Breve historia piquetera

Los piquetes forman parte de la historia obrera argentina desde hace más de 100 años. La protesta social y la crisis del Estado y las instituciones provocó su regreso, bajo nuevas formas y circunstancias, como organización de desocupados que se unen en una teórica lucha común por el trabajo y por el salario.

Enlazan con los de hoy, los piquetes anarquistas y socialistas de principios de siglo que tanto reivindica el marxista-trotskysta Néstor Pitrola; de la Semana Roja de 1909; de la Semana Trágica de 1919 y de la Patagonia Rebelde.

Existieron grandes piquetes de huelga durante la Década Infame y en la Revolución Libertadora; durante la Revolución Argentina, con el Cordobazo, el Rosariazo, el Viborazo, el Tucumanazo, y en los ‘60 y ‘70.

Tal como lo conocemos hoy, el piquete se desarrolló entre 1997 y 2000. El Santiagazo, de 1993, impuso la práctica del corte de calles y caminos como forma de protesta de los desocupados. En 1997 -con los bloqueos de ruta en la neuquina Cutral-Có y la salteña Tartagal- el piquete ganó impulso por la negociación de subsidios de desempleo con el gobierno de Carlos Menem, quien efectivizó sus reclamos con la entrega de subsidios.

Luego fue el turno de los planes sociales y los ATN, conducta típica del clientelismo gubernamental. Pero los cortes se fueron trasladando a Buenos Aires, hasta que a finales de 1997, llegaron a Florencio Varela. Y así fue creciendo como la protesta social legítima que abarca a quienes quedaron fuera del mercado laboral, pero también a los que nunca estuvieron dentro.

En tiempos de la Alianza, con Graciela Fernández Meijide al frente del Ministerio de Desarrollo Social, se aceptó que la administración de los Planes Trabajar estuviesen a cargo de ONGs, permitiendo a las organizaciones piqueteras inscriptas colaborar con el Estado en su política social.

Pero el mayor crecimiento del poder piquetero ocurrió en tiempos del gobierno de Eduardo Duhalde. Con la extrema pobreza causada por el default y la devaluación, ejecutó el Plan Jefes y Jefas de Hogar, multiplicando abultadamente la cantidad de beneficiarios que tenía el plan Trabajar, de sus predecesores. La idea del Plan Jefes y Jefas comenzó dentro de la Iglesia, en la Mesa del Diálogo.

Entonces, los grupos piqueteros comenzaron a convivir con las autoridades nacionales. Aníbal Fernández, por entonces secretario general de la Presidencia, se ufanaba de conocer a los líderes de la Zona Sur.

Luis D’Elia (Federación Tierra y Vivienda) y Carlos Alderete (Corriente Clasista y Combativa), con ministra de Trabajo, Graciela Camaño, comenzaron a frecuentar el poder.
Los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki cometidos el 26 de junio de 2002 en el Nuevo Puente Pueyrredón complicó la relación de Duhalde con los otros piqueteros duros. La decisión fue acortar el mandato presidencial interino y multiplicar los subsidios, lo que provocó que más agrupaciones de izquierda adoptaran la postura, a la vez que se produjeron fracturas entre ellas, causadas por una vieja disputa de los años ´70: ¿el piqueterismo es una etapa previa al foquismo pre-revolucionario o es un nivel previo a la creación de una estructura de lucha política dentro de un régimen democrático?

Hace 30 años, Montoneros eligió la lucha armada. Pero en los ’80, el PRT-ERP y otros grupos cercanos se volcaron hacia la UCR y dieron fuerza a Franja Morada. Pero algunos más tarde iniciaron el MTP, efímero aliado del gobierno de Raúl Alfonsín.

Con Néstor Kirchner en la Casa Rosada fue más identificable la diferencia entre las organizaciones duras y las dialoguistas. Para alcanzar el entendimiento, el gobierno multiplicó los planes asistenciales, aunque lo nieguen, a través del PEC (Plan de Empleo Comunitario).

Luis D’Elia, tras fracasar en las urnas (su candidatura a la gobernación bonaerense en septiembre de 2003, sólo obtuvo 40.000 votos, la mitad de los planes sociales), ingresó al círculo íntimo del Presidente. Se declaró kirchnerista (aunque antes fue cavallista y duhaldista), y hasta logró la presencia de tres ministros del gabinete nacional en el congreso piquetero del pasado lunes 21 de junio: Carlos Tomada, Alicia Kirchner, y Carlos Parrilli. Así D’Elia se transformó en un brazo político de Kirchner en provincia de Buenos Aires. ¿Lo que ocurrió luego es parte de la estrategia o todo se ha desmadrado?

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