Sobre los fondos buitres y las privatizadas

El Cronista publicó esta mañana una investigación especial que relata la situación de los fondos Ashmore, Marathon y Fintech que compraron masa crítica de deuda en privatizadas de telefonía, gas y electricidad, pagando del 18% al 70% de su valor. Según el artículo, la búsqueda de ganancias de esos fondos es el freno más fuerte que enfrentan las firmas para reestructurar sus pasivos o incorporar accionistas. A continuación U24, reproduce el artículo:

"Para decidir una inversión de US$ 10 millones, se toman el mismo tiempo que uno usa para comprar el diario del domingo. Después, cuando están adentro, te presionan, te exprimen y te hacen sangrar, hasta llegar al precio objetivo que se fijaron para salir de la inversión. Y cuando lo logran, no hay acuerdo de intereses que valga: para estos fondos, la fidelidad dura menos de un segundo".

La descripción, hecha por un ejecutivo de la City porteña, da cuenta del accionar de al menos una decena de fondos especulativos, que ganaron peso en las discusiones encaradas por los accionistas de las mayores privatizadas de la Argentina y sus flamantes –y sanguinarios– acreedores, para acordar el repago de deudas millonarias en dólares, en default desde 2002.

Hasta fin de ese año, el fondo inglés Ashmore Investment Management y los estadounidenses Marathon y Fintech Advisory no eran conocidos en el mundillo empresario argentino. Desde entonces, amparados en acuerdos de confidencialidad y asesorados por estudios jurídicos locales, se dedicaron a comprar, casi sin mirar, grandes porciones de deuda de las principales privatizadas.

** Impacto en las compañías

Sus presencias en los comités de acreedores ya se hacen notar: en Telecom, lograron que los accionistas deban mejorar su propuesta original de reestructuración de deuda. Pero también le están poniendo freno a otros procesos (como los de MetroGas o Ciesa, la sociedad controlante de TGS) o, directamente, dificultando el ingreso de nuevos accionistas a las firmas: ya ocurrió con la distribuidora eléctrica mendocina Edemsa y puede suceder en la eléctrica entrerriana Edeersa, en Ciesa o en Transener, la principal transportadora eléctrica.

En la jerga de los inversores institucionales se los conoce como distress funds, (fondos especializados en activos de alto riesgo), que entran en empresas con deudas impagas, comprando a precio de regalo los pasivos a los acreedores originales. Aquí empezaron quedándose con las Obligaciones Negociables emitidas por las empresas. Pero luego salieron a comprar los préstamos que tenían tanto bancos del exterior como grandes entidades financieras con filiales en el país, cuyas casas matrices, espantadas por la debacle institucional y financiera, decidieron hacer un write off (pasar a pérdida)de su cartera crediticia o reducir su exposición en la Argentina.

La apuesta de los fondos es siempre la misma: lograr, tan pronto como puedan, la máxima ganancia posible. El premio: cobrar, en todos los casos, un fee del 20% sobre la rentabilidad lograda para sus inversores y una comisión del 1% por el gerenciamiento del dinero.

** Una larga lista

Ashmore, Marathon y Fintech son los fondos más conocidos, porque fueron los primeros en comprar o hicieron las apuestas más fuertes. Por caso, Marathon adquirió la cartera corporativa local del BankBoston, valuada en u$s 650 millones.

Pero a ese listado después se sumaron los también británicos Aberdeen Asset Management, Exotics y Renaissance –este último, una división del mayor banco de inversión de Rusia–, Virtual Reality Capital (un desprendimiento del Renaissance), Farallon Capital Management, el estadounidense Huff Asset Management –que se hizo famoso por intentar la toma del control accionario de CableVisión y luego poner obstáculos en el proceso de reestructuración de Multicanal– y Discovery Asset Management.

Junto a ellos se mueven el Bank of America Securities y el Citibank PLC, divisiones de ambas entidades que operan por fuera de los bancos, pero también compran deuda en distress.

** Apunten a los servicios

Que todos hayan posado sus ojos ávidos sobre las privatizadas responde a la simple lógica de negocios que los mueve: las compañías de servicios públicos eran las más endeudadas en dólares, y el valor de sus ON se desplomaron a la par de sus ingresos, pesificados a partir de la Emergencia Económica.

A las privatizadas les juega en contra la demorada discusión tarifaria. "Mientras no sepamos cómo será la evolución futura de los ingresos, es poco serio elevar una propuesta sustentable a los acreedores", repiten las empresas, como una letanía.

La lógica del Gobierno fue otra: demorar cualquier definición en torno a las tarifas, a la espera de que las empresas aceleraran la renegociación de sus deudas. ¿El motivo? Evitar que el aumento de los ingresos se vuelque a repagar deudas y que, en cambio, se destine a las inversiones que las empresas frenaron a partir de la crisis.

** La pelea por el 33,4%

Esa puja instaló a las privatizadas como el blanco preferido de estos fondos que, acostumbrados a asumir máximos niveles de riesgo, no están dispuestos a ceder un centavo a la hora de negociar su salida.

"Por más que se los llame distress funds, son fondos buitres. Sumaron tanto peso en las deudas de las empresas que ahora sólo buscan obstaculizar los procesos de reestructuración de pasivos o de recambios de accionistas, para lograr su objetivo de maximizar las ganancias", disparan en una privatizada.

La obsesión de estos fondos fue garantizarse el control del 33,4% de la deuda. Así, tienen poder sobre todo el proceso de reestructuración y pueden bloquear cualquier propuesta de los accionistas para llegar a un Acuerdo Preventivo Extrajudicial (APE), explica un abogado que, desde 2002, tuvo entre sus clientes tanto a privatizadas como a fondos oportunistas. "De hecho, si controlaban el 30% de la deuda, no dudaron en pagar el 100% del valor nominal por los puntos que les faltaban para llegar a ese 33,4%", agrega.

** Cuánto pagaron

Según datos que manejan las privatizadas, los fondos se quedaron con esa deuda pagando del 18% al 30% del valor nominal en las sociedades inversoras –como Ciesa (TGS), EASA, dueña del 51% de Edenor y GASA, controlante del 70% de MetroGas– y del 50% al 70% en las licenciatarias. "Ahora quieren cobrar el 100%, y recurren a todas las herramientas legales, como pedidos de quiebras o cobranzas ejecutivas, para presionarnos", se lamenta un directivo de otra afectada por el accionar de los fondos.

Los ejemplos sobran. Pero el caso testigo es Telecom que, tras negociar 16 meses, en junio elevó una nueva propuesta a sus acreedores, para reestructurar u$s 2.500 millones, la deuda corporativa en default más grande del mercado local.

Fintech, Ashmore y Marathon, junto a otros fondos, controlan u$s 1.000 millones de ese pasivo, lo que les otorga una cuota del 40%, suficiente para bloquear cualquier APE, que requiere el sí del 66,7% de los tenedores para hacerse extensivo al resto.

Pese a que, en lo formal, los fondos se movieron por separado, la voz cantante fue David Martínez, un financista mexicano que es la cara visible de Fintech. Por la influencia que ejerció Martínez en todo el proceso, Telecom se vio obligada a mejorar su primera oferta –lanzada en enero de 2003–, incluyendo opciones que terminaron respondiendo, en gran medida, a las exigencias planteadas por trece fondos que, con una carta, le comunicaron su rechazo a aquella oferta original.

Diez días atrás, Carlos Felices, el timonel de Telecom, sostuvo que espera cerrar la reestructuración en el último trimestre o el primero de 2005. Los inversores tienen hasta el miércoles para aceptar la oferta. Pero la operadora dice que ya cuenta con avales suficientes como para alcanzar el tan ansiado APE.

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