APRECIACIÓN CAMBIARIA

El dólar Menem que tiene Cristina es sostenible pero no deseable

Ecolatina dixit: "La combinación de elevada inflación y tipo de cambio cuasi fijo sigue limando la competitividad cambiaria. De hecho, se prevé que a fines de 2011 el tipo de cambio real con el Dólar volverá a los niveles de 2001."

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Ecolatina). En un marco de elevada inflación y tipo de cambio nominal cuasi fijo, la apreciación real sigue limando la competitividad cambiaria. De hecho, se prevé que a fines de 2011 el tipo de cambio real con el Dólar volverá a los niveles de 2001.

 
Más allá que la fortaleza de las monedas de los principales socios comerciales otorga un colchón adicional de competitividad externa, una inflación en dólares cercana al 20% también erosiona la ventaja cambiaria con estos países.
 
Si se mantiene estable la paridad cambiaria de los principales socios comerciales  contra el dólar, el tipo de cambio real multilateral se ubicará en 1,47 a fines de 2011. Esto implica que se habrá licuado dos tercios de la competitividad lograda tras el colapso de la convertibilidad.
 
El colchón actual se basa mayormente en la cotización del Real Brasileño que se ubica en niveles muy apreciados (oscilando entre 1,70 R/US$ y 1,80 R/US$). 
 
En este contexto perjudicial para la producción de bienes transables, el gobierno electo parecería dispuesto a lograr una leve depreciación de la moneda. Por caso, si la cotización del Real se ubica en 2,1 R/US$ el tipo de cambio real multilateral se apreciaría 7% respecto del nivel mencionado (alcanzaría $ 1,37 en vez de $ 1,47).
 
Sin embargo, la pérdida de competitividad externa se da en un marco inédito: superávit comercial impulsado por los extraordinarios términos de intercambio, acumulación de reservas y bajo endeudamiento externo. 
 
En particular, la entrada de dólares agrícolas (dado el boom de la soja) aumenta la oferta local de divisas elevando la capacidad de sostener una mayor apreciación cambiaria.
 
Incluso, esta capacidad podría ser todavía mayor si el Estado y las empresas optaran por captar deuda en el mercado externo, aumentando la oferta de divisas. La elevada liquidez internacional y el escaso nivel de endeudamiento local favorecen esta posibilidad.
 
Lógicamente, sostener un tipo de cambio apreciado en términos reales por una elevada oferta de dólares tiene sus consecuencias en términos productivos y, por ende, de empleo. El encarecimiento de los productos transables perjudica la colocación externa de las exportaciones argentinas.
 
Si bien en la primera fase del 'boom' de 'commodities' y apreciación real del Peso en 2007/2008 las exportaciones de manufacturas industriales no se resintieron, ahora el punto de partida es más restrictivo. En este sentido, la próxima administración partirá de un nivel de tipo de cambio real con el Dólar similar al atraso de fines de la convertibilidad. En términos multilaterales la situación es sólo algo más holgada.
 
En esta nueva fase de apreciación cambiaria y aún con la fuerte carga impositiva, el sector agrícola logra resistir los efectos del encarecimiento internacional por los extraordinarios precios de sus productos.
 
En cambio, la industria es la principal perjudicada en este escenario de atraso cambiario. El encarecimiento de estos productos implica una pérdida de terreno en el mercado mundial y frente a las importaciones a nivel local, afectando a la producción y al empleo. De hecho, en lo que va del año la actividad industrial supera el pico alcanzado en los primeros tres trimestre de 2008, pero el empleo cayó 3% respecto a dicho período (según datos del INdEC).
 
En suma, a pesar del cambio estructural  que permite sostener un tipo de cambio más apreciado, este no es deseable. Su efecto en la industria pone en riesgo la generación de empleo y limita la inversión en los sectores expuestos a la competencia externa, afectando el crecimiento en el mediano plazo.
 
La industria en jaque
 
La actividad industrial exhibió en el transcurso del año una muy buena performance sustentada en la recuperación de la demanda interna y externa. Según estimaciones propias en base al relevamiento de la UIA, la producción fabril finalizará con un incremento de 9,6% i.a. (interanual) y el nivel alcanzado será superior al pico de 2008 (+3,1%).
 
En particular, y pese a la incertidumbre que todavía pesa sobre la economía mundial, las exportaciones de manufacturas de origen industrial (MOI) presentaron excelentes resultados. Al cierre de 2010 el volumen enviado al exterior de estos productos será mayor en un 25% al nivel registrado en 2009, ubicándose también 15% por sobre el máximo previo de 2008.
 
Sin embargo, en un análisis más profundo es posible observar que no todos los sectores enfrentan una situación favorable. De hecho, el aumento de la producción local está explicado prácticamente en su totalidad por el avance de la industria automotriz, siderúrgica, textil y de neumáticos, mientras que las demás ramas fabriles se encuentran creciendo a un ritmo lento o incluso retrocediendo.
 
Esta disparidad en el desempeño de la producción se verifica también en el comportamiento de las cantidades exportadas. El mencionado incremento está explicado fundamentalmente por las ventas de automóviles a Brasil y las de biodiesel a la UE (dentro del rubro Productos químicos). Pero, en el extremo opuesto, el volumen de los envíos de plásticos o metales comunes está estancado.
 
Efectivamente, cada sector enfrenta diversas particularidades que impiden un aumento en su nivel de producción. Por ejemplo, el elevado nivel de utilización de la capacidad instalada, la demora de inversiones, la regulación del mercado, el encarecimiento de los insumos, la competencia de los importados, etc.
 
Pero el deterioro que registra actualmente la competitividad cambiaria afecta las exportaciones de toda la industria e implica la sustitución de producción nacional por extranjera. Si durante 2011 la apreciación real del Peso continúa profundizándose a un ritmo acelerado, la inserción externa de los productos industriales se verá afectada y la competencia de los importados será aún mayor.
 
Ese es el escenario que se vislumbra para el próximo año, pues la perspectiva de inflación local se ubica muy por encima de la variación esperada del tipo de cambio nominal y del aumento de precios de los principales socios comerciales. Los controles aduaneros pueden ser un aliciente en el mercado interno, pero la industria sentirá el efecto en el mercado externo.
 
Igualmente, algunos sectores conseguirán sortear de mejor manera esta disminución de la competitividad cambiaria. El deterioro en cada caso resultará de la exposición internacional del producto, de la diferenciación del mismo, de la posibilidad de ajustar el precio de venta, del país con el cual se comercialice y del valor relativo que adopte su moneda, entre otros factores.
 
Así, la competitividad externa de la industria automotriz se mide en la relación cambiaria con Brasil, pues 90% de las exportaciones se dirigen a ese país. La ventaja de este sector radica en la fortaleza que hoy tiene el Real en términos históricos. Adicionalmente, el intercambio bilateral de estos productos cuenta con un marco regulatorio específico, no se tributan aranceles en el ámbito del Mercosur y el consumo privado brasileño está en crecimiento.
 
Pero en el caso de las manufacturas del cuero, donde USA representan un importante destino de las ventas, la medida de competitividad se aproxima al comportamiento del tipo de cambio real con el Dólar (en niveles cercanos a los de la convertibilidad). Además, se carga con un el mercado que está anémico.
 
En la economía argentina casi 60% de las exportaciones se explican por productos de origen agropecuario que además están aumentando sus cotizaciones. En este sentido, los extraordinarios términos del intercambio –que en 2011 serían los mejores de la historia argentina– generan un abultado superávit comercial que permite mantener la apreciación cambiaria.
 
Sin embargo, si se elige el camino del atraso la competitividad de la industria se verá dañada. Más aún, si se considera por ejemplo la ralentización de las inversiones que permitirían dar un salto de diferenciación tecnológica.
 
Por eso, y tal como sucede en países como Brasil, la discusión no se agota en el nivel de equilibrio del tipo de cambio sino que el proceso para mejorar la competitividad de los productos nacionales se acompaña con certidumbre económica, control de la inflación, política industrial explícita, financiamiento e incentivos fiscales, por solo mencionar algunos instrumentos alternativos.

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