –sin mencionarlo expresamente– con un jabalí, apelando al Salmo 80:13:

“¡Despierta, Señor! Haz triunfar tu causa contra las bestias feroces que tratan de destruir tu viña, contra el jabalí que la arrasa… ¡Alerta Pedro, Pablo, todos los santos, la Iglesia Universal!... En esta Curia Romana que tanto ha desacreditado, dando fe a los rumores esparcidos por la ignorancia y la maldad, no hubiera encontrado nada que censurar. Le hubiéramos demostrado que nuestros predecesores, de quienes ataca con tan singular violencia los cánones y las constituciones, no se han equivocado jamás”.

El documento condenaba 41 proposiciones, extraídas de los escritos de Lutero, como "heréticas, escandalosas, falsas, ofensivas para los píos oídos, seductoras de los ánimos simples, contrarias a la doctrina católica", e imponía 60 días de plazo para la retractación pública.

Los historiadores eclesiásticos coinciden en que la condena no especificaba cuál de cada una de estas censuras correspondía a las proposiciones singulares, por lo cual no era claro donde se iniciaba la herejía verdadera y propia, y dónde habría solo una afirmación discutible o peligrosa para los simples. De tal modo se restaba eficacia a la bula, cuyo tono altisonante resultó harto polémica para quienes seguían el tema sin tomar partido aún.

La bula indicaba que no era lícito apelar al concilio –una solución que había permitido, por ejemplo, acabar con el cisma de Occidente– y conjuraba tanto a Lutero como a sus partidarios a “no perturbar la paz de la Iglesia, la unidad y la verdad de la fe, y a renunciar al error”.

Todo se precipitó. Lutero publicó más obras reformistas, en Colonia fueron incinerados sus escritos en una hoguera pública y Lutero hizo otro tanto con los decretales del Papa y la bula 'Exsurge Domine', todo lo que llevó a la bula de excomunion 'Decet Romanum Pontificem' del 03/01/1521.

El Estado, brazo secular de la Iglesia según la tradición jurídica medieval, debía tomar nota de la sentencia y realizar la condena. Pero Carlos V no la ejecutó: al momento de la elección imperial había jurado que ningún súbdito sería condenado sin primero ser interrogado, y en especial Federico el Sabio había obtenido que se convocase a Lutero a la dieta de Worms para concederle la posibilidad de defenderse.

Al Vaticano no le resultó placentero que los príncipes alemanes pusieran en tela de juicio el mandato del Papa contra un cura. Pero el 16/04/1521, Lutero llegó a Worms, y al día siguiente fue interrogado. El resto de la historia es conocida: Federido el Sabio impidió que Lutero sufriera una suerte similar a la de Juan Hus, lo escondió en el castillo de Wartburg (1521–1522), donde el ex monje tradujo el Nuevo Testamento al alemán utilizando la 2da. edición  (1519) de Erasmo,  en griego.

La Biblia de Lutero es una traducción de la Biblia al alemán, impresa con ambos Testamentos en 1534.

El papa Francisco en rueda de prensa el domingo 26/06/2016 dijo:

“Yo creo que las intenciones de Martín Lutero no eran equivocadas, era un reformador. Tal vez algunos métodos no eran los justos, pero en ese tiempo (...) la Iglesia no era un modelo de imitar, había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, el apego al dinero, al poder, y por esto él protestó. Él era inteligente, ha hecho un paso adelante justificando porqué lo hacía, y hoy luteranos y católicos, protestantes, todos, estamos de acuerdo con la doctrina de la justificación, en este punto tan importante él no se ha equivocado. (...)".

Pero no faltan quienes observan que es parcial el enfoque de Francisco: la cuestión de fondo de Lutero no era la conducta venal del Vaticano sino la justificación por la fe, tal como quedó en claro en julio de 1517 en Leipzig, porque el resto es forma y no profundidad.

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