Horacio Verbitsky, en el diario Página/12:
"(...) En algún sentido el episodio de la semana pasada sigue la misma pauta de los anteriores (en torno de la política de derechos humanos y de seguridad o el Congreso justicialista, por ejemplo), con oscilaciones bruscas de temperatura verbal que luego se apaciguan sin efectos institucionales serios. Pero hay al menos tres diferencias fundamentales:
1 por primera vez Duhalde cometió un fenomenal error político y Kirchner no dejó pasar la oportunidad;
2 por primera vez Kirchner dijo en público alguna de las cosas que piensa de Duhalde y acerca del vínculo común;
3 la participación de Cristina Fernández de Kirchner como candidata en las elecciones bonaerenses a senador nacional en 2005 ha dejado de ser una hipótesis especulativa para convertirse en una decisión tomada, de la que sólo falta elaborar algunos detalles operativos, aunque ni siquiera demasiados.
El principal: si será cabeza de la lista oficial de su partido, con un porcentaje de asientos para los duhaldistas, o si conformará el Frente de la Victoria, sin concesiones al aparato justicialista.
(...) Kirchner los descubrió a contrapié y fue implacable. Explotó al máximo la situación y consiguió aislar a Duhalde en una medida y con una contundencia asombrosa. Durante tres días desfilaron por el despacho presidencial todos los gobernadores que Kirchner quiso (sólo excluyó a uno) y al salir expresaron su rechazo a los planteos bonaerenses.
De la diferente relación de fuerzas da cuenta la frontalidad de las definiciones presidenciales acerca del ex senador. Kirchner preguntó quién era Duhalde para decidir cuál es la verdad, dijo que no le debía nada, descalificó a la burocracia política bonaerense, rechazó los pactos corporativos y aludió al uso de los fondos remitidos por la Nación a Duhalde con la inequívoca palabra "botín".
Si Duhalde optara por una táctica de obstrucción en el Congreso y/o de agitación en las calles, podría volver a corporizarse, al menos para quienes adhirieran a esa táctica que Kirchner motejó de extorsiva. Por eso es imaginable que el ex senador preferirá negociar espacios de repliegue con un presidente que ha restaurado, aunque sea en forma precaria, el nexo cortado entre la política y la sociedad y que ha tenido con él no pocas consideraciones personales, como el cargo sudamericano para el que lo designó, en atención a sus conocimientos y talento en la materia.
(...) La presentación de Cristina Fernández en los próximos comicios bonaerenses es una decisión tomada, de la que no habrá retroceso. La única duda es con qué lista lo hará. Ante las primeras versiones conjeturales, hace un par de meses, Duhalde dijo que le parecía una excelente candidata.
Esto hace previsible que una vez formalizado el anuncio, proponga la negociación que no aceptó en 2003, cuando se reservó el diseño de la lista de aspirantes a la Cámara de Diputados, sin ceder uno solo de los puestos. En tal caso, la senadora Fernández deberá decidir si está dispuesta a encabezar la boleta justicialista con las indeseables compañías que ello implica. Si lo consultara con su esposo, es posible que el presidente Kirchner le sugiriera imponer dos condiciones mínimas: ceder al duhaldismo sólo el 40 por ciento de los puestos de la lista, y reservarse poder de veto acerca de los nombres que la integrarían. Si siguiera sus propios impulsos plantaría bandera con el rótulo del Frente para la Victoria y desafiaría al aparato duhaldista en su propio terreno con el declarado propósito de batirlo y consumar la ruptura con un estilo político aborrecido.
(...) Si Cristina Fernández colocara su candidatura al frente de una lista propia, sin parásitos, yernos ni malandras, el resto de los postulantes deberían ser personas cuyo solo nombre constituyera un deslinde con el aparato del senador bonaerense y simbolizaran el cambio de escenario. En ese sentido habría que pensar en nombres como el de Marcelo Saín, quien debió alejarse del ministerio de Seguridad bonaerense luego de definir con precisión en qué consistía el problema y quien dos veces fue vetado por el duhaldismo para cargos relevantes en los gobiernos nacional y provincial. (...)".
Nota completa:
http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-36647.html?PHPSESSID=9f952619f4d62f4e53e5a548ab424c40
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Mariano Grondona, en el diario La Nación:
"(...) Allí donde reside el escándalo de nuestra subdemocracia es en la elección de nuestros diputados, donde predomina la tristemente famosa lista sábana. Su defecto es que los ciudadanos deben escoger entre listas previamente preparadas por el caudillo de cada provincia. De esta manera, los diputados electos no representan al pueblo sino al caudillo que los puso en la lista y que podría quitarlos de ella en la próxima elección.
La manera de superar la lista sábana es subdividir cada provincia en tantas circunscripciones como el número de diputados que enviará al Congreso, ganando en cada circunscripción un solo candidato (por eso se las llama "uninominales") que debe residir en ella, escogido por el pueblo que lo conoce íntimamente, en vez de las listas actuales donde habitan candidatos a los que sólo conoce el jefe que los digita.
Se alega que este sistema dejaría afuera a las minorías, que hoy entran en el Congreso en virtud de la representación proporcional. Por eso se podría aplicar a la Argentina el sistema alemán, que elige la mitad de sus diputados en forma "uninominal", mientras la otra mitad sigue ligada a la proporcionalidad.
El sistema uninominal cambiaría de cuajo nuestro modelo de representación, al enviar a la Cámara de Diputados a auténticos representantes del pueblo. Esto se lograría con dos condiciones. La primera, que a la elección uninominal pudieran concurrir ciudadanos independientes, sin ataduras partidarias. Así surgirían no uno sino muchos Blumberg. La segunda condición es que no se "dibujen" las circunscripciones como lo hizo Perón por única vez en 1952, de modo tal que el partido predominante se lo lleve todo. En 1902, en tiempos de Roca y de su ministro del Interior Joaquín V. González, la división honesta de la Capital en circuitos uninominales permitió la llegada al Congreso del primer diputado socialista, Alfredo Palacios, por La Boca. Pero esto ocurrió por única vez, volviendo después el monopolio que hoy ejercen los caudillos partidarios.
Esta es la principal reforma política a la que debiéramos aspirar. Sería un primer paso para instalar una democracia auténticamente representativa, en la cual los elegidos sean la voz y el voto de sus electores, en tanto también se combaten otros vicios de nuestra subdemocracia como el exceso de bancas nacionales, provinciales y municipales, la financiación secreta de las campañas electorales, la corrupción política y el manejo discrecional de los fondos de las provincias por parte de los presidentes, para devolverle al pueblo el poder que la clase política le ha quitado."
Nota completa:
http://www.lanacion.com.ar/04/06/13/do_609812.asp
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