La Nación sintoniza con la Iglesia y avala réplicas en contra a K

Las declaraciones vertidas días atrás por el presidente Néstor Kirchner desde Córdoba quien había justificado en la búsqueda de justicia la necesidad de seguir mirando a los años 70, tuvieron esta mañana una dura réplica en la Iglesia, a través del diario La Nación, matutino que además dedicó su editorial del día a la conflictiva relación que mantiene el gobierno nacional con la Iglesia. Sucede que recientemente la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) le respondió a Kirchner a través de un nuevo documento al señalar que cuando la Iglesia "habla de reconciliación entre los argentinos lo hace siempre en un contexto de respeto a la Justicia".

El matutino La Nación se hace eco esta mañana de una nueva polémica generada entre el presidente Néstor Kircher y la Iglesia y se convierte en un fiel portador del mensaje que le envía la Iglesia al gobierno nacional.

Las primeras fricciones ya habían salido a la luz cuando cerca de 100 obispos del país realizaron un pronunciamiento singular sobre la nueva conformación que iba teniendo la Corte Suprema ante la incorporación de Carmen Argibay cuestionada por sus intenciones de avanzar en la legalización progresiva del aborto.

"Asoma otra polémica del Presidente ahora con la jerarquía episcopal? ¿Los obispos toman distancia de Kirchner? El pronunciamiento de la última asamblea del Episcopado y los comentarios que formuló el Presidente en Córdoba ¿sólo son susceptibles de ser leídos en términos de confrontación política?", se pregunta esta mañana el periodista José Ignacio López en el análisis de la noticia; además del pronunciamiento que realiza el diario a través de su editorial respecto del nuevo capítulo en la relación K-Iglesia.

En efecto, el sábado pasado, la CEA había difundido un documento en el que señaló que "a los argentinos el pasado les sigue pesando demasiado", y proponía como objetivo fundamental la "reconciliación" en la sociedad, "herida por la división y el desencuentro".

De este modo, pudieron apreciarse con claridad las diferencias entre la Iglesia y el Gobierno sobre la política de derechos humanos referida a la última dictadura militar.

Kirchner dijo días atrás en Córdoba que con los obispos coincide plenamente en algunas cosas y "en otras no tanto". De esta manera justificó que "no se puede construir una sociedad sin justicia, sin verdad y con impunidad". Y añadió: "Llegamos a esta situación porque todo se podía perdonar. No importaba lo que había hecho cada uno; en nombre de la reconciliación perdonábamos cualquier cosa".

Ahora los obispos respondieron al presidente a través de un nuevo comunicado en l que explican que "en las enseñanzas de la Iglesia el perdón no es un manto con el que se oculta el pasado, sino una respuesta de grandeza ante el arrepentimiento".

La Nación ya había echo eco y tomado partido en el asunto cuando el erzobispo de Corrientes y vicepresidente 2° del Episcopado, monseñor Domingo Castagna, había dicho declarado el domingo último a La Nación que la "reconciliación" y la "solidaridad" serían los ejes centrales del X Congreso Eucarístico Nacional, que se realizará entre el 2 y el 5 de septiembre en Corrientes.

Asimismo Castagna declaró que la actitud de Kirchner de "no perdonar ni reconocer la necesidad de ser perdonado atenta contra la verdadera reconciliación", aunque luego el Episcopado señaló ayer que el obispo no se refirió al Presidente, sino que expresó que "todos los argentinos debemos adoptar la actitud de perdonar y pedir perdón para llegar a una verdadera reconciliación".

** El editorial de esta mañana de La Nación

"Kirchner y los obispos

En el documento emitido recientemente por los obispos de nuestro país, titulado "Necesitamos ser Nación", se afirma que una de las impostergables tareas a que nos convoca el compromiso ciudadano es la de "hacer posible la reconciliación en nuestra sociedad, herida por la división y el desencuentro". Y se señala que a los argentinos "el pasado nos sigue pesando demasiado".

Lamentablemente, el contenido esencial del llamado de los pastores de la Iglesia no parece haber sido comprendido por el presidente Néstor Kirchner. En efecto, el primer mandatario, al hablar anteayer en Córdoba, durante su visita a esa provincia, manifestó que discrepaba con los obispos y dijo que es necesario seguir mirando al pasado, pues "no se puede construir una sociedad sin justicia y sin verdad". Y agregó que , a su juicio,"en nombre de la reconciliación perdonamos cualquier cosa".

Las desafortunadas expresiones del doctor Kirchner revelan un grave desconocimiento de lo que significa la "reconciliación" como concepto social, así como una idea equivocada del sentido que debe atribuirse al perdón como supremo valor moral. Los obispos no están proponiendo de ninguna manera que los responsables de hechos delictivos o punibles sean absueltos o permanezcan impunes. El llamado a la reconciliación y al perdón -valores esenciales de la vida religiosa- no debe ser interpretado como un alegato más en favor de una determinada decisión de orden legal o judicial sino como una exhortación de valor eminentemente espiritual y de proyección social.

Los obispos le están hablando, en este caso, a la comunidad en su conjunto y no a quienes ocupan circunstancialmente posiciones de poder en la estructura del Estado. Un país no avanza o retrocede sólo como resultado de las determinaciones adoptadas por sus órganos de gobierno o por sus tribunales de justicia sino también -y fundamentalmente- en función de sus reservas de orden moral y, sobre todo, de su capacidad para mirar hacia el futuro con un renovado espíritu de unidad y con la firme voluntad de sus habitantes de encolumnarse detrás de un proyecto compartido de Nación.

El jefe del Estado no ha hecho una lectura correcta del documento episcopal. No ha advertido que el nudo central de la reflexión propuesta, reposa sobre la idea de que la crisis argentina ha sido la consecuencia de "innumerables claudicaciones en la conducta moral de los ciudadanos y, sobre todo, de sus dirigentes". El texto de los pastores de la Iglesia hace hincapié en la necesidad de que el pasado sea asumido "desde la reconciliación", de modo que no se convierta en causa de nuevas divisiones en el cuerpo social sino en una experiencia de vida que nos enseñe todo lo que deberíamos hacer para integrarnos y para crecer en comunión.

La idea de que el pasado debe servir para que nos unamos en el aprovechamiento de sus enseñanzas morales y no para reavivar los enfrentamientos que ensangrentaron al país en otro tiempo debería ser asimilada como una contribución fundamental al fortalecimiento de la unión nacional.

La memoria de los pueblos no debe ser usada con fines proselitistas ni debe servir para incrementar la cuota de poder de los gobernantes de turno. Debe ser un elemento aleccionador y de reflexión que nos haga más solidarios y nos incite a tener proyectos y esperanzas comunes. Es decir, a fortalecer nuestro compromiso con el bien común y, fundamentalmente, como dice el documento, a "ser una Nación"".

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