La eterna impune (La Side)

POR TOMAS VIDAL Mario Pontaquarto, Juan Carlos Blumberg, Néstor Carlos Kirchner, Fernando De la Rúa, numerosos políticos, muchos periodistas; todos han denunciado en distintos momentos acciones ilegales por parte de la Secretaría de Inteligencia del Estado. Los escándalos se suceden en el tiempo, sin embargo nunca se ha planteado seriamente una reforma. Y a un mes de las denuncias de Gustavo Béliz, la Side ha logrado escurrirse del centro de la opinión pública, indemne, una vez más.

El 18 de julio de 2002 la senadora nacional por el PJ santacruceño, Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner denunció ante los medios de comunicación que la Side había elaborado un plan para realizar un seguimiento de su esposo, el entonces gobernador de Santa Cruz y ya precandidato presidencial, Néstor Carlos Kirchner.

"Las instrucciones tienden a tener un seguimiento muy detallado de los movimientos del gobernador, no sólo dentro de la provincia sino en otros puntos del país y pide informes con 48 ó 72 horas de antelación sobre los lugares a los que irá", había declarado la senadora del Frente para la Victoria Santacruceña al diario Clarín.

(Resulta interesante leer las declaraciones de Aníbal Fernández, secretario general de la Presidencia en ese momento, al conocer la denuncia de Cristina de Kirchner: "No me van a decir a mí que le van a dar un instructivo escrito para hacer una cosa de esas características. Es una locura y no merece ningún análisis".)

Casi dos años después, cuando Gustavo Béliz realizó sus denuncias contra la Secretaría de Inteligencia del Estado, el Presidente, desde Venezuela, donde se encontraba en visita fraternal, llegó la respuesta: "Atacar a la Side, es atacar al Presidente", dijo un indefinido vocero, que los periodistas que acompañaron a Kirchner no quisieron identificar con nombre y apellido..

Controvertida, mítica, oscura, temida, la Side es odiada y denunciada por los políticos fuera del poder, y defendida a capa y espada cuando el afortunado logra el poder. La respuesta más obvia a la paradoja son $ 238 millones de presupuesto anual que incluye una partida que se puede dilapidar sin dar cuentas por ello, tal como convinieron Domingo Cavallo y Eduardo Bauzá en días de Carlos Menem, para impedir la proliferación de mecanismos recaudatorios para financiar a sus equipos y acciones.

Pero Menem se fue el 10 de diciembre de 1999, los gobiernos que le siguieron ¿mantuvieron la estructura de la Side sólo para aprovechar los beneficios de la caja de fondos reservados?

La respuesta debería ser No.

El académico guatemalteco Manolo Vera, mencionó en un interesante trabajo titulado "Poder Legislativo y Servicios de Inteligencia", que existe otra razón por la cual los gobiernos evitan confrontar con sus servicios de inteligencia: "En efecto, el servicio de inteligencia más poderoso, puede resultar siendo aquel que no necesita llegar a fricciones o conflictos con el poder político. Este último termina aplicando lo que en la teoría política se llama ley de las reacciones anticipadas. El conflicto nunca llega, dado que el poder político previendo -hipotéticas o reales- reacciones adversas si se asumen determinadas políticas, opta por alejarse de tales ámbitos de la administración pública."

Un rumor, nunca confirmado, afirma que, cuando Sergio Edgardo Acevedo llegó a su escritorio en el edificio 25 de Mayo –que casi no ocupó mientras fue jefe de la Side, porque él prefería las oficinas de la Casa de la Provincia de Santa Cruz-, encontró una abultada carpeta con los antecedentes más polémicos de su jefe Kirchner.

Conclusión (simplista): sólo un Presidente no extorsionable, podrá reestructurar la Side.

En diciembre de 1999 y enero de 2000, quién aparentó o quiso iniciar una reforma de la Side, fue el Señor 5 designado por Fernando De la Rúa, Fernando de Santibañes. Un verborrágico ex banquero que decidió, dos meses después de asumir, despedir a 1.080 agentes, con el argumento de reducir el presupuesto para gastos corrientes de la Side.

De Santibáñez no pretendía modernizar la gestión de la Side e introducirla en el universo de la inteligencia competitiva, sino reducir la masa salarial, apuntalando la reforma administrativa que el FMI le exigía a la Administración pública y que no prosperaba en la mayoría de las reparticiones.

Sin embargo, durante el año 2000, aunque se bajó el gasto de la Side en casi $ 100 millones, el organismo de inteligencia presupuestó $ 138 millones y gastó $ 158 millones. Luego se dijo que parte de ese dinero extra se utilizó en la compra de la Ley de Reforma Laboral, lo que confirmó en enero de 2004 el ‘arrepentido’ ex secretario administrativo del Senado, Mario Pontaquarto.

Aquella purga provocó un enorme problema inicial a De la Rúa y su colaborador porque no es aconsejable iniciar una gestión con un grupo de espías desocupados. En el mundo los únicos servicios de Inteligencia que ejecutaron purgas masivas domésticas fueron los de Rusia, China y Cuba, y por motivos políticos. Aplicaron la única lógica inapelable en el comunismo: la eliminación física de los ex agentes.

En las agencias occidentales, no es habitual ejecutar purgas masivas, por el peligro de la filtración de información ‘sensible’. Los secretos de Estado no pueden caer en el mercado de subastas. En los Estados Unidos, durante el gobierno de James Carter, se inició un proceso de reestructuración de la CIA, pero con una ‘amigable’ política de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas.

En la Argentina, Fernando de Santibáñez potenció el descontento de los desocupados, quienes se expresaban en el foro de la página web www.seprin.com/ pero la Side no fue más eficiente luego de la reorganización.

Más allá de la ‘caja política’ habitual, desde 1983 los gobernantes no definieron una política de Estado para la Secretaría de Inteligencia.

Al menos en los días de los gobiernos ‘de facto’, era evidente que la Side era un instrumento de la represión interna, y una herramienta para el monitoreo ideológico de la población. La democracia ha tenido una relación culposa, errática, peligrosamente indefinida con la Side. Y nadie supo responder a la pregunta básica: ¿Qué tipo de inteligencia es compatible con el Estado de Derecho?

Sin embargo, la Side logró mantener en su jurisdicción la oficina de escuchas telefónicas, equipada con nueva electrónica; y varias delegaciones en el exterior e interior que, en teoría, debían proveerla de una masa abundante de información. En el ínterin, la Argentina sufrió dos atentados terroristas de repercusión internacional y los aportes de la Side no fueron relevantes. Todavía hoy la Side se debate entre la ‘hipótesis iraní’ –predominante, por cierto-. Y la ‘hipótesis siria’, relanzada por la repartición sobre el final del juicio público realizado en el Tribunal Oral Federal Nº 3.

Julio Cirino, profesor de temas de seguridad, explica que si a un servicio de inteligencia no se le exige el acopio y procesamiento de información y no se le programan objetivos estratégicos, terminará autoimponiéndose misiones por sí mismo, descalabro que provoca desaciertos y una desconexión entre el organismo técnico y el poder político.

Luego del breve paso del periodista Juan Bautista Yofre por la Side, el entonces presidente Menem designó al abogado laboralista Hugo Anzorreguy como Señor 5, el funcionario más estable de la gestión menemista, excluido Menem. Él condujo la Side durante más de 9 años en forma ininterrumpida, pero no fue para mejor. Por ejemplo, se generaron costumbres perversas en la relación del cuerpo permanente de la Side con legisladores, jueces y periodistas.

Según Cirino, el Ejecutivo Nacional debe hacerse tres preguntas:

• ¿Qué es lo que quería saber?

• ¿Qué es lo que necesito saber?

• ¿Qué es lo que puedo saber?

Frente a recursos limitados el poder político debe definir cuáles son sus prioridades, y cuáles son las informaciones que son vitales para el desarrollo de su política estratégica exterior e interior. Semejante acopio nunca se hizo en la Argentina.

Por otra parte, ¿qué estratégica importancia le encontró Hugo Anzorreguy a Marruecos, por ejemplo, que decidió abrir una delegación en ese país (más allá de la realidad de que un amigo suyo era fanático del norte de África, y deseaba vivir un tiempo cerca de Casablanca)?

Semejantes destinos no fueron exclusivos de la Side de Menem. Durante la Guerra Fría, la Side no tuvo una delegación en Moscú, porque la ex URSS era monitoreada desde París, Francia. Cuando en los `90 se quiso remediar semejante error, ninguno de los 2 miembros de la flamante delegación no hablaban ruso.

Ahora, cuando el poder político insiste en que la Side colabore en la lucha contra los secuestros, la pregunta es, según Cirino, ¿tiene fuentes e información sobre el tema la Secretaría? Su intervención en el secuestro y muerte de Axel Blumberg arrojó dudas.

Gustavo Béliz se encargó, en su explicación de su alejamiento, realizar graves denuncias contra la Side que no han producido repercusiones políticas posteriores.

Uno de los problemas de todo Servicio de Inteligencia es la selección de personal, y esto se ha exacerbado en nuestro país. La Side ha llegado a tener jefes de delegaciones en el exterior cuyos antecedentes se limitaban a haber sido los dueños de restaurantes, pintores de brocha gorda, e incluso gomeros.

Hugo Anzorreguy llegó a regalare al hijo de un amigo, por su casamiento, una estadía de 2 años como jefe de delegación, en un apacible país y con un atractivo sueldo en dólares. La anécdota corroboraría que un gran problema es la baja capacitación e idoneidad del personal.

Entonces, uno de los caminos a seguir en una reestructuración de la Side debería ser el dictado de una ley que estipule que los únicos cargos políticos en la Side serán el del director y el subdirector, y que el resto del personal será profesional capacitado.

En los Estados Unidos, en los meses de mayo y junio, los reclutadores de la CIA y de las otras agencias de inteligencia recorren las mejores universidades entrevistando y persuadiendo a los mejores alumnos del último año de carrera. En la Argentina deberían reglamentarse por ley estrictas normas de selección, para que la Escuela de Inteligencia de la Nación mejore su estándar. Y para que se apliquen estrictos programas de promoción e incentivos, ya que formar un agente o un analista de excelencia lleva entre 6 y 10 años, y la idea es que no termine marchándose al sector privado.

En la Argentina la formalidad de un marco regulatorio básico es alcanzada por la Ley 25.520, sancionada en diciembre de 2001 por unos, culposos o hipócritas, nunca se sabrá, legisladores, luego de los rumores de que el dinero para la ley de Reforma Laboral había salido de la Secretaría. En ella se prohíben, por supuesto, todas las acciones que han venido siendo denunciadas desde hace años: "Ningún organismo de inteligencia podrá obtener información, producir inteligencia o almacenar datos sobre personas, por el solo hecho de su raza, fe religiosa, acciones privadas, u opinión política, o de adhesión o pertenencia a organizaciones partidarias (...) Influir de cualquier modo en la situación institucional, política, militar, policial, social y económica del país, en su política exterior, en la vida interna de los partidos políticos legalmente constituidos, en la opinión pública, en personas, en medios de difusión o en asociaciones o agrupaciones legales de cualquier tipo."

También se creó, por medio de esta ley "en el ámbito del Congreso de la Nación, la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia". Esta debe controlar y fiscalizar todas las actividades de la Secretaría, desde el hipotético "plan estratégico de seguridad", hasta las partidas de gastos reservados. Y anualmente deberá enviar dos informes, uno público y otro secreto, al poder Ejecutivo. Esta comisión se reúne cada 15 días y supuestamente funciona...

Sin embargo, cuando se lee la lista de diputados y senadores que integran la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia se llega a una conclusión: la comisión es una mera formalidad. La preside Mario Daniele, senador por Tierra del Fuego y ‘pingüino’ fiel. Como vicepresidente se encuentra Oscar Rodríguez, diputado nacional por Buenos Aires, esposo de la senadora nacional Mabel Müller.

Como vocales se encuentran los duhaldistas José María Díaz Bancalari, Miguel Ángel Pichetto y Juan Carlos Correa.

Los otros integrantes del PJ que participan de la comisión son: Daniel Varizat y Nicolás Fernández, diputado y senador repectivamente por Santa Cruz, y el senador jujeño Guillermo Jenefes. La comisión tiene como "independientes" al senador catamarqueño Oscar Castillo, y a la frepasista Nilda Garré, incondicional de K.

El otro grave problema de todos los servicios de inteligencia del mundo es el control de sus gastos. Toda la actividad de espionaje tiene siempre un porcentaje de actividad clandestina, o semi clandestina, donde la compra de información obviamente no puede ser facturada con número de CUIT.

Amparados en ello los agentes de la Side han desarrollado una mala costumbre: la creación de "operaciones fantasma": un agente dice que tiene un potencial informante, que supuestamente brindará información sobre el cartel de droga X, por un monto X de dinero mensual. El supervisor, también participante del negocio, autoriza el pago, lo único que tiene que hacer el agente es inspirarse una vez al mes e inventar alguna fábula para atribuírsela al informante.

Por supuesto que en todas las agencias de inteligencia existe el departamento de contrainteligencia, que tiene dos funciones básicas, el control de los empleados y el impedir la infiltración por parte de agencias extranjeras.

Una de las herramientas básicas de los departamentos de contraespionajes es un sistema de software, que solo autoriza la liberación de fondos para operaciones cuando están cargados en el sistema todos los datos necesarios.

De esta forma todas las mentiras, incoherencias y datos montados para una operación fantasma, quedan registrados y son fácilmente descubiertos. Así también quedarían registradas las salidas de dinero para operaciones políticas. Por supuesto la Side no posee esta tecnología.

Una pregunta: ¿Tiene sentido que los argentinos gastemos $ 243 millones anuales en un organismo de inteligencia que no funciona?.

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