UN PROBLEMA CULTURAL NO RESUELTO

¿Estamos locos los argentinos? (o somos ventajeros)

El profesor de Filosofía Política en Harvard y autor del tratado "Teoría de la Justicia", John Rawls, en su 2do. principio de justicia decía que las desigualdades sociales debían conformarse de modo que beneficien a los menos aventajados de la sociedad. Ese sería un criterio de equidad y diría de buen uso de la razón. Lo llamó el “Principio de la diferencia”. En la Argentina es diferente.

"En algún momento, evidentemente, algo pasó y nos volvimos todos locos…Pero el debate público es cada vez más ensordecedor y desquiciado: se dispara desde todos los rincones y en todas las direcciones. No es solo el kirchnerismo, no es solo el macrismo: el desvarío ha logrado, como nunca, ser transversal…los problemas que hay son los de cualquier democracia."
Ernestro Tenembaum
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Estar loco es estar privado del juicio o del uso de la razón, tal la definición de la Real Academia Española.

Diría que Ernesto Tenembaum en realidad lo que se pregunta, e intenta responder, es si los argentinos como sociedad, como un “nosotros” realmente estamos locos o bien hacemos un mal uso de la razón lo que nos lleva a tener malos juicios o juicios erróneos.

Desde ya me inclino por esta última cuestión.

Partiría de nuestro egoísmo en el sentido que lo explica Agustin Salvia: “Vamos teniendo varias capas de pobres y excluidos al mismo tiempo que vamos teniendo una clase media que efectivamente prospera. Y esa clase media próspera es muy egoísta. Mira su ombligo. Más allá de cómo vote en cada elección no tiene ideología…”

El egoísmo nos sectoriza como sociedad ya que nos impulsa a defender el propio interés y diría en términos libertarios a defender la ventaja que nos dan las desventajas sociales.

John Rawls en su segundo principio de justicia decía que las desigualdades sociales debían conformarse de modo que beneficien a los menos aventajados de la sociedad. Ese sería un criterio de equidad y diría de buen uso de la razón. Lo llamó el “Principio de la diferencia”.

En palabras vulgares seria ponerse en la situación del pobre, no para mostrar sentimiento de pena o amistad que son necesarios, sino más bien convivir su pobreza y esforzarnos para que pueda ser menos pobre cada día.

Una cosa, para disminuir la pobreza el esfuerzo no solo debe ser del pobre, debe ser de todos.

La máxima compasión que sentimos con relación a la gente pobre es la “pena”. Puede ser que en caso de una catástrofe, hagamos alguna donación y llevemos un pedazo de pan, pero el resto de nuestros comportamientos sociales son sectarios y egoístas.

Algunas muestras. Los sucesivos blanqueos nos demuestran que un sector social extrae ilegalmente riqueza de la Argentina (en verdad hurta) y aprovecha algún blanqueo para legalizarla y de ese modo aprovechar beneficios ilegítimos.

Defendemos, como clase media, la existencia de subsidios a los servicios públicos sin tener en cuenta que la mayoría de los pobres e indigente, no tienen acceso a ellos.

Lo peor es que inventamos las teorías de los injustos ajustes para mantener nuestras ventajas y de ese modo perjudicar a los más pobres. En verdad la pobreza nos importa un comino.

Es nuestro cuento del lobo feroz. Lo peor es que a los gobernantes les conviene creer en el cuento y entonces inventan el gradualismo para financiar nuestras ilegitimas ventajas y de ese modo mantener prudentemente alejado al famoso y ya pobre lobo feroz.

Volviendo a la pregunta de Ernesto Tenembaum, los argentinos no nos hemos vuelto locos, somos egoístas y ventajeros, solo nos importa nuestro ombligo, nos atrincheramos en ese 65% de la sociedad que integra o participa en la economía formal, exprimimos al máximo las ventajas que nos da una situación privilegiada en perjuicio de los menos aventajados.

En el trimestre mayo-junio (2016), el 10% de los argentinos ubicados en el decil más bajo se repartió el 1,4% del ingreso total y el más rico el 31,3%. Un trimestre después la tendencia benefició a los más ricos, que se quedaron con el 31,5% de los ingresos, contra el 1,2% de los más pobres.

En el primer trimestre de este año el ingreso per capital familiar de los deciles 1 a 8 variaban de $0 a $ 10.950,00 y los deciles 9 y 10 de $ 10967,00 a 500.000,00. Estos dos deciles acaparan el 49% del ingreso.

Como reza el dicho, seremos locos, pero no boludos…

Somos ventajeros y ese es el problema cultural difícil de resolver.

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