La llave Uribe-Lula

El abrazo entre el "guerrerista de derecha" y el sindicalista de izquierda llama la atención de unos cuantos. Uribe, de visita relámpago en Sao Paulo, acompañado de algunos empresarios, anticipó la preparación hacia el profundo cambio que se avecina para las relaciones comerciales entre los dos países.

La visita relámpago del presidente Álvaro Uribe a Sao Paulo (Brasil) demuestra que hay un interesante fortalecimiento de la relación con ese gran vecino olvidado. Una nueva dinámica, que se facilita con la química que han construido Uribe y Lula Da Silva después de cinco reuniones.

El recuerdo que hizo Uribe de su primer encuentro con el colega del sur, cuando los fotógrafos curiosos veían como una novedad el abrazo entre el "guerrerista de derecha" y el sindicalista de izquierda, es elocuente signo de una provechosa amistad en ciernes.

La razón del viaje a Sao Paulo no era, además, de poca monta. Acompañado de 56 empresarios, Uribe lideró una delegación para hacer contactos con 86 hombres de negocios de la contraparte brasileña. Una 'macrorrueda de negocios', que constituye un primer paso en la preparación hacia el profundo cambio que se avecina para las relaciones comerciales entre los dos países: su apertura, en el marco del acuerdo entre la Comunidad Andina y Mercosur, cuya firma, considerada una verdadera utopía hasta hace poco, se aceleró precisamente a raíz de la invitación que le hizo Uribe a Lula a la reunión de la CAN en Quirama (Antioquia), hace exactamente un año.

El comercio global entre los dos países es precario: 847 millones de dólares en el 2003, de los cuales las exportaciones brasileñas llegaron a 748 millones, y las colombianas, a solo 99. El propio Lula se refirió a la necesidad de que la balanza sea más equitativa en el futuro. Lo cierto es que, en el cambiante panorama económico del continente, el llamado a la integración hecho desde Sao Paulo tiene una connotación de alianza promotora. El mandatario colombiano considera que, además de política y comercial, este proceso debe tener una dimensión física: la unión continental a través de la carretera del Darién (por la costa, para preservar criterios ambientales) y el paso del Brasil al Pacífico, a través de Colombia, por vías fluviales. Desde el punto de vista energético, los mandatarios hablaron de la importancia del gasoducto que unirá a Colombia con Venezuela y que, sumado a la integración energética de esta última con Brasil, constituye un ambicioso programa de magnitud transnacional.

Habría que ver, desde luego, si semejante listado de propósitos es viable, y en qué plazo, y si las buenas intenciones de concretarlo son suficientes para ir dejando atrás la inexplicable lejanía que ha habido entre estos dos vecinos. Sobre todo cuando hay otros asuntos complejos, como la posibilidad de compartir la información que obtiene Brasil con su sofisticado sistema de radares en la Amazonia (el Sivam), una mejor coordinación de la política cafetera, o los trabajos que se podrían llevar a cabo para evitar el impacto ambiental de la siembra de coca -que, según Uribe, ha destruido un millón setecientas mil hectáreas de selva- y para sacarle provecho a la biodiversidad.

El tono del encuentro denota una preferencia por asuntos concretos y prácticos. Pero también tuvo un evidente significado político. Todo indica que ambos mandatarios coinciden en el propósito de fortalecer la relación. Desde el punto de vista de Brasil, eso significa dejar atrás una larga tradición de no asumir posiciones frente a los problemas colombianos. Tal vez porque las drogas ilícitas se han incrementado en ese país, que ya es el segundo consumidor del mundo y tiene graves manifestaciones de tráfico y lavado de dinero. Y porque la propia guerrilla tiene más presencia en las zonas limítrofes.

Para Uribe, una mayor cercanía al Brasil le permitiría la diversificación de su política exterior, con frecuencia criticada por concentrarse excesivamente en Estados Unidos. Lula es un jugador de primer nivel en el campo internacional, de indiscutible y audaz liderazgo continental y de creciente presencia en otras regiones. (Está convocando, para el año próximo, una sui géneris reunión de presidentes de América del Sur y el mundo árabe.) Un buen socio, sin duda, por lo que puede aportarles a la integración latinoamericana, a la búsqueda de soluciones para los problemas fronterizos y a la ampliación de puentes con otros continentes.

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Publicado en www.eltiempo.com.co

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