"Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado".
Voltaire
"Ya no sos el de antes", le recrimina su mujer. El hombre ya ni se inmuta. Claro, tampoco el futuro es lo que solía ser… La Argentina también está distinta. No sé si cambió demasiado: no hay grandes novedades en los diarios y siguen dando vuelta las mismas figuritas en el escenario. El mundo está alterado. No hay paraísos terrenales.
Sin embargo, esa verdad no consuela a la hora de verlo allí, en una edad dorada sin poder siquiera fingir una sonrisa. El ceño fruncido. La mirada opaca.
Está cansado…
Hasta comienzos de los '90 se dedicó a ordenar cuentas y llevar organizadamente los números y sus balances. Cada pago quedaba detallado en biblioratos que atesoraba como a incunables. Después, los estantes se fueron vaciando, también sus recuerdos y sus olvidos. Su presente no atesora ya un Haber que pueda contrarrestar el Debe…
En la semana, puede vérselo en las filas de bancos o ganando tiempo en Rapi-pagos saldando cuentas, ese percance de ser buena gente,esa decencia que incluso antes se heredaba con entusiasmo...
Estaba justificado y era válido el sacrificio si al menos podía afianzarse en la exigua clase media a la que la dirigencia se empeñara en perseguir, a fuerza de impuestos y gravámenes a la vida misma.
Recién estrenado medio siglo, pudo arañarle a la vida cierta experiencia para evitar quedar confiscado "legalmente": avatares típicos con que sorprenden los gobiernos argentinos. La jubilación la pelea entre el ANSES y una AFJP como si fuese una lotería. Ya no sabe si es mejor el azar o la suerte… Encima, le piden que se alegre por no estar sentenciado a cobrar mañana, sólo la mínima.
La recesión del dos mil lo afectó a tal punto que la unidad coronaria lo recibió como huésped un par de meses. Tuvo cintura -o poca fortuna- razón por la que sorteó sin perjuicio aunque con taquicardias sombrías, la dolarización y la pesificación asimétrica.
Le queda el departamento, la cochera donde el compañero de ruta marca 112 mil kilómetros sin tregua, y un local en el que alquila ilusiones en DVD o VHS.
A su lado, su esposa que parece más una anatomía moviéndose entre los muebles que una mujer con vida, dedicada a la pulcritud de un hogar que cobija dos hijos todavía. Tiene un empleado que, después de años, se ha convertido en hermano.
Mientras tanto, salda los pagos del impuesto inmobiliario: 4 cuotas por inmueble o sea 12 al año. El impuesto automotor con otras 4 y el municipal (6 por inmueble, otras 18 al llegar diciembre) Las expensas mensuales por cada inmueble le suman 36. Aguas Argentinas -repartidas en 6 cuotas - son otros 18… ¡y el IVA!
Ingresos brutos se suman al pago de la tasa de Seguridad e Higiene, 6 veces en 365 días. No olvida la obra social del empleado ni el seguro contra terceros que le exigen por el auto. Patente. Impuesto de Sellos e Impuesto al cheque. Gas, luz, teléfono.
Hasta aquí el hombre ha hecho doscientos setenta y cuatro pagos en el año…(1) Pero hay otros gastos fijos que atender: Internet para los chicos, la medicina prepaga, el cable, la alarma del local… Unos 60 pagos más que sumados a los mencionados llegan a 334.
Cada mañana, el desayuno se le hace úlcera: si no lo frena una oleada de embusteros con palos y capuchas, se trata de una demostración de eficacia en el control de alcoholemia. Y es que sale a trabajar cuando los adolescentes vuelven de bailar…
Su mal humor ya es parte de su fisonomía: la guerra es interna. Lucha contra su honestidad y su civismo. ¡Haberse inscripto en los impuestos! ¡Meterse sólo en la máquina de picar carne del Estado! ¡Haber sido condenado al éxito sin consultársele! No pueden tomarle más el pelo porque apenas peina unas pocas canas. Nada supo de aquellos que irían con traje a rayas a la cárcel, ni entiende cómo siendo tan solidario nadie le da las gracias…
Tiene todo al día aunque quede medio vacía la heladera. ¡Ojo! El muy bacán hasta instaló monitoreo por circuito cerrado en su hogar... Pero igual no tiene seguridad.
Tiene cobertura médica pero se le va la salud de la noche a la mañana: sarpullidos, indigestiones y un solo diagnóstico coincidente: Stress. -"Descanse más", le dicen los doctores…
En rigor, es conciente que su plata está siendo utilizada para aguantar a D’Elía o a Castells, silenciar dos o tres medios y regalar un par de zapatillas cuando se acercan los comicios…
En la esquina le sacan las monedas los limpiavidrios compulsivos, esquiva un delivery en rollers que se metió de contra mano por Callao y encima, lo insulta ad honorem.
Al doblar, un bache le hace trizas los amortiguadores: la tasa municipal está paga…
Cuando por fin llega al local, se le instala un vendedor ambulante en la entrada. Mercadería trucha, todo en negro: no emite factura, no paga impuestos, le tapa media vidriera, le endilga la basura… Y nadie hace nada. ¡Cierto, debe ser parte de la convivencia urbana!
A media mañana cae la DGI, el inspector municipal y el vendedor ambulante se le ríe en la cara… Pero tranquilo. Vaya y dé las gracias… No todos pueden hacer frente a tanto gasto. Si paga es porque tiene con qué… Un bienaventurado en la época de crisis que estamos pasando… El resto es comprensible: ¡Son los Derechos Humanos, Señor!
"No sea animal, ¿quiere... ?" Por favor, ¡cuánta insensibilidad social!
Hay gente que se queja y no entiende todavía cuán afortunada es por vivir en Argentina…/
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(1) Los números de impuestos son de un extracto hecho por Rubén Crego
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(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas. Estudios en Sociología del Poder (Oxford).
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