La estrella fugaz, ascenso y caída de Cristina K

POR EDGAR MAINHARD Carlos Kunkel, verborrágico bonaerense, subsecretario General de la Presidencia y admirador perdido de Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, fue quien dijo lo que nunca debió decir:

"(Graciela) Fernández Meijide le ganó a la señora (Hilda) Duhalde por amplísimo margen, en el momento de máximo apogeo y esplendor de lo que yo llamo un determinado tipo de organización política".

Ocurre que la senadora nacional PJ-Santa Cruz no competirá contra la diputada nacional PJ-Buenos Aires, Hilda Beatriz González de Duhalde, pese a que encuestadores como Jorge Giacobbe le adjudicaron una intención de voto superior a la de la mujer de Duhalde, considerando que un 85% de los bonaerenses consultados ya habían decidido su sufragio 2005 (harto curioso porque todavía no comenzó ninguna campaña electoral).

La ‘reperonización’ de Kirchner incluye no cuestionar a Duhalde en el territorio bonaerense. La lista de candidatos a legisladores nacionales la encabezarán personas de la confianza de Duhalde, y Cristina de Kirchner no puede aceptar ir ‘en la sábana’.

Para ayudar a su marido a superar una crisis gubernamental importante, ella debió ensayar una renuncia que acaba con su aparente meteórica carrera de política profesional.

Además, si la inseguridad sigue ampliando su peso relativo en la agenda política bonaerense, el propio ‘duhaldismo’ puede tener similares problemas a los de 1997 y 1999 para que su ‘estructura’ recaude los sufragios necesarios.

Cristina tampoco competirá contra Elisa Carrió en la Ciudad de Buenos Aires por una diputación nacional, ya que tiene una intención de sufragio inferior a la fundadora del ARI.

Y no se puede correr el riesgo de una derrota de un Kirchner en el distrito de mayor visibilidad de la Argentina, sin que el Presidente pague un costo por ello.

Si bien los fans de Cristina llegaron a llamarla la "bala de plata" del Presidente para el año 2005, es probable que la pólvora se mojó en el trayecto que va de la rutina gimnástica que ideó Joseph Pilates para los presidiarios estadounidense (e incorporaron las señoras opulentas de más de 40) hasta alguna tienda glamorosa de la 5ta. Avenida neoyorkina, bajo la mirada complaciente del cónsul general, Héctor Timerman.

Hoy, el futuro político de Cristina perdió contenido y continente: parece circunscripto a renovar su banca de senadora nacional PJ-Santa Cruz, en base al ‘voto cautivo’ que su marido tiene en aquella provincia. Mal que le pese a Cristina, quien ha reclamado una reforma política y dice repudiar las prácticas electorales no transparentes, el ‘voto cautivo’ de Kirchner logró cada uno de su media docena de mandatos legislativos en Nación y provincia.

Y ese porvenir resulta bastante magro respecto del futuro fabricado por los medios de comunicación que ejecutaron el marketing gubernamental.

Hubo un tiempo, no tan lejano, cuando Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, según el semanario Debate, tan cercano al Presidente –al menos en su etapa ‘transversal’- fue: "Cristina, Madre de todas las batallas" (portada del viernes 4 de junio de 2004).

El columnista Luis Tonelli, asesor del director Marcelo Capurro, escribió: "Ella es la carta de triunfo más fuerte del Presidente para sus proyectos políticos, y convengamos en que Kirchner no tiene entre sus manos, precisamente, un mazo pletórico de personalidades fulgurantes y cuadros de relevancia. Duhalde ha dicho de ella que es una excelente candidata para gobernar la provincia de Buenos Aires en el año 2007, y Alberto Fernández se ha apurado en reservarla también como candidata a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, elogiándola con un ‘ella gana en donde se presenta’. ¿Es que la volcánica senadora se ha convertido, de repente, en la candidata del consenso peronista?".

La respuesta es sencilla: No.

Y en parte porque la propia personalidad de Cristina, efervescente, grandilocuente, orgullosa, presumida, se presta bien poco al consenso.

Además, el encuestador Heriberto Muraro llamó a la reflexión: "No hay que engañarse. Una cosa es el prestigio y otra diferente, el escenario electoral. Por ejemplo, la mala imagen que tenía Carlos Menem cuando fue candidato en 1989, no le impidió ser Presidente".

De acuerdo al sociólogo Carlos Fara, quien ha cometido el acierto de no mezclar sus encuestas con las decisiones presupuestarias de la Casa Rosada, Néstor Kirchner debió bajar el perfil de su esposa por el desproporcionado empuje que le había dado el Gobierno.

De acuerdo al Centro de Estudios de la Opinión Pública, de Grupo Clarín, la imagen positiva de Cristina de Kirchner nunca alcanzó a la que llegó a tener su marido, Néstor. Esto desinfló, en parte, el personaje carismático que procuró describir el insípido Alberto Fernández, jefe de Gabinete: "Es impresionantemente inteligente, muy capaz. Es la mujer del Presidente, pero en términos políticos es una dirigente con mucho peso específico. Tiene el mejor futuro".

Y Jorge Giacobbe afirmó que Néstor, Cristina y Alicia Kirchner integran un trío cuyas imágenes públicas evolucionan entrelazadas, nunca desprendida una de otra. Si el Presidente cae, arrastra a su mujer y a su hermana.

Al final de cuentas, Cristina también es una ‘esposa de...’, calificativo que rechazó para sí, a la vez que lo endilgó, peyorativa, a Hilda de Duhalde y a Olga Riutort de De la Sota durante el fracasado Congreso Justicialista.

La periodista Ana Gerschenson, en aquella edición de Debate que tantas páginas le dedicó a Cristina K, se permitió arrojar una pregunta inquieta acerca de la futura presidenciabilidad de la esposa de Kirchner.

En verdad, le ocurrió lo que a la mexicana Marta Sahagún que aspiraba a heredar a su marido Vicente Fox, pero el propio Partido de Acción Nacional que apoya a Fox, le aconsejó que la persuadiera de renunciar a sus aspiraciones antes de tener que provocarle una derrota al mandatario.

Hay algo muy delicado que afecta, irremediablemente, a Cristina de Kirchner. El martes 10 de agosto, Cristina asistió a un seminario organizado por el Council of the Americas en el porteño Alvear Palace Hotel, donde ella expresó: "Los Estados Unidos nunca le hicieron caso al FMI y mal no les fue".

Por esas horas, casi todo el Ejecutivo Nacional procuraba minimizar las diferencias con el Fondo Monetario. Cristina embistió duro, quizá para acallar las crónicas acerca de su fracaso en proyectarse electoralmente a los grandes distritos nacionales. La mujer del Presidente profundizó las discrepancias con el organismo financiero multilateral, exhibiendo ese estilo que supone audaz, contestatario, divergente, pero que termina resultando adolescente, previsible y repititivo.

Cristina reclama que, siempre, sus opiniones sean consideradas relevantes, pero no comprende que gran parte de su imagen pública se ha diluido por la frivolidad que desparramó a su paso, priorizando el shopping y la estética personal a las ideas. Elisa Carrió también ha recuperado el cuidado por su anatomía, pero complementó su tarea por la elaboración de un discurso opositor estructurado e inteligente para la coyuntura y sus propias limitaciones.

El comentario de Cristina lució frágil al comparar a USA y la Argentina como si fuesen sociedades equivalentes.

USA es un país co-fundador, acreedor, accionista dominante y sostén del Fondo Monetario Internacional cuya subdirección ejecutiva ocupa en forma vitalicia.
La Argentina es el 3er. deudor más grande que tiene en su cartera el FMI.

Cristina se arriesgó a que alguien parafraseara al presidente Domingo Faustino Sarmiento: "La ignorancia es atrevida".

La propaganda del régimen K afirma que Cristina "tiene más militancia encima que el propio Néstor", que exhibe "laureles propios" y que su marido le reconoció reflejos cuando dijo: "Cristina me dijo que no hablara en la Esma y debí escucharla". Todo esto puede resultar cierto, pero nada desmiente que, a la vez, Cristina pueda ignorar de qué habla cuando se refiere a USA y al FMI.

Una vez, Cristina le contó al semanario Para Ti que en la madrugada del viernes 28 de septiembre de 1990, un grupo de policías provinciales irrumpió por la fuerza en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno santacruceña. El entonces gobernador interino, José Ramón Granero, se encontraba ausente de la provincia. Ella y su marido, por entonces intendente de Río Gallegos, decidieron enfrentar el conflicto. Kirchner se aprestó con velocidad, pero ella decidió maquillarse, y ante la insistencia de su esposo, le respondió: "Mirá, pueden desembarcar los marines, que yo a la calle sin perfume no salgo". Por aquellos años, según el biógrafo no autorizado Daniel Gatti, su perfume preferido era Rumba.

Pero en Santa Cruz, Cristina siempre tuvo un rol secundario, todo lo contrario al que asumió en la Ciudad de Buenos Aires como legisladora nacional que ejecutó un progresivo ‘antimenemismo’ que, si bien le provocó en los ’90 la soledad en el bloque PJ en el Senado, le permitió crecer en conocimiento público y obtener una imagen ‘progresista’.

Cristina es ambiciosa, con una gran ponderación de su propia capacidad. Aspirar a la Gobernación santacruceña no le pareció suficiente y eligió participar de las grandes decisiones del Presidente, a la vez que promovía la ‘transversalidad’ y defendía la reivindicación ‘setentista’ de Kirchner. En este contexto la re-peronización del gobierno de su esposo es una derrota intelectual para Cristina, probablemente más severa que aquella que sufrió cuando, frente a su propio bloque PJ, perdió la votación que inhabilitara a Eduardo Moliné O’Connor para ocupar cargos públicos, luego de haberlo destituirlo como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Acerca de su opinión sobre el FMI, el mensaje de Cristina es confuso porque el vapuleado Rafael Bielsa, ministro de Relaciones Exteriores, realizaba gestiones, por encargo del Presidente, para establecer los límites del disenso con el Fondo.

Sin embargo, también el Presidente es contradictorio y lo corroboró en el maltrato que brindó a Celso Amorim, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, quien reaccionó explicando que le transmitiría esos conceptos al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se levantó y abandonó el despacho de Kirchner.

En el caso de Cristina, ella había reclamado convertirse en una embajadora itinerante, ministro plenipotenciario de su marido ante gobiernos y organismos extranjeros. Así fundamentó su esparcimiento por USA para alentar al opositor Partido Demócrata, pero sus conceptos acerca del FMI no coinciden con ese modelo de ‘diplomática informal’.

Lo más grave es que ella revela un profundo desconocimiento de la situación, pese a haber impulsado, por ejemplo, la creación de un Observatorio Argentino en New York.

Para reivindicar lo informado por el ministro Roberto Lavagna, de no realizar la 3ra. revisión de las metas del acuerdo con el Fondo, que se debían realizar en septiembre, Cristina cuestionó la relación con el organismo, posición contradictoria con la decisión de su esposo de efectuar desembolsos y pagos de vencimientos que hasta fin de año sumarán U$S 1.650 millones, y sumados a los pagos anteriores no reembolsados por el FMI, supone cancelar U$S 2.500 millones en el año.

La realidad es contundente: la Argentina K decidió no hacerle caso al FMI pero, igual que en los dos años anteriores, cancelará las deudas con el organismo, en lugar de refinanciar. Sin duda que esto le conviene al FMI como acreedor. Si esto es confrontar con el FMI, Rodrigo Rato, director-gerente del Fondo, estará complacido. Y Cristina lució ridícula.

Según del ministro Lavagna, cuyo discurso prevalece en el Gobierno nacional, esto ocurre porque cuando hay que revisar las pautas (septiembre / octubre), la Argentina debe reestructurar su deuda externa en default y no quiere interferencias, prefiriendo volcar todas sus energías a este proceso.

Pero Cristina no puede ignorar –por más que Horacio Verbitsky y Miguel Bonasso opinen lo contrario- que el futuro es de pronóstico reservado, dado que no existen antecedentes de este tipo de posiciones que adoptó la Argenitna. Por lo menos debería abrir un inteligente y prudente espacio de duda. Al fin de cuentas hay personas de mucho conocimiento que insisten en que, en el mediano y largo plazo, con seguridad, habrá consecuencias.

¿Qué inversor informado, serio y profesional colocará sus fondos en un país que se aleja del organismo de calificación de riesgos internacionales que representa al grupo de países más desarrollados de la Tierra (G7)?

Dejá tu comentario