Exclusivo Edición i: 10 causas de la miseria latinoamericana

Edición i es un semanario de ideología de derecha liberal que intenta debatir cuestiones que van más allá del facilismo conque muchos abordan, por izquierda y por derecha, la crisis argentina. En este caso, la presentación de Andrés Benavente Urbina, del Centro Tocqueville, en un espacio cedido por la Fundación Atlas, permitió iniciar un ejercicio muy interesante que deseamos compartir con los Usuarios Registrados de U24:

Noche de domingo y TV en la Ciudad de Buenos Aires. El tema: la violencia piquetera. Dos jóvenes de la agrupación Quebracho afirman que el futuro será más violento porque "el sistema" no brinda oportunidades a los desempleados y marginados.

Raúl Castells, del Movimiento Independiente de Jubilados y Desempleados, explica que "la clase dominante" mandó a matar al integrante de la mesa de conducción Capital del Federación de Tierra y Vivienda, Martín Cisneros.

Luis D’Elía dice que el asesinato de Cisneros fue un"crimen político", que los detenidos por el hecho, Juan Carlos Duarte y un menor de edad, eran traficantes de droga vinculados a la Comisaría 24 de la Policía Federal Argentina, y que Eduardo Alberto Duhalde tiene responsabilidad en el hecho. El lunes por la tarde, D’Elía, acompañado de Hebe de Bonafini, de Madres de Plaza de Mayo, y con el aval de la Central de Trabajadores Argentinos, convocó a un paro general de actividades para el viernes 2 de julio.

La Argentina avanza, peligrosamente, hacia una violencia que expresa tanto el desorden como la feroz redistribución del ingreso a partir de la devaluación del peso y la pesificación asimétrica de enero de 2002, luego del doble golpe institucional de diciembre de 2001 que derrocó a Fernando De la Rúa, y luego a Adolfo Rodríguez Saá. Las teorías más diversas especulan sobre el futuro argentino: desde un presente de "gobernabilidad Frágil" hasta un futuro de "ingobernabilidad" o bien de "Estado fallido".

Hay quienes avizoran una chavización de Néstor Kirchner, o sea una venezuelización de la Argentina. Esto obliga a un esfuerzo más profundo: ¿Es la Argentina o Latinoamérica? El investigador Andrés Benavente Urbina prefiere enfocar hacia una Latinoamérica donde la excepción (Chile) confirma la regla. Precisamente director para Chile del Centro de Estudios Hemisféricos Tocqueville, investigador del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile; y profesor del MBA de la Universidad Diego Portales, de Santiago de Chile, fue presentado en la Fundación Atlas hace algunos días.

Chile, país del que proviene Benavente, es el único país de Latinoamérica que despegó de los fracasos político-económicos de la región, se integró a la sociedad global capitalista, con un crecimiento promedio de la economía entre 1985 y 2003 del 6%, y mantiene acuerdos comerciales con USA, la Unión Europea, y los países de Asia-Pacífico, incluyendo China.

En América Latina, 12 presidentes no terminaron su mandato por golpes de estado civiles. En el caso de Gonzalo Sánchez de Lozada, ex presidente de Bolivia, o Fernando De la Rúa, de Argentina, fueron desplazados por movilizaciones rupturistas con la impresión de que el proceso de reemplazo fue legal. Por Lozada quedó su vicepresidente, Carlos Mesa Gisbert, y a De la Rúa lo reemplazó un gobernador designado por una Asamblea Legislativa que se reunió una semana después para elegir a un senador nacional porque el ya ex gobernador había renunciado.

A Benavente le apasiona investigar por qué Latinoamérica no abandona el subdesarrollo, con malos ejemplos por aquí y por allá, condenando a sus sociedades al fracaso. De su conferencia vale la pena extractar algunos conceptos antes de que Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde y Carlos Menem terminen de canibalizar la Argentina remanente.

¿Por qué somos subdesarrollados? ¿Por qué nos cuesta tanto crecer en lo económico, en lo político, en lo cultural? Según Benavente, la prensa "liviana" o "frívola" afirma que la culpa del fracaso es del liberalismo o del neoliberalismo, que no resuelve la desigual distribución de la renta. Pero es necesario realizar un par de preguntas: Antes del arribo de las ideas liberales a la región ¿había solamente habitantes ricos? ¿Existía o no una sociedad de pobres y ricos?

En estas épocas de crisis económica por puja creciente por la distribución del ingreso, se debate por qué se profundizan las diferencias –que mucho tienen que ver con el desprecio por el conocimiento o la imposibilidad de valorizarlo y acceder a él de parte de los más pobres-, y aumentan las críticas a la globalización "Un ejemplo son las protestas contra Mc Donald ‘s, una ridiculez. Algo que no sirve para nada y se usa únicamente como catarsis", opina Benavente.

Competencia no es una palabra de significado perverso. Hay quienes la imaginan como un defecto y no una virtud, un elemento corrosivo para la sociedad. Sin embargo vale la pena reinterpretarla como el impulso del crecimiento, que obliga al individuo a competir en el hábitat al que pertenece.

Sin la promoción de la competencia, una sociedad es condenada al Estado paternalista, un sistema similar al de la tribu o el clan que brindaba protección a sus integrantes, en las sociedades antiguas (aún hoy día en Somalía, en África, un refrán dice: "Mi clan y yo, contra el mundo. Mi hermano y yo, contra el clan").

El límite de la competencia y la creatividad lo da el Estado de Derecho, que es la garantía para los integrantes de una sociedad.

Los últimos 20 años de la historia de Latinoamérica marcaron un nuevo rumbo en la economía y la política de muchos países. Irrumpieron nuevas concepciones a las que lograron adaptarse algunos gobernantes. Un caso notable fue el de Fernando Henrique Cardoso, quien cuando era político opositor asumió posiciones muy diferentes a las que ejecutó como ministro de Hacienda, como ministro de Relaciones Exteriores y como Presidente.

Cardoso, cuando era un sociólogo militante de la izquierda brasileña, afirmaba que la causa del subdesarrollo era la economía dependiente de USA de estos países, teorizó acerca de la relación entre la economía de la periferia (siguiendo el razonamiento de Raúl Prebisch en su etapa de cofundador de UNCTAD) y el capitalismo industrilizado, es decir, entre los países de la región y USA. Por ese motivo, el Cardoso de los ’60 a los ’80 consideró fundamental romper el vínculo político con USA para, entonces, lograr el desarrollo.

Una creencia similar proclamó, en Chile, la Unidad Popular, con Salvador Allende como Presidente. Esa experiencia marxista (con sus variantes marxista-leninista, marxista-stalinista y marxista-trotskysta), intentó que el Estado fuese el eje de la sociedad. Hasta nacionalizó las productoras cinematográficas. Pero no pudo evitar caer en la trampa de sus adversarios, que erosionaron el régimen a través de la pérdida de bienestar colectivo e individual. Allende cayó, se suicidó, y el Chile posterior a él fue muy diferente.

Y 30 años después, cuando Cardoso fue presidente de Brasil, inició una inédita apertura económica de su país. Cardoso dijo que atraer al capital extranjero era la única forma de crecer en forma sostenida. Lo dijo desde el país con mayor mercado de capitales de la región.
Según Benavente, Cardoso sólo aplicó el realismo a su discurso. En el año 1995, en época electoral y con una gran crisis económica, él le dijo a los empresarios: "Yo he escrito muchos libros en mi vida, olvídense de todo lo que escribí".

El subdesarrollo es multicausal. Hay una cuestión de tipo estructural resultado de una debilidad crónica de Latinoamérica en construir una economía basada en sus ventajas competitivas, y la falta de confianza de los ciudadanos.

Hay formas de testear esa desconfianza de la ciudadania. Por ejemplo, en la falta de atracción que le provoca la política. Se pasó de una "profunda militancia en la política" a un "profundo desafío a la política".

Hoy Latinoamérica no vive el sueño de la Revolución. Las grandes promesas que convocaban a miles de electores han desaparecido y la gente sólo reclama eficiencia política, convencida de que sólo así cambiará su estándar de vida.

Se ha pasado de una condición de súbdito a una condición de ciudadano que conoce sus derechos porque es contribuyente, y por eso reclama eficiencia. Cuando el gobierno no lo satisface, cambia el voto. La volatilidad no necesariamente es negativa sino todo lo contrario.
Hoy en día preocupa la volatilidad del voto, porque ya no es un voto militante, no se va a votar por el partido en las buenas y en las malas, por lo cual si un gobernante no le sirve al ciudadano, "tendrá que irse". En todo caso, esto le impone nuevas metas y condiciones a la militancia, que debe construirse sobre la meritocracia y no sobre la verticalidad.

El gobernante se relaciona con los gobernados a través de la resolución, o no, de los problemas. A la gente no le sirve la retórica ni la voluntad del gobernante.

"Sí, hay un cambio de época", dice el analista, a la vez, algunos presidentes de escasa visión de futuro ignoran o intentan desconocer el cambio de época, pero la realidad puede sorprenderlos.

Ernesto Guevara de la Serna, alias el Ché, es un ícono del subdesarrollo. Benavente:"Un personaje pintoresco, que para hacerlo más digerible a los jóvenes se lo muestra en la etapa revolucionaria". Sin embargo, para él, "lo más rescatable de Guevara fue su condición de enfermo asmático que pudo sobreponerse a climas adversos. Por lo demás, fracasó una y otra vez. Fracasó al frente del Ministerio de Industria y del Banco Central de Cuba. Fracasó en su paso por el Congo. Fracasó en su intentó de llevar a Cuba al Movimiento No Alineado. Fracasó en Bolivia con su foco guerrillero".

Esa es una paradoja de la cultura contemporánea: los fracasados provocan admiración, y esto provoca subdesarrollo cultural.

La falta de credibilidad en el poder vincula a los ciudadanos. Y los escándalos por corrupción golpearon a la mayoría de las administraciones regionales. Luis Ángel González Macchi, en Paraguay; y Alan García Pérez, en Perú, fueron acusados por enriquecimiento ilícitos. También Carlos Saúl Menem. Otros, con imagen de austeros, pagaron sobornos como Fernando De la Rúa, y Alberto Fujimori, en Perú, como herramientas de gestión gubernamental. En general, los éxitos de gestión no son tapa de los diarios ni ocupan espacio en los programas de TV de mayor rating. "Sí nos enteramos de quiénes son los políticos convertidos en estrellas de la farándula o protagonistas de escándalos políticos". Un caso muy exitoso fue el de Alfredo Cristiani, el empresario que transformó El Salvador, logró la paz y alcanzó crecimiento económico. Cumplido su período presidencial, Cristiani retornó a su tarea de empresario privado. Un lujo. Pero nadie habla de él.

Un típico problema latinoamericano es el Poder Judicial, que provoca desconfianza, no sólo por presuntas prácticas de corrupción, sino con la aceptación del nepotismo y el tráfico de influencias.

En distintos países de la región se coincide en que el Poder Judicial precisa de transparencia. No es sencillo pedirle a la ciudadanía que confíe en un poder tan precario.

Un Poder Judicial limitado afecta a la economía de mercado, que precisa de una defensa de la propiedad privada, de los derechos del inversor y de mecanismos eficientes e inmediatos de resolución de conflictos.

"Cuando hablamos de Poder Judicial uno de los problemas es que sus integrantes no entienden la globalización, intelectualmente no comprenden de qué se trata el tiempo en que vivimos", dijo Benavente. "Todo esto provoca una fuerte tendencia hacia la justicia arbitraria".

Si no hay justicia no hay credibilidad. ¿Cómo atraer, entonces, a los inversores que no sean buitres?

Una justicia eficaz requiere coherencia en el cumplimiento de los contratos. No puede venderse a quien tiene más dinero.

"Estoy convencido de que el Estado debe quedar reducido a las funciones para las cuales fue creado, que no es el Estado empresario. Y la experiencia de estos países es que todo fue transferido a manos privadas sin transparencia. En muchos países hay burócratas y políticos procesados por cometer irregularidades al privatizar. Si no privatizamos correctamente, no podemos pretender que la gente crea que la privatización es el senda correcta. Entonces, a menudo, los propios protagonistas del cambio son quienes lo echan todo a perder", opinó Benavente Urbina.

En la región sobrevive un Estado fuertemente intervencionista. Es muy problemático desarrollar las políticas liberales. Los propios empresarios que, a veces, por acuerdos políticos, acceden al control de las decisiones del Estado, no quieren el cambio. Y hay funcionarios que dicen creer en algo que en los hechos desprecian. En la Argentina, Domingo Cavallo, ex ministro de Economía de Fernando De la Rúa, dijo que adhería a principios de libertad de mercado "pero su ‘corralito’ es la negación de la libertad económica, porque confiscó la propiedad privada".

8Néstor Kirchner, en la Argentina, tiene los vicios propios del Estado paternalista, con una intención de reestatizar algunas empresas, y crear otras, mientras crece su déficit en la gestión de las funciones que realmente debe controlar.

"Para quienes lo miramos desde afuera, la crítica que se le puede hacer es la discrecionalidad en la conducción del gobierno. Es criticable la incertidumbre que genera en la región, por ejemplo en Chile, con su manejo de las ventas de gas, no tanto por las restricciones a la exportación (en definitiva, se entiende que conserve los derechos de consumo interno), sino por las verdades a medias y la falta de claridad por sobre la obligación de respetar contratos relativizando la certeza", dijo Benavente.

Siempre utiliza ese mecanismo de toma de decisiones, con el Fondo Monetario Internacional, con los acreedores privados defaulteados, con Chile y Uruguay.

"Esto no tiene que ver con una personalidad, sino con un clima estatista, en el cual se inserta Kirchner. Hay una idea de devolverle protagonismo al Estado. En definitiva, Kirchner, al igual que Eduardo Duhalde, más allá de sus diferencias coyunturales, son hombres anclados en la mentalidad del antiguo peronismo, que concibe al Estado como el motor de la economía, distribuidor de subsidios a la población sin asumir la pérdida de calidad en los servicios públicos y en la producción de bienes", agregó Benavente.

El contraste entre Carlos Menem, que logró avances enormes en la relación entre la Argentina y Chile, y Kirchner, es abrumador para la sociedad chilena.

La herencia del marxismo leninismo en la región es nefasta. Benavente considera que afectó la confianza en las instituciones, provocó el avance de las presiones de grupos con convocatoria social de corto plazo, la falta de transparencia, el tráfico de influencia y corrupción.

En Chile, la incorporación al desarrollo comenzó con el ge-
neral Augusto Pinochet Ugarte, cuando logró reunir un equipo de tecnócratas jóvenes que desarrollaron un modelo económico novedoso que él sostuvo aún cuando surgieron problemas en 1981 y 1982.

Luego la Concertación Democrática, aún cuando era la oposición, se sumó al modelo liberal. Comprendió"que hoy adherir al socialismo es ser un arquéologo de la política".

Por último, la clave del despegue es poner énfasis en las ideas más que en la acción política. El activo cultural puede definir un proceso político más que la coyuntura económica. Según los antecedentes de Ronald Reagan, en USA, y Margaret Thatcher, en el Reino Unido, su éxito fue invertir en centros de pensamiento, en crear y fortalecer ideas.

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Edición i, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004.

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